Cinco países del centro de Asia con escasa población y Fuerzas Armadas endebles son los aliados incondicionales de Moscú

Rusia también tiene su OTAN y se llama OTSC

photo_camera PHOTO/CSTO - El Tratado de Seguridad Colectiva que lidera Rusia y al que pertenecen Armenia, Bielorrusia Kazajistán, Kirguistán y Tayikistán está próximo a cumplir 30 años de vida desde que fue firmado en Taskent el 15 de mayo de 1992

El firme e irrenunciable envite que mantiene el presidente Vladimir Putin con la administración Biden por evitar que Ucrania sea recibida con los brazos abiertos por la OTAN es casus belli para Rusia. Pero también lo es para la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, una alianza militar liderada por Moscú y existente desde hace casi 30 años, pero desconocida para la inmensa mayoría de españoles y ciudadanos del mundo.

No se puede afirmar que sea una organización directamente antagonista de la Alianza Atlántica, ni tampoco que su potencial militar sea equiparable a la estructura defensiva euro-americana capitaneada por Estados Unidos. Pero la importancia estratégica del Tratado de Seguridad Colectiva no se puede echar en saco roto, puesto que se remonta al 15 de mayo de 1992, fecha en la que fue suscrito en la capital de Uzbekistán, por lo que también se le conoce como Pacto de Taskent. 

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La firma del Tratado al que en un primer momento se adhirieron las repúblicas de Armenia, Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán ‒y poco después Azerbaiyán, Bielorrusia y Georgia‒ fue una solución de urgencia. La encontró el entonces presidente de Rusia, Boris Yeltsin, para dar respuesta a la auto disolución el 1 de julio de 1991 del Tratado de Amistad, Colaboración y Asistencia Mutua de mayo de 1955, más conocido como Pacto de Varsovia, la huida de las garras soviéticas de Alemania Oriental, Bulgaria, Checoslovaquia, Hungría, Polonia y Rumania.  

Con el nuevo Tratado, el extrovertido dirigente ruso, uno de los artífices de la disolución de la Unión Soviética y la independencia de sus 15 repúblicas, se aseguraba una alianza de naciones en manos de ex jefes comunistas, a los que garantizaba su permanencia en el poder, como así ha ocurrido en la mayor parte de los casos. De forma paralela, Yeltsin apuntalaba parte del mercado de armamento y de bienes de consumo fabricados en la Gran Rusia. Pero poco después de la firma, Azerbaiyán, Georgia y Uzbekistán abandonaron la coalición.

La consolidación de la Alianza llegó en octubre de 2002 con la creación de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, OTSC por sus siglas en español y CSTO en inglés. Su entrada en vigor el 18 de septiembre de 2003 dio vida al brazo armado del pacto euro-asiático pilotado por Rusia, cuyo contenido guarda muchas semejanzas con la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) capitaneada por Estados Unidos. 

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Para prevenir agresiones y luchar contra el terrorismo

La finalidad de las fuerzas militares que contempla el sistema regional de seguridad colectiva de Moscú es amplia. Como es evidente, están volcadas en prevenir, contrarrestar y, en su caso, repeler las amenazas y ataques armados contra uno o varios estados miembros de la OTSC. Pero su singularidad radica en que incluye la lucha contra el terrorismo internacional, el tráfico de armas, municiones y cualquier tipo de delincuencia organizada transnacional. 

Vladimir Putin ha propuesto un plan que abarca hasta 2025 para intensificar la cooperación militar entre sus miembros, dar entrada a terceros países y aumentar las operaciones de mantenimiento de la paz bajo bandera de la ONU. También pretende incrementar la lucha contra el tráfico de drogas procedente de Afganistán, así como prevenir y combatir la infiltración del islamismo radical en los estados miembros, ya que en tres de sus cinco aliados la inmensa mayoría de los habitantes son de religión musulmana. 

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El artículo 11 de la OTSC define los órganos de su estructura, que están muy en consonancia con los de la OTAN. En la cúspide está el Consejo de Jefes de Estado, seguido en importancia por los de ministros de Exteriores, Defensa, el Comité de secretarios de los Consejos de Seguridad de cada país miembro, una Asamblea Parlamentaria y un Consejo Permanente, cuyos órganos de trabajo son la Secretaria General y el Estado Mayor Conjunto, cuyas sedes están en Moscú.

