Se cumplen 40 años del inicio de la Crisis de los Rehenes en Irán

Ya no hay rehenes, pero sigue habiendo crisis

photo_camera AP/MOHAMMAD SAYAD - En esta foto de archivo, manifestantes, incluyendo conductores de tanques de petróleo con sus vehículos, protestan frente a la Embajada de Estados Unidos en Teherán, Irán

Cuatro décadas han transcurrido desde que cientos de manifestantes asaltaron la Embajada de Estados Unidos en Irán. El 4 de noviembre de 1979 marcó el inicio de la conocida como Crisis de los Rehenes, uno de los acontecimientos más tristemente célebres de toda la Guerra Fría. 52 ciudadanos estadounidenses permanecieron retenidos en Teherán durante más de un año. Tras varios intentos de rescate fallidos, su liberación solo llegó después de la mediación de Argelia. Las relaciones entre los dos países aún no se han recuperado.

Crisis de los Rehenes
Los orígenes: juegos de poder

¿Cómo se llegó a este siniestro episodio? Para comprender la imagen general, es necesario remontarse hasta los años 50. Durante los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, Irán adoptó la forma de una monarquía constitucional. Por entonces, los Aliados habían incrementado su presencia notablemente en el territorio. La compañía petrolera Anglo-Iranian Oil se había hecho con cotas elevadas de poder. 

En 1953, el sha Mohammed Reza Pahlevi, titular del trono, encabezó un golpe de estado para deponer al primer ministro Mohammed Mossadegh. La operación Ajax, que así se llamó en clave, contó con la aquiescencia de la CIA y el MI6. Al fin y al cabo, la maniobra garantizaba la presencia de un poder afín fuerte en Irán que seguiría exportando crudo y, además, actuaría como un dique de contención frente al bloque comunista. 

Pahlevi pronto convirtió el país en una monarquía absoluta donde las libertades civiles quedaron restringidas bajo el control de una policía política. En su obra ‘El sha o la desmesura del poder’, el periodista polaco Ryszard Kapuscinski, uno de los grandes reporteros de la segunda mitad del siglo XX, retrató los excesos de un régimen que se debió, sobre todo, a sí mismo.

Bandera de EEUU

El malestar social fue creciendo poco a poco y favoreció la adhesión a la ideología islamista de corte chií propugnada por el ayatolá Ruhollah Jomeini. A lo largo de los años 70, la popularidad del clérigo fue creciendo entre los estudiantes iraníes. La mala situación económica derivada de la Crisis del Petróleo contribuyó, asimismo, a preparar el terreno para la revolución. A finales de octubre de 1979, el sha Pahlevi acudió a Estados Unidos para tratarse el cáncer que padecía. Sus detractores no desaprovecharon la oportunidad.

El sha de Persia

 

El desarrollo: 444 días

El 4 de noviembre de 1979, lo que comenzó como una protesta pacífica frente al complejo de la Embajada de Estados Unidos en Teherán se transformó en un asalto en toda regla. Jomeini lo orquestó todo. En términos simbólicos, la maniobra pretendía ser una especie de contraataque por las “políticas imperialistas” del gigante americano durante la Guerra Fría. Bajando al terreno de lo concreto, el ayatolá y los suyos pretendían una disculpa de Estados Unidos por las injerencias pasadas en política interior, así como la entrega de Pahlevi para su ejecución y la descongelación de activos persas en entidades bancarias estadounidenses.

La Administración del presidente Jimmy Carter no cedió. Jomeini, inicialmente, no tenía pensado prolongar demasiado la operación, pero se dio cuenta de que el secuestro le permitió aglutinar a la población iraní alrededor de su ideal revolucionario. Aunque algunos de los trabajadores de la Embajada fueron liberados y otros consiguieron escapar en una audaz operación de la CIA -como relata la película ‘Argo’-, 52 estadounidenses quedaron retenidos. Su cautiverio se prolongó durante 444 días. Fueron repartidos por todo el territorio iraní para frustrar cualquier intento de rescate en masa y, posteriormente, llevados a una cárcel en Teherán.

