Un ataque contra una base militar en Irak deja un civil estadounidense muerto
Un contratista norteamericano murió en una ofensiva con cohetes llevada a cabo contra una edificación militar en la ciudad iraquí de Kirkuk, según informó el Mando Central de Estados Unidos (CENTCOM). Varias personas, entre militares estadounidenses e iraquíes y civiles, resultaron heridas también en esta ofensiva llevada a cabo en Irak, que sigue viviendo una situación política y social complicada por las protestas antigubernamentales y el vacío de poder existente.
“Un subcontratista civil estadounidense murió y varios miembros del servicio estadounidense y personal iraquí resultaron heridos en un ataque con misiles en un base militar iraquí en Kirkuk”, según indicó un comunicado oficial.
Las fuerzas de seguridad del país del Golfo y las autoridades de EEUU investigan el origen del ataque contra la base militar en la cual se ubican tropas internacionales de la coalición que actúa contra grupos terroristas yihadistas como Daesh.
La semana pasada, la cadena CNN informó sobre la intención de la Administración Trump de reducir en casi un 30% la presencia de tropas en Irak para el mes de mayo de 2020, ante los temores sobre el recrudecimiento de las ofensivas contra objetivos norteamericanos dada la situación de esta nación de Oriente Medio.
Ya a mediados de diciembre Mark Esper, secretario de Defensa de Estados Unidos, remarcó ante las autoridades iraquíes la importancia de aplicar medidas para evitar más ataques a instalaciones militares estadounidenses.
Por su parte, Mike Pompeo, secretario de Estado norteamericano, ya afirmó también que elementos próximos a Irán habían materializado ofensivas contra bases en Irak donde se hallan fuerzas de seguridad iraquíes y militares integrantes de la coalición antiterrorista que opera sobre el terreno.
Y es que el escenario sociopolítico en Irak es bastante complicado habida cuenta del hastío y descontento social, manifestado con protestas callejeras violentas y provocado por el panorama de corrupción institucional que se vive en el país y por la falta de oportunidades y dificultades económicas que atraviesa la población, la cual desde el 1 de octubre se lanzó a las calles para exigir un cambio de rumbo y una renovación de la clase política. Estas protestas han dejado ya cerca de un millar de muertos y unos 20.000 heridos tras la represión infringida por las fuerzas de seguridad iraquíes.
La población también ha venido protestando por la injerencia de naciones como Estados Unidos, con fuerte presencia militar en el territorio, e Irán, a quien se acusa de manejar a las autoridades iraquíes a beneficio de sus intereses en la región, contrapuestos a los de los propios norteamericanos y Arabia Saudí, su gran rival regional y representante de la rama suní del islam, enfrentada a la chií, de la que el régimen de los ayatolás es el principal abanderado.
El desgobierno es tal en Irak que acabaron dimitiendo tanto el primer ministro Adel Abdul-Mahdi, en primer lugar, y el presidente de la República Barham Saleh, posteriormente.
Tras la renuncia de Abdul-Mahdi y la necesidad de proponer un sucesor, el presidente Saleh se vio obligado a dejar su cargo al negarse a nominar como candidato a primer ministro a Asaad al-Eidani, representante del bloque pro-iraní, denominado Binaa e integrado por la Alianza Fatah de Hadi al-Amrir y la Coalición del Estado de Derecho del ex primer ministro Nouri al-Maliki.
Saleh alegó algo obvio, que al ser un miembro de una formación vinculada a la República Islámica de Irán no iba a ser aceptado por una ciudadanía que se ha venido manifestando en los últimos meses, entre otras cosas, contra la injerencia persa en su país.
Precisamente, desde finales del mes de octubre, varios objetivos estadounidenses han sido blanco de ataques con misiles que no han sido reivindicados, pero de los que Washington acusa a grupos paramilitares chiíes asociados a Irán.
