Todo el dolor del mundo

Antonio REGALADO/Bahía de Itaca

He leído esta crónica de muerte y solidaridad de un trago. Un trago amargo porque reverdece una tragedia colectiva que nos afectó a todos directamente. La mayor parte de mi familia (mis abuelos, mi madre, mis tíos) es de San Muñoz. Teresa, la hija de mi prima carnal Adelfa, iba en el autobús aquella mañana de diciembre. Murió. Su hermano, Miguel, herido de gravedad, sobrevivió. Yo acompañé a sus padres en el Hospital Clínico; aún puedo ver a lo lejos, al otro lado del cristal de la UCI, su cabeza vendada de blanco porque en el accidente perdió parte del cráneo. La intervención fue un milagro gracias a su coraza de titanio.

Todo el dolor del mundo le pertenece a mi prima desde entonces; su historia personal es la de un sufrimiento permanente, desde la muerte prematura de su madre hasta la pérdida de dos hermanos en la mitad de la vida... El primero de mayo de este año, su esposo falleció en el Hospital Provincial tras casi siete años de vida vegetativa. ¿Por qué los dieses se vengan siempre con las buenas personas?

Reconstrucción fidedigna

Si Dios estaba de vacaciones aquel 21 de diciembre de 1978, a la familia Sánchez-Rodriguez, les abandonó el destino y la esperanza aquel primer jueves de invierno. También la fe se resquebrajó por el infortunio. Pero nunca han perdido la dignificad y la lucha. Cuento esta vivencia de tanto dolor acumulado en primera persona porque explica lo que sucedió a las dos decenas de familias humildes castigadas sin piedad en La Sagrada, Carrascalejo de Huebra, San Muñoz, Muñoz y Ardonsillero. Familias rotas y pueblos destrozados porque los lazos de sangre son comunes. Allí todos son como una gran familia.

Una deuda con los amigos

Nadie más adecuado para rememorar aquellos días de impotencia, sangre y luto que el periodista de Fuentes de San Esteban. Paco, con once años, cursaba estudios en el Colegio Publico Nuestra Señora de los Remedios, final del trayecto del autobús que nunca llegó. Cuatro compañeros de aula perdieron la vida y buena parte de los otros niños eran compañeros de recreo y de travesuras. Parece lógico que un acontecimiento de esta magnitud sea como una pesada losa del pasado hasta que un día, treinta artículos después rememorándolo la tragedia, surja la necesidad de escribir un libro, de recuperar todos los llantos y de dejar escrito una narración veraz de lo que sucedió. Aunque la herida del dolor siga abierta en toda la comarca, este texto escrito a lomos del 40 aniversario -20 + 20 años no son nada- da sentido a tanta ausencia, a tanto olvido. Es una deuda con los amigos que se fueron y con los que quedaron aquí. 

¡Que viene la máquina!

El periodista y el escritor, en plena madurez creativa, rehabilita con datos, nombres y apellidos, no solo los tres días de diciembre (accidente, hospitales y funerales) si no que, además, recrea una época de esfuerzo, de trabajo y de solidaridad. La forma cronológica de redactar el relato desde la Zona 0 (en el cruce de Muñoz) hasta la concurrencia de los padres tras conocer la trágica noticia, es un hallazgo literario que permite hilvanar todo el proceso sin perder la tensión de esas 72 horas vividas al límite en unos pueblos que siempre viven despaciadamente. 

El instante en el que los niños sienten que el tren los arrolla, -¡que viene la máquina!,  gritan desesperadamente, pasando por la movilización de todos los vecinos en apoyo de las familias doloridas, son contadas magistralmente por el narrador Cañamero, mientras  la fuerza del destino nos traslada hasta la antesala del infierno. A las 9:40 de aquel jueves 21 de diciembre, el mundo se paró en todo el Campo Charro.  Nunca pudo acumularse tanto mal en tan poco tiempo

No sorprende la generosidad y la nobleza de las personas protagonistas porque los que somos de esa comarca las conocemos bien: la solidaridad y el altruismo forman parte de nuestro comportamiento; gentes laboriosas, labradoras, ganaderas... humildes, y orgullosas de su pasado atados a la tierra. Y luego, las paradojas de la vida se encadenan sin saber por qué. Estremece cómo salva la vida el joven José María Velasco, por hacer novillosel día de la matanza en Muñoz y cómo la muerte sale al encuentro de Eutilio Benito, agricultor y ganadero que subió al autobús de la muerte en La Sagrada para recoger su coche en Fuentes y que pereció junto a los otros 30 niños.

Toda una época

Paco Cañamero con treinta libros en su mochila y miles de reportajes y artículos en la prensa salmantina retrata fielmente en “Aquella mañana de diciembre...” toda una época. Los cafés, los carajillos, los coches de entonces, los apodos, los magos del balón, los programas preferidos de TVE... reverdecen un pasado bien distinto al actual, aunque el dolor no se haya extinguido. 

