Afganistán, ¿vuelta al 2001?

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Los acuerdos de paz EE. UU.-talibanes

Después de algunos intentos en años anteriores del presidente Trump para llegar a un acuerdo con los talibanes con el fin de sacar las tropas norteamericanas de Afganistán, este se pudo llevar a cabo en Catar a principio del pasado año 2020. Este acuerdo firmado entre Estados Unidos y los talibanes en un hotel en Doha el 29 de febrero de 2020 consta de 4 puntos clave1:

  • La no utilización de suelo afgano por individuos o grupos que quieren atentar contra Estados Unidos y sus aliados.
  • La retirada, según calendario establecido, de todas las tropas extranjeras de suelo afgano, acabando en mayo 2021.
  • Que el suelo afgano no será usado contra la seguridad de Estados Unidos y sus aliados y que tendrán lugar conversaciones intraafganas, es decir entre representantes del gobierno afgano y los talibanes.
  • El cumplimiento de un alto el fuego mientras se celebren las conversaciones intraafganas.

Se podría resumir estos acuerdos entre americanos y talibanes en que EE. UU. se compromete a retirar todas sus tropas de Afganistán (fecha límite sería mayo 2021) siempre que los talibanes corten sus lazos con Al Qaeda y no permitan utilizar suelo afgano para preparar ataques terroristas contra Occidente, reducir la violencia en el país y mantener conversaciones con el Gobierno de Kabul para la estabilización de Afganistán.

El acuerdo comenzó a materializarse en marzo de 2020 cuando 5000 talibanes comenzaron a ser excarcelados de prisiones del gobierno y, por otra parte, 1000 miembros de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad de Afganistán comenzaron también a ser liberados por parte de los talibanes. Esta liberación de talibanes ha sido muy criticada por propios y extraños, primero porque se ha puesto en libertad a milicianos con causas muy graves como participación en grandes atentados contra civiles, la coalición y el gobierno afgano y también porque un reciente informe confidencial2 confirma que el 70 % de los milicianos puestos en libertad han vuelto a sus antiguas unidades a seguir defendiendo la causa talibán, cuando el acuerdo especificaba que los individuos puestos en libertad nunca podrían volver a la lucha armada junto a los talibanes.

Estos acuerdos alcanzados