Occidente y Rusia chocan en el Consejo de Seguridad de la ONU por la seguridad en el Sahel

Nuevo curso con tensión

photo_camera AFP/ISSOUF SANOGO - Moscú aprovecha el sentimiento antifrancés en la región para ganar influencia, aprovechándose también de la situación de inseguridad e inestabilidad

Con el nuevo año comenzó un nuevo curso en el Consejo de Seguridad de la ONU, en el que Mozambique entra en sustitución de Kenia y acompañará a Gabón y Ghana como miembros africanos entre los diez sitios no permanentes. África mantiene una petición histórica de tener dos puestos fijos en el Consejo –ocupado por China, Francia, Rusia, Reino Unido y Estados Unidos–, pero de momento se tiene que conformar con unos asientos que se renuevan cada dos años.

No todo fueron buenas palabras en el arranque del año. En una de las primeras jornadas se hizo patente el enfrentamiento entre varios de los cinco miembros permanentes, en este caso a cuenta de la seguridad en África Occidental y el Sahel. El embajador estadounidense, Richard Mills, acusó al grupo ruso Wagner de “injerencia criminal” –refiriéndose a su actuación en países como Mali y Burkina Faso– y de actuar para que Rusia se apropie de los recursos locales. Francia y Reino Unido se pusieron de su lado y añadieron que “el modelo usado por Wagner” era ineficaz para combatir el terrorismo y desestabiliza la región.

Como era de esperar, la respuesta de la embajadora rusa, Anna Evstigneeva, fue contundente y calificó como “alucinante” y contrarias al “sentido común” esas acusaciones: “Los líderes africanos tienen derecho a elegir con quién desean cooperar”, añadió sin mencionar a Wagner. El grupo, cuyo origen es próximo al entorno de Putin, se ha involucrado en conflictos de todo el mundo y ha sido acusado frecuentemente de cometer torturas y crímenes de guerra.

En los primeros días de enero, la Junta Militar de Burkina Faso, que gobierna el país tras una sucesión de golpes de Estado, pidió a Francia la salida de su embajador, Luc Hallade. Voces del Gobierno de Uagadugú ofrecieron a Rusia ocupar el lugar dejado por Francia en un claro paralelismo con Mali, que, tras una serie de manifestaciones prorrusas y contrarias a Francia, ha ido sustituyendo a un socio por otro. Según Jeune Afrique, hasta 500 mercenarios de Wagner podrían incorporarse a la capital burkinesa, aunque la tarifa de 10.000 dólares por cada uno exigida por los rusos sería demasiado elevada para el presidente interino, Ibrahim Traoré. A finales de 2022, el presidente de Ghana, Nana Akufo-Addo, afirmó en Washington que su vecino del norte había llegado a un acuerdo con el grupo ruso.

En este contexto, la secretaria de Estado francesa de Desarrollo, Francofonía y Colaboración Internacional, Chrysoula Zacharpoulou, negó las acusaciones de condicionar la política de su excolonia y afirmó “su compromiso a nivel humanitario, de seguridad y de desarrollo” en un contexto de animadversión creciente hacia el país europeo en el que se mezclan reivindicaciones legítimas con otras alentadas por la difusión de rumores y noticias falsas. Francia y Rusia luchan por imponer su relato y, de momento, la ventaja la llevan estos últimos.

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