El secretario general es el máximo funcionario de la organización y es elegido por un periodo de 3 años. Desde enero de 2020 es el teniente general del Ejército de Tierra de Bielorrusia Stanislav Zas, de 58 años, de gran prestigio en la coalición. Su componente militar de trabajo es el Estado Mayor Conjunto, que desde noviembre de 2015 está bajo el mando del general ruso Anatoly Alexevich Sidorov, de 63 años, con experiencia de combate en las guerras de Afganistán y Chechenia. Responsable de planificar, organizar, preparar y conducir las operaciones militares, dispone de un Centro de Respuesta a Situaciones de Crisis para asegurar el mando y control de la toma de decisiones. 

La estructura regional militar de cooperación ha permitido al Kremlin instalar radares y centros de comunicaciones militares en el territorio de sus cinco aliados, al igual que montar bases y acuartelamientos de unidades terrestres, aéreas y navales. También ha facilitado la puesta en marcha de las llamadas Fuerzas Colectivas de Despliegue Rápido de la Región de Asia Central, para acudir allí donde los seis aliados acuerden su intervención. Eso sí, los aviones de transporte corren a cargo de Rusia. 

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Los aliados han pasado de la vanguardia a la retaguardia

El principal protagonista de la organización defensiva es sin duda Rusia, que cuenta con una población de más de 146 millones de habitantes y con las Fuerzas Armadas más numerosas, próximas al millón de efectivos. Dotadas con un gran potencial tecnológico terrestre, naval y aéreo, variados sistemas de armas nucleares y eficientes medios de ciberdefensa y espaciales, el Kremlin es el engranaje sobre el que bascula la defensa y seguridad de las fronteras de las naciones adheridas al Pacto de Taskent.

El resto de países coaligados son neonatos surgidos a finales de 1991, con escasa población y unas pequeñas y pobremente equipadas Fuerzas Armadas. El artículo 4 del Tratado de Seguridad Colectiva estipula que si uno de los Estados miembro sufre una agresión “en la forma de ataque armado que amenaza la seguridad, la estabilidad, la integridad territorial o la soberanía”, será considerado como tal por todos los Estados miembro del Tratado que, a su petición, “le proporcionarán la ayuda necesaria e inmediata, incluida la militar”. 

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Pero en un supuesto ataque de la OTAN sobre Rusia, los ejércitos de Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán y Tayikistán poco pueden aportar para auxiliar a su patrón. La europea Bielorrusia, con solo 9,5 millones de habitantes, está presidida desde julio de 1994 por el ex militar soviético Alexander Lukashenko, de 67 años, un incondicional aliado de Vladimir Putin. Pero no alcanza los 80.000 militares.

Los 3 millones de habitantes de la pequeña Armenia, que junto con Bielorrusia son los únicos de los 5 aliados de Moscú de mayoría cristiana ortodoxa, está regida desde abril de 2018 por el físico Armen Sarkissian. Pero sus 50.000 combatientes están mermados tras sufrir las consecuencias negativas de su conflicto con la vecina Azerbaiyán. 

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Los 19 millones de ciudadanos de la rica Kazajistán están presididos por Kassym-Jomart Tokayev, de 68 años, en el poder desde marzo de 2019. Dispone de poco más de 100.00 efectivos en un territorio cinco veces más grande que España. Hasta el punto que a primeros de enero tuvo que pedir auxilio a la OTSC para aplacar las protestas por la subida de carburantes. Ha sido la primera intervención de la Organización, que envió unos 3.600 efectivos, de ellos 3.000 paracaidistas rusos y el resto armenios, bielorrusos, kirguisos y tayikos, que ya se han replegado tras restablecer la autoridad del presidente Tokayev.

El mandamás de Tayikistán es desde noviembre de 1992 el economista Emomali Rahmonov, de 69 años de edad, que dirige una nación de unos 10 millones de habitantes y tiene un componente militar que ni siquiera alcanza los 17.000 soldados. En Kirguistán, una nación de 6,5 millones de ciudadanos, gobierna desde enero de 2021 el populista Sasyr Japarov, de 53 años, cuyo potencial armado es de cerca de 25.000 militares. En resumen, el Kremlin tenía con el Pacto de Varsovia a sus aguerridos aliados en primera línea frente a la OTAN. Con el Pacto de Taskent los tiene atrás, salvo Bielorrusia, y son pocos y mal armados.  
 

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