Una investigación de Reuters demuestra que la comercialización de chips de fabricación estadounidense y europea no se ha detenido

Rusia sigue recibiendo tecnología militar occidental a pesar de las sanciones

photo_camera AP/VADIM GHIRDA - Un rebelde prorruso mira hacia arriba mientras monta en un tanque con bandera rusa, en una carretera al este de Donetsk, en el este de Ucrania

Una vez iniciada la invasión rusa de Ucrania, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, apenas necesitó unos minutos para anunciar la imposición de sanciones contra Rusia, una ronda de restricciones comerciales que incidía sobre los “semiconductores, las telecomunicaciones, la seguridad de encriptación, los láseres y sensores”, entre otros materiales, con el objetivo de impedir el acceso de Moscú a tecnología punta que pudiera ser utilizada en su cerco sobre Kiev. La Unión Europea no necesitó mucho más tiempo, tenía preparada —y aprobada por los Veintisiete— la primera ronda de sanciones sobre Rusia días antes del fatídico 24 de febrero. Seis meses después, sin embargo, el aislamiento económico del Kremlin no parece estar siendo plenamente efectivo

Los indicadores económicos de Rusia no reflejan el impacto real de las incontables rondas de sanciones impulsadas desde Washington y Bruselas tras la invasión, según los expertos. El Fondo Monetario Internacional (FMI) calcula una caída de su economía del 6%, contenida en comparación con las primeras proyecciones, que vaticinaban un horizonte mucho más desolador para Putin. El presidente ruso ha tenido tiempo incluso para mofarse de las restricciones comerciales a las que está siendo sometido por Occidente, aunque algunos analistas interpretan un colapso en la industria rusa, provocado por las restricciones a las importaciones de componentes electrónicos. Pero estos materiales siguen llegando.

Ejército Rusia

Según una investigación de Reuters en colaboración con el Royal United Services Institute (RUSI), un ‘think tank’ de defensa británico con sede en Londres, y con iStories, un medio de comunicación especializado en Rusia, los componentes electrónicos de fabricación occidental no han dejado de cruzar la frontera en dirección Moscú. Así lo reflejan las armas rusas recogidas en el campo de batalla por las tropas ucranianas, que según ha demostrado la agencia de noticias contienen microcontroladores, chips programables y procesadores de señales de origen estadounidense. Piezas, además, indispensables para su funcionamiento.

La revelación ha hecho reaccionar a las compañías involucradas. Empresas como Texas Instruments Inc., Altera, propiedad de Intel Corp, Xilinx, propiedad de Advanced Micro Devices Inc. (AMD), Maxim Integrated Products Inc., adquirida el año pasado por Analog Devices Inc., y Cypress Semiconductor, perteneciente a la alemana Infineon AG, han sido testigos de cómo sus productos integran las armas utilizadas por el Ejército ruso. En el interior del armamento se han encontrado además chips de uso habitual que componen productos corrientes, también fabricados por las compañías occidentales y que en ocasiones no están sujetos a las sanciones. 

La comercialización de material informático entre Occidente y Moscú no se ha detenido, según la investigación de Reuters. Desde el 24 de febrero, día de la invasión, hasta finales de mayo, se han producido al menos 15.000 envíos de componentes electrónicos a Rusia procedentes de las fábricas europeas y estadounidenses. Estos envíos incluían microprocesadores, chips programables, dispositivos de almacenamiento y otros artículos, de acuerdo con los datos recabados del archivo de aduanas ruso. Las sanciones quedan en papel mojado, en parte, porque no abarcan a todos los componentes y, sobre todo, porque existen proveedores que siguen comercializando a pesar de las restricciones.

Vladímir Putin

Algunos materiales llevan circulando por Rusia desde antes de la invasión, alegan algunas compañías señaladas por la investigación, como Texas Instrument e Infineon. Los registros aduaneros consultados por Reuters recogen que algunas de estas piezas fueron enviadas antes de la invasión por terceros proveedores a numerosas compañías militares rusas o a otras empresas con vínculos con la industria de defensa como AO VOMZ, AO NPK Uralvagonzavod y AO Radiopriborsnab, además de Rostec, la gigante armamentística estatal. Rusia depende de la tecnología occidental para su industria armamentística, de hecho, el país cuenta con un extenso historial de adquisición de piezas de contrabando de Estados Unidos. 

Rostec, cuyo director ejecutivo, el oligarca Sergey Chemezov, trabajó con Putin en el KGB, es considerada como “la piedra angular” de los sectores industrial, tecnológico y de defensa ruso, y ha sido incluida en las sanciones impulsadas por Estados Unidos y la Unión Europea. La compañía no produce demasiados componentes electrónicos, motivo por el cual necesita de importaciones extranjeras, pero establece un minucioso control de los productos que adquiere, a los que somete a un proceso de prueba y certificación de seguridad. 

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