Este viernes a medianoche termina la presencia británica en el marco comunitario y se abre un periodo de incertidumbre

Reino Unido se despide de la Unión Europea

photo_camera AFP/NIKLAS HALLEN - Parlamento de Westminster

Reino Unido dice adiós de manera efectiva a la Unión Europea (UE) la medianoche de este 31 de enero. Llega por fin la fecha límite definitiva que se había acordado entre el ‘premier’ Boris Johnson y los dirigentes comunitarios y se abre ahora un plazo de transición de un año en el que se mantendrá la situación tal y como está sin afectar al estatus actual de ciudadanos de ambos lados, pero un periodo también de negociación entre ambas partes para establecer definitivamente la situación del vínculo entre la nación británica y la entidad europea. 

Se está preparando ya la marcha efectiva tres años y medio después de que se llevase a cabo el referéndum en el que la población decidió que su nación debía irse de la UE, una consulta que fue convocada de manera inusitada por el ex primer ministro David Cameron, quien estaba confiado en su fuerte posición política en 2016, cuando no se sospechaba que el resultado fuese el que se dio finalmente. 

Después del veredicto popular a favor de la salida, la sensación que ha ido quedando en muchos sectores tanto políticos como sociales es que el divorcio no es, ni mucho menos, un buen escenario para ambas partes, sobre todo para los británicos. Pero desde el Partido Conservador se tomó la determinación de seguir adelante con la decisión tomada de forma soberana por la ciudadanía, aunque con un proceso tortuoso de muchos meses en el que tanto la ex primera ministra Theresa May como el actual mandatario Boris Johnson vieron cómo la Cámara de los Comunes tumbó en diversas ocasiones sus propuestas de marcha de las estructuras europeas negociadas con los dirigentes comunitarios. Hasta tres veces el Parlamento de Westminster rechazó el acuerdo que cerró May, lo que terminó provocando su renuncia al puesto y la entrada a la Jefatura de Gobierno de Johnson, quien refrendó su posición como primer ministro gracias a su victoria en las elecciones generales del 12 de diciembre, tras recibir el masivo apoyo de los votantes, colocando así a los conservadores como fuerza mayoritaria en el Parlamento, lo que posibilitó que Boris Johnson, ya con un gran soporte en el arco parlamentario, lograse la aprobación de su acuerdo con la Comisión Europea para el Brexit, tras ver también cómo había sido rechazada una primera propuesta anterior. 

El plan sellado por Boris Johnson con la Comisión y que fue ya definitivamente aprobado por los parlamentarios británicos superó uno de los principales escollos que había en el asunto del Brexit, que era el de la ‘salvaguarda irlandesa’. Desde la perspectiva política británica, sobre todo desde el punto de vista conservador, no se veía clara la imposición de las condiciones de una frontera y aduana entre Irlanda del Norte (territorio integrante de Reino Unido y, por lo tanto, excluido también de las instituciones comunitarias) y la República de Irlanda (país independiente adscrito a la UE), supeditadas a una futura negociación con los dirigentes europeos. Este extremo se entendía como una pérdida de soberanía británica sobre territorio propio al permitir que la UE tuviese poder de decisión dentro de un territorio considerado como propio y que desde 1998 disfruta de una situación pacífica tras los acuerdos alcanzados por católicos y protestantes que pusieron fin a una terrorífica etapa pasada de atentados y violencia que asolaron el Ulster. Estatus que podría verse amenazado por el nuevo escenario planteado con el Brexit. 

El Parlamento británico dio su apoyo al acuerdo de divorcio de Brexit del primer ministro Boris Johnson

Se pactó en este caso la existencia de un control aduanero y fronterizo, pero gestionado por Reino Unido, quien se encargaría de aplicar las condiciones aduaneras y arancelarias entre las irlandas, llevándose a cabo los controles en el punto de acceso británico y no en la República de Irlanda. De esta forma, se acordó que la región norirlandesa quedase incluida en el Mercado Único de Europa, pero formando parte del sistema aduanero británico. 

Según explicó Michel Barnier, negociador de la UE para el Brexit, las autoridades de Reino Unido se encargarán de ejercer el control aduanero, que no estaría situado en la República de Irlanda, sino en Irlanda del Norte, aplicando la normativa europea o británica en la cuestión arancelaria dependiendo si el destino de los productos en liza es el mercado nacional o el comunitario. 

