Cientos de miles de iraníes protestan en las calles por la subida de precios del petróleo y contra el poder de los ayatolás

Teherán afronta las mayores protestas ciudadanas en una década

PHOTO/AP - Restos de un autobús que fue incendiado por los manifestantes durante una manifestación en Isfahan

La ola de protestas en Oriente Próximo se extiende también a Irán. Desde hace aproximadamente dos semanas, miles de ciudadanos están saliendo a las calles para protestar debido a la mala situación económica del país y la gestión del Ejecutivo. El detonante de las manifestaciones fue el aumento de precio de los combustibles en un 200% y la implantación de un sistema de racionamiento. Las medidas fueron anunciadas por el Gobierno el pasado día 15, como consecuencia, en parte, de las sanciones internacionales sobre su industria petrolífera. 

El país se encuentra sumido en una severa crisis económica, con el desempleo y la inflación en aumento constante. Muchos responsabilizan al Ejecutivo de esta situación. Las declaraciones del presidente Hasán Rohaní, según las cuales desconocía tal subida de los costes del crudo, añadieron más leña al fuego. Desde entonces, cerca de 200.000 iraníes se han sumado a las movilizaciones, según el ministro de Interior Rahmani Fazli, en declaraciones recogidas por Reuters. De todos esos participantes, unos 7.000 han sido arrestados, según el medio local Entekhab. 

Se trata de las mayores protestas en el país desde la llamada Revolución Verde de 2009, cuando los iraníes se manifestaron contra la victoria de Mahmoud Ahmadinejah en las elecciones presidenciales. No ha importado que las autoridades restringieran las conexiones a internet en gran parte del territorio; en Teherán, no se han restablecido las redes hasta este miércoles, después de una semana con el acceso vetado. Las concentraciones han sido multitudinarias. Los asaltos a bancos, gasolineras y comisarías han sido muy numerosos, según ha podido constatar Al-Jazeera.

Un edificio que fue dañado durante las recientes protestas está acordonado en Shahriar, Irán

Al menos 143 muertos

Todo el episodio de protestas ha estado, por tanto, revestido de una gran opacidad. Las únicas cifras de muertos que se han publicado las ha proporcionado Amnistía Internacional, que cifra en 143 los manifestantes que han sido asesinados. El dato ni siquiera es concluyente, puesto que la propia ONG alertan de que la cifra puede ser mucho mayor. 

Según ha reportado Amnistía en una publicación en su página web, la mayoría de las muertes se han producido cuando las fuerzas de seguridad han abierto fuego contra los manifestantes. Además, la mitad han sido registradas en las provincias occidentales de Juzestán y Kermanshah, limítrofes con Irak. Este país también atraviesa una prolongada avalancha de manifestaciones que ya se ha saldado con algunos cientos de fallecidos.

Mapa de Irán que señala las zonas donde las protestas han sido reprimidas con mayor violencia

El número creciente de víctimas mortales es una alarmante señal del trato despiadado que las autoridades iraníes infligen a manifestantes indefensos, y pone al descubierto su deplorable ataque a la vida humana”, ha sentenciado Philip Luther director de Investigación e Incidencia de AI para Oriente Medio y Norte de África. Luther también ha llamado a los principales actores de la sociedad internacional a expresar una respuesta más contundente ante los abusos del régimen.

Desde Human Rights Watch, otra destacada organización en defensa de los derechos humanos, han pedido una investigación independiente que investigue los asesinatos, torturas y desapariciones forzosas que están teniendo lugar. “Las autoridades han mantenido a las familias en la oscuridad sobre el destino de sus seres queridos mientras aumenta la atmósfera de miedo, en una estrategia deliberada del Gobierno para sofocar la disidencia”, ha apostillado Michael Page, subdirector para Oriente Medio de la entidad.

Manifestación después de que las autoridades subieran los precios de la gasolina, en la ciudad norteña de Sari, Irán

Sionismo, “arrogancia” y la CIA

Desde luego, la óptica cambia notablemente desde la parte del poder en Irán. Las reacciones más relevantes han llegado directamente de la cúpula. Ali Jamenei, líder supremo del país, ha descrito la ola de protestas como una “conspiración profunda, vasta y muy peligrosa”. El ayatolá ha añadido que ese complot ha sido, finalmente, destruido por la población de Irán. En realidad, los encargados de reprimir las protestas han sido, de forma mayoritaria, los miembros de Basij, una milicia paramilitar de voluntarios asociada a la Guardia Revolucionaria. 

En su cuenta de Twitter, Jamenei ha aludido al sionismo y a la “arrogancia global” como instigadores de la revuelta. El régimen ha jugado, así, la carta de la animadversión de la población hacia Estados Unidos y sus aliados. Y la ha jugado con fuerza: la agencia de noticias oficial IRNA ha anunciado la detención de ocho presuntos agentes de inteligencia estadounidenses.
“Estos elementos habían recibido entrenamiento financiado por la CIA en varios países bajo la tapadera de convertirse en periodistas”, ha defendido el ministerio de Inteligencia en la nota publicada por IRNA. “Seis de ellos fueron arrestados mientras asistían a los disturbios, siguiendo órdenes de la CIA; los otros dos, mientras trataban de enviar información al extranjero”, concreta la institución.

El líder supremo iraní Alí Jamenei (der.) y el presidente iraní Hassan Rohaní (izq.)

Ecologistas condenados

El régimen iraní es noticia, además, por otro espinoso asunto. Un tribunal ha condenado a seis ecologistas a penas de entre 6 y 10 años de prisión, según ha informado la BBC. Otros dos permanecen a la espera de recibir su sentencia. Los activistas, miembros de la Fundación para el Patrimonio de la Vida Salvaje Persa, fueron detenidos a principios de 2018 por la Guardia Revolucionaria, acusados de espionaje. Otro ecologista más murió en prisión poco después de su arresto. Sus captores arguyeron que se suicidó después de que la acusación presentase los cargos contra él. Sin embargo, esa información no ha sido confirmada.

Según sus familiares, Morad Tahbaz y Niloufar Bayani han sido condenados a 10 años; Taher Ghadirian y Houman Jokar, a ocho; Amirhossein Khaleghi Hamidi y Sepideh Kashani, a seis. El fallo del tribunal ya ha sido condenado por el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas y por Amnistía Internacional. La ONG apunta a que los condenados fueron forzados a confesar bajo tratos degradantes y torturas

Los cargos fueron presentados porque los animalistas habían colocado cámaras en el campo con fines científicos. Querían seguir el día a día de varias especies de leopardos que se encuentran en riesgo de extinción. 

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