Se buscan reformas para paliar la complicada situación nacional, pero no hay claridad sobre la aplicación y el efecto de estas medidas y esto genera malestar en la población

Túnez: atasco económico, desabastecimiento y descontento popular

REUTERS/JIHED ABIDELLAOUI - Túnez está sumido en una profunda recesión, el aumento de los precios y la pérdida de puestos de trabajo han perjudicado a familias que ya tenían problemas antes de la pandemia de coronavirus

Túnez enfrenta una preocupante crisis financiera y problemas de falta de productos básicos. 

El país tunecino lleva años atravesando problemas económicos que afectan seriamente al país. La inflación que afecta a la nación es grave, hay desabastecimiento de diversos productos básicos, el desempleo azota a la población, sobre todo a los jóvenes, y todo ello está generando un importante malestar en la ciudadanía que ha protagonizado ya numerosas protestas locales en determinadas zonas que pueden llegar a generalizarse y tomar un mayor volumen a nivel nacional. 

Según diversos analistas, hay temor en los círculos políticos tunecinos a que los problemas financieros nacionales, la falta de recursos y el alza de precios en diversos productos desemboque en protestas mayores que las que se están desarrollando más localmente en la actualidad, como señalaron diversos medios como Al-Arab. 

Túnez, que se enfrenta a su peor crisis financiera en años, busca un nuevo préstamo del Fondo Monetario Internacional (FMI) para evitar el colapso de las finanzas públicas. El FMI ya dictó en épocas pasadas una serie de reformas para la nación norteafricana que diversos Gobiernos nacionales han ido aplazando hasta la actualidad generando una situación complicada en el tejido económico nacional. Precisamente, estas reformas planteadas por el FMI iban encaminadas a desatascar la situación económica tunecina. 

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Las cifras oficiales indican que en el país norteafricano un tercio de la población es pobre, es decir, más de cuatro millones de tunecinos viven ya en la pobreza o se encuentran en el umbral de esta. Además, en 2022, los datos de desempleo llegaron a superar el 16% y el de la inflación se sitúa en el 8,6%, según estadísticas recientes. 

Túnez terminó el mes de agosto con una tasa de inflación del 8,6%, un 0,4% más que en julio. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística, este auge tuvo que ver con el aumento de precios de los alimentos y las bebidas. El valor de la carne de ave subió un 9,4%, mientras que la carne de res lo hizo un 1,6%; por otro lado, el precio de los huevos se elevó un 2,8% y el del pescado un 1,8%. Asimismo, al igual que muchos países de la región, debido al contexto internacional marcado por la guerra de Ucrania, Túnez ha experimentado un incremento en el precio de los productos derivados de los cereales. La inflación afecta también a los precios de los muebles, equipos y servicios del hogar, que pasaron de subir un 10,6% a un 11,3% en agosto, y al valor de los materiales y servicios educativos, que pasaron de un 9,8% al 10%. Otros productos no se ven tan afectados, incluso con bajada de precios, pero los más básicos, sobre todo relacionados con la alimentación están llegando a unas cotas que complican su adquisición por parte de gran parte de la población tunecina. 

El poder en Túnez, encabezado por el presidente de la nación, Kais Saied, se enfrenta a un gran desafío después de haber asumido este en persona el control de la nación tras suspender la actividad parlamentaria en julio de 2021 y comenzar a gobernar por decreto, todo ello después de que los pasados Ejecutivos fallasen en sus cometidos y acabasen cediendo ante la incapacidad para gobernar el país y las acusaciones recibidas por supuesta corrupción. Incluso aquellos ciudadanos que apoyaron al presidente Saied tras su concentración de poder se quejan de la situación económica actual y de la incapacidad del Ejecutivo para hacer frente al alza de precios.

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El presidente Kais Saied planteó una serie de medidas encaminadas a arreglar la difícil situación económica del país. El máximo dirigente tunecino apostó por elevar el nivel de vida de los ciudadanos para ayudar a los más desfavorecidos, que tienen dificultades para acceder a determinados servicios básicos en sanidad, educación y transporte durante los últimos años, mediante la reforma de varios sectores a través de subvenciones.

