Turquía reconoce que su presencia en la nación norteafricana ha provocado “un cambio en los equilibrios del país”

Trump y Macron muestran su preocupación “por el empeoramiento de la injerencia extranjera” en Libia

AFP/BERTRAND GUAY - El presidente francés Emmanuel Macron y el presidente estadounidense Donald Trump, durante una conferencia de prensa, en el tercer día de la Cumbre anual del G7, el 26 de agosto de 2019

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump y su homólogo francés, Emmanuel Macron, han mantenido una conversación telefónica este miércoles, en la cual han mostrado “su preocupación por el empeoramiento de la injerencia extranjera” y han coincidido “en la urgente necesidad de una desescalada”, según ha explicado el portavoz de la Casa Blanca, Judd Deere a través de la red social Twitter. Durante esta reunión, Trump y Macron han analizado los progresos en la reapertura de Estados Unidos y Francia, así como las economías mundiales que se han visto afectadas por las medidas aplicadas para reducir el impacto del coronavirus. El mandatario estadounidense ha expresado su intención de convocar cuanto antes una cumbre del G7. 

En esta misma red social, Trump anunció que le gustaría celebrar este encuentro el próximo mes con la presencia física de todos los líderes en Camp David. A lo largo de esta conversación telefónica, los dos dirigentes también examinaron importantes cuestiones regionales y bilaterales. Macron, por su parte, ha asegurado que “está dispuesto a ir a Camp David en junio si las condiciones de salud lo permiten”. 

El ministro de Defensa de Turquía, Hulusi Akar, ha reconocido también este miércoles que la intervención militar de su país en Libia ha provocado “un cambio en los equilibrios del país”. Asimismo, durante esta rueda de prensa ha admitido la entrega de apoyo militar, por parte de Ankara, al Gobierno de Unidad Nacional, con sede en Trípoli y reconocido por la comunidad internacional. “El equilibrio ha cambiado de forma significativa después de que las Fuerzas Armadas turcas empezaran sus trabajos de entrenamiento y asesoría”, ha manifestado.

Las autoridades del este lideradas por el mariscal de campo Haftar han tenido que hacer frente a una serie de retos durante los últimos días, como la pérdida de una importante base aérea al suroeste de la capital. Mientras Ankara reconoce su presencia en la nación norteafricana, el régimen liderado por Recep Tayyip Erdogan continua con su estrategia y envía un nuevo contingente de al menos 120 mercenarios sirios a los campos de entrenamiento localizados al sur de Turquía, tal y como indicó a principios de esta semana el Observatorio Sirio de Derechos Humanos. 

Tras la caída del dictador Muamar Gadafi, el caos y la inseguridad han conquistado hasta el último rincón de este país. Libia es una nación dividida entre las zonas controladas por el internacionalmente reconocido Gobierno de Acuerdo Nacional, por un lado, y el territorio controlado por las autoridades del este, leales a las milicias de Haftar. El Ejército Nacional Libio cuenta con el apoyo de Emiratos Árabes Unidos, Egipto y Rusia, mientras que Sarraj está respaldado por Turquía y Qatar. La presencia de Turquía en la región se ha intensificado en los últimos meses, con la llegada de al menos 8.950 mercenarios, la mayoría de ellos de procedencia siria. 

La representante especial del secretario general de la ONU en Libia, Stephanie Williams, ha advertido de que el recrudecimiento de los combates en Libia amenaza con empeorar una situación ya de por sí volátil. “Justo cuando pensamos que se ha tocado fondo en Libia, de alguna manera nos las arreglamos para alcanzar nuevas dimensiones de violencia, desamparo e impunidad”, ha lamentado. 

Un nuevo punto de inflexión

“Tras analizar la carnicería provocada por casi 15 meses de violencia incesante en Libia, creo que hemos llegado a otro punto de inflexión en el conflicto”, ha aseverado. La llegada masiva de armamento y de mercenarios “nos hace llegar a la conclusión de que esta guerra se intensificará y tendrá consecuencias devastadoras para el pueblo libio”, ha recalcado insistiendo en que a medida que la intervención extranjera aumenta, la voz de los propios libios queda relegada a un segundo plano. 

En este mismo comunicado oficial, Williams ha denunciado los constantes ataques selectivos contra civiles e infraestructuras y las más de 850 violaciones al acuerdo de cese de hostilidades que se han producido en los últimos meses. “Mientras que la gente de todo el mundo se está ajustando a la nueva normalidad de vivir con una pandemia mundial, millones de libios -sobre todo los más de dos millones de residentes de Trípoli- viven aterrados, bajo un bombardeo casi constante, sufriendo frecuentes cortes de agua y electricidad. Además, su situación se ve agravada por la restricción de movimientos como resultado de las medidas preventivas de la COVID-19”, ha resaltado. 

“Nuestra misión sigue siendo ayudar a los libios a reconstruir un Estado lo suficientemente fuerte como para contener pacíficamente las diferencias políticas”, ha afirmado. Por ello, Naciones Unidas tiene el objetivo de lograr que los dirigentes políticos y militares de Libia asuman sus responsabilidades y se comprometan a un alto el fuego definitivo. “Debemos permitir que los libios responsables escriban su propio futuro”, ha dicho antes de instar al Consejo a ejercer una presión constante sobre los agentes regionales e internacionales que alimentan el conflicto. “Podemos escribir colectivamente un final diferente para esta triste historia, pero solo si demostramos una voluntad colectiva de hacerlo”, ha concluido. 

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