La contundente maniobra del presidente de la República tunecina intenta afrontar el desafío planteado por el sector islamista

Túnez contra los islamistas

photo_camera PHOTO/REUTERS - Los partidarios del presidente de Túnez, Kais Saied, se reúnen en las calles mientras celebran después de que destituyera al Gobierno y congelara el Parlamento, en Túnez, Túnez 25 de julio de 2021

El golpe de timón dado por el presidente de Túnez pretende resolver el pulso que desde hace años han planteado los islamistas para hacerse con el poder desde la caída del dictador Ben Alí en la Revolución de los Jazmines en 2011, que fue el origen de las denominadas Primaveras Árabes con resultados trágicos en algunos países como Siria, Libia o Yemen. 

La impotencia ante el abuso de poder de una administración totalitaria y la desesperación por perder el medio de vida de su familia llevó al suicidio del vendedor ambulante Mohamed Bouazizi. Se prendió fuego tras fracasar su intento de que se le devolviera su carro confiscado por la Policía. Fue la gota que desató una ola imparable de protestas contra la represión, la corrupción y el desempleo que supuso el derrocamiento del presidente Zine El Abidine Ben Alí. 

El presidente de Túnez, Kais Saied

Años después, el Estado tunecino insiste en las gestiones para repatriar la gran cantidad de dinero que se llevó el dictador, aunque el fin de su régimen fue más que suficiente para una sociedad que anhelaba emprender el camino de la democracia y de la libertad.  Como ocurrió en otros países cercanos como Egipto, la caída del tirano trajo como resultado de las elecciones un ajustado triunfo del partido islamista como Ennahda que pretendió imponer la sharía, la ley islámica en la nueva Constitución. La negativa de gran parte de la sociedad tunecina, de espíritu laico y nivel cultural medio, defensora de los derechos de las mujeres, y las duras manifestaciones de protesta en 2013 por el asesinato del líder de la oposición laica Chokri Belaid obligaron al partido islamista Ennahda, respaldado por los Hermanos Musulmanes, a renunciar al Gobierno y ser sustituidos por un Ejecutivo denominado técnico que fue capaz de encauzar la situación para en enero de 2014 aprobar una nueva Constitución en el Parlamento, consensuada entre todos los sectores políticos, económicos y sociales, con garantías para las libertades y los derechos de las minorías y con la división del poder entre el presidente de la República y el primer ministro. 

Túnez se había convertido en un referente a nivel mundial de consenso y diálogo entre los diferentes partidos políticos, incluso con los islamistas de Ennahda en la coalición de Gobierno durante la presidencia de Beji Caid Essebsi. Sin embargo, el reto de superar la grave crisis económica y de empleo no iba a ser el mayor obstáculo para el inmediato futuro de los tunecinos. En marzo de 2015, los terroristas del Daesh desestabilizaron la vida y la economía de Túnez al atacar el Museo Bardo con 22 personas muertas, poco después un ataque terrorista acabó con la vida de 38 personas en Susa, un centro turístico de la costa y a finales de año un atentado suicida se cobró la vida de 12 soldados. Los terroristas habían destruido el sector turístico, esencial para la economía del país mediterráneo y puesto en duda su capacidad de garantizar la seguridad. 

La gente celebra en la calle después de que el presidente tunecino Kais Saied anunciara la disolución del Parlamento y del Gobierno del primer ministro Hichem Mechichi en Túnez el 25 de julio de 2021, tras una jornada de protestas en todo el país

Su objetivo de impedir que pudiera ser realidad un islam moderado conviviendo con un país democrático, con libertades, con democracia, con derechos para las mujeres y las minorías se iba haciendo realidad a medida que el colapso de la economía se cernía sobre la vida de los tunecinos y se producía el aumento del déficit comercial y la caída de la moneda. Además, su frontera con Libia se veía violada por la acción de diversas milicias radicales con reclutamiento de jóvenes para los grupos terroristas. 

Sesión parlamentaria en la capital de Túnez

El enorme descontento y frustración de la población se plasmó en las elecciones presidenciales de octubre de 2019 con la elección del profesor de Derecho Constitucional, el independiente, Kaid Saied, con más del 70% de los votos. Su mandato presidencial se ha visto marcado por las conspiraciones de los islamistas de Ennahda, encabezados por el presidente del Parlamento, relacionado directamente con los Hermanos Musulmanes, Rached Ghannouchi. La terrible situación que sufre Túnez, agravada por la pandemia del coronavirus, ha provocado la decisión contundente del presidente Saied, apoyado por la gran mayoría de los tunecinos en las calles, de acabar con la amenaza de los islamistas destituyendo al Gobierno y congelando la acción del Parlamento. 

Artículo publicado anteriormente en ABC y ABC.es

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