Los envíos se han incrementado notablemente a lo largo de las últimas semanas, una circunstancia que parece beneficiosa para ambas partes

Irán reflota sus exportaciones de petróleo gracias a Siria

PHOTO/REUTERS - Plataforma de producción de petróleo en los campos petrolíferos de Soroush se ve junto a una bandera iraní en el golfo Pérsico, Irán

La alianza entre la teocracia iraní y la dictadura de Bachar al-Asad también está sellada en petróleo. Según ha informado el portal especializado Tanker Trackers, el régimen de los ayatolás ha incrementado notablemente sus exportaciones a Siria en el curso de las últimas semanas. Se ha podido constatar, en concreto, que Irán está enviando al país levantino más del triple del volumen de petróleo habitual.

Los barriles se embarcan en las costas del golfo Pérsico y llegan a Siria a través del Mediterráneo. En concreto, según recoge Radio Farda, los cargueros han estado atracando en el puerto de Baniyas, ubicado en la zona más septentrional de la provincia de Tartus. Desde allí, el cargamento se ha distribuido por las partes del territorio controladas por el Ejército Árabe Sirio. Según una estimación realizada a mediados de abril por el laboratorio de ideas Middle East Economic Survey (MEES), cada buque ha estado trasladando en su bodega unos 6,8 millones de barriles.

Un buque cisterna se prepara para atracar en la instalación petrolera de la isla de Khark, Irán

Las cifras aportadas por MEES indican que, durante los meses de enero y febrero, por primera vez en la historia, Siria pasó a ser el primer importador de petróleo iraní. Hasta ahora, ese puesto había sido acaparado por China, pero la parálisis económica que acarreó la pandemia del coronavirus hizo que la demanda por la parte del gigante asiático se desplomase. Aunque Pekín ha comenzado a reactivar su comercio exterior desde marzo, el Ejecutivo de Al-Asad continúa importando, de media, unos 230.000 barriles al día.

¿Cómo se explica el súbito incremento? Expertos consultados por Radio Farda apuntan a que Teherán se ha visto obligada a hacer de la necesidad virtud: ante una situación de descenso brusco de la demanda y del precio del crudo, han tenido que dar salida a los excedentes de la producción que se destina a la exportación de forma habitual. Según estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), Teherán dedica al comercio exterior unos 340.000 barriles diarios; una cantidad muy modesta si se compara con los dos millones y medio que vendía antes de las sanciones impuestas por Estados Unidos. 

Las arcas públicas iraníes, desde luego, no pasan por un buen momento y cualquier ingreso que pueda generarse es bienvenido. En Damasco, el Ejecutivo de Hasán Rohaní cuenta con un aliado bastante seguro, de modo que, puestos en la tesitura de vender el petróleo a un precio bajo, para Teherán es preferible hacer negocios con un país de su órbita. 

El presidente iraní Hasán Rohaní, a la derecha, da la mano a su homólogo sirio Bachar Al-Asad antes de su reunión en su oficina en Teherán, Irán, el lunes 25 de febrero de 2019
Beneficio mutuo y de terceros

La situación podría definirse como un pacto del que las dos partes salen beneficiadas. Irán consigue oxigenar, aunque sea levemente, su economía y Siria obtiene a un coste relativamente escaso unos recursos petroleros de los que tiene necesidad, puesto que una parte importante de sus yacimientos se encuentra bajo el control efectivo de Estados Unidos. 

Por esta razón, Damasco también ha tenido que mirar a otros lugares para garantizar, en la medida de lo posible, el suministro necesario tanto para proseguir con su campaña militar en el norte del país como para que la población pudiese desarrollar su vida cotidiana.

De este modo, ya en 2019 Al-Asad estrechó sus lazos comerciales con Teherán, aunque su colaboración viene de lejos. El compromiso de ambas administraciones se ha incrementado bastante en los últimos años, desde que las Fuerzas Armadas leales a Al-Asad empezaron a recuperar el territorio perdido en los albores de la guerra civil. La influencia política y estratégica de Irán sobre Siria es, por tanto, bastante importante y se ha consolidado gracias, al menos en parte, a grupos armados como Hizbulá, bien relacionada con los dos actores.

Partidarios de Hizbulá, el partido político proiraní chiíta y el grupo militante, se sientan detrás de un cartel del Ayatolá Jomeini, el primer líder supremo de Irán y líder de la Revolución iraní de 1979

De hecho, la milicia libanesa podría ser un beneficiario tangencial de las importaciones masivas de crudo en Siria. Dados los nexos que la entidad ha ido cultivando con las instancias de poder a lo largo de los años, una fracción de los barriles podría acabar bajo su control, según sugiere Radio Farda. 

Así, se abriría una puerta difícil de cerrar a la reventa en el mercado negro no solo en suelo sirio, sino también en Líbano, al otro lado de la frontera. La COVID-19 ha profundizado todavía más la galopante crisis económica que atraviesa el país del cedro. La situación de escasez e, incluso, de desabastecimiento ya ha tenido derivadas en la estabilidad social. Las protestas han rebrotado a lo largo de la última semana con una inusitada violencia.

Caja de recolección con el líder de Hizbulá, Hassan Nasrallah

Hizbulá, que ya jugó un papel dudoso en las manifestaciones masivas del pasado otoño, está en una posición de mayor poder ahora, con una presencia relativamente amplia en el Gobierno de Hassan Diab. Esta circunstancia, unida a las sólidas redes que mantiene desplegadas por toda la región, podría facilitar que una parte del crudo acabase siendo consumido en Líbano, con el correspondiente beneficio para los combatientes chiíes. 

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