Los primeros corredores humanitarios comienzan a funcionar en un décimo tercer día de conflicto ruso-ucraniano marcado por sanciones internacionales cada vez más fuertes. Mientras, los refugiados ucranios ascienden a más de 2 millones

Washington prohíbe las importaciones de gas y petróleo ruso

photo_camera PHOTO/ARCHIVO - El presidente de Estados Unidos de América, Joe Biden

El paso de los días parece hacer perder fuelle a una ofensiva rusa que en un principio se adivinaba imparable, y es que las autoridades ucranias han informado este martes de que el avance del Ejército del Kremlin se ha ralentizado, llegando a detenerse en algunos puntos del país. Así lo ha declarado en un discurso televisado el asesor del presidente Volodímir Zelenski, Oleksii Arestovich. “El ritmo del avance del enemigo se ha ralentizado considerablemente, y en ciertas direcciones prácticamente se ha detenido. Las fuerzas que continúan avanzando, lo hacen en pequeños grupos”, apuntaba el funcionario. 

En los últimos días, las fuerzas rusas se han hecho con las ciudades de Mykolaiv y Jersón, y continúan batallando ahora por tomar el control de Mariúpol, una localidad que les permitiría crear un corredor desde la región del Donbás (al este del país), hasta la península de Crimea, cortando el acceso ucranio al Mar Negro. “Las fuerzas ucranianas continúan realizando una operación de defensa dentro de las zonas operacionales sur, este y norte”, se podía leer en la cuenta oficial de Facebook del Mando General de las Fuerzas Armadas ucranianas. 

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En Kiev “la situación está controlada”, ha afirmado el alcalde de la capital, Vitali Klitschko, quien ha insuflado ánimos a sus conciudadanos asegurando: “El enemigo no pasará. Defenderemos nuestra ciudad, nuestras casas, nuestro país”. “Entendemos que la ciudad de Kiev es el objetivo del agresor. Estamos haciendo todo lo posible para que cada calle, cada edificio, cada puesto de control, sea una fortaleza”, expresaba Klitschko. 

Mientras, a lo largo del día de hoy se han puesto en marcha las primeras evacuaciones de civiles a través de corredores humanitarios acordados por ambas potencias. Aunque en las ciudades de Irpin y Sumi –donde un ataque ruso ha terminado esta noche con la vida de más de 20 personas– los desalojos se han podido llevar a cabo de manera ordenada y pacífica, el corredor de Zaporiyia a Mariúpol ha resultado bombardeado por soldados rusos, han comunicado las autoridades ucranias. Sin embargo, el Comité Internacional de la Cruz Roja (ICRC) ha asegurado para la agencia EFE no estar participando de estas evacuaciones, pese a que los camiones porten el emblema de la organización. 

Rusia mantiene como rehenes a 300.000 civiles en Mariúpol e impide la evacuación humanitaria a pesar de los acuerdos con la mediación del Cruz Roja Internacional”, denunciaba en su cuenta de Twitter el ministro de Exteriores, Dmitro Kuleba. “Hay ocho camiones y 30 autobuses listos para entregar ayuda humanitaria a Mariúpol y evacuar civiles a Zaporiyia. La presión sobre Rusia debe intensificarse para que cumpla sus compromisos”, sostenía el ministro. 

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No obstante, el número total de refugiados obligados a abandonar el país no ha dejado de crecer en las últimas horas, lo que ha generado una de las curvas ascendentes más rápidas desde la Segunda Guerra Mundial. La ONU ha reportado ya más de 2 millones de refugiados, 300.000 personas más que hace 24 horas, mientras que los primeros desplazados ya han comenzado a llegar a fronteras más lejanas, como la del norte de Italia. 

Por su parte, la comunidad internacional ha seguido adelante con la imposición de sanciones. Una de las medidas más importantes del día ha venido de la mano de la Administración Biden, que ha hecho público el bloqueo a las importaciones de crudo y gas natural ruso a partir de este martes. Pese a las conversaciones entre las potencias occidentales por adoptar esta medida de manera conjunta, hasta el momento solo Washington, de manera unilateral y sin el apoyo de ningún otro país, ha implementado esta sanción. 

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“Las importaciones rusas suponen alrededor de un tercio de todas las importaciones de petróleo de Europa”, manifestaba la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki. “En 2021, antes de la invasión, Estados Unidos importaba unos 700.000 barriles al día y los europeos unos 4,5 millones de barriles al día, así que somos muy conscientes de que las implicaciones serían muy diferentes para unos y otros”. Por su parte, el secretario de Estado de los EEUU, Antony Blinken, ha avisado a Europa de que el fin de la dependencia del gas y crudo rusos es ahora un “imperativo”, ya que Moscú está utilizando la seguridad energética del continente “como un arma”, tal como ha recogido la cadena CNN. 

En esta línea, la Unión Europea ha confirmado estar trabajando en un plan para expulsar a la empresa rusa Gazprom del mercado europeo. Esta estrategia de Bruselas pasa por la calificación de los depósitos de gas natural como “infraestructuras neurálgicas” para poder exigir su venta a cualquier propietario considerado una amenaza para la seguridad energética de la región. Y, mientras, la Comisión se abre a considerar “todas las opciones posibles” para “limitar el efecto contagio de los precios del gas” en los de la electricidad, que sigue alcanzando máximos históricos.

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Otras medidas adoptadas por organizaciones internacionales, como la OTAN, se han encaminado hacia el refuerzo de los contingentes militares en los territorios fronterizos con Ucrania, según anunciaba su secretario general, Jens Stoltenberg, ayer lunes. El jefe de la Alianza ha advertido a Vladímir Putin de que “hay informes creíbles de ataques contra civiles, y esto es un crimen de guerra, y es totalmente inaceptable”. En este sentido, y de acuerdo con Stoltenberg, la Fiscalía alemana ha anunciado de forma unilateral la apertura de una investigación por los posibles crímenes de guerra perpetrados por las tropas rusas en territorio ucranio. Entre estos se encontrarían ataques a zonas residenciales, uso de bombas de racimo o métodos de guerra prohibidos por las convenciones internacionales. 

Hasta el momento, las autoridades de Kiev han reportado más de 11.000 bajas entre las fuerzas rusas, mientras que Moscú no ha confirmado más de 500 muertes en sus filas. Las muertes ucranianas todavía se desconocen, pero según el Gobierno del país la cifra de civiles fallecidos ascendía ayer a más de 2.000, aunque, a día de hoy, la ONU solo haya corroborado 474 muertos

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