La Conferencia de Berlín ha dejado un escenario futuro incierto, en el que Argelia ha mostrado su disposición a mediar

Los grandes desafíos de Libia más allá de Berlín: el petróleo y la crisis migratoria

photo_camera AFP/ABDULLAH DOMA - Ciudadanos libios ondean la bandera nacional

La no injerencia extranjera y el alto el fuego marcarán el futuro de Libia. Así lo han acordado el grupo de potencias internacionales reunidas en Berlín este domingo en un documento que, sin embargo, no ha sido suscrito por ninguna de las dos partes enfrentadas en el conflicto, representadas por el primer ministro Fayez Sarraj y por el mariscal Jalifa Haftar. 

Si bien los líderes de países occidentales como Alemania -anfitriona- o Estados Unidos se muestran optimistas sobre el acuerdo logrado, los analistas advierten de que sigue sin concretarse un hoja de ruta que vaya a ser aceptada por las dos facciones en cuestión, atascadas en sus profundas diferencias sobre la gestión del país.

Las esperanzas de una paz definitiva se han traslado ahora al Comité Militar 5+5, que se reunirá en las próximas semanas, y al Comité Internacional de Seguimiento (CFI, por sus siglas en inglés), el cual estará encargado de implementar el texto, una vez que sea aprobado por el Consejo de Seguridad y entre en vigor.

En este contexto, cabe destacar el papel que ha adoptado recientemente Argelia, nación que ante el temor de una partición libia, ha redoblado sus esfuerzos diplomáticos. Según ha informado el medio local TSA, el recién designado presidente, Abdelmadjid Tebboune, ha asegurado que su país “está listo para albergar el diálogo tan esperado entre los hermanos libios”, al tiempo que ha reiterado las acciones que Argelia ha emprendido en la búsqueda de la estabilidad de Libia: “Alentamos a las partes a unirse al proceso de diálogo, patrocinado por las Naciones Unidas y acompañado por la Unión Africana (UA), con miras a formar un gobierno de entendimiento nacional capaz de gestionar la transición y la reconstrucción de las instituciones del Estado libio para enfrentar los desafíos que enfrenta el pueblo”. 

El mandatario argelino ha enfatizado que “la seguridad de Libia es una extensión de nuestra propia seguridad”, por lo que “la mejor manera de preservar nuestra seguridad regional sigue siendo la cooperación y la asistencia mutua con nuestros vecinos para enfrentar el terrorismo y el extremismo”.

Por su parte, cabe resaltar que de este último episodio celebrado en Berlín, ya se han desencadenado una serie de consecuencias en otra serie de ámbitos que podrían dificultar el camino hacia la resolución del caos en el que el país norteafricano se encuentra sumido desde el año 2011. 

El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, y el presidente de Argelia, Abdelmadjid Tebboune, durante una reunión al margen de la conferencia sobre Libia en la Cancillería de Berlín, el domingo 19 de enero de 2020
El rol del petróleo

El precio del barril del petróleo se ha disparado a primera hora de este lunes tras conocerse el resultado final de la Conferencia de Berlín sobre Libia, en la que las potencias extranjeras han acordado un alto el fuego sobre el territorio y un mayor compromiso en el respeto al embargo de armas impuesto por la Organización de las Naciones Unidas en el año 2011.

Según ha informado Reuters, el crudo ha alcanzado su valor más alto en una semana en un contexto marcado por el estrangulamiento del flujo de oro negro que ha llevado a cabo el Ejército de Liberación Nacional (LNA, por sus siglas en inglés) comandado por el mariscal Jalifa Haftar.

Los futuros del crudo Brent subieron 74 centavos, o 1,1%, a 65,59 dólares, habiendo alcanzado anteriormente 66,00 dólares por barril, la cifra más alta desde el 9 de enero. El contrato de West Texas Intermediate subió 58 centavos, o 1%, a 59,12 dólares por barril, tras llegar a 59,73 dólares, valor máximo desde el 10 de enero.

Este domingo, la Corporación Nacional de Petróleo (NOC, por sus siglas en inglés), radicada en Trípoli con la misión de administrar los ingresos de las exportaciones de petróleo, informó de que dos de los principales campos petrolíferos ubicados en el suroeste del país -Sharara y Al Fil- se habían cerrado después de que fuerzas leales al LNA bloquearan un oleoducto. 

