Salir de Afganistán tiene un precio, mientras el tiempo para las evacuaciones se agota y miles de personas se quedan varadas en el aeropuerto de la capital afgana, el multimillonario contratista de defensa, Erik Prince, estaría sacando provecho de la desesperación de miles de afganos que quieren salir del país a toda costa. Prince, ha visto en el conflicto afgano una vez más una oportunidad de hacer negocio. Según ha publicado The Wall Street Journal, estaría ofreciendo billetes de avión fletados desde Kabul por 6.500 dólares por persona.
La empresa de Prince afirma que la tarifa cubre la entrada al aeropuerto y el vuelo. Sin embargo, cobraría más a los pasajeros si necesitan transporte al aeropuerto desde la capital, ya que muchos afganos han sido bloqueados por los controles de seguridad de los talibanes en Kabul.
Pero ¿Quién es Erik Prince? Prince es un ex miembro de los comandos especiales de los Navy Seals y fundador de la firma de seguridad privada Blackwater -que desde 2009 se llama Xe Services- tiene una larga historia a sus espaldas de investigaciones criminales, demandas y expulsiones de países con conflictos. La más sonada fue en 2007, cuando operaba en Irak en uno de los momentos más difíciles de la posguerra y varios de sus mercenarios -todos antiguos marines- se vieron envueltos en un fuego cruzado que acabó con la vida de 17 civiles iraquíes. El Gobierno de Bagdad ordenó entonces la salida inmediata de la firma del país y cinco de los supuestos responsables de la matanza fueron llevados a los tribunales en EE UU.
En 2010, la empresa de seguridad Xe Services tuvo que alcanzar un acuerdo con el Gobierno de Estados Unidos por el que tuvo que abonar 42 millones de dólares a cambio de evitar un proceso judicial por violar en cientos de ocasiones las leyes comerciales estadounidenses. Las violaciones comprendían exportaciones ilegales de armas a Afganistán, propuestas subrepticias de entrenar tropas en Sudán y formaciones de francotiradores para la policía taiwanesa. Aun así, Blackwater continuó trabajando con el Departamento de Estado y la CIA en Afganistán. En junio de ese mismo año firmó un acuerdo de 120 millones de dólares con el primero y de 100 con la segunda.
Mientras, la situación en el aeropuerto de Kabul se convierte en una carrera mortal contrarreloj, el presidente Biden mantiene su plan de retirar las fuerzas militares del aeropuerto de Kabul el 31 de agosto, creando una situación que ha contribuido a la desesperación generalizada en torno al aeropuerto internacional Hamid Karzai para escapar de los talibanes, que tienen la intención de tomar el control absoluto del aeropuerto a partir del 1 de septiembre.
Entrar al aeropuerto de Kabul sigue siendo la pesadilla recurrente de miles —tal vez decenas de miles— de afganos que tratan de huir de su propio país, que tras la victoria de los talibanes se ha convertido para ellos en un territorio mortal. Los esfuerzos de rescate privados se enfrentan cada vez más a obstáculos como el último atentado en las inmediaciones del aeropuerto. Aviones fletados salen volando de Kabul con cientos de asientos vacíos. Los nuevos puestos de control de los talibanes en la carretera a Pakistán han hecho que la salida del país sea cada vez más complicada sumado, a los obstáculos burocráticos que han impedido que muchos abandonen Afganistán.
El clima de amenaza ha obligado a Washington a poner en marcha su maquinaria. Los países de todo el mundo apuran las últimas horas antes de que se cumpla el plazo estipulado tanto por Estados Unidos como por los talibanes para la salida de todos los extranjeros. Varios países ya han anunciado que no podrán evacuar a todo el personal, en su mayoría colaboradores afganos. Día tras día las evacuaciones se vuelven cada vez más complicadas, miles de personas se agolpan en la entrada del aeropuerto con la única esperanza de poder abandonar el país, mientras que los talibanes anunciaron que sólo permitirían el acceso al aeropuerto de los extranjeros.