El presidente argelino y el jefe del Estado Mayor se reúnen con el secretario del Consejo de Seguridad de la Federación Rusa, Nikolái Pátrushev, uno de los hombres fuertes del Kremlin

Tebboune recibe en Argel a uno de los halcones de Putin

AP/ALEXANDER ZEMLIANICHENKO - El secretario del Consejo de Seguridad de la Federación Rusa, Nikolái Pátrushev

La política exterior de Argelia nada en un mar de contradicciones. Horas antes de que el secretario del Consejo de Seguridad de la Federación Rusa, Nikolái Pátrushev, aterrizara en Argel al frente de una nutrida delegación diplomática para tratar una serie de asuntos delicados con el presidente, Abdelmadjid Tebboune, y con el jefe del Estado Mayor del Ejército, Saïd Chengriha, considerado como el verdadero hombre fuerte del país, el Ministerio de Defensa argelino anunciaba en un escueto comunicado la reapertura de su Embajada en Kiev, cerrada desde que diera comienzo la invasión rusa de Ucrania. 

El gesto no pareció molestar a Pátrushev, quien fuera seleccionado por Putin para dirigir el FSB, el servicio secreto ruso heredero del KGB, tras ser nombrado primer ministro de Borís Yeltsin en 1999. Pátrushev, miembro hoy de los siloviki, el círculo de confianza que susurra al oído del presidente ruso, subrayó al término de su conversación con Chengriha que “la profundidad de las relaciones históricas que unen a Argelia y Rusia, que su país busca fortalecer aún más en el futuro”.  

El jefe del Estado Mayor argelino dijo que la visita del principal asesor de seguridad de Putin refleja “la firme voluntad de ambos países de reforzar su asociación histórica y estratégica... en particular en el ámbito de la cooperación militar”, según las declaraciones recogidas por la agencia France-Press. 

Pátrushev y Chengriha pusieron sobre la mesa el asunto que vertebra sus relaciones bilaterales, la colaboración en materia de seguridad. Rusia es el principal suministrador de armamento de Argelia. Cerca del 80% de los equipos que utilizan las Fuerzas Armadas argelinas es de fabricación soviética, unos datos que han llevado al país magrebí a convertirse en el tercer mayor importador de armas de Rusia, solo por detrás de dos gigantes como India y China. 

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El Ejército argelino se habría interesado, además, en comprar submarinos, aviones furtivos Sukhoi Su-57, bombarderos Su-34 y cazas Su-30, y espera adquirir también nuevos sistemas de defensa antiaérea para apuntalar su arsenal. 

La inestabilidad crónica en el Sahel habría sido otro de los asuntos tratados en el encuentro. Y es que el Kremlin viene ganando posiciones en el que Argel considera su patio trasero. Dos años después de su irrupción en Mali, los mercenarios rusos del Grupo Wagner están cerca de intervenir en Burkina Faso tras la apresurada retirada militar de Francia, anunciada a finales de enero. En este frente, especialmente sensible para el Elíseo, Tebboune quiso equilibrar la posición de Argelia en una entrevista concedida, precisamente, al diario parisino Le Figaro. “El dinero que cuesta [la contratación de los mercenarios] estaría mejor colocado y sería más útil si se destinara al desarrollo del Sahel, si se invirtiera en proyectos económicos”, dijo entonces el presidente argelino. 

“Lo más probable es que, además de los matices de la cooperación militar, también se discutiera la cooperación en la compra de productos derivados del petróleo de Rusia”, añade en conversación con Atalayar el analista independiente ruso Anton Mardasov, académico no residente del programa sobre Siria del Instituto de Oriente Próximo. 

Tebboune tomó la decisión de visitar Moscú en mayo tras una conversación telefónica con Putin. En principio, el desplazamiento estaba previsto para julio del curso pasado, pero las partes no se pusieron de acuerdo. A pesar de las discrepancias técnicas sobre el contenido de la reunión, el ministro de Exteriores argelino, Ramtane Lamamra, aseguró que la visita marcaría “el comienzo de una nueva fase en las relaciones entre los dos países”. En ese encuentro se espera que ambos líderes firmen un nuevo documento de asociación estratégica que refuerce su cooperación bilateral en ámbitos no comprendidos en el documento original, suscrito en 2001. 

