La paz, la seguridad, el comercio internacional y el cambio climático han sido principales claves que se han debatido con el fin de posicionar y fortalecer el papel de la UE y su proyección exterior

Teresa Fajardo: “La UE es la gran valedora del protocolo de Kioto que rechaza EE. UU.”

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En la segunda parte del segundo día en el marco del curso de ‘Reforzar el papel internacional de la Unión Europea en la Conferencia sobre el Futuro de Europa’ se ha celebrado una nueva mesa redonda compuesta por la Profesora titular de Derecho Internacional Público y relaciones internacionales en la Universidad de la Rioja, Mariola Urrea Corres, la profesora de Relaciones Internacionales en la Universidad de Valencia, Pilar Pozo Serrano y la profesora de Derecho Internacional Público, Teresa Fajardo del Castillo que ha girado en torno a la Unión Europea  entre Estados Unidos y China en cuanto a los grandes retos de nuestro tiempo: paz y seguridad, comercio internacional y cambio climático.

Mariola Urrea defiende que es necesario “hacer de Europa un verdadero actor global, fortaleciendo cuatro aéreas, la política exterior, la política de seguridad y defensa y la política de desarrollo (…) si queremos influir en el mundo hay que incidir con estas propuestas en estas áreas”.

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De lo contrario y de acuerdo con la académica “si no estaríamos generando una confusión del concepto de autonomía estratégica. La UE debe aspirar a una soberanía estratégica entendiéndola en esa pluralidad de matices y preservarla”. En este aspecto, la soberanía estratégica conformaría “un concepto muy controvertido porque no va a ser fácilmente asumible por muchos estados de la UE, pero que si la conferencia sobre el Futuro de Europa no nos pone mas limites sobre repensar valdría la pena trabajarla”, opina.

En esta línea, este concepto “no compromete el concepto de apertura de la UE, fortalece la idea federal de la UE y de esa capacidad de acción, constituyendo una aspiración ambiciosa de la UE”. Es aquí cuando aparece el “concepto de seguridad que está conectado con el concepto de seguridad humana que nacía en la ONU en los años 90, y velaba por la seguridad económica o sanitaria, entre otras muchas manifestaciones”.

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Por otro lado, la profesora Pilar Pozo ha destacado que “la UE tiene que encontrar el modo de responder de acuerdo con la necesidad de mantener su posición internacional. El problema es determinar cual es su problema, se ha puesto en marcha un proceso de brújula estratégica, la iniciativa estrella de la UE en materia de seguridad”. Esta suerte de brújula “representa un avance en varios aspectos y esos avances concretos serian de enorme utilidad para la elaboración de un análisis de amenazas y riesgos en términos de inteligencia porque es necesario tener una visión actualizada de las carencias de la UE para afrontar esas amenazas y riesgos”.

De esta forma, propone que la UE trabaje por “responder a los conflictos y crisis externas, proteger a la Unión y a sus ciudadanos, aunque el tratado de Lisboa incorpore la asistencia mutua y la idea de la defensa del territorio de la unión aparezca en el tratado lo cierto es que esta acción defensiva no había sido enunciada dentro de los objetivos concretos de la seguridad y defensa por parte del Consejo”.

En este sentido plantea “poner de manifiesto que hay una serie de amenazas que todos los estados miembros perciben indiscutiblemente. Se puede incidir en que la UE parte en ese compromiso con el respeto del derecho internacional y hay un patrimonio común que es importante destacar (…) la UE ha corrido mucho en poco tiempo, pero en varias direcciones sin una orientación única, se deben señalar unas prioridades políticas”.

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De esta forma, la Unión Europea se plantearía como “un proveedor en materia de seguridad, en el que exista una política común de seguridad y defensa fuerte y definidas”.

Para finalizar, la profesora Teresa Fajardo ha tratado la problemática del cambio climático “como un tema prioritario desde hace décadas”. Las políticas en el aspecto medioambiental se han presentado como un triunfo de la Unión ya que “apuesta por el multilateralismo y por posiciones adoptadas por la ONU ya que la preocupación medioambiental de la UE vino desde fuera desde la ONU cuando tiene lugar la Conferencia de Estocolmo”.

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“En la ONU se tiene un efecto de siembra, como potencia normativa queremos proponer los objetivos y las prioridades. Somos los principales valedores sobre el cambio climático, constantes en nuestro compromiso en la lucha contra el cambio”, añade. “La UE es la gran valedora del protocolo de Kioto que rechaza EE. UU. y es quien se encuentra en la base del éxito del acuerdo de parís que finalmente se consigue en el año 2015”:

Es en este contexto cuando surge el término de “Diplomacia del clima de la UE” como una seña de identidad de Europa, nuestra hoja de ruta hacia un modelo que “ponga el énfasis en una política nacional, proteger la biodiversidad, luchar contra el cambio climático ya que sólo cuando se adopten políticas nacionales podrán alcanzarse los objetivos”.

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La académica plantea que “exportar su modelo regulatorio es exportar el multilateralismo de Naciones Unidas, pero también requiere superar aquellos elementos que han probado ser ineficientes”. En esta línea explica la perdida de influencia de la UE ya que “la Unión Europea ya no es la principal causante del problema, por lo que sufre una pérdida de relevancia”. En esta línea apuesta por liderar la diplomacia climática a través de otros instrumentos “más allá de los que tenía”.

De esta forma afirma que Europa “tiene que entrar en el G20 y en el G7 a pesar del débil poder que se le ha atribuido (…)  El Reino Unido copia nuestro modelo de regulación eso es una victoria moral de la UE y una victoria normativa”.

Para concluir, Fajardo ha concluido expresando que en esta nueva trayectoria que se dispone a ejecutar la Unión Europea “espero que la coherencia no nos abandone”. 
 

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