Turquía y Siria: acercamiento ante la sombra alargada de Irán

La República Islámica ante la aproximación de Damasco y Ankara.

Turquía y Siria mantuvieron a finales de 2022 su primera reunión a nivel gubernamental desde 2011, año en el que comenzó la guerra civil siria. Los ministros de Defensa turco y sirio, Hulusi Akar y Ali Mahmoud Abas respectivamente, se dieron cita en Moscú con su homólogo ruso Sergei Shoigu, lo que supuso un hito en las relaciones bilaterales turco-sirias. 

Los responsables de Defensa de las tres naciones hablaron en profundidad sobre el problema de los refugiados y sobre la lucha contra el terrorismo, todo ello con el objetivo de estabilizar Siria, devastado por la guerra civil que asola el país desde hace 12 años y que enfrenta al Gobierno de Bachar al-Asad con el sector opositor, al que el régimen acusa de auspiciar elementos terroristas yihadistas, localizados en el último bastión de Idlib. 

En los últimos tiempos, la oposición siria ha venido recibiendo el apoyo de Estados mayoritariamente suníes como Arabia Saudí, Qatar y Turquía, y se nutre de combatientes suníes de todo el mundo. En cambio, el régimen sirio recibe el soporte de la República Islámica de Irán, estandarte de la rama chií del islam, y de grupos armados chiíes, además del sustento militar otorgado por la Rusia de Vladimir Putin, gran aliado de Al-Asad. Una situación que genera inestabilidad y que requiere de unos difíciles equilibrios para no empeorar el escenario sirio. 

Turquía ocupó a finales de 2019 una franja en el norte de Siria, en la zona fronteriza con el territorio propio, con el pretexto de perseguir a elementos kurdos, a los que acusa de actos terroristas en el sur del país euroasiático, y, desde un primer momento, se opuso al régimen sirio, que recibe el apoyo expreso de Rusia, enfocado en estabilizar al Gobierno de Al-Asad, con el objetivo declarado de acabar con el último bastión rebelde de Idlib, señalado por albergar a elementos terroristas yihadistas. 

En los últimos meses, el país turco dio un giro en sus intenciones y cambió su actitud hacia la opción de retomar contactos políticos con el Gobierno sirio de cara a su campaña militar sobre el terreno contra los kurdos, a los que tilda de terroristas. Unos grupos kurdos encuadrados en las Unidades de Protección del Pueblo (YPG) que desde 2019 mantienen una alianza militar con el régimen sirio y que se han distinguido siempre por su lucha contra los extremistas radicales, a los que persigue también el régimen. Mientras, Damasco califica de terroristas a diversos grupos armados opositores que luchan contra el Ejecutivo de Al-Asad, algunos de los cuales cuentan con el apoyo de Ankara. 

Turquía aprovechó la marcha de Estados Unidos de Siria para ocupar la zona referida. La salida decretada por el Gobierno norteamericano fue duramente criticada porque significaba abandonar a su suerte a los kurdo-sirios de la zona que fueron muy importantes para el gigante norteamericano de cara a derrotar al grupo terrorista Daesh en Al-Baghouz en 2018. Precisamente, desde ese año 2018, Turquía persigue a los integrantes de las YPG a los que acusa de vínculos con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), considerado grupo terrorista por el Gobierno turco.

En 2011, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, trató de convencer a Bachar al-Asad de que cediera ante las pretensiones democráticas de los opositores, pero este se negó y la situación acabó en una ruptura diplomática en 2012. Posteriormente, el país euroasiático acabó siendo refugio de movimientos contrarios al régimen sirio, que se organizaron de forma oficial en el exilio bajo el amparo de varias naciones. 

Las YPG se engloban dentro de las Fuerzas Democráticas de Siria (FDS), opositoras al régimen de Bachar al-Asad, que libra desde 2011 la citada guerra contra los insurgentes situados en el reducto de Idlib, en el noroeste sirio, a los que se acusa de integrar elementos terroristas yihadistas. El Gobierno de Al-Asad recibe por su parte el citado apoyo de Irán y el de la Rusia de Vladimir Putin, que también ha protagonizado acciones militares y bombardeos sobre el reducto de Idlib. 

Cabe destacar que la zona del noroeste sirio padece una situación difícilmente sostenible en lo humanitario. De hecho, organizaciones como Médicos Sin Fronteras (MSF) instaron a la Organización de Naciones Unidas (ONU) a que renovase el suministro de ayuda al área y, finalmente, Naciones Unidas renovó recientemente por seis meses más el mecanismo transfronterizo que posibilita el servicio de ayuda humanitaria a los últimos bastiones rebeldes de esa zona del territorio sirio; una asistencia de la que depende la subsistencia de hasta cuatro millones de personas. La decisión de la ONU pudo salir adelante finalmente con el apoyo de los quince miembros del Consejo de Seguridad, incluida Rusia. Con la aprobación de esta resolución, la ayuda puede seguir entrando desde Turquía a la provincia siria de Idlib y a partes de la vecina Alepo sin pasar por las manos del Gobierno de Damasco, que no controla esos territorios.

Respecto a estos movimientos que acercan a Turquía y Siria, bajo la observancia de Rusia, llama la atención la ausencia fuera de los focos de la República Islámica de Irán. 

El régimen de los ayatolás ha sido señalado por diversos expertos en los últimos años por entrometerse en los asuntos internos de otros países a través de la actividad de grupos o milicias afines chiíes, como es el caso de Hizbulá en El Líbano, las Fuerzas de Movilización Popular en Irak, Liwa Fatemiyoun en Afganistán o los rebeldes hutíes en Yemen. Y, también, desarrolla una gran influencia en Siria, país gobernado por la tendencia chií.

