La ciudad situada al noreste de Siria alberga las cárceles más grandes controladas por los kurdos en las que permanecen retenidos yihadistas

Las Fuerzas Democráticas de Siria atajan totalmente la rebelión de terroristas de Daesh presos en Al-Hasaka

photo_camera AFP/FADEL SENNA - Un miembro de las Fuerzas Democráticas de Siria (FDS) hace guardia en una prisión donde hombres sospechosos de estar afiliados a Daesh son encarcelados en el noreste de Siria en la ciudad de Al-Hasaka

Las Fuerzas Democráticas de Siria (FSD) lograron sofocar la revuelta llevada a cabo por los reclusos detenidos en Siria miembros del grupo terrorista Daesh. En la ciudad siria de Al-Hasaka, situada al noreste, se encuentran las prisiones más grandes en las que son retenidos los insurgentes; cuatro de estos lograron escapar tras el motín protagonizado este pasado lunes en la cárcel de Ghweran, pero la alianza liderada por los kurdos logró arrestarlos nuevamente y devolverlos a prisión hace escasas horas. 

Según fuentes del Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), organización radicada en Reino Unido que cuenta con una amplia red de informadores en el país árabe, los comandos antiterroristas pertenecientes a las FSD, coalición liderada por facciones kurdas como las Unidades de Protección del Pueblo Kurdo (YPG, por sus siglas en turco), consiguieron controlar la rebelión protagonizada por los terroristas en la cárcel de Ghweran la pasada jornada con la ayuda de un avión de la coalición internacional apoyada por Estados Unidos. 

Dentro del amplio grupo de elementos subversivos, hasta cuatro de ellos lograron escapar finalmente de la penitenciaria, aunque fueron neutralizados y arrestados nuevamente, según el propio OSDH, que también indicó que estas fuerzas antiterroristas “impusieron un gran cordón de seguridad en las cercanías de la prisión, pudiendo hacerse también con las propias familias de prisioneros que fueron tomados como rehenes”.

Un combatiente de las Fuerzas Democráticas de Siria (FDS) vigila en pantallas de vigilancia a los presos de Daesh  en una prisión de la ciudad siria nororiental de Al-Hasaka

Mustafa Bali, director de comunicación de las FSD, reseñó en la red social Twitter que los prisioneros de Daesh se habían hecho con el control de la planta baja de la cárcel de Ghweran y que varios habían conseguido escapar, y confirmó también la captura definitiva de estos mientras las fuerzas de seguridad enviaban refuerzos para volver a restaurar la normalidad en esta planta baja. El mismo portavoz de las FSD afirmó que estas "fuerzas antiterroristas" también lograron dominar la situación en el primer piso de la instalación carcelaria para sofocar las revueltas. 

Según la agencia oficial de noticias de Siria SANA, en esta prisión de Al-Hasaka permanecen recluidos unos 3.000 afiliados a Daesh, un número que el OSDH eleva a 5.000 individuos de varias nacionalidades, más de 50, según los números manejados. 

Ya hace un año, las FSD anunciaron también el final de las operaciones militares contra el último enclave de Daesh en la aldea de Al-Baghouz, en el campo de Deir Ezzor, al este de Siria. Las milicias lideradas por los kurdos y respaldadas por EEUU lograron derrotar a los yihadistas y capturaron a familias de miles de ellos en la nación de Oriente Medio consiguiendo retener hasta 12.000 terroristas presos dentro de los siete centros de reclusión que la alianza kurdo-siria controla al norte del territorio sirio. Estos comandos kurdos mantienen a decenas de miles de familiares de estos combatientes de Daesh en campos como el de Al-Hol, también situado en Al-Hasaka, donde desde 2015 han ido confinando a los evacuados de Daesh durante la ofensiva que acabó con la derrota de los yihadistas. 

Combatientes de las Fuerzas Democráticas de Siria (FDS)

Las FSD capturaron en 2017 Al-Raqa, ciudad que constituía la base central de las operaciones de los terroristas desde 2014, y les fueron comiendo terreno hasta la derrota yihadista materializada hace un año. 

El último bastión resistente de los insurgentes se sitúa ahora en Idlib, enclave situado al noroeste de Siria y que sigue siendo cercado por el Ejército del régimen oficial sirio de Bachar al-Asad, el cual es apoyado por su principal aliado en esta contienda, la Rusia de Vladimir Putin, de cara a lo que consideran una pugna para erradicar de raíz el terrorismo yihadista en Siria. 

Frente a esta alianza sirio-rusa se opone desde hace varios meses Turquía, que entró en territorio de la nación árabe para perseguir a las fuerzas kurdo-sirias de las YPG en el marco de la campaña de hostigamiento que el país presidido por Recep Tayyip Erdogan lleva a cabo contra la etnia kurda, a la que acusa de actividad terrorista al sur de la nación otomana. 

Unas YPG que fueron básicas en la victoria de Estados Unidos sobre Daesh y que también fueron abandonadas a su suerte por el Gobierno norteamericano de Donald Trump tras la decisión de este de retirar sus tropas de Siria dejando el camino libre a turcos y rusos para hacerse con la zona situada en la frontera turco-siria. 

Miembros de las fuerzas especiales de las Fuerzas Democráticas de Siria (FDS) dirigidas por los kurdos

Después de la marcha estadounidense, el presidente turco Erdogan selló un pacto con el Departamento de Estado y de Defensa de EEUU por el que se establecía una zona de seguridad en la frontera entre Turquía y Siria, de la cual debían salir los kurdos por exigencia otomana de cara a finalizar las hostilidades en la región. 

El mes pasado hubo contactos entre Ankara y Moscú para llegar a una solución sobre la problemática en Siria, pero Vladimir Putin no accedió a la exigencia de Recep Tayyip Erdogan sobre la retirada de tropas rusas de Idlib, emplazamiento al noroeste de Siria, que es el último bastión que mantiene la insurgencia opuesta al Ejecutivo de Bachar al-Asad.
 

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