Centenares de marroquíes con pasaporte o residencia UE aguardan en su país de origen desde que se cerraron fronteras el momento de volver a casa. El embrollo empieza a resolverse

Se soluciona el problema de los euro-marroquíes varados por la pandemia

REUTERS/CHRISTINNE MUSCHI - Un grupo de canadienses aterriza en el aeropuerto internacional Montreal-Trudeau en Canadá procedente de Marruecos, donde quedaron varados por las medidas contra la pandemia

Los olvidados. Así se refieren cada vez más redes y medios en Marruecos estos días a los ciudadanos marroquíes con doble nacionalidad o residentes en el extranjero -el 80% de ellos en la Unión Europea- que la crisis del coronavirus ha confinado en su patria de origen. “Llevo 32 de mis 34 años de vida en España, tengo pasaporte español, en mi documentación marroquí mi dirección es española y, pese a todo, no soy lo suficientemente español porque no han podido repatriarme desde el 13 de marzo. No lo entiendo. Llevo un mes y medio ausente de mi trabajo, que temo voy a perder, y se me está acabando el dinero. Y no soy solo yo, tengo a mi madre enferma que depende económicamente de mí y me acompañó para visitar a mi abuelo”, lamenta a Atalayar desde Rabat Abdel B., conductor de tráiler residente en Valencia. El caso de Abdel es el de los oficialmente centenares -la cifra real debe de superar los varios millares- de marroquíes naturalizados franceses, belgas, neerlandeses, italianos o españoles y ciudadanos del país magrebí residentes en el exterior (los MRE en terminología local; hay un ministerio en el Gobierno dedicado a ellos) que han venido aguardando desde mediados de marzo poder regresar a sus vidas, volver a sus trabajos y a reencontrarse con los suyos. Los titulares se los llevan estos días los más de 20.000 marroquíes varados en el exterior que esperan su retorno a casa, pero las historias de estos euro-marroquíes están marcadas por idéntica angustia y drama. La buena noticia es que la operación regreso ya está en curso. 

“Vine a comienzos de marzo a ver a mi madre con mi hijo y el confinamiento me tiene bloqueada aquí en Rabat desde entonces. Llevo más de mes y medio ausente en el trabajo, en un banco en Toulouse, sin cobrar y sin saber si perderé el empleo”, explica la franco-marroquí Imane Ibourk a Atalayar por vía telefónica desde la capital de Marruecos. “Hoy mismo me ha llamado el Consulado francés: en un principio podré volver este viernes en un vuelo a París. Estoy muy feliz. Pero no te olvides de que, considerando que regreso con mi madre e hijo, sumando los pasajes de avión y el alquiler del coche que necesitaré para llegar a mi ciudad de madrugada tendré que poner de mi bolsillo mil euros. Y eso sin contar los gastos que he tenido todo este tiempo en Marruecos”, confiesa a esta publicación. 

Los pasajeros del primer vuelo de repatriación de ciudadanos de Países Bajos procedentes de Marruecos caminan por el aeropuerto de Schipol, en Ámsterdam, el pasado 27 de abril

A pesar de que desde que las autoridades marroquíes cerraron definitivamente sus fronteras a mediados de marzo miles de ciudadanos de países de todo el mundo han venido, en un goteo constante, dejando Marruecos, no ha sido siempre el caso del conjunto de los MRE. Ni de los ciudadanos marroquíes con pasaporte francés, neerlandés, italiano, belga o español. Su condición de marroquíes prevalece en su país de origen sobre su otra ciudadanía. Es decir, en suelo marroquí estas personas han estado, en teoría, sometidos a las mismas obligaciones en cuanto a la restricción de movimientos que el resto de sus compatriotas. 

El temor de las autoridades del vecino del sur, conscientes de las limitaciones de su sistema sanitario, a la expansión descontrolada de la epidemia por coronavirus les hizo optar por una decisión expeditiva. Una posición aparentemente inflexible que, sin embargo, con el paso de las semanas se ha ido matizando y ha venido incurriendo en contradicciones e incongruencias. Una de ellas, permitir que los ciudadanos marroquíes residentes en Canadá o Estados Unidos o con pasaporte de estos países varados en su tierra de origen sí pudieran dejar suelo norteafricano, a diferencia de lo ocurrido con los euro-marroquíes. Otra, anunciar la autorización del regreso generalizado de los ciudadanos marroquíes con doble nacionalidad el pasado 13 de abril y que el proceso siga atascado más de tres semanas después. 

Un grupo de personas hace una sentada frente a miembros de la Guardia Civil cerca de la frontera con Marruecos en Ceuta el 13 de marzo de 2020

Desde Rabat se afirma que apenas 1.300 marroquíes residentes en Estados de la UE han solicitado formalmente el regreso. Pero lo cierto es que solo Bélgica, en una información recogida por el medio oficialista Le360, había remitido a las autoridades marroquíes el pasado 28 de abril una lista con más de 1.400 ciudadanos con doble nacionalidad para su repatriación. Según el profesor universitario, escritor y experto en la realidad de la emigración marroquí en Europa Abdellatif Maroufi, las cifras reales de personas varadas que quieren regresar pueden alcanzar las 5.000. Lo cierto es que se desconoce el dato exacto. 