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Argelia es el segundo socio comercial de Rusia en África, con un volumen de intercambios que rondaron los 3.000 millones de dólares en 2021. Pero el principal indicador que caracteriza a cualquier asociación estratégica “no crece”, sostiene Mardasov: “Mientras que en 2016 y 2017 el volumen de negocios del comercio bilateral fue de 3.970 y 4.630 millones de dólares, respectivamente, en 2020 y 2021 se estimó en solo 2.910 y 3.000 millones de dólares”. 

Sin embargo, las relaciones siguen siendo importantes. Por eso se producen contactos bilaterales a varios niveles de forma regular. En las últimas semanas, por ejemplo, el ministro de Industria ruso, Vasily Osmakov, se ha reunido con su homólogo argelino, Ahmed Zaghdar. Mientras que el secretario general del Ministerio de Exteriores argelino, Ammar Blani, ha recibido al embajador ruso en Argel, Valerian Shuvaev. 

Tira y afloja con Occidente 

Tebboune también se comprometió con Macron a visitar Francia en mayo. El gabinete del presidente no ha concretado por el momento qué país visitará primero. Será a todas luces una prueba de fuego para la diplomacia argelina, que se verá obligada a revelar sus preferencias. París y el resto de las principales capitales occidentales presionan al presidente argelino para que reduzca sus vínculos con el Kremlin. Moscú, por su parte, parece conformarse con obstaculizar un acercamiento inevitable entre Argel y el bloque occidental. 

“El mayor exportador de gas natural de África está aprovechando al máximo una nueva era de rivalidad entre grandes potencias y una crisis energética en curso”, escribe la analista Nosmot Gbadamosi en las páginas de Foreign Policy. En la escena internacional, el Gobierno de Tebboune solicitó su ingreso en el grupo BRICS de economías emergentes, del que forma parte Rusia, y acordó con China su integración en la Nueva Ruta de la Seda. Además, la invasión rusa de Ucrania convirtió al país magrebí en el principal suministrador de energía de Europa. 

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La situación económica es mucho más favorable que hace un año. Los beneficios de Argelia sobrepasaron los 50.000 millones de dólares, una ganancia marginal de 16.000 millones con respecto del curso anterior, gracias a sus asociaciones energéticas. El viento parece soplar de cara para los intereses de Tebboune. 

“En principio, Argelia dispone de numerosos instrumentos y socios con los que seguir haciendo equilibrios. Además, en la situación actual Argelia ni siquiera necesita ser muy activa, ya que países como Francia, Estados Unidos o Turquía buscan por sí solos aumentar la cooperación, tanto en el ámbito de la seguridad y la lucha contra el terrorismo como en el sector agrícola”, subraya Mardasov. “Sin embargo, la búsqueda de una política independiente por parte de Argelia no ha sido históricamente el punto fuerte de sus dirigentes; la independencia ha llevado incluso a un protectorado, ya que una línea de este tipo requiere recursos suficientes, de los que carece”. 

La postura de Washington también condiciona la realidad en el Magreb. La embajadora estadounidense en Argel, Elizabeth Moore Aubin, nombrada a finales de 2021, está ganando cada vez más protagonismo en una región por la que quiere apostar la Administración Biden. Pero la empresa es complicada. Tebboune ni siquiera asistió a la Cumbre de Líderes de Estados Unidos-África celebrada en Washington en diciembre. En su lugar, el presidente argelino envió al primer ministro Aiman Benabderrahmane. 

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Tebboune y el Ejército argelino prefieren mantener una diplomacia independiente, no alineada. Una suerte de tercera vía para mantener sus relaciones privilegiadas con Rusia, sobre todo en materia armamentística, y también para ganar progresivamente el favor de Estados Unidos. En este apartado es significativa la inminente reapertura de la Embajada argelina en Kiev, una decisión que, según el Ministerio de Exteriores que dirige Lamamra, “se inscribe en el marco de la preservación de los intereses del Estado argelino y de los intereses de la comunidad nacional en este país”. Es también un mensaje nítido a Washington y Moscú. 

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