En este relato, grabado desde Gambia, podemos acercarnos no solo a la realidad actual del país, sino de las costas de todo África Occidental

Stolen Fish, la realidad de la pesca en África

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“Yo nunca pensé en irme por la puerta de atrás” podría ser el nuevo eslogan de la ya famosa marca Topmanta, creada por el Sindicato de Manteros. Ellos crearon la línea “yo no quería ser mantero” para denunciar cómo los pescadores de Senegal se vieron forzados a huir a Europa debido a la presencia de grandes compañías pesqueras occidentales en sus aguas. Sin embargo, este fenómeno no es algo aislado de Senegal; existen un total de cincuenta fábricas de pescado en Africa Occidental y la mayoría de lo que estas producen se exporta a la Unión Europea y China. En este litoral, Gambia, con una población de dos millones de personas, tiene uno de los mayores índices de migración irregular hacia Europa. Lo que los gambianos llaman “irse por la puerta de atrás”.Stolen Fish, la realidad de la pesca en África

“La industria de la harina de pescado es muy opaca. No se sabe por ejemplo como viaja de Gambia a Europa. Se sabe que se importa pero no se sabe que empresas, no está etiquetado. Por lo que cuando un consumidor va a al supermercado no sabe si el cerdo o el pescado que está consumiendo se alimentó con esta harina, que es la que se usa como pienso para animales” explica Gosia Juszczak. Denunciando esto fue como ella dio con la organización Compassion in World Farming, una ONG cuyo objetivo es terminar con todas las prácticas de la cría intensiva de animales, y la cual “va a usar la película en el Parlamento Europeo para denunciar la industria de la harina de pescado”.

La película de la habla Gosia es Stolen Fish, un proyecto ideado y dirigido por ella, y producido por Minority Right Group International, presentada en Festival de Cine Africano de Tarifa la pasada semana. No solo ahí, sino que festivales en Polonia, Croacia e incluso Nueva Zelanda, Bangladesh o Brasil han querido mostrar Stolen Fish. “La película se basa en esas historias personales de gente muy humilde que lo vive todos los días y que normalmente no tiene muchos canales para hablar de ello. […] con ella te vas dando cuenta de la importancia de este tema y que tan conectado está con la migración, la globalización, la colonización, la seguridad alimentaria…” explica la directora.Stolen Fish, la realidad de la pesca en África

En este relato, grabado desde Gambia, podemos acercarnos no solo a la realidad actual del país, sino de las costas de todo África Occidental. “Esto es algo que suele esconderse a la gente en Europa y es algo que no se sabe, como China ha dominado los países de África. Yo veo que si en un futuro las cosas no cambian; si Africa no se levanta en contra de China, nosotros vamos a ser un desastre colonial”, lamenta Abou, uno de los protagonistas de la película, quien tenía su barco y vivía de lo que pescaba antes de la llegada de las fabricas chinas a sus aguas. Abou, junto con Mariama Jatta y Paul John Kamony, narran en Stolen Fish lo que han hecho con sus vidas estas fábricas.

“Llegaron 2017, empezaron a construir las fábricas entonces, pero fue en 2018 cuando empezaron con las prácticas de pesca masiva ilegal” narra Abou, quien lleva desde entonces enfrentándose a las fábricas y a su propio gobierno con el fin de proteger los recursos de Gambia. “La mayoría de mis amigos empezaron a vender sus barcos y sus pertenencias, y empezaron a intentar trabajar de otra cosa porque ya la pesca que no te daba nada. Ibas a pescar y volvías con el barco completamente vacío”.Stolen Fish, la realidad de la pesca en África

La asociación animalista denuncia que en África occidental, los productores de harina de pescado, a menudo equipados con las mejores tecnologías del sector de la pesca o que ofrecen precios más altos por las capturas de peces forrajeros, compiten con los pescadores y mercados locales. Esto afecta directamente a las comunidades locales, que dependen de estos peces pequeños para su subsistencia. En China se encuentra la industria acuícola más grande del mundo y es el principal consumidor e importador de harina de pescado, y son sus fabricas las que han llevado a Abou a levantar la voz para defender la que era su forma de ganarse la vida y la de la mayoría de Gambia. “A mí me gustaba mucho ser pescador, para mi tribu no es algo que se elija, es algo que llevamos en las venas”, cuenta este joven. Sin embargo, las prácticas pesqueras de estas compañía obligaron tanto a él como a la mayoría de jóvenes de Gambia a replantearse su vida.Stolen Fish, la realidad de la pesca en África

“Nuestro mar no es muy grande porque el mismo país es pequeño. Tenemos el río que conecta con el mar, donde está totalmente prohibido pescar, incluso para los chinos, porque esta es la zona donde los peces se reproducen. Pero les da igual, ellos pescan allí, por la noche escondidos”, critica el activista gambiano. No solo eso, sino que en Senegal y Gambia, varios casos de contaminación de fábricas de producción de harina de pescado han amenazado los ecosistemas marinos, han contaminado las vías navegables y han dañado las industrias pesqueras y turísticas locales, denuncia Compassion in World Farming.

