Primera exposición antológica de la gran pintora surrealista inglesa, compañera de Max Ernst y muy ligada al mundo hispánico a través de México

Triunfal retorno póstumo a España de Leonora Carrington

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“Memorias de abajo” es el relato que Leonora Carrington (Clayton-le-Woods, Lancashire, 1917-Ciudad de México, 2011) realiza de su paso por el hospital psiquiátrico del doctor Morales, en Santander. Allí fue internada después de sufrir varias crisis nerviosas tras huir de la Provenza francesa en 1940 ante el avance incontenible de las tropas alemanas y la detención de su compañero, Max Ernst, el hombre cuyo arte la fascinó hasta el punto de romper con su burguesa familia inglesa por unirse a él y a su destino.

Leonora falleció en 2011 a la edad de 94 años. Ahora, vuelve a España en una extraordinaria exposición en la Fundación Mapfre de Madrid, en donde exhibe nada menos que 188 obras, entre pinturas, dibujos, fotografías, esculturas, tapices y documentos diversos, tras lo que se adivina el ímprobo pero eficaz trabajo de los comisarios de la muestra, Tere Arcq y Carlos Martin. Como afirma este último, “Leonora nació antes de su tiempo, lo que tal y como ocurre a todos los que se adelantan, solo encuentran la gloria póstumamente”.

La peripecia de la II Guerra Mundial, la detención de su compañero Max Ernst por los nazis y su huida a España, deparan a Leonora la oportunidad de visitar el Museo del Prado y confirmar en él su amor por la pintura italiana florentina, pero sobre todo descubrir y contemplar las obras de el Bosco, Brueghel el Viejo o Patinir, que tanto le impactan y que son determinantes en su obra posterior. Es por ello por lo que en su obra es frecuente encontrar en sus lienzos pequeños seres híbridos que recuerdan a los del “Jardín de las delicias” del Bosco, así como fondos con paisajes extraños y poblados por elementos que parecen haber sido extraídos de los sueños.

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Hay también en la muestra ejemplos de la Leonora escritora, que desde muy pequeña mostró estar atraída por los cuentos, fascinación que se intensificó a partir de su encuentro con Max Ernst y el resto de los surrealistas. Lewis Carroll y los hermanos Grimm estuvieron siempre presentes en sus escritos, en donde plasmó los temas que le interesaron especialmente: la alquimia, la cábala, los mitos ancestrales y la dislocación de la relación espacio-tiempo, elementos todos ellos que se encuentran en su producción artística. Así, en su producción aparecen seres híbridos, hadas y brujas poderosas, los animales hablan y los humanos se convierten en animales.

Carrington también se autorretrata frecuentemente a través de otros personajes o animales que hacen las veces de la propia artista. Sus alter ego –“el otro yo”- suelen ser hienas, árboles o caballos, pero también diosas -como la Diosa Blanca- o hilanderas y tejedoras que representan en ocasiones por medio de la rueca, alusiones evidentes al poder femenino. El hilado se asocia con la condición femenina, mujeres sabias, brujas, etc. En este sentido la propia artista se dedica durante años a la elaboración de tapices, en colaboración con la familia Rosales, afamados tejedores mexicanos.

Precisamente, Carrington se siente especialmente fascinada por las prácticas y rituales de hechicería que forman parte de la vida cotidiana mexicana. Tenía 25 años cuando llegó por primera vez a México, un lugar en donde para  ella todo era nuevo: los rituales en torno a la muerte, así como las creencias en animales guardianes y entes protectores que le resuenan en su interior con los mitos y tradiciones celtas que había absorbido en su infancia.  Bienvenida de nuevo a España, aunque sea tanto tiempo después de aquella experiencia única que propiciara la amargura de aquellos tiempos oscuros del totalitarismo.  

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