El Parlamento turco da luz verde a los planes expansionistas de Erdoğan y prolongará su despliegue en el continente

Turquía extiende su presencia militar en África

photo_camera PHOTO/REUTERS - El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, durante una conferencia de prensa en Estambul

La Asamblea Nacional de Turquía aprobó el martes un memorando remitido por el presidente Recep Tayyip Erdoğan para extender por un año la presencia de tropas turcas en Malí y República Centroafricana, enviadas en el marco de las misiones de paz de la ONU. En el documento, la Presidencia sostiene que es Naciones Unidas quien determina en última instancia el despliegue militar y quien marca las líneas de su acción exterior, una versión alejada de la realidad. Y es que Ankara maneja desde hace tiempo su propia hoja de ruta.

La mayoría holgada que integran en la Cámara los islamistas del AKP y la extrema derecha de Acción Nacionalista votó en favor del ‘Proyecto de ley de Malí y la República Centroafricana’, la iniciativa presentada por la Presidencia al Parlamento. Entre los puntos del memorando se incluía, además, una cláusula que otorga plenos poderes a Erdoğan para decidir el número de efectivos y la fecha en que estos serían enviados al continente. Una baza a su favor que deberá ser tenida en cuenta.

“Se ha evaluado que la contribución militar de nuestro país a la resolución de crisis humanitarias y políticas que representan una amenaza para la estabilidad regional y la paz en África constituirá una extensión natural de nuestra política exterior activa en la región y en el continente africano en general”, aduce el documento. Unas prerrogativas enmarcadas ‘a priori’ en las campañas MINUSMA Y MINUSCA de Naciones Unidas, destinadas a preservar la paz en dos zonas del continente, el Sahel y África Central, devastadas por los conflictos.

Turquía base militar Somalia

Esta licencia parlamentaria rema a favor de las aspiraciones geoestratégicas del presidente Erdoğan en un contexto en que Turquía no sólo mantiene tropas en estos países, también en Somalia y Libia, donde prolonga la fractura política y obstruye la transición democrática. En este sentido, el líder islamista ha tratado a toda costa de estrechar sus relaciones bilaterales con varios países africanos.

El miércoles, Erdoğan concluyó una gira diplomática que le mantuvo cuatro días en África. El presidente turco visitó Angola, Nigeria y Togo como parte de una campaña exterior destinada a reforzar sus relaciones bilaterales y comerciales en el continente. Un continente para el que Turquía se ha convertido ya en uno de los principales socios comerciales. Tanto es así que el presidente Erdoğan viajó acompañado de su ministro de Comercio, Mehmet Muş.

Muş puso de relieve el crecimiento exponencial de las relaciones económicas entre Turquía y África desde principios de siglo. El volumen comercial pasó de 5,4 millones de dólares en 2003 a 25,3 durante el último curso. Unos números que han fortalecido el vínculo diplomático y es que en 2002 había 12 embajadas turcas en África, hoy son 43. Pero no es suficiente.

Durante la visita, el mandatario discutió con sus homólogos temas como la cooperación industrial, el intercambio de información y probables ventas de armamento militar. De hacerlo, no sería la primera vez que Turquía riega con armas a un país africano. Ya lo hizo en el pasado con Tanzania, Sudán, Uganda, Benín o Costa de Marfil. Aunque el caso más destacado es el de Libia, donde Turquía respaldó al Gobierno occidental de Fayez al-Sarraj con armas y mercenarios exportados de Siria.

Mapa África Turquía
Hegemonía regional

El sombrío historial de Occidente en África representa una oportunidad de oro para Ankara, sin pasado colonial, que puede hacer valer su condición de aliado. Para ello, Turquía cuenta con arraigados vínculos culturales y religiosos en el continente, y con una postura crítica con la injerencia occidental. Las misiones humanitarias y la diplomacia se suman a los acuerdos comerciales. Pero el eje del plan pasa por fomentar las populares series de televisión turcas, que ejercen un inusitado poder de atracción hacia Turquía.

Con sus últimos movimientos, Erdoğan trataría de ocupar el vacío de poder dejado por Francia en el Sahel tras la sintomática reducción de las tropas desplegadas en la región en la conocida como Operación Barkhane. Después del golpe de Estado que derrocó en 2020 al presidente maliense Ibrahim Boubacar Keita, el ministro turco de Asuntos Exteriores, Mevlüt Çavuşoğlu, fue el primer representante extranjero en visitar el país y reunirse con el coronel Assimi Goita, quien encabazó la asonada y ocupó desde entonces el poder.

Esta acción levantó revuelo en París. Francia, quien ha sido hasta la fecha la potencia occidental más influyente en el Sahel, vigila de cerca los pasos del líder turco. Una figura con quien el presidente galo, Emmanuel Macron, compartió una sonada polémica. No obstante, Turquía, a diferencia de China y la Unión Europea, aún está lejos de erigirse como un actor clave en la región. Y también en el resto del continente.

Más en Política