Varios observadores internacionales han señalado que Túnez posee potencial para aplicar determinadas medidas que pongan fin a la recesión económica. Pero, para promocionar una mayor equidad social y económica, el Gobierno debe fomentar más la inversión y las subvenciones y las opciones que puedan generar mayor empleo. Fawzi bin Abdulrahman, economista y exministro de Formación Profesional y Empleo, señaló a Al-Arab que “aumentar los subsidios es el paso que se debe dar, y sus efectos serán positivos en el balance, ante la presencia de prácticas corruptas en el sistema”.

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Varios sectores muestran su malestar con protestas y exigen al Gobierno dirigido por la primera ministra Najla Bouden, designada por Kais Saied, que inyecte más dinero para poder controlar precios y facilitar el acceso a productos y servicios básicos, algo que es muy complicado debido a la crisis financiera del país, la devaluación del dinar tunecino y al aumento de precios y crisis generalizada ligada a la invasión rusa de Ucrania, que ha conducido a un aumento del precio de recursos energéticos y de varias materias primas y productos. La asfixiante crisis local y global es palpable y afecta seriamente al país norteafricano. 

El aumento o reducción de subsidios puede afectar en gran medida a los pobres y las determinaciones que tome el Gobierno pueden ser decisivas y pueden conducir o no a unas protestas más fuertes en la calle. 

Según Al-Arab, diversos observadores dudan sobre el destino de gran parte de los fondos asignados por el FMI para paliar la situación económica tunecina. Señalan que esta cuestión podría enfrentar al pueblo con el Gobierno, teniendo en cuenta que diferentes informes apuntan a que el 80% de las asignaciones no llegarían a los más necesitados. Estos expertos creen que el Ejecutivo debería ser sincero respecto a las reformas exigidas por el FMI y explicarlas a la gente para que puedan apreciar qué beneficios traerán en un futuro. 

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El momento ahora es complicado para el Gobierno de Najla Bouden de cara a implementar las reformas. Túnez, que se enfrenta a su peor crisis financiera, busca que el anhelado préstamo del Fondo Monetario Internacional evite el colapso de las finanzas públicas.

En este sentido, la agencia de calificación de riesgo Fitch Ratings señaló recientemente que hay posibilidades de que Túnez obtenga un nuevo crédito con el FMI, que sería el tercero de los últimos diez años, después de que el Gobierno y la central sindical UGTT pactaran subidas salariales en el sector público tras meses de discrepancias. 

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"Túnez continuará beneficiándose de un apoyo internacional y podrá concluir un acuerdo con el FMI en el segundo semestre de 2022, desbloqueando la financiación adicional de los acreedores oficiales en noviembre-diciembre", señaló la agencia en una nota. 

Sin embargo, Fitch Ratings mostró preocupación por la tardanza en cerrar un crédito y aplicar las reformas exigidas, lo que provocaría un deterioro de la sostenibilidad de la deuda que podría llevar al FMI a exigir la reestructuración de esta ya que "las señales de que un incumplimiento se está volviendo más probable podrían terminar en una rebaja de la calificación 'CCC'".

El Ejecutivo de Najla Bouden acordó una subida salarial del 3,5% para funcionarios y empleados de empresas públicas entre 2023 y 2025 y un alza del 5% en el salario mínimo interprofesional, fijado en 400 dinares (cerca de 125 euros), a partir del próximo mes de octubre.

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Túnez esperaba así obtener un préstamo valorado en 3.600 millones de euros que posibilitaría hacer frente a una deuda pública récord, agravada por la pandemia y la crisis de suministro de productos básicos como los cereales. 

Aunque el escenario es complicado actualmente para emprender determinadas reformas. Este mes, el Gobierno aumentó el precio del gas para cocinar en un 14% por primera vez en 12 años y también elevó los precios de los combustibles por cuarta vez este año como parte de un plan para reducir los subsidios a la energía, una importante directriz exigida por el FMI.