Varios intentos de negociación se fueron al limbo. Las conversaciones no comenzaron a fructificar hasta noviembre de 1980, es decir, un año después del inicio de la crisis. Para entonces, el sha Pahlevi ya había fallecido e Irán se encontraba sometida a una gran presión, pues acababa de comenzar su guerra particular con Irak. Finalmente, Estados Unidos e Irán firmaron los Acuerdos de Argel en enero de 1981 gracias, en parte, a la mediación argelina. Según estos documentos, todos los rehenes fueron liberados instantáneamente. Estados Unidos descongeló activos financieros iraníes de sus bancos y se comprometió a mantener una política de no intervención en el país.

Un clérigo iraní toma fotos de pancartas antiestadounidenses durante una manifestación frente a la antigua embajada de Estados Unidos en la capital, Teherán, el 4 de noviembre de 2019, para conmemorar el 40º aniversario de la crisis de los rehenes iraníes

 

Las secuelas: una relación envenenada

Cuatro décadas después del comienzo de la Crisis de los Rehenes, apelativos como “Gran Satán” y proclamas como “muerte a América” siguen resonando en las instituciones y en las calles de Irán. “Los americanos continuarán con sus hostilidades, como el proverbial escorpión venenoso cuya naturaleza es picar y no puede ser detenido a menos que sea machacado”, ha aseverado este lunes, 4 de noviembre, Abdolrahim Mousavi, comandante en jefe del Ejército, mientras miles de manifestantes han tomado el centro de Teherán. 

El ayatolá Ali Jamenei, líder supremo de la república islámica, había reiterado el domingo pasado la prohibición de establecer conversaciones con Washington: “Aquellos que crean que las negociaciones con el enemigo resolverán nuestros problemas se equivocan al cien por cien”.

El comandante en jefe del ejército iraní, el general de división Abdolrahim Mousavi, habla durante un mitin frente a la antigua embajada de Estados Unidos en la capital, Teherán, el 4 de noviembre de 2019, para conmemorar el 40º aniversario de la crisis de los rehenes iraníes

El segundo mandato presidencial de Barack Obama, durante el cual fue impulsado el acuerdo para la desnuclearización de Irán, parece haber sido poco menos que un espejismo de cordialidad en la historia más reciente de las relaciones entre ambos países. La anulación del tratado por el Ejecutivo de Donald Trump y la retirada posterior de Irán han frustrado cualquier tentativa de consolidar un acercamiento. Al contrario: los ataques cibernéticos recíprocos han aumentado notablemente en los últimos años. Además, el actual inquilino de la Casa Blanca ha redoblado su política de sanciones sobre el régimen.

La tensión diplomática se ha acentuado especialmente desde el pasado verano, con la retención de varios petroleros de uno y otro lado en aguas del golfo Pérsico y del estrecho de Gibraltar. Desde entonces, el Pentágono ha desplegado una flota internacional para garantizar la seguridad en puntos calientes, como el estrecho de Ormuz, en el marco de la Operación IMSC (Constructo de Seguridad Marítima Internacional). Javad Zarif, ministro de Asuntos Exteriores de Teherán, ya ha criticado la medida en repetidas ocasiones, alegando que su país se basta para hacer ese trabajo.

Un manifestante iraní quema la bandera de Estados Unidos mientras asiste a una manifestación contra Estados Unidos, en conmemoración del 40º aniversario de la toma de posesión de la embajada estadounidense, cerca de la antigua embajada estadounidense en Teherán, Irán, el 4 de noviembre de 2019

En la esfera regional, los principales aliados de Estados Unidos en la zona, Israel y Arabia Saudí, también mantienen relaciones hostiles con Irán. El Gobierno de Hasán Rohaní sigue proporcionando asistencia logística y financiera a la actividad terrorista de Hizbolá en la frontera norte de Israel y de grupos chiíes en Siria. Igualmente, Teherán también apoya a los rebeldes hutíes de Yemen, enfrentados a la coalición comandada por Riad.

El entuerto diplomático entre Washington y Teherán dura ya 40 años. Desde la Revolución de Jomeini y la Crisis de los Rehenes, las relaciones internacionales han estado marcadas por una tensión constante. Con intereses contrapuestos en varios conflictos en la región de Oriente Próximo, no hay visos de que las cosas vayan a mejorar próximamente.

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