Siria pide a EEUU y a la UE que retiren sus sanciones para poder hacer frente al coronavirus
Desde el estallido de la guerra en Siria en marzo de 2011, la UE y EEUU han aplicado sanciones contra el régimen y sus aliados. La epidemia del coronavirus ha cambiado las reglas del juego del nuevo orden mundial. Esta enfermedad que ha provocado la muerte de miles de personas ha provocado que el presidente de Siria, Bachar al-Asad, haya pedido este jueves el levantamiento “inmediato e incondicional” de las sanciones impuestas a Siria y otros países de la región, para poder así hacer frente al brote mundial del coronavirus. Asimismo, el Ministerio de Asuntos Exteriores ha anunciado que responsabilizará a Washington y sus aliados de “cada víctima de la epidemia del COVID-19 por obstaculizar los esfuerzos para hacer frente a esta pandemia”.
“Estados Unidos y la Unión Europea continúan imponiendo medidas restrictivas unilaterales e ilegales a varios países, algunos de los cuales sufren enormemente por el brote de este virus”, ha explicado un alto cargo del Ministerio de Asuntos Exteriores, según la agencia oficial de noticias siria SANA. El portavoz de esta institución considera que la imposición de sanciones contra Siria es una “flagrante violación de los Derechos Humanos y los valores y principios humanos más básicos”.
A través de estas declaraciones el Ministerio de Asuntos Exteriores ha subrayado el sufrimiento de los sirios por las constantes “agresiones terroristas”, en referencia a los rebeldes apoyados por Turquía que en 2011 se levantaron en armas contra Al-Asad, y por las “medidas coercitivas unilaterales e ilegales que afectan a la vida de los ciudadanos, especialmente en el ámbito sanitario”. Ante esta situación, desde Siria han pedido a la comunidad internacional que respeten los principios del derecho internacional humanitario y “trabajen para levantar de inmediato estas sanciones”, después de que el coronavirus se haya extendido por los países vecinos.
El pasado mes de mayo, la Unión Europea prorrogó un año las sanciones contra el régimen de Bachar al Asad. Estas sanciones incluyen el embargo de petróleo, restricciones a determinadas inversiones, la inmovilización de los bienes del Banco Central sirio mantenidos en la UE y restricciones a la exportación de equipos y tecnología que puedan ser utilizados para la represión interna, así como de equipos y tecnología destinados a vigilar o interceptar comunicaciones telefónicas y por internet.
El ministerio de Asuntos Exteriores ruso ha aprovechado estas declaraciones para culpar a Estados Unidos de obstaculizar una solución política en Siria. “Nos ha llamado la atención los intensos contactos entre los políticos norteamericanos y los cascos blancos. Como sabemos tales contactos siempre terminan con eventos trágicos en la región”, ha denunciado la portavoz de este ministerio durante una rueda de prensa. “Los cascos blancos se han convertido una vez más en el centro de las manipulaciones de los medios de comunicación occidentales, con el objetivo de desacreditar el estado real de la situación en Idlib”, concluyó la portavoz, según la agencia de noticias SANA.
El ministro de Sanidad sirio, Nizar Yazji, ha destacado que hasta la fecha no se ha detectado ninguna infección por la COVID-19 en Siria, y ha recordado que el ministerio de Salud es la “única fuente de información fiable sobre este tema y no los rumores que circulan en las redes sociales”. Además, ha informado durante una rueda de prensa de que “a partir del próximo sábado 21 de marzo, habrá líneas telefónicas de asesoramiento para los ciudadanos sobre las condiciones médicas, incluidas consultas y dudas sobre el coronavirus”.
Varias horas después el Ministerio del Interior ha publicado un comunicado en el que prohíbe la entrada de árabes y extranjeros de varios países. Esta nota especifica que “se prohíbe el ingreso de árabes y extranjeros independientemente de si tienen permisos de residencia en el país o visados previos concedidos por las misiones diplomáticas sirias en el extranjero”.
