La Fundación Alternativas celebra el seminario ‘Un Magreb en ebullición’ con el periodista Ricard González y el profesor Miguel Hernando de Larramendi

Un recorrido por los desafíos del Magreb

PHOTO/ATALAYAR - De izquierda a derecha, el investigador Miguel Hernando de Larramendi, el periodista y politólogo Ricard González e Itxaso Domínguez, moderadora del coloquio y coordinadora del Panel de Oriente Próximo y Norte de África de la Fundación Alternativas

¿Cuáles son los retos que encaran los diferentes países del norte de África? ¿Qué les deparará el futuro más cercano? En la medida de lo posible, la Fundación Alternativas ha tratado de ofrecer algunas respuestas a estos complejos interrogantes. El laboratorio de ideas ha dedicado el primer acto público en su nueva sede de Madrid a la celebración del seminario ‘Un Magreb en ebullición’.

El encuentro ha sido presentado por Diego López Garrido, vicepresidente ejecutivo de la Fundación. En su breve intervención, López Garrido ha lamentado la falta de cohesión que política e institucional que caracteriza a la región geopolítica del Mediterráneo. Igualmente, ha querido destacar que los problemas más acuciantes de la región no se encuentran solamente en el plano securitario, sino que son más amplios. “Hay desafíos climáticos importantes, desafíos socioeconómicos, como la enorme desigualdad, y hay desafíos de carácter demográfico, cómo no”, ha concretado. La confluencia de estos factores, ha señalado López Garrido, ha provocado que 2019 haya sido uno de los años más convulsos en la región a lo largo de las últimas décadas.

Marruecos y la cuestión de las aguas

Tras la intervención inicial, ha tomado la palabra Itxaso Domínguez, moderadora del coloquio. Dóminguez, coordinadora del Panel de Oriente Próximo y Norte de África de la Fundación, ha decidido comenzar el encuentro hablando de Marruecos, el país del Magreb más cercano, por razones culturales, históricas y geográficas, a España. La cuestión principal sobre la que han incidido los participantes ha sido la iniciativa del reino alauita de ampliar sus aguas territoriales hacia el sur, incluyendo el Sáhara.

El primero en intervenir ha sido Miguel Hernando de Larramendi, director del Grupo de Estudios sobre las Sociedades Árabes y Musulmanas de la Universidad de Castilla-La Mancha. El profesor ha interpretado la maniobra de Marruecos en clave interna. “Es, principalmente, una reafirmación de la marroquinidad del Sáhara en respuesta al Frente Polisario”, ha explicado Hernando de Larramendi. 

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Ha coincidido en este dictamen el periodista y politólogo Ricard González, que, además, se ha detenido en la dimensión bilateral del asunto. “Puede que se haya querido probar o medir al nuevo Gobierno español”, ha sugerido González, que ha hecho referencia a la presencia en el actual Ejecutivo de Podemos, formación política que en más de una ocasión se ha mostrado favorable al reconocimiento de la entidad política del Sáhara Occidental.

La transición inacabada de Túnez

De Marruecos, el debate ha pasado a Túnez, un país que no termina de culminar su transición democrática desde las protestas que acabaron con el régimen de Ben Ali. González ha valorado positivamente el hecho de que se hayan celebrado las elecciones presidenciales en las que resultó vencedor Kaïs Saied. No obstante, ha asegurado que el país tiene aún importantes asignaturas pendientes, como la formación de un gobierno estable y el establecimiento de un Tribunal Constitucional, pendiente desde 2015.

Hernando de Larramendi, por su parte, ha resaltado la erosión experimentada por la clase política del país, encarnada en partidos como Nidaa Tunis -prácticamente desaparecido- y el islamista Ennahda, que ha visto menguada su influencia. “El divorcio entre la población y el proceso político ha favorecido el crecimiento de partidos rupturistas”, ha valorado el docente, que ha puesto como ejemplo, precisamente la figura del actual jefe del Estado. Ha recordado que Túnez sigue arrastrando los problemas que dieron pie a la revolución, como la desigualdad crónica entre la costa y el interior, la corrupción sistémica y la falta de oportunidades de los jóvenes.

Tebboune y el Hirak, ¿condenados a entenderse?

Otro país que atraviesa una fase de descontento con la clase política tradicional es Argelia. Los dos conferenciantes se han mostrado de acuerdo en señalar que, para que el país pueda avanzar, tanto la esfera de poder, liderada por el nuevo presidente Abdelmadjid Tebboune, como el movimiento ciudadano Hirak deben moverse de sus posiciones y dialogar. 

Según Hernando de Larramendi, el paso atrás que parece haber dado el Ejército nacional tras el fallecimiento de Ahmed Gaïd Salah, su hombre fuerte, es una oportunidad para que ese acercamiento se produzca. Advierte, no obstante, de que el Hirak tiene un programa muy maximalista y no será fácil alcanzar un acuerdo. “La falta de liderazgo es la gran fortaleza y la gran debilidad del movimiento”, ha añadido el profesor.
González admite que es difícil hacer pronósticos sobre el futuro de Argelia, en parte debido a la actitud cerrada del aparato de poder. “En mi opinión, el Gobierno está esperando a que baje el soufflé”, ha expresado con respecto al Hirak. Sin embargo, ha advertido de la gran resiliencia del movimiento y de su gran capacidad de adaptabilidad al contexto, por lo que no prevé que su vigor vaya a decaer en un futuro próximo.

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Libia, un maremágnum sin arreglo inmediato

El último país en ser examinado es, sin duda, el que ofrece mayores desafíos a corto y largo plazo no solamente para el Magreb, sino también para su frontera sur, la franja del Sahel, y su frontera norte, el Mediterráneo y la Unión Europea. Los dos ponentes han citado la falta de cohesión de la comunidad internacional como un factor negativo. En particular, han aludido a la falta de una posición común fuerte de la Unión Europea en el conflicto que enfrenta al Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA, por sus siglas en inglés) de Fayez Sarraj con el Ejército Nacional Libio (LNA) del mariscal Jalifa Haftar. 

Ninguno de los ponentes ve un panorama claro en los próximos meses, en gran medida debido a la multiplicidad de actores -sea milicias locales o potencias regionales e internacionales- con intereses sobre el terreno. González, sin embargo, ha llamado a que sigan convocándose conferencias internacionales que permitan “desatascar nudos para buscar una solución en el futuro”. Se ha referido específicamente al papel de Francia como apoyo de Haftar, una postura, en su opinión, que se explica por la complicada situación securitaria del Sahel.

Hernando de Larramendi ha ofrecido una visión más diacrónica que permite entender el embrollo actual. Ha subrayado cómo el estado libio fue una creación artificial, fruto de la colonización italiana, y cómo el poder se atomizó durante la época de Gadafi, lo que ha dado lugar al gran desorden que vive la zona actualmente. Ha introducido, además, la siguiente reflexión: ¿tiene algo que ganar Haftar con una eventual paz?

Después del breve coloquio con el público, los participantes han valorado brevemente el nuevo plan de paz para el conflicto palestino que Donald Trump anunció en el curso del encuentro; un proyecto que, para González, nace muerto y que, para Itxaso Domínguez, no está en línea con el proceso de Oslo. 

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