Campo petrolífero de Sharara

Esto se produce tan solo dos días después de que el mariscal Haftar diese la orden de interrumpir las exportaciones de petróleo de los puertos de Brega, Ras Lanuf, Hariga, Zueitina y Sidra, lo que, de acuerdo con la NOC, dará como resultado “una pérdida de producción de petróleo crudo de 800.000 barriles por día (bpd) y pérdidas financieras diarias de aproximadamente 55 millones de dólares”. El LNA también paralizó la actividad de la tubería que conduce a la ciudad costera de Zawiya, lo que obligó a limitar la producción en los campos de Sharara -el más grande del país con una capacidad de generación de 315.000 bdp- y Al Fil, con 80.000 bdp. 

La NOC ya ha advertido de que si las exportaciones se detienen por un periodo prolongado en el tiempo, los tanques de almacenamiento tardarán tan solo unos días en llenarse, por lo que la producción total de Libia disminuirá a 72.000 bdp, una cifra muy baja teniendo en consideración que el volumen previo a estos últimos desarrollos se situaba en los 1,2 millones de bdp.

“Si este tipo de interrupciones perdura, tendrá un impacto significativo […] El mercado está en lo correcto al reaccionar con un tono alcista” en los precios, advierte el jefe de Investigación del National Australia Bank de Melbourne, Lachan Shaw, a la cadena estadounidense CNBC. “A pesar de que el mercado mundial está claramente en superávit y hay muchas existencias, el hecho es que el mercado todavía depende de una serie de regiones clave que han aumentado el riesgo geopolítico”, explica al respecto. 

Vista general de la planta de gas de Tiguentourine en In Amenas, 1.600 km (994 millas) al sureste de Argel

Cabe recordar, en este punto, que el petróleo es clave para la economía del país fundamentalmente por tres factores: cuenta con las mayores reservas del continente africano; representa cuatro quintas partes del PIB, junto con el resto de hidrocarburos; y genera el 95% de los ingresos fiscales, así como el 98% de los ingresos por exportaciones.

Por todas estas razones, el analista Michael Nienaber alerta en Reuters de que “cualquier cierre duradero podría afectar duramente a Trípoli, ya que el Gobierno [de Unidad Nacional liderado por Fayez Sarraj y auspiciado por la ONU] depende de los ingresos para financiar su presupuesto”.

Otras figuras en la esfera internacional como el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, han mostrado su preocupación por los últimos desarrollos en esta materia. Sin embargo, para el ministro de Asuntos Exteriores de Alemania, anfitrión de la cumbre de este domingo, Heiko Maas, existen motivos para el optimismo, pues Sarraj y Haftar habrían acordado “en general” resolver el bloqueo de la producción, sin dar un plazo. El secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, también se ha manifestado en esta línea, esperando que las instalaciones petroleras libias se reabrieran como resultado de las conversaciones en la capital alemana. 

En la declaración final firmada en Berlín, las potencias extranjeras reafirman su compromiso con el papel de la NOC como “la única compañía petrolera independiente y legítima de Libia” e instaban “a todas las partes a continuar garantizando la seguridad de sus instalaciones y las infraestructuras petroleras”. Asimismo, rechazan “cualquier intento de dañar este sector, cualquier explotación ilícita de sus recursos energéticos [en referencia a la gestión del LNA] que pertenecen al pueblo libio” y solicitan “la distribución transparente y equitativa del petróleo”. 

Una foto de archivo tomada el 18 de enero de 2013 muestra una vista general de una instalación petrolífera en las afueras de In Amenas, en lo profundo del Sáhara, cerca de la frontera de Argelia con Libia
La crisis migratoria

“Estoy completamente convencido de que no habrá una solución militar en Libia. La necesidad es evitar que la guerra empeore, para que el conflicto no termine en una ‘pesadilla humanitaria’ y para que el Estado no se divida de manera permanente”, ha recogido Guterres al término de la Conferencia de Berlín. En esta línea, cabe recordar que, junto con los impasses políticos y económicos, otra de una dimensión mucho mayor está asolando a Libia: la crisis migratoria. 