Asimismo, durante la jornada de este jueves, Siria ha aprobado un paquete de medidas para garantizar el abastecimiento de alimentos y suministros médicos en la región. Así el Gobierno ha presentado una serie de medidas para garantizar la “continuación del proceso de producción en la industria de alimentos y suministros médicos (esterilizadores y desinfectantes) en los sectores público y privado”, según ha informado este jueves la agencia de noticias siria SANA.
La excepcional situación provocada por el coronavirus ha obligado al Gobierno del país a “eximir de los impuestos por un período de tres meses a los importadores de alimentos y materias primas necesarias para las industrias alimentarias, artículos de limpieza e higiene y esterilizadores de la ración de importación”, según han declarado.
El Gobierno sirio ha decidido tomar estas medidas después de que más de 10.000 personas hayan muerto en el mundo desde que comenzó este brote de coronavirus. Uno de los países más afectados ha sido Irán. “Cada 10 minutos muere una persona por el coronavirus, y unas 50 personas se infectan con el virus cada hora en Irán”, aseguró el portavoz del ministerio de Sanidad en el país, Kianush Jahanpur, este jueves.
Por su parte, Médicos sin Fronteras (MSF) ha advertido que, aunque la crisis humanitaria en el noroeste de Siria ha desaparecido en gran medida de los titulares de las noticias en las últimas semanas, las personas que han tenido que huir de sus hogares tras los recientes combates viven en “condiciones extremas”. “El reciente alto el fuego en el noroeste de Siria no significa que las condiciones de vida en todos estos campos hayan mejorado o que la gente haya regresado a sus hogares”, ha asegurado Cristian Reynders, coordinador de campo de Médicos Sin Fronteras (MSF) para el noroeste de Siria. “Por el contrario, hoy en día casi un millón de personas siguen viviendo en el frío, muchas lo hacen en condiciones muy insalubres y a veces ni siquiera tienen acceso a cosas básicas como agua potable y servicios de salud si se enferman”, ha añadido.
Los médicos que trabajan en la región temen no tener los recursos suficientes para hacer frente a la propagación del coronavirus en una zona donde el sistema sanitario ya está colapsado. Aunque por el momento no se haya registrado ningún caso, los representantes de varias ONG que trabajan en la zona han asegurado que “los propios hospitales ya tienen dificultades para tratar enfermedades comunes,” por lo que un brote de coronavirus podría recrudecer aún más la situación.
El pasado cinco de marzo, los gobiernos de Turquía y Rusia acordaron un alto el fuego en la provincia noroccidental de Idlib. Los bombardeos y las ofensivas terrestres del Gobierno sirio y sus aliados han obligado a más de un millón de personas a tener que abandonar sus hogares. Desde entonces, MSF ha comenzado a suministrar agua potable a unas 40.000 personas en más de quince campos de la región.
Asimismo, los equipos de esta ONG han estado ofreciendo consultas médicas desde el pasado mes de diciembre. De los más de 17.000 pacientes atendidos, al menos el 40% presentaba infecciones en las vías respiratorias superiores y el 13% en las inferiores. Una de las patologías previas que agravan la situación de cualquier afectado por el COVID-19 son las enfermedades pulmonares, por lo que un brote de coronavirus en esta zona podría acabar con la vida de más de un tercio de la población de estos campamentos de refugiados.
“Además del hacinamiento en los campamentos y la falta de acceso a los servicios esenciales, las personas desplazadas en el noroeste de Siria también han tenido que hacer frente a las heladas temperaturas invernales”, han explicado desde Médicos sin Fronteras. “Cubrir las necesidades médicas de los desplazados en Idlib es un reto por múltiples razones, como el entorno inseguro en el que trabajan nuestros equipos y los límites de nuestros propios recursos”, ha asegurado Reynders. “No podemos simplemente cerrar los ojos ante lo que está sucediendo o desanimarnos por el hecho de que todavía hay que hacer mucho más para ayudar a la población de aquí”, ha añadido.
Los miles y miles de refugiados que viven en estos campos se enfrentan ahora a una crisis sanitaria sin precedentes. El Gobierno sirio y la comunidad internacional tienen el reto de hacer que el impacto del coronavirus en esta región sea lo menor posible, un impacto que solo podrán reducir si dejan sus diferencias a un lado y deciden caminar, por una vez, en la misma dirección.