El Ejército Nacional de Liberación libio continúa realizando ofensivas sobre la capital, en un intento de tomarla

Haftar intensifica los bombardeos y sigue estrechando el cerco sobre Trípoli

Haftar

El mariscal Jalifa Haftar ha intensificado en las últimas horas los ataques en territorio libio, concretamente sobre el aeropuerto de Trípoli y la ciudad de Al Murzuq, al suroeste del país, en lo que ha supuesto otro episodio más del cruento enfrentamiento por el poder que protagonizan el Ejército de Liberación Nacional (LNA, por sus siglas en inglés), comandado por Haftar, y el Gobierno de Unidad Nacional (GNA, por sus siglas en inglés), radicado en la capital de Trípoli y dirigido por el primer ministro Fayez Sarraj. 

Ambos bandos continúan su lucha por hacerse con el control del país, una pugna en la que Haftar lleva la delantera ya que controla la mayor parte del territorio y está cercando Trípoli, urbe donde se asienta el GNA, Ejecutivo que es sustentado por la Organización de Naciones Unidas y que trata de hacer frente a las embestidas del LNA.

La reciente ofensiva sobre el aeropuerto tripolitano de Maitiga ha significado una más sobre esta infraestructura aeroportuaria y se ha producido tras el restablecimiento del funcionamiento normal de la misma después de que se hubiese tenido que suspender el tráfico aéreo con anterioridad. Una fuente de seguridad informó a la agencia de noticias Efe que varios misiles habían impactado en el interior del edificio, en el entorno de la zona de equipamiento y material de la compañía Buraq Air. 

La Administración de Trípoli tuvo que suspender los vuelos en el aeropuerto debido a los últimos ataques recibidos, que se intensificaron a partir del sábado. La situación se tornó insostenible y en las últimas horas, tras la reapertura, se volvió a interrumpir el buen funcionamiento del aeródromo libio; infraestructura que es de vital interés para Libia y su capital. En este sentido, Ghassan Salamé, enviado especial de la ONU para Libia, quiso incidir en que “este aeropuerto es indispensable para millones de civiles”, recordando que es básico para la “entregar ayuda humanitaria en la zona de Trípoli”.

Pie de foto: Miembros del Ejército Nacional Libio (LNA), comandados por Jalifa Haftar. REUTERS/ESSAM OMRAN

El sur de la capital también sigue siendo escenario de enfrentamientos entre ambos bandos y además han aparecido focos de batalla en ciudades al sur como Terhuna o Al Murzuq. Precisamente, este último enclave ha padecido un ataque aéreo por parte de las fuerzas de Haftar que ha provocado la muerte de al menos 20 personas y que ha dejado también al menos 35 heridos, según afirmó el representante del Consejo Municipal de esta localidad, Mohamed Omar. 

Las tropas de Haftar siguen asediando duramente los últimos reductos del GNA, a pesar de la intermediación de parte de la comunidad internacional y de la ONU. El mariscal, por su parte, está recibiendo el apoyo de países con bastante peso en el panorama internacional como Estados Unidos, Rusia y Francia y, también, en el ámbito árabe, como Arabia Saudí y Egipto. 

El líder del LNA ya lanzó una potente ofensiva el 4 de abril para tratar de conquistar Trípoli, coincidiendo con una visita oficial de Antonio Guterres, secretario general de la ONU, organismo supranacional que favoreció en su día el establecimiento del GNA y que sigue dando apoyo al Ejecutivo de Sarraj. 

En el mes de julio se detectaron signos de que Haftar podía acabar tomando el último bastión del Gobierno de Sarraj en Trípoli, ya que, tras casi cuatro meses de combates, los hombres de Haftar estaban ya a las puertas de la capital; aunque, de momento, siguen las escaramuzas y los bombardeos en el entorno de la ciudad libia. El LNA llegó a emitir un comunicado recomendando a los civiles radicados en la capital que tomasen precauciones y evitasen las zonas de conflicto, todo ello tras ir tomando posiciones en localidades al sur de la capital, claves para el asalto de Trípoli, como el enclave de Wadi Marsit. 

Pie de foto: Imagen tomada de un video publicado en la página de Facebook de la División de Información de Guerra del Ejército Nacional Libio (LNA), muestra a combatientes leales a Haftar avanzando en una carretera al sur de Trípoli. AFP PHOTO / LNA WAR INFORMATION DIVISION

Libia continúa de esta forma con una situación de total ‘desgobierno’ y de pugna por el control de uno de los países más influyentes en el norte de África, y de los más ‘apetecibles’ por su producción de petróleo. El pasado largo y totalitario mandato de Muamar el Gadafi acabó con el levantamiento de 2011, que se llevó por delante, literalmente, al dirigente libio que comandó el país durante gran parte de la segunda mitad del siglo XX y comienzos del XXI, sucediéndose, a partir de ahí, una incruenta pugna por la sucesión al ‘trono’ de El Gadafi. 

Los dos principales grupos rivales que se disputan la hegemonía de la nación siguen luchando hasta el último momento. El encabezado por Jalifa Haftar tiene, al parecer, todas las papeletas para hacerse con el control absoluto del país. El mariscal es un antiguo miembro de la cúpula militar que en 1969 encumbró a El Gadafi y dirige el Gobierno establecido en la ciudad oriental de Tobruk, controlando gran parte del país tras haber extendido su influencia sobre las grandes ciudades del sur y los yacimientos petrolíferos occidentales de Al Sharara y Al Fil; y el otro, el liderado por el Gobierno de Unidad Nacional (GNA, por sus siglas en inglés), es sustentado desde 2016 por la Organización de Naciones Unidas (ONU) en la capital de Trípoli, con el  primer ministro Fayez Sarraj a la cabeza. 

En las últimas fechas hubo intentos para llevar a cabo una negociación que pusiese solución a la situación que vive Libia, pero sin éxito. Así, el enviado especial Ghassan Salamé protagonizó una cumbre con Sarraj y su viceprimer ministro, Ahmed Maitig, para alentar un proceso de diálogo político libio, el cual entró totalmente en crisis con la ofensiva de abril del mariscal Haftar. Sarraj llegó a afirmar que su Ejecutivo seguiría “resistiendo y derrotando a los agresores” y que “no renunciará a la construcción de un Estado civil”Además, indicó que la activación del proceso de diálogo dependerá del establecimiento de “nuevas reglas” y que “no será monopolio de ningún individuo o grupo”.

Desde este último ataque masivo contra Trípoli del mes de abril, han muerto más de un millar de personas entre milicianos y civiles, más de 5.000 personas han resultado heridas y sobre unos 100.000 ciudadanos se han visto obligados a abandonar sus hogares y convertirse en refugiados internos.

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