En términos de inversión extranjera directa (IED), Túnez experimentó un aumento del 28,6% en 2018

Túnez sigue atrayendo el interés de los inversores

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La comunidad empresarial de Túnez continua siendo cautelosamente optimista sobre las condiciones de negocio local en los próximos 12 meses, con el 50% de los encuestados en el último 'Barómetro de Negocios OBG 2019: Encuesta CEO Túnez' diciendo que tienen expectativas positivas o muy positivas. 

Esta cifra no solo es inferior a la encuesta anterior realizada en 2017, cuando el 77% de los CEO dijeron tener expectativas positivas o muy positivas, sino que también es reducida en relación con hallazgos en otros mercados africanos. Por ejemplo, en Marruecos y Egipto esta cifra se situó en el 73% y el 95%, respectivamente, en las últimas 'Encuestas CEO' en esos países, mientras que el 73% de los encuestados en Costa de Marfil y el 93% en Ghana tenían expectativas positivas o muy positivas.

El estado de ánimo predominante es algo comprensible: el crecimiento del PIB ha tenido dificultades para mantener el ritmo de los niveles anteriores a 2011, cayendo de un promedio anual de 4.4% entre 2005 y 2010, a 1.7% entre 2011 y 2017. Según las estimaciones del Gobierno, el crecimiento del PIB alcanzó 2.5% en 2018 y se pronostica que alcanzará el 3% en 2019. La deuda pública, otro motivo de preocupación, ha aumentado considerablemente desde 2010, del 40.7% del PIB al 76.7% en 2018.

Recientemente, una serie de circunstancias desfavorables también han exacerbado las condiciones económicas ya delicadas. Aunque se ha registrado una ligera recuperación en los últimos tiempos, el valor del dinar tunecino ha caído un tercio frente al euro desde 2015, poniendo presión sobre los costes y aumentando la inflación. En abril de 2019, las reservas de divisas de Túnez se ubicaron en un nivel crítico de 4,36 mil millones de dólares, o alrededor de 80 días de importaciones.

Curiosamente, sin embargo, las condiciones prevalecientes no han sido acompañadas por el reducido interés de los inversores que cabría esperar en circunstancias económicas tan difíciles. A nivel local, el sentimiento parece robusto, con el 70% de los encuestados asegurando que era probable o muy probable que su compañía hiciera una inversión de capital significativa en los próximos 12 meses.

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En términos de inversión extranjera directa (IED), Túnez experimentó un aumento del 28,6% en 2018, según la Agencia de Promoción de la Inversión Extranjera (FIPA-Tunisia), a unos 951.7 millones de dólares. La mayor parte se dirigió a la expansión de las actividades comerciales existentes, lo que demuestra hasta cierto punto el nivel de confianza observado en el mercado.

La IED continuó con una trayectoria ascendente en 2019, aumentando un 16,6% en comparación al año anterior hasta llegar a 434.5 millones de dólares en la primera mitad del año, impulsada principalmente por la inversión en manufactura y energía. Este último, en combinación con la minería, fue reconocido por el 25% de los encuestados como el sector que tiene el mayor potencial para hacer crecer la inversión extranjera. De todas maneras, el sector energético fue superado solo por las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación), que fue identificado por el 34% de los encuestados.

Esto no sorprende si consideramos los muchos activos de Túnez y su impulso de digitalización en los últimos años. Su ubicación estratégica, apertura, asequibilidad y tecnología inteligente, la fuerza laboral joven son algunos de los motivos que han llevado al país a luchar por una mayor eficiencia y centrarse más en sectores como la ciencia y la tecnología.

Según su hoja de ruta actual, Digital Tunisia 2020, se están llevando a cabo iniciativas para mejorar la infraestructura de telecomunicaciones, promover la cultura digital, digitalizar los servicios gubernamentales y fomentar el espíritu empresarial y la innovación. En última instancia, se espera que la estrategia lleve la contribución del sector al PIB a  4.7 mil millones de dólares, por encima de 1.5 mil millones de dólares en 2016; aumentar el valor de las exportaciones digitales de 330 millones de dólares a 1.7 mil millones de dólares, y crear 17,500 nuevos empleos.

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Es probable que se produzcan mejoras adicionales en el entorno de inversión a partir de la serie de reformas y programas estratégicos que se han introducido en los últimos años, destinados principalmente a mejorar los estándares comerciales, establecer un nuevo marco para las asociaciones público-privadas y facilitar la creación de nuevos empresas.

Quizás la más destacada de estas reformas es la Ley Transversal, adoptada en abril de 2019 con el objetivo general de mejorar las condiciones comerciales y alinear los estándares tunecinos con las mejores prácticas internacionales. La ley tiene como objetivo, entre otras cosas, simplificar la creación de empresas, fortalecer el gobierno de la empresa y facilitar el acceso al crédito. Este último es un problema crónico para empresas y empresarios: el 71% de los encuestados dijo que el acceso al crédito era difícil o muy difícil en Túnez. Esto se compara con un promedio del 57% en los otros mercados que cubrimos en África. Se espera que la Ley Transversal alivie parte de la carga. Entre las medidas que introduce se encuentra el apoyo estatal a los pagos de intereses y la creación de un nuevo mecanismo para financiar la inversión.

Otra legislación convincente es la Ley de Emprendimiento (Start-up Act), aprobado en 2018, comprende 20 medidas regulatorias, sentando las bases para el desarrollo de un ecosistema de emprendimiento. La legislación tiene una serie de incentivos y garantías, incluidas exenciones de impuestos corporativos para nuevas empresas, financiación estatal y apoyo para la obtención de patentes internacionales. Además, los inversores en start-ups son elegibles para exenciones fiscales y ganancias fiscales.

En los últimos años ha habido un mayor grado de conciencia y reconocimiento del potencial que tienen las pequeñas empresas en etapa inicial si se les da los medios para prosperar. La puesta en marcha de la Ley de Emprendimiento trae consigo la esperanza de llevar la economía a una posición más segura y, lo más importante, abordar uno de los principales desafíos de Túnez: la fuga de cerebros.

Las condiciones económicas han llevado a varios trabajadores calificados a abandonar el país en los últimos años en busca de mejores oportunidades en otros lugares. Pero para que Túnez pueda atravesar estos tiempos difíciles y capitalizar las ganancias económicas y los valores democráticos presenciados desde la revolución de 2011, revertir la fuga de cerebros debe ocupar un lugar central.

Desarrollar habilidades en línea con las necesidades de la economía es de igual importancia. Según la mayor parte de los encuestados, el 44%, el liderazgo es la habilidad más necesitada en Túnez, seguida de la investigación y el desarrollo (20%) y la tecnología informática (8%).

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