El exministro de Finanzas ha rechazado el cargo de primer ministro tras las protestas en su contra

Safadi renuncia: un mes de protestas en Líbano colapsado y sin Gobierno

AFP/PATRICK BAZ - Una manifestante libanesa en contra del gobierno, envuelta en una bandera nacional, se sienta en la azotea del edificio “The Egg” frente a la mezquita de Mohammed al-Amin y a la plaza de los Mártires en el distrito céntrico de la capital, Beirut

En medio de una de sus peores crisis económicas en las últimas décadas y tras un mes de protestas de una población cansada de mala gestión y la corrupción, Líbano se enfrenta a su incierto futuro sin Gobierno y sin una salida fácil justo cuando se cumple un mes del estallido de las manifestaciones, que prendieron el pasado 17 de octubre.

Tras la renuncia a la jefatura de Gobierno de Saad Hariri el pasado 29 de octubre, el país sigue sin resolver su crisis política. El pasado 15 de noviembre, después de una reunión mantenida entre el propio Hariri, una delegación política sunita alineada con los países occidentales y del golfo Pérsico, y representantes del grupo iraní Hizbulá y de su aliado chiíta Amal, liderados por Ali Hassan Khalil, el exministro de Finanzas, Mohammad Safadi, fue nominado al cargo de primer ministro.

Dos días más tarde, y tras la irrupción de protestas en su contra -el pueblo le acusaba de formar parte de la clase política que querían expulsar- se ha conocido que ha rechazado su designación. “Me resulta difícil formar un gobierno homogéneo, apoyado por todos los partidos políticos, para poder tomar medidas necesarias para detener el deterioro económico y financiero del país y responder a las aspiraciones de la gente en la calle”, ha declarado el que fuera candidato a la agencia nacional de noticias, NNA. “He tenido que ser un hombre responsable y consciente de la seriedad de esta etapa”, ha añadido.

Bancos cerrados, falta de liquidez y sin perspectivas para formar un Gobierno, hace que el futuro próximo sea negativo en uno de los países más endeudados del mundo y cuya deuda soberana no alcanza ni el nivel de “bono basura”
Sin un plan gubernamental

Líbano está regido por un sistema confesional en que los principales cargos del Estado están repartidos entre las 18 comunidades religiosas reconocidas, que además controlan el estatuto de las personas. Desde que el 29 de octubre Hariri, musulmán suní, anunció su dimisión presionado por el movimiento popular alzado contra el Gobierno después de que este aplicara una tasa a las aplicaciones de mensajería como Whatsapp, que luego fue retirada, el Líbano está sin primer ministro. El presidente Michel Aoun, cristiano, pidió a Hariri que continuara interinamente hasta nombrar a su sucesor.

“La calle obtuvo la dimisión del gobierno, pero el jefe de Estado no es escuchado y las instituciones están paralizadas. La expresión de la voz popular es una adquisición y ninguna solución podrá ser impuesta sin tenerla en cuenta”, aseguró a Efe Sybille Rizk, directora de políticas públicas de Kulluna Irada, una organización civil para la reforma política.

Para el exministro de Economía Georges Corm (1998-200), “el Gobierno, comenzando por el presidente, debe nombrar gente de confianza para resolver las diferentes crisis por las que atraviesa el país y responder a las demandas de la gente”. “Desafortunadamente el poder no ha elaborado un plan para mejorar la situación de la población”, agregó el también profesor de la Universidad Saint Joseph, en Líbano.

La ayuda internacional

Para Corm, “la crisis actual ha demostrado cómo la situación económica y financiera del país es incierta, pero la gran sorpresa ha sido el sistema bancario, en quiebra, por las restricciones para dar dinero o para retirar depósitos”. Los bancos dan dinero solo a través de los cajeros automáticos en cantidades limitadas y casi no permiten retirar o hacer transferencias en dólares.

Líbano cuenta con su propia moneda local, la libra libanesa, pero la mayor parte de los productos de consumo son importados y pagados con los billetes verdes, por lo que la falta de dólares está afectando a toda la población. El experimentado economista aseveró que a pesar de esta situación, las ayudas internacionales podrían llegar al Líbano “para ayudarlo a salir a flote”, entre ellas la prometida de 11.000 millones de dólares por la conferencia CEDRE, celebrada en 2018 en París, pero que exige en contrapartida reformas estructurales. Sin embargo, Rizk se mostró poco convencida de que “una ayuda extrajera pueda llegar en ausencia de un Gobierno, por una parte, y de un plan global para la salida de la crisis de otra”.

En los últimos días, diferentes figuras europeas han acudido al Líbano para reunirse con parte del Ejecutivo e intentar salir de la parálisis.

Efectos de las protestas

Corm estimó que las protestas han provocado también “un efecto negativo y perjudicial para la economía” por el cierre de carreteras y de instituciones, como los bancos, que en total llevan tres semanas con la llave echada.

Rizk argumentó que “el carácter descentralizado de la revuelta es a la vez un signo de fuerza y debilidad”, pues demuestra “la profundidad del movimiento, pero al mismo tiempo su debilidad por la presencia de una oposición que reclama el acceso al poder, pero que aún no está canalizada alrededor de un proyecto político”.

Y concluye: “el Líbano está en una encrucijada, ya que o bien las autoridades forman de modo rápido un gobierno unido, creíble y eficaz para administrar la crisis, o bien esta no es administrada lo que hace correr el riesgo de una devaluación incontrolada, una inflación galopante y un paro masivo”.
 

Envíanos tus noticias
Si conoces o tienes alguna pista en relación con una noticia, no dudes en hacérnosla llegar a través de cualquiera de las siguientes vías. Si así lo desea, tu identidad permanecerá en el anonimato