El régimen de los ayatolás está fuera de estos contactos tripartitos, pero tiene intereses y ascendencia política sobre Damasco. Una influencia y presencia que no pueden ser ignoradas a la hora de poder influir en las nuevas directrices diplomáticas abiertas entre Turquía y Siria. Todo ello teniendo en cuenta que el poder en Siria e Irán representa actualmente a la vertiente chií del islam y Turquía a la suní; dos variantes de una misma religión que son divergentes y han protagonizado diversos choques durante años. 

El reciente acercamiento turco-sirio, las reuniones en Moscú y la ausencia de Teherán en este escenario plantean interrogantes sobre la visión de Irán respecto a esta aproximación, cuáles son sus intereses en el restablecimiento de las relaciones entre las dos partes y el alcance de su presencia en Siria. 

Diversas informaciones indican que no hay satisfacción iraní con las negociaciones entre Turquía y Siria en ausencia de Teherán, lo que ha causado divisiones internas en el propio país iraní entre la línea más dura del régimen de los ayatolás y la más reformista, como señaló el medio Al-Arab. 

“Irán siempre ha creído que la solución en Siria es política, y que Rusia, Siria y Turquía son conscientes del papel decisivo de Irán en la lucha contra el terrorismo en Siria y su apoyo al pueblo y al Gobierno de este país”, según señaló el Ministerio de Relaciones Exteriores de Irán. Desde la portavocía ministerial se indicó que estos países saben de la importancia del país persa en este momento. 

El experto en asuntos iraníes Hani Suleiman señaló al medio Al-Arab que Irán mira con recelo el desarrollo de las relaciones turco-sirias, ya que Teherán cree que esto puede afectar a su influencia dentro de Siria, especialmente desde que la presencia iraní en el país sirio se basó en la estrategia del miedo, la guerra, la confrontación y el enfrentamiento. Por lo tanto, la presencia de canales de acercamiento turco-sirios reduciría la naturaleza de la crisis que Irán favorece en Siria, especialmente después de que los enfrentamientos retrocedieran y la batalla se resolviera hasta cierto punto a favor del Gobierno de Damasco, que domina la situación general, salvo en el territorio de Idlib. Diversos expertos han venido criticando durante tiempo el factor desestabilizador que supone Irán en el entorno regional de Oriente Medio por su injerencia en los asuntos internos de otros Estados y Siria no escapa a esta cuestión. 

Aunque este acercamiento podría afectar la influencia iraní, especialmente distorsionando su poder dentro de Siria, al final el impacto del acercamiento turco-sirio en la presencia iraní será frágil, especialmente porque Irán es uno de los factores más importantes y uno de los grandes apoyos del Gobierno de Damasco y, por lo tanto, no es fácil comprometer seriamente la influencia iraní en la nación siria. 

Por otro lado, diversos analistas indican que Irán no impedirá ninguna apertura del Gobierno de Damasco, especialmente a Turquía, a pesar de que el país otomano apoya a la oposición siria. Como informó Al-Arab, Teherán está mostrando una gran flexibilidad en este contexto, porque sabe que su influencia en Siria es importante y no peligra. 

Turquía e Irán pueden tener proyectos diferentes para Siria, pero puede que ahora las diferencias sean menores, aunque con una confrontación clara entre las tesis chiíes y suníes que no es fácil de pasar por alto. 

Irán, Turquía y Rusia son países muy importantes para mantener la estabilidad en Siria porque pueden propiciar un equilibrio entre el Gobierno y la oposición que allane el camino a un entendimiento final. De hecho, desde 2017 los partidos de la oposición y el Gobierno sirios han venido manteniendo contactos para intentar llegar a acuerdos en diversos aspectos. El acercamiento sería importante ahora después de las divergencias que han existido en los últimos tiempos con cruces de acusaciones incluso, como los que lanzó en marzo de 2022 Irán acusando a Turquía de asistir a los terroristas en territorio sirio. 

Mientras, la estabilidad del régimen de Bachar al-Asad ha dependido en varias fases del soporte iraní, iniciado durante el estallido de la guerra civil siria. Teherán otorgó dinero y suministros militares a las fuerzas del Gobierno sirio con el objetivo de enfrentar a los insurgentes; con la participación de Moscú.

Otro dato para tener en cuenta son las buenas relaciones entre Turquía y Rusia en los últimos tiempos, lo que quedó demostrado con la mediación del Gobierno de Recep Tayyip Erdogan entre Rusia y Ucrania para alcanzar diversos acuerdos en torno a la guerra en territorio ucraniano, como los relativos al restablecimiento del comercio del trigo. Del mismo modo, Moscú ha podido ejercer de enlace entre Ankara y Damasco para acercar posturas entre ambas partes enfrentadas por intereses diferentes.

Un papel mediador que es más difícil de asumir por parte de la República Islámica de Irán, visto desde diversos puntos como un elemento desestabilizador en Oriente Medio. 

Por otro lado, un aspecto importante para Rusia e Irán también era la erradicación de presencia extranjera en Siria que no estuviese permitida por el propio Gobierno de Bachar al-Asad, como podía ser el caso de Estados Unidos, que decidió salir militarmente de la zona en 2019 por decisión del Gobierno de Donald Trump. Ahora, la presencia turca sobre el territorio sirio puede tomar otro cariz si sigue desarrollándose la reconciliación turco-siria que puede desembocar en la devolución a las autoridades sirias de las áreas que están bajo control otomano.

El nuevo acercamiento de Turquía y Siria, con el beneplácito de Rusia e Irán, puede ser un paso importante para estabilizar el país sirio, azotado por una cruenta guerra civil que ha provocado muchas pérdidas; en un escenario que demanda una solución rápida para que el país de Oriente Medio pueda resurgir de sus cenizas.