Los diálogos transmiten una fuerza adicional a toda la obra que puede visualizarse como si se tratara de un Reportaje para Informe Semanal. La tristeza la comparte toda España.  El epicentro de la tragedia se vive intensamente en los Palacios de la Zarzuela, de La Moncloa y en el Gobierno Civil de la Provincia. La presencia de la Reina doña Sofíaen el Hospital confortando a los padres -huérfanos de sus hijos muertos y heridos-, constituyó un gran alivio entre tanto dolor colectivo: los telegramas de la Casa Real, del presidente Adolfo Suárezy del Papa Juan Pablo II leyeron con respeto y en silencio en las parroquias durante las exequias de cuerpo presente. Demasiadas lágrimas y oraciones para detener tan injusta tragedia. El presidente de la entonces Junta Preautonómica de Castilla y León, Juan Manuel Reol Tejada, me comentaba poco antes de que un cáncer le ganara la última partida de ajedrez: “Ha sido la experiencia más dolorosa de mi vida”.

Sentimientos a flor de piel

En el prólogo al libro del entonces gobernador de Salamanca Jaime Royo-Villanova, confiesa que aquel 21 de diciembre cambió su vida hasta el punto de que “llegada mi muerte, mis cenizas sean enterradas en La Sagrada, si los vecinos me aceptan”.  Es un testimonio sincero, arrancado del alma con el que desea justificar que aquella circunstancia cqmbió su vida entera.

Al releer los capítulos descubro que muchos de esos nombres propios y esos escenarios me son conocidos, en especial, los de mi pueblo, Aldehuela de la Bóveda: Alipio, el de El Mesón, Jesús, el del Comercio de toda la vida; ahí sigue despachando mientras frisa los 90, y a Ángel Gaspar,el del camión, gran vecino y sin embargo amigo. Pero conozco muy bien El Cruce, Vegallana, Campocharro y la trayectoria de los Hermosos Martin, cuyos autobuses nos llevaban desde Salamanca a aaEl Ferral (León), en tiempos de la mili... Ejemplar el comportamiento de la Guardia Civil, de los bomberos, de todo el personal hospitalario salmantino, de los ciudadanos que acababa de estrenar Constitución y de los docentes de toda la Comarca.

El autor reconoce que sin la generosidad de los testimonios de los protagonistas el libro no hubiera sido posible. Pero hay que ser un gran periodista para arrancar esos testimonios a los afectados. Mucho mérito y valentía para escribir esta crónica imprescindible.

Estremece, una vez cerrada esta historia, la carta de una superviviente que vive lejos de la tierra. Da las gracias a un anónimo conductor que la llevó en su propio coche hasta el Ambulatorio.  Y le dio la vida. Porque esta historia está contada por protagonistas directos que aparecen a lo largo de las 204 páginas y de otros muchos hombres y mujeres anónimos que prefieren seguir legítimamente atados en sus silencios. 

Paco Cañamero se redime de su pasado con este libro-documentó que nos obliga a olvidar y a olvidarnos de la mañana más triste de nuestra Historia. Y aunque el sol ha vuelto a salir en nuestra tierra - reconoce que la herida no se ha cerrado del todo. La investigación exhaustiva del autor responda 

también a una pregunta necesaria: ¿Qué fue de...? de los 65 supervivientes. Todos han rehecho sus vidas... porque la vida lo es todo.

Crítica literaria

Este docudrama está escrito con pasión, con claridad, con talento y con convicción. Es la recreación de 30 muertes demasiado jóvenes el primer día de invierno, muertes violentas inesperadas e inexplicables, en el corazón del Campo Charro, tierra de encinas nobles y de gente honrada.  

“Aquella mañana... “era una asignatura pendiente para todos nosotros que Paco Cañamero ha aprobado con sobresaliente. Me amparo en sus últimas líneas que dan sentido al realismo y verosimilitud de un relato que se lee como una novela de Truman Capote“con emoción -escribe el periodista- rubricó estas últimas líneas de un libro escrito con la tinta del sentimiento en ocasiones humedecidos por las lágrimas, de quien entonces era un niño del colegio que perdió a varios amigos, una obra que jamás hasta ahora me atreví a escribir.” 

Coincido con el autor en que algún día volverá a salir el sol en medio de la infinita pena que planea todavía sobre las heridas que han dejado una cicatriz eterna. No exagero si les recomiendo “Aquella mañana de diciembre”, como el gran compañero de viaje para este verano impenitente.

Título: Aquella mañana de diciembre...

Autor: Paco Cañamero

Editorial: Imprenta Kadmos.Salamanca, 2019

Precio: 19 Euros