Desde la década de los 90, el país se fue configurando como un núcleo receptor tanto de inmigrantes como de refugiados procedentes del continente africano, propiciado por las buenas perspectivas económicas. Sin embargo, desde la revolución de 2011, se fue definiendo también como un país de tránsito, derivado de la ingobernabilidad, la inseguridad y la escapa capacidad de respetar los derechos humanos, sobre todo, por parte de las mafias de trata de seres humanos.

En esta foto de archivo de este martes 1 de octubre de 2019, los migrantes rescatados están sentados junto a un barco de la guardia costera en la ciudad de Khoms, Libia, a unos 120 kilómetros (75 millas) al este de Trípoli

Esto ha generado en un escenario marcado por datos desoladores: 1,3 millones de personas necesitan ayuda humanitaria, 217.002 se han convertido en desplazados en internos y 43.113 se han registrado como refugiados y solicitantes de asilo, según cifras del Alto Comisionado de los Derechos Humanos (UNHCR, por sus siglas en inglés). La organización internacional expone, en esta línea, que hasta el 90% de las personas que cruzan el mar Mediterráneo hacia Europa parten desde Libia. 

La situación se agrava, todavía más, con la información que publicó en exclusiva Associated Press a finales del año pasado, que revelaba cómo “la miseria de los migrantes en Libia ha generado una red de negocios próspera y altamente lucrativa financiada en parte por la Unión Europea y habilitada por las Naciones Unidas”.

Centro de detención del barrio Tajoura de Trípoli, Libia

“La Unión Europea ha enviado más de 327,9 millones de euros a Libia, con 41 millones adicionales aprobados a principios de diciembre […] En un país sin un gobierno en funcionamiento, enormes suma de dinero europeo se han desviado a redes entrelazadas de milicianos, traficantes y miembros de la guardia costera que explotan a los migrantes. En algunos casos, los funcionarios de la ONU sabían que las redes de milicias estaban consiguiendo el dinero, según correos electrónicos internos”, explican los autores de la investigación. Estos hechos ya han sido denunciados en reiteradas ocasiones por diversas ONGs, como Concord o Human Rights Watch, que, además, critican la inoperancia y la incapacidad de la política exterior comunitaria.

Aun con este escenario trágicamente inhumano sobre la mesa, no se ha abordado la cuestión migratoria en la Conferencia de Berlín, más allá de unas declaraciones del ministro de Asuntos Exteriores alemán, Heiko Maas, quien ha asegurado que es necesario repensar la misión de rescate de la Operación Sophia del Mediterráneo. Cabe mencionar, en este punto, que otro dato que ilustra este panorama desolador es que solo en las dos primeras semanas de 2020, casi un millar de migrantes han sido devueltos a Libia -país considerado como puerto no seguro por la propia UE- a centros de detención donde se cometen sucesivamente violaciones de derechos humanos. 

En esta foto del 29 de marzo de 2016, marineros de la Marina alemana y las uerzas especiales de Finlandia ayudan a los inmigrantes a abordar el buque de suministros de combate alemán "Frankfurt am Main" durante la Operación Sophia de EU NAVFOR MED en el mar Mediterráneo frente a la costa de Libia

“No puedo decir que considero que las condiciones de allí son inhumanas y luego apoyar el regreso de los migrantes allí. Por eso creo que debemos hablar nuevamente de la Operación Sophia”, señaló el ministro alemán. Del mismo modo, aseguró que “poner fin al conflicto libio contribuirá a mejorar las condiciones de los migrantes detenidos en Libia”. 

La declaración de Berlín solo recoge sobre esta materia la petición de cierre de los centros de detención para migrantes y solicitantes de asilo.

La fragata alemana Augsburgo regresa de su despliegue final en la misión de la Operación Sophia para combatir las redes de contrabando en el Mediterráneo

Este lunes, el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) ha revelado que más de 60.000 niños refugiados y migrantes -y especialmente los 15.000 no acompañados y que se encuentran en dichos centros- “son terriblemente vulnerables”, porque continúan “sufriendo gravemente en medio de la violencia y el caos desatados por la larga guerra civil en el país”. 

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