La crisis que enfrenta el país mediterráneo lleva los sistemas de suministro de agua al borde del colapso

UNICEF advierte de que más del 71% de libaneses corren el riesgo de perder el acceso al agua

REUTERS/MOHAMED AZAKIR - La actual ola de protestas en Líbano es la más multitudinaria en décadas

La crisis económica que azota al Líbano sigue afectando a todos los sectores y ámbitos del país. Ahora, un informe de UNICEF sitúa como máxima preocupación el acceso al agua y los sistemas de suministro. De acuerdo con la organización, más de cuatro millones de libaneses, lo que sería más de un 71%, corren un riesgo “inmediato” de perder acceso al agua potable.

“El sector del agua está siendo destruido por la actual crisis económica en el Líbano, incapaz de funcionar debido a los costos de mantenimiento dolarizados, la pérdida de agua causada por el agua no contabilizada, el colapso paralelo de la red eléctrica y la amenaza del aumento de los costos del combustible”, explica Yukie Mokuo, representante de UNICEF en el país.

El organismo dependiente de Naciones Unidas ha estimado que la mayor parte del bombeo de agua “cesará gradualmente en todo el país en las próximas cuatro a seis semanas”. Los proveedores de servicios públicos de agua ya no pueden permitirse piezas de repuesto esenciales para el mantenimiento del sistema. Por lo que, si el suministro público de agua colapsa, el coste de este bien podría incrementarse en un 200% al mes, alerta UNICEF. Muchos hogares, ya afectados por otras consecuencias de la crisis, no podrán hacer frente a este aumento.

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En 2020 comenzaron a vislumbrarse algunas señales que advertían de un gran problema acuífero en el futuro. En ese año el precio del agua embotellada se duplicó y hubo un aumento del 35% de los precios de los suministros de agua del sector privado. Posteriormente, los apagones debidos el deterioro del sector eléctrico han interrumpido el bombeo y distribución del agua.

Mokuo advierte que, si no te toman medidas urgentes, hospitales, colegios y otros centros públicos esenciales “no podrán funcionar y más de cuatro millones de personas se verán obligadas a recurrir a fuentes de agua costosas e inseguras que podrán en riesgo la salud y la higiene de los niños”. La representante de UNICEF en el Líbano señala también las consecuencias que este colapso tendría en la salud pública. “La higiene se vería comprometida y el Líbano vería un aumento de enfermedades. Las mujeres y adolescentes enfrentarían desafíos particulares para su higiene personal, protección y dignidad sin acceso a un saneamiento seguro”, añade.

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El sistema sanitario libanés también está cerca del colapso. Los constantes apagones eléctricos, unidos a la pandemia del coronavirus, están afectando gravemente a los hospitales del país. “Todos los hospitales están menos preparados de lo que estaban durante la ola de principios de año”, aseguró Firass Abiad, jefe de un hospital de Beirut, a AFP. Con el comienzo del verano han aumentado los casos de COVID-19 debido a la variante Delta, especialmente contagiosa. Muchas farmacias del país han cerrado por falta de medicamentos.

No es la primera vez que UNICEF arroja datos alarmantes sobre la situación en el Líbano. A principios de julio señaló que “más del 30% de los niños libaneses han dormido con el estómago vacío en los últimos treinta días porque no han recibido un número suficiente de comidas”. Los menores son los más perjudicados en esta crisis; además del hambre, ha incrementado el riesgo de trabajo infantil y matrimonios forzados de niñas ante la “necesidad de las familias de satisfacer sus necesidades básicas”, advierte un informe de UNICEF.

Según cifras del Banco Mundial, el Líbano está pasando por una de las tres peores crisis económicas y políticas del mundo desde mediados del siglo XIX. La moneda nacional ha perdido un 90% del valor respecto al dólar en los últimos 18 meses y su PIB ha caído un 40% desde 2018. También es necesario añadir factores como una fuerte inflación y una grave escasez de productos básicos.

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Además de la crisis financiera, Líbano está inmerso en estancamiento político. Un Gobierno en funciones dirige el país después de la dimisión del primer ministro Hasán Diab tras la explosión en el puerto de Beirut en agosto de 2020. Saad Hariri, que fue nombrado primer ministro en octubre de 2020 con el objetivo de formar un nuevo Ejecutivo, también ha dimitido recientemente debido a desacuerdos con el presidente, Michel Aoun.

Con la esperanza de superar este bloqueo político, el 26 de julio se iniciarán consultas para la formación de un nuevo Ejecutivo. Este Gobierno tendrá que solucionar la preocupante crisis financiera y lidiar con las protestas en las calles.   

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