El país norteafricano asumirá los nuevos gastos a través de préstamos internos para afrontar la situación financiera deteriorada a causa de la crisis del coronavirus

Túnez rechaza recurrir a la deuda externa para superar los problemas financieros

AFP/FETHI BELAID - El primer ministro de Túnez, Elyes Fakhfakh

Elyes Fakhfakh, primer ministro de Túnez, señaló durante la jornada de este domingo que la nación no utilizará más deuda externa y que todos los pagos que haya que afrontar de aquí en adelante se financiarán únicamente a través de préstamos internos. 

La difícil situación que afronta la nación tunecina en el plano financiero ha hecho que las autoridades del país planteen el abandono del recurso de contraer más endeudamiento externo, a cambio de basarse en préstamos dentro del propio país. Además, se congelará los aumentos de sueldos de los empleados públicos para relajar un poco más la situación de las arcas del Estado. 

En el asunto de los salarios, se prevé un conflicto con el poderoso sindicato de la Unión General Tunecina del Trabajo (UGTT), que se supone que rechazará tal determinación del Ejecutivo, algo que puede conducir a protestas y huelgas.  

Túnez requiere hasta 4.500 millones de dinares adicionales (unos 1.575 millones de dólares) en préstamos por la situación económica actual, agravada por el parón de la actividad sobrevenido por la crisis sanitaria de la enfermedad COVID-19, que ha sacudido a todo el planeta dejando centenares de miles de muertos y millones de casos diagnosticados y que obligó a gobiernos de todo el mundo a imponer medidas de confinamiento y distanciamiento social, las cuales acarrearon una súbita detención de los sectores económicos. Escenario que poco a poco se va intentando recuperar con la reactivación económica y la mayor movilidad ciudadana para promover que haya más gasto y consumo y que la economía retome su pulso. 

Así, el Gobierno de Túnez buscará efectivamente estos 1.575 millones de dólares en el mercado local para paliar el preocupante ascenso de la deuda respecto al Producto Interior Bruto (PIB). "La deuda externa alcanzó niveles peligrosos y ahora alcanzó el 60% del PIB, en comparación con el 30% en 2013 y decidí no continuar de esta manera", manifestó Elyes Fakhfakh en una entrevista con el medio Attessia TV. 

La situación preocupa y mucho porque Túnez espera que la economía se reduzca hasta un 4,3% este año, la mayor caída desde la independencia en 1956. 

Uno de los sectores con mayor relevancia es el del turismo, clave para la economía del país norteafricano. Aquí precisamente los ingresos cayeron aproximadamente un 50% en los primeros cinco meses de este año en comparación con el mismo período de 2019, lo que da muestra de la fuerte incidencia que ha tenido la pandemia del coronavirus en este aspecto. 

En relación con los sueldos de los trabajadores públicos el primer ministro se reafirmó en la decisión de no incrementarlos: "Las finanzas públicas son muy críticas y no podemos continuar con el enfoque de aumentar los salarios". De hecho, estos podrían reducirse si la situación continúa siendo mala, como reseñó Fakhfakh.

Túnez está bajo la presión de los prestamistas internacionales para congelar los salarios del sector público, cuya factura se duplicó a más de 17.000 millones de dinares (5.950 millones de dólares) en 2020 desde los 7.600 millones (2.660 millones de dólares) de 2010, dentro del programa establecido para reducir su déficit presupuestario.

Pero la UGTT dice que el salario promedio mensual es de alrededor de 250 dólares, lo que equivale a ser uno de los más bajos del mundo, con altas tasas de inflación que alcanzaron el 6,3% en mayo; algo que da muestra de que la economía doméstica es insostenible con unos salarios bajos y un coste de la vida cada vez más alto. 

Situación política también complicada

Túnez viene arrastrando durante estas semanas también una pugna política en el Parlamento entre el partido islamista Ennahda y gran parte de la oposición, encabezada por el Partido Desturiano Libre (PDL), que achaca a la formación con mayor representación parlamentaria y a su líder Rached Ghannouchi estar sometido a poderes externos (Qatar y Turquía) y a los postulados de una peligrosa organización como los Hermanos Musulmanes, investigada por varios países occidentales ante supuestos lazos con el terrorismo yihadista (no en vano, varias figuras de Al-Qaeda tuvieron actividad con la Hermandad en el pasado, como han informado diversos medios).

El presidente de la Asamblea de Túnez, Rached Ghannouchi

En este caso, se denuncia el vínculo de Ghannouchi y Ennahda con dos países como el turco y el qatarí relacionados con elementos radicales ya que, por un lado, Turquía interviene en las guerras de Siria y Libia utilizando mercenarios a sueldo provenientes de antiguas filiales de grupos terroristas como Al-Qaeda o Daesh, como han recogido diversos medios y, por otro, Qatar está sometido a un bloque político y económico desde 2017 impuesto por Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Bahréin y Egipto, quienes acusan a la monarquía del Golfo de sustentar el terrorismo transfronterizo. 

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