“Marruecos carece de estrategia; está actuando de manera improvisada y necesita un plan: no le va a quedar otra opción que dejar marchar antes o después a estas personas con doble nacionalidad y acoger a sus ciudadanos hoy confinados en el extranjero, porque va a ser un desastre para todos ellos si esto se prolonga”, asevera Maroufi a Atalayar. “No veo qué perjuicio tiene para Marruecos que regresen”, zanja este investigador de 76 años, que residió en Países Bajos más de 25 y hoy, a caballo entre tierras neerlandesas y marroquíes, sigue activamente a través del trabajo asociativo en contacto con la realidad migratoria.

Una mujer observa los horarios de salida de los vuelos en el aeropuerto de Marrakech el 15 de marzo de 2020
¿Final de la pesadilla?

Con todo, felizmente el drama de estas personas y sus familias podría estar aproximándose a su final. En las últimas jornadas se han registrado varios vuelos, y hay más anunciados con fecha exacta. El pasado viernes 264 ciudadanos belgas regresaron a Bruselas desde Casablanca. El día siguiente, aunque no se precisan cifras, otro avión hizo lo propio. Se espera que tres vuelos más partan de suelo marroquí en el conjunto de la semana. Dos barcos franceses llevarán desde Tánger a ciudadanos con pasaporte europeo o residencia gala en las próximas semanas hasta el puerto provenzal de Sète; además hay varios vuelos programados por Air France con similar fin. Este jueves un avión de Iberia repatriará desde Casablanca a otro contingente de unos 180 ciudadanos: españoles de origen, naturalizados y MRE que se encuentren en circunstancias especiales. Serán ellos, por cierto, los que asuman el costo de los billetes, en torno a 200 euros (como también está siendo así en el caso de los franceses, todo sea dicho).

La incertidumbre ha sido la nota dominante de la situación todas estas semanas. “El problema es que no sabemos si después de este vuelo de Iberia vendrá otro y si lo hay, cuándo. Hay mucha gente sufriendo mucho: enfermos que necesitan seguir tratándose en España, madres embarazadas e incluso madres que han tenido sus hijos aquí en este tiempo”, explica a Atalayar una ciudadana española de nombre M. Ángeles a la que el cierre de fronteras le pilló en Arcila, en la costa norte del país magrebí. Esta funcionaria y enamorada de Marruecos regresa este jueves a España en el citado vuelo de Iberia. Ella tiene claro quién es el principal responsable de la situación: “Marruecos no ha ayudado en nada. Quizás quiera hacer presión por la cuestión de las aguas saharauis”. Abdel carga sobre las autoridades españolas: “Cada vez que he llamado al Consulado me han vuelto a tomar nota, parece como si se evaporaran los datos. Lo que me dijeron es que me resignara. No son palabras de ánimo, sino que me hacen estar aún más angustiado. Lo peor es no saber qué va a pasar, porque después de este vuelo del jueves no sabemos si habrá otro”. Teóricamente el proceso de selección de pasajeros en esos vuelos -no solo en el caso de los hispano-marroquíes, sino en general- se ha hecho con arreglo a las situaciones personales, con prioridad para los casos más precarios desde el punto de vista sanitario y social.  

Pese a que el drama de los euro-marroquíes parece hallarse en vías de resolución, el camino no ha sido sencillo. La mayor parte de las quejas y movilizaciones han tenido como escenario las redes sociales, donde se han formado numerosos grupos y campañas para reclamar la ayuda de las autoridades marroquíes y de los distintos Estados implicados. Abundan los videos con similares historias de desesperación. Las protestas también han llegado a la calle: marroquíes residentes en España y ciudadanos españoles se manifestaron este mismo lunes ante las distintas sedes consulares de nuestro país en Marruecos.

Un grupo de pasajeros hace cola en espera de poder tomar un vuelo en el aeropuerto Ibn Battuta de Tánger el 14 de marzo de 2020

Lo cierto es que las negociaciones entre Rabat y las diferentes capitales han marchado a velocidades diferentes, como distintas han sido las historias. La más feliz ha sido la de los marroquíes de Canadá y Estados Unidos, que pudieron regresar a casa entre finales de marzo y la primera quincena de abril. En la citada intervención del día 23 de abril, Bourita arremetía contra Países Bajos, calificando a sus autoridades de “oportunistas” y “discriminatorias” hacia los marroquíes naturalizados neerlandeses y residentes en el país, pues, a su juicio, solo se interesaron por su destino después de haber regresado ya una treintena de vuelos de turistas. “El marroquí en su país disfruta de todos los derechos y asume todas sus obligaciones con relación a sus compatriotas. No hay necesidad de protección ni de tutela de la embajada de un tercer país”, afirmó el ministro de Exteriores marroquí. El 26 de abril las autoridades neerlandesas agradecían a Rabat su cooperación al anunciar el primer vuelo para repatriar a sus ciudadanos varados. Este miércoles está previsto otro vuelo desde Casablanca, que se hará cargo de los “casos urgentes”. De acuerdo con el diario neerlandés De Volkskrant, aún quedan en el país magrebí 2.300 ciudadanos de Países Bajos, el mayor contingente de ciudadanos de este país en todo el mundo aún varado.

