El 13 de diciembre de 2018, los negociadores de las partes en litigio en el Yemen alcanzaron un anhelado acuerdo con la mediación de Naciones Unidas en Suecia.

Un año después el Yemen se pregunta si Estocolmo mereció la pena

AFP/JONATHAN NACKSTRAND - El ministro de Relaciones Exteriores de Yemen Khaled al-Yamani (izq.) y el negociador de los hutíes Mohammed Abdelsalam (der.) estrechan la mano ante los ojos del Secretario General de las Naciones Unidas Antonio Guterres (centro), durante las consultas de paz que tuvieron lugar en Estocolmo, Suecia, el 13 de diciembre de 2018.

Un año después de que los yemeníes vieran un atisbo de esperanza al conflicto de su país cuando los rebeldes hutíes y el Gobierno yemení internacionalmente reconocido alcanzaron un acuerdo en Estocolmo, algunos se preguntan si ese pacto, reiteradamente vulnerado y aún muy precario, ha merecido la pena.

El 13 de diciembre de 2018, los negociadores de las partes en litigio en el Yemen alcanzaron un anhelado acuerdo con la mediación de Naciones Unidas en Suecia.

El pacto fue celebrado como un punto de partida hacia un camino de salida y un acuerdo entre el Gobierno del presidente yemení, Abdu Rabu Mansur Hadi (apoyado por, entre otros, Arabia Saudí), y los rebeldes chiíes hutíes (acusados por el gobierno de Yemen de estar apoyados por Irán), que controlan grandes partes del país, incluida la capital, Saná, desde 2014.

El acuerdo establecía la práctica desmilitarización del estratégico puerto de Al Hudeida, el principal del país, y su entrega junto a los de Al Salif y Ras Aissa a fuerzas de seguridad locales.

La comunidad internacional presionó para que las partes alcanzaran el pacto y evitar lo que parecía un inminente asalto a la ciudad de Al Hudeida, una urbe con más de 600.000 habitantes que desde hacía meses vivía bajo la amenaza de un ataque de las tropas de Emiratos Árabes Unidos (EAU) aliadas del Gobierno de Hadi.

Aparte del enorme costo humano, una batalla en esa ciudad hubiera significado el cierre del principal puerto de Yemen, punto de entrada de alimentos y suministros para una gran parte de un país en el que un 80 % de la población necesita asistencia humanitaria para poder satisfacer sus necesidades básicas, según la ONU.

La ciudad y los tres puertos estaban bajo control de los hutíes, pero las tropas del Gobierno y sus aliados controlaban el perímetro exterior.

El acuerdo llegó, pero sus términos han permanecido pocos claros y sin referencias técnicas, lo que ha hecho que haya sido objeto de interpretaciones contradictorias por las partes que empezaron a aflorar apenas días después.

El Gobierno defiende que el acuerdo prevé una retirada completa de los hutíes de la ciudad y los puertos, para que sus tropas tomen el control.

Los hutíes, por su parte, tienen una interpretación distinta: la ciudad y sus puertos debían pasar a depender de las fuerzas policiales y los guardacostas locales, que naturalmente se encuentran bajo control hutí.

En mayo los hutíes anunciaron su salida de los puertos de Hudeida y su entrega a las autoridades locales (controladas por ellos mismos).

La ONU apoyó el anuncio unilateral, a lo que el Gobierno yemení respondió afirmando que todo era una "comedia" y acusó de parcialidad al enviado especial de la ONU para el Yemen, Martin Griffiths.

"Nadie tenía una interpretación sobre el término de autoridad y fuerza de seguridad local que debía aplicarse en Hudeida", dijo a Efe el analista Yassin Al Tamimi.

"Esta situación ha llevado a la ONU a admitir la presencia de los hutíes en Hudeida y en los puertos tras el falso repliegue", indicó.

En el último año las dos partes no han parado de lanzarse acusaciones sobre cientos de rupturas del alto el fuego en la ciudad y sus alrededores y cuanto más tiempo pasa más difícil es acercar a las partes.

En el medio de este mal panorama, buenas nuevas llegaron en octubre cuando el Gobierno y los hutíes patrullaron por primera vez de forma conjunta para supervisar el alto el fuego en el frente de Hudeida.

Las patrullas son supervisadas por el Comité de Coordinación de Reubicación de la ONU (RCC, en inglés), que supervisa el proceso y que no ha sido capaz de encontrar consenso en el espinoso asunto de la composición de las fuerzas locales.

Pero un año después del acuerdo, lo peor es que los intentos de mantener vivo el pacto de paz está consumiendo todos los esfuerzos diplomáticos a costa de avanzar en otros puntos del conflicto hacia una negociación de paz.

Majid Al Madhaji, director del Centro de Estudios Estratégicos de Saná, dice que todos los esfuerzos de la ONU y su representante se han enfocado en mantener vivo el acuerdo, ignorando una solución global al conflicto.

"Con este planteamiento, el acuerdo de Estocolmo era y todavía es una de las causas que evitan el lanzamiento de unas conversaciones serias de paz en Yemen", indicó a Efe Al Madhaji.

En su opinión, ese enfoque en mantener el acuerdo de Hudeida revivió a los hutíes e impulsó su control sobre Hudeida. 

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