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Protestas de la población

La tensión nacional es importante. Numerosos manifestantes salieron a la calle en las zonas más deprimidas de la capital de Túnez en las últimas fechas para protestar contra la pobreza, los altos precios y la desaparición de productos alimenticios de las tiendas, en una escalada de presión sobre las autoridades de Túnez en un momento en que el país se enfrenta a una grave crisis económica y política.

Diversos manifestantes protagonizaron disturbios como muestra de la impotencia existente ante el aumento de precios y la ausencia de acciones concretas del presidente Kais Saied.

En las últimas protestas se corearon lemas como "ocupen la libertad, la dignidad nacional", "vergüenza, vergüenza, los precios han encendido el fuego" o "¿dónde está el azúcar?"

 

La ciudadanía está preocupada porque la escasez de alimentos en Túnez va en aumento, con estantes vacíos en supermercados y escenas de tunecinos a la búsqueda de azúcar, leche, mantequilla, arroz y aceite.

Túnez, al igual que otros países, está sufriendo una grave crisis económica acentuada por las consecuencias de la pandemia del coronavirus, así como por el alto coste de la energía y otros bienes básicos a consecuencia de la guerra en Ucrania.

La invasión rusa del territorio ucraniano agrava la situación alimentaria porque Túnez importaba de Ucrania y Rusia la mitad del consumo de cereales, lo que se suma a la imponente inflación que se padece y al paro juvenil disparado. Se ha establecido un racionamiento de los productos básicos que se implantó desde el mes de marzo ante la falta de abastecimiento y esto no hace más que acrecentar las protestas. 

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Medidas para contener los altos precios

El presidente Kais Saied señaló al suministro de alimentos como un asunto sobre el que poner el foco de atención en un momento en el que los alimentos más básicos, como el pan, escasean en las tiendas, todo ello tras las mencionadas protestas populares contra la falta de productos y la escalada de precios. 

Kais Saied hizo también un llamamiento al Gobierno de Najla Bouden para imponer restricciones a las importaciones de artículos de lujo para reducir el déficit de la balanza comercial con varios países, destacando la necesidad de asegurar el suministro de bienes para los mercados y haciendo frente a los monopolios y abusos existentes. También se preguntaba cómo se puede permitir que haya ausencia de productos de primera necesidad y alimentos básicos, mientras en otras esferas se cuenta con el suministro de alimentos especiales para animales domésticos o se importan cosméticos de firmas extranjeras, como explicó el propio presidente en un comunicado emitido por la Presidencia tunecina. 

El mensaje iba encaminado a que haya una mayor equidad y responsabilidad compartida ante la grave crisis económica. "Si hay dificultades y todo el mundo está presenciando dificultades en varios sectores, entonces todo el conjunto de la nación debe soportar estas condiciones sobre la base de la justicia social", señaló el comunicado. "El deber nacional exige que cada parte sienta sus responsabilidades y que las carguemos como ciudadanos que se sienten parte de la patria y se haga todo lo posible por superar estas crisis", añadió el comunicado. 

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Túnez debe generar riqueza para mejorar la situación de sus ciudadanos y sus condiciones de vida. “Los grupos marginados constituyen casi dos tercios de los tunecinos, que son capaces de dar forma al panorama político en el país en los próximos meses y años, ya sea votando o cambiando al otro lado de la calle, y si el Gobierno y el presidente quieren permanecer en el poder, solo deberían cambiar la realidad de estos grupos para mejor o al menos tranquilizarlos proporcionando signos de cambio, que esperamos que sea muy pronto, especialmente porque el factor tiempo está asediando al Gobierno y al presidente”, como señaló el activista Hatem al-Meliki. 

La situación tras la pandemia de la COVID-19, unida al alza de precios de la energía y los cereales por la guerra, podría provocar importantes oleadas de protestas en los países más afectados. Tal y como señaló Kamal Alam, analista del Atlantic Council, al medio CNBC: “La inflación y la economía, más que la libertad política, son clave”. “La primera y principal razón de los disturbios en el mundo árabe es siempre la falta de movilidad económica”, agregó. 

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