Con Bélgica, país que el propio Bourita elogió en aquella intervención ante la comisión parlamentaria de asuntos exteriores, por “adherirse” a la “lógica” del criterio seguido por Rabat, las cosas han sido menos conflictivas, aunque el primer vuelo de repatriación se produjo el pasado primero de mayo. No ha sido fáciles las negociaciones para el regreso de los franco-marroquíes y residentes en el Hexágono, marcadas por un contexto de frías relaciones bilaterales. La prensa marroquí señaló directamente a la embajadora gala en Rabat, Hélène Le Gal, por su carácter distante y poco empático. Por poner un ejemplo, el periódico Maroc Diplomatique dedicaba un artículo el pasado 13 de abril a la máxima representante gala en Marruecos titulado ‘Hélène Le Gal, una embajadora francesa en necesidad de diplomacia’.

Bomberos franceses y miembros de la Cruz Roja realizan inspecciones a personas repatriadas desde Marruecos en el puerto de Sète, al suroeste de Montpellier, el 4 de abril de 2020

Coincidencia o no, la Agencia Francesa del Desarrollo y Rabat firmaron a comienzos del mes pasado dos acuerdos por un valor global de 250 millones de euros –destinados al programa de estabilización presupuestaria, la red de empresas públicas y los ayuntamientos de Marruecos- que, sin embargo, la mayoría de medios del país magrebí difunde solo esta semana. Entretanto, el pasado día 24 Air France anunciaba una decena de vuelos entre Marruecos y Francia desde el 28 de abril al 28 de mayo para el retorno de unos 5.000 ciudadanos con pasaporte francés. La semana del 20 de abril ya zarparon ferris de Tánger rumbo a Génova. Y en las próximas semanas partirán dos barcos desde la antigua ciudad internacional rumbo a Sète, puerto próximo a la francesa Montpellier. 

Por si fuera poco, la comunidad de marroquíes residentes en el exterior se ha visto especialmente golpeada por la epidemia del coronavirus. Solo en Francia, el número de decesos era de 147 al cierre de este artículo. El día 23 de abril, el ministro de Exteriores Nasser Bourita reportaba en una comisión parlamentaria 341 fallecimientos de marroquíes en el extranjero. Una cifra que, en el momento de la publicación de este texto, se elevaba ya a 400 decesos, según avanzaba el Consejo de la Comunidad Marroquí en el Extranjero (CCME). Para ponerlo en contexto basta decir que en Marruecos han fallecido por culpa del patógeno 181 personas (los contagios oficiales eran 5.219 en el momento de la publicación del texto). Los medios marroquíes se hacían eco, por ejemplo, de la tragedia de un joven marroquí del Rif residente en Países Bajos. En apenas unos días perdió a sus padres y un tío a causa de la COVID-19. Además, la misma información, recogida este lunes por el digital bladi.net, hacía constar que otros siete familiares se encuentran ingresados como consecuencia de la infección. 

Un niño con mascarilla espera en Algeciras junto con otros ciudadanos marroquíes residentes en países europeos poder cruzar a Marruecos, el 15 de marzo pasado
La importancia de los MRE para la economía marroquí

La realidad es que las remesas enviadas por los miembros de la comunidad de marroquíes residentes en el extranjero constituyen una de las principales fuentes de divisas del país vecino, conjuntamente con los turistas y las inversiones extranjeras directas. Según datos del secretario general del citado CCME, Abdellah Boussouf, ofrecidos al semanario TelQuel, las divisas supusieron en 2019 nada menos que el 7% del PIB marroquí.

“Una parte de nuestros compatriotas se encuentran privados de ingresos de manera total o parcial, según si se benefician de medidas que les garanticen unos ingresos mínimos o no”, afirmaba Boussouf. “La mayoría de la población marroquí en el extranjero, que se emplea en el sector servicios, el turismo, las finanzas, como ocurre en los países del Golfo, o que hace trabajo doméstico, cuida a niños, como ocurre en Europa, se verá perjudicada. Las mujeres marroquíes corren el riesgo de ser una población muy afectada por las consecuencias de la pandemia”, abundó el secretario general del CCME. En la misma entrevista con TelQuel, Boussouf recordaba que el 20% de los marroquíes en el extranjero proceden de la sureña región de Sus-Masa-Draa, por lo que auguraba un impacto particularmente negativo de la crisis en el territorio.  

El ministro marroquí de Asuntos Exteriores y Cooperación Internacional, Nasser Bourita

Según datos del Banco Mundial, las remesas de dinero caerán un 20% a nivel mundial y un 19,6% en la región del Norte de África y Oriente Medio como consecuencia de la pandemia por la COVID-19. En nuestro vecino del sur el efecto combinado del cierre de fronteras sobre el turismo, uno de los pilares de la economía marroquí, y las pérdidas de ingresos previsibles que sufrirán los marroquíes residentes en el exterior auguran una caída acusada en la entrada de divisas para agravar una situación financieramente delicada. 

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