Por ese lado, se superó, al parecer, esta problemática. Pero surgen otras dudas por resolver en el horizonte. Principalmente, lo relacionado con la posición en la que quedan los ciudadanos europeos residentes en Reino Unido y los británicos que viven en territorio europeo, y, por supuesto, en la que quedan las empresas de ambos lados. 

De momento, no cambia mucho el escenario porque existe un periodo de gracia acordado por los dirigentes británicos y comunitarios que durará hasta finales de 2020. Durante este año, cualquier persona mantendrá sus derechos adquiridos y no habrá afectación sobre su situación laboral, social o académica. Pero a partir de 2021 entrarán en vigor unas nuevas normas, que dependerán de un proceso de conversaciones que se abrirá ahora entre negociadores de ambas partes. 

Los diálogos comenzarán en marzo y el 30 de junio acaba el plazo para que ambas partes decidan si necesitan extender este periodo intermedio. 

El primer ministro británico Boris Johnson hablando en la apertura de la Segunda Lectura del Proyecto de Ley Brexit de la Unión Europea (Acuerdo de Retirada) en la Cámara de los Comunes en Londres el 20 de diciembre de 2019

Sobre el asunto de la circulación de personas, todos los inmigrantes británicos y europeos tienen la libre circulación garantizada hasta el 31 de diciembre de 2020, cuando acaba el llamado periodo de transición. Para entonces, Reino Unido y la Unión Europea deberán haber acordado los nuevos términos de la relación que tendrán en el futuro.

Hoy en día, en cuanto al importante asunto de la residencia en suelo británico, a partir de 2021 es necesario registrarse para obtener el estatus de asentado o preasentado, que sí da garantías para continuar en el país con los mismos derechos que un británico. Se puede solicitar en puntos habilitados para ello o en la aplicación llamada ‘EU Exit: ID document check’.

Se precisa el escaneo del pasaporte, una fotografía para confirmar la identidad, el número de la seguridad social y algunos datos básicos. Más de tres millones y medio de personas ya han completado este proceso, que se recomienda llevar a cabo antes de que termine 2020, pero que tiene fecha de cierre oficial el 30 de junio de 2021.

Para la entrada y salida del país, de aquí a final de año no cambia nada; se podrán seguir utilizando tanto el documento nacional de identidad como el pasaporte sin necesidad de pedir ningún permiso especial. En el caso de los turistas, solo podrán utilizar el DNI durante el presente año, pero para aquellos ciudadanos europeos a los que se les haya concedido alguno de los dos tipos de estatus de asentado el plazo se amplía hasta que termine 2025. A partir de ahí, podrán hacerlo con el pasaporte con total normalidad, siempre y cuando presenten su documento físico o digital que acredite dicho estatus. En el caso de los visitantes temporales seguramente tengan que pedir una visa para poder cruzar la frontera británica a partir del año que viene.

Respecto al tema laboral, se está a expensas de lo que pacten los responsables europeos y británicos. Hay dudas de que se llegue a un acuerdo antes de que termine el periodo de negociación. Pero sí está claro que el mercado laboral de Reino Unido depende mucho de la mano de obra extranjera. Por ejemplo, el Servicio Nacional de Salud (NHS por sus siglas en inglés) ya tenía un problema de escasez de mano de obra antes de la consulta de 2016. Este se ha visto agravado por la renuncia de más de 10.000 empleados europeos que decidieron irse del país tras el referéndum.

En cuanto al aspecto académico, no cambia nada en principio, por el momento. Los estudiantes europeos mantendrán sus becas para estudiar en Reino Unido, pase lo que pase durante las negociaciones. Pero a partir del año que viene, la situación del programa Erasmus queda en el aire y está por definir si los estudiantes europeos mantendrán sus privilegios de matrícula frente al resto de otras partes del mundo. 

Respecto a los servicios sanitarios, no hay problema durante este año debido a que, aunque se produzca el Brexit, sigue existiendo la Tarjeta Sanitaria Europea, que permite acudir al servicio médico en territorio europeo. Cuando finalice el periodo de transición habrá dudas con todos aquellos que no tengan adquirido su estatus de asentado. 
 

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