Fue todo este fenómeno el que hizo que Abou y Gosia se conociesen y empezasen a trabajar juntos, con el fin de mostrar lo que pasa en Gambia. “Este documental fue una bendición para mí”, asegura Abou, “hasta entonces yo solo había estado en programas locales y uno nacional, y ya entonces empecé a tener problemas con mi comunidad y el gobierno puesto que empecé a revelar todo lo que estaba pasando. Esto hizo que otra gente local reaccionase. Los animaba a que se uniesen a nosotros [los pescadores]”.Stolen Fish, la realidad de la pesca en África

Stolen Fish ha sido un proyecto producido por la organización Minortity Rights Group con el apoyo financiero de la Unión Europea, y ha contado con la coproducción de Compassion in World Farming y Rosa Luxemburg Stiftung Oficina de Enlace Madrid. El documental ya acumula proyecciones en decenas de festivales alrededor del mundo y pretende ser usado como prueba en el Parlamento Europeo contra el abuso de empresas pesqueras.

“Puede ser un poco cliché cuando se dice que quieres cambiar el mundo a través del documental, pero yo si que lo quiero. Y es por eso que hago las películas y otro tipo de proyectos, una gotita que aporta y que realmente ahora que está viajando, tras todo el trabajo que ha conllevado, y que está recibiendo prensa, te das cuenta de lo importante que es”, asegura Gosia desde Eslovaquia, donde acaba de presentarla en el One World Film Festival.

Stolen Fish, la realidad de la pesca en ÁfricaY como bien ha señalado ella la sobreexplotación pesquera en África “está tan conectada con la migración, la globalización, la colonización, la seguridad alimentaria…”. Y es que desde que grandes empresas empezaron a afincarse en las costas africanas dejando sin trabajo a miles de pescadores, tenderos, y demás trabajadores que vivían de la pesca, más de 100.000 personas se han visto forzadas a tomar la ruta canaria con el fin de encontrar una vida en Europa. Así lo hizo Abou hace ocho meses.

Ahora, desde España, Abou espera decisión sobre su solicitud de asilo, “yo nunca en mi vida había pensado en irme a Europa, pero con las denuncias que hice tuve que planteármelo porque empecé a recibir amenazas de la gente de mi propia comunidad por la presión del gobierno, y empece a temer por mi vida”. El activista lleva ya tiempo luchando contra la sobreexplotación de recursos en Gambia a manos de las empresas chinas y recibiendo amenazas por ello pero al visibilizarlo cada vez mas y difundir el mensaje a otros países a través de periodistas occidentales, todo se intensificó. “En África tenemos esa cultura y tradición de respetar mucho. Tu tienes que respetar a los mayores. Y ellos están muy corrompidos por estas empresas, y cuando realizas esta labor de activismo intentan bloquearte”.

Abou como miles de antiguos pescadores provenientes de Gambia, Senegal o Mauritania está espeando la regularización de su situación en España . La sobreexplotacion de recursos a manos de empresas occidentales ha empeorado una situación ya de por sí delicada, ha aumentado los flujos migratorios lo que implica una multiplicación de mafias encargadas del trafico de personas, y Europa, por su parte, se ha coronado como la ‘Europa fortaleza’; externalizando fronteras, firmando acuerdos con terceros países para frenar flujos migratorios sin preocuparse por las violaciones de Derechos Humanos que estos implican y denegando los permisos de asilo de la mayoría. Así lo explica la directora, “la gente que migra por razones económicas es tantísima. Han llegado tantísimo pescadores. Es una causa y efecto directa. Ya no es una hipótesis, es un hecho que se cumple.”

Todo lo que engloba este fenómeno, además, polariza aún más a la población “eres pro o contra (migración), en el momento que surge el debate ya se cierra. Pero si tu empiezas a hablar del tema por otras vías a través de esa interseccionalidad, mostrando que todo está conectado, consigues llegar a atrapar a esa gente”, explica Gosia. Eso es justo lo que consiguen proyectos como Stolen Fish, “en Polonia o Eslovaquia existe una política de extrema derecha. Y es que la xenofobia viene de la ignorancia y ha sido muy interesante mostrárselo” explica emocionada Juszczak, “si no empiezas por la migración sino que empiezas por otros temas, temas que la gente entiende más como el medioambiente o las multinacionales, las personas lo empiezan a ver de otra forma, con mas entendimiento y comprensión”. Eso es lo que está haciendo Stolen Fish.Stolen Fish, la realidad de la pesca en África

Más de 500.000 toneladas de pequeños peces, esenciales para mantener la seguridad alimentaria de más de 33 millones de personas en países como Mauritania, Senegal y Gambia, son extraídos cada año de África occidental para convertirlos en piensos para la acuicultura y la agricultura. China se ha convertido, como en otras muchas naciones africanas, en el principal socio comercial de Gambia. Tanto que más del 50% de las exportaciones del país tienen como destino el gigante asiático y el 34% de las compras gambianas al exterior también provienen de China.

Todos estos datos forzaron a cientos de miles de pescadores como Abou a vender sus barcos y emprender su ruta migratoria a Europa. Lo que ha convertido la ruta canaria en la más mortífera del mundo, acumulando más de 800 muertes solo en 2020. La presencia de empresas Chinas en Gambia, así como de otros países en el resto de África, ha cambiado la vida de los africanos, dejándolos sin posibilidades, siendo la única arriesgar su vida para llegar a Europa. Por eso, como bien dice Mariama, “si pudiese hablar con el dueño de la fábrica, le diría que se fuesen”.

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