Entre los puntos destaca la exigencia de Rusia a frenar la actividad militar en Europa del Este

Rusia presenta un nuevo acuerdo de seguridad a la OTAN y a Estados Unidos

photo_camera PHOTO/AFP - El presidente ruso, Vladímir Putin

La seguridad internacional afronta un nuevo escenario delicado. La OTAN y Rusia libran un pulso a través del cual tratan de mostrar la fuerza que representa cada potencia en un mundo cada vez más polarizado. En esta línea, Rusia está tratando de acrecentar su poder e influencia en materia de defensa y seguridad, un ejercicio que lleva librando desde la caída del muro de Berlín para tratar de volver a recuperar su poder en la escena internacional.

A pesar de que históricamente el fin de la guerra fría se fecha con la caída del muro, no son pocos los analistas que afirman que seguimos librando una guerra fría, solo que con un mayor número de actores. En esta diversidad Rusia ya ha dejado claras sus pretensiones y ahora lanza un órdago a la OTAN y a Estados Unidos tras anunciar sus propuestas para un nuevo acuerdo de seguridad en el que estén incluidos tanto la Alianza Norte como EE. UU. 

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Este nuevo proyecto se ha dividido en dos borradores, uno dirigido a Estados Unidos y otro a la OTAN, por el cual pretende afianzar su poder militar y de defensa en la zona a través de una serie de puntos. Distintos expertos ya han tildado ambos borradores como listados de propuestas y exigencias más que como declaraciones abiertas a la negociación.

Sus propuestas demandan a la OTAN que esta se comprometa por escrito a no expandirse ni actuar en las fronteras rusas, lo que se traduce en retirar la propuesta de Ucrania y Georgia para entrar en la alianza militar. Del mismo modo pide que se ponga fin a la actividad militar desplegada en los países de la Europa del Este, Asia Central y el Cáucaso, donde no podrán operar sin el consentimiento de Moscú. Con estas propuestas Rusia pretende que las antiguas zonas que se mantenían bajo la influencia de la URSS vuelvan a contar exclusivamente con la autoridad rusa. 

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Asimismo, pedir la eliminación de toda infraestructura militar perteneciente a la OTAN (países entre los que se encuentra España) en las zonas de Europa del Este, pone en jaque uno de los principales puntos de unión en la cooperación entre la Alianza Norte y Rusia firmado en 1999.

Este punto clave de lo que podría ser un futuro acuerdo con la OTAN se produce en un momento en el cual Occidente sigue muy de cerca el despliegue de tropas y armamento ruso a lo largo de sus fronteras con Ucrania. La presencia de dichas tropas ha producido diferentes reacciones por parte de las principales potencias. En el caso de la OTAN, sus respuestas se han mantenido bajo un velo amenazante ya que reafirman que tendrá “consecuencias masivas” si Rusia decidiera atacar a Ucrania. 

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En un comunicado, la Alianza afirmó su preocupación por “la sustancial concentración militar rusa, no provocada e injustificada en las fronteras de Ucrania” e instaron a Rusia a iniciar “una desescalada inmediata”. Sin embargo, con la petición realizada por parte de Rusia sobre la no injerencia de la OTAN en las fronteras rusas pone de manifiesto que Moscú no pretender iniciar ningún tipo de retirada.

Estas demandas, además, no sólo pretenden mantener a Ucrania bajo su influencia si no que afecta directamente al propio marco de operaciones y al expansionismo de la OTAN, lo que hace replantearse la forma en la que está configurada actualmente la seguridad europea. 

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Asimismo, Rusia estaría exigiendo de manera directa que Ucrania, junto con Georgia, no ingresen al club algo que choca directamente con la política de la Alianza. El propio secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, señaló que el ingreso o no de un país es solamente asunto tanto del propio país como de los países miembros de la Alianza.

En este aspecto Ucrania va mostrando cada vez más sus pretensiones por virar hacia una política occidental. Los movimientos realizados por Rusia como la anexión de Crimea, considerado como ilegal, o su papel en la guerra del Donbás en la que Moscú apoyó a los separatistas, han hecho que Ucrania quiera adoptar una política internacional diferente, en la cual Rusia no marque sus pasos. 

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Por otra parte, en el borrador dirigido a Estados Unidos, Rusia ha demandado que Washington no despliegue misiles que se encuentren los suficientemente cerca del territorio ruso y que, además, no instale bases en ningún país que haya pertenecido antiguamente a la Unión Soviética.

Estados Unidos ya ha respondido ante estas pretensiones y su primera respuesta no ha sido negativa. Así, el consejero de Seguridad Nacional estadounidense, Jake Sullivan, ha afirmado que “Estados Unidos está preparado para dialogar con Rusia sobre sus demandas de seguridad y presentará sus propias preocupaciones”. 

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Esta respuesta podemos considerarla como un inicio hacia un proceso de negociación. Dependiendo de los movimientos de ambos es posible que la estructura de la seguridad tal cual como la conocemos hoy en día se transforme y de pie a la configuración de un posible nuevo orden mundial.

Por su parte la OTAN señalaba que se encontraban “listos para un diálogo significativo con Rusia” y que además tenían claro que “cualquier diálogo con Rusia debería realizarse sobre las bases de la reciprocidad”. Junto a esto indicaban que son claros “en que cualquier diálogo con Rusia también tendría que abordar las preocupaciones de la OTAN sobre las acciones de Rusia, basarse en los principios y documentos fundamentales de seguridad europea”. 

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Sin embargo, a raíz de las propuestas, el viceministro de Exteriores ruso, Serguéi Riabkov, señaló en una rueda de prensa que “Estados Unidos y la OTAN han intensificado agresivamente la situación de seguridad en los últimos años, lo cual es absolutamente inaceptable y extremadamente peligroso”.

Esta situación, a pesar de que quiere hacer valer la importancia de la diplomacia y la negociación, no deja de estar implicada en un escenario frágil en el cual las rivalidades están sobre la mesa y que cualquier actuación realizada tanto por Rusia como por Occidente pueden desencadenar en el triunfo de la negociación o, por el contrario, en la fractura. 


 

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