A través de una reunión online ambos mandatarios han vuelto a mostrar sus diferencias en torno a temas en los que Taiwán ha vuelto a ser el protagonista

Taiwán: el punto de tensión entre China y Estados Unidos

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China y Estados Unidos escenifican un cara a cara, esta vez de forma virtual. El presidente chino, Xin Jinping, no sale de sus fronteras, ni siquiera lo hizo para asistir a la cumbre del clima de Glasgow, un encuentro en el que China ha puesto sendas objeciones. Tampoco lo ha hecho ahora para reunirse con el presiente de Estados Unidos, Joe Biden, en un momento en el cual las tensiones entre ambos países no dejan de acrecentarse. 

Apenas existe información de las conclusiones del nuevo encuentro. Lo que sí se sabe es que Jinping se ha referido a Biden como “viejo amigo”, algo que ya hizo en el año 2013 cuando se encontraron de forma presencial en un momento en el cual los actuales mandatarios ocupaban cargos de inferior rango. 

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Ahora, sin embargo, los líderes de las dos superpotencias posiblemente sean las figuras que ostentan más poder a nivel internacional. Sus movimientos plantean nuevos juegos, nuevos escenarios y, en definitiva, nuevos órdenes geopolíticos a los cuales el resto de los países responden o bien se amoldan. Es más, Xin Jinping disfruta en este momento de un poder casi absoluto en China después de que el Comité Central del Partido Comunista de China reforzara el poder del presidente en “una resolución histórica” que le equiparaba con figuras tan destacadas para la historia del país como Mao Zedong. 

La diplomacia en múltiples ocasiones conlleva tratar a tus enemigos históricos con cierta avenencia y así lo han tratado de hacer en esta reunión. Alejándose del encuentro escenificado en Alaska el pasado marzo donde los reproches no hicieron más que ser los protagonistas de la conversación, este ha recogido el término de “la vieja amistad” para tratar de llegar a puntos en común.

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Jinping mostraba su contento con la nueva reunión ya que, según el mandatario, “China y Estados Unidos deben mejorar su comunicación y cooperación” y señalaba su disponibilidad para llegar a un acuerdo por “los intereses de nuestros dos pueblos y responder a las expectativas de la comunidad internacional”.

Sin embargo, por lo que han comunicado, poco se sabe de las conclusiones. Tres horas han necesitado para debatir sobre temas tan delicados para ambos como es Taiwán, entre otros. En relación con la isla asiática, China ha ejecutado varias incursiones en el espacio aéreo taiwanés algo que ha sido criticado por Estados Unidos.

La política exterior de Xin Jinping es clara en este aspecto. China reivindica la soberanía de la isla y la tilda como “una provincia rebelde” que debe ser unificada al país. Por su parte, Estados Unidos es el principal exportador de armamento y aseguran que continuaran suministrando armamento a Taiwán para que cuenten con la capacidad suficiente para defenderse de cualquier ataque. Además, Biden reafirmó la posición estadounidense de defensa de Taiwán ya que no dudaran en defenderla ante cualquier agresión. Esta postura ha convertido a Biden en el primer presidente de Estados Unidos que ha adoptado esta posición.

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El líder chino no se amedrentó. Quien se meta en los asuntos relacionados con Taiwán “acabará quemándose” afirmó, una amenaza que no rebajo el clima de tensión sobre esta cuestión y la convierte en el principal desacuerdo. 

Primera desavenencia entre los dos gigantes. En Taiwán no hay puntos acordes y los dos países se mantienen rígidos en su postura. Siguiendo con otras cuestiones de la zona Asía, Biden declaró su malestar por las continuas violaciones de derechos humanos que se estaban produciendo por parte de China hacia la población musulmana de la provincia de Xinjiang. Asimismo, denunció los abusos de China hacia Hong Kong y sus agresivas políticas sociales y económicas.

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Silencio por parte de Jinping. En el marco comercial Jinping reiteró que el concepto de la seguridad nacional de Estados Unidos estaba siendo el pretexto perfecto para “oprimir a las empresas chinas”. Las distancias que ya existían entre ambos más que acortarse se mantuvieron intactas. Los intereses de estos dos “viejos amigos” son muy contrarios entre sí y similares en su cometido: conseguir el mayor beneficio para cada cual en sus decisiones.

Las conversaciones entre los dos han sido escasas. Tan sólo se sabe de manera oficial que Biden y Jinping han hablado dos veces por teléfono desde la investidura del presidente estadounidense. Llamadas contadas que no responden al trabajo por “generar consenso, tomar medidas activas y avanzar en las relaciones en una dirección positiva”, como señaló Jinping. Tal vez debamos esperar a la estabilización total de la pandemia para que los dos líderes se vean de manera presencial.

Otros temas como Corea del Norte, Irán, Afganistán y las relaciones comerciales y económicas, además del cambio climático, se debatieron sin llegar a conclusiones claras. Desde Washington ya advirtieron que de este encuentro “no debería esperarse nada” y en términos generales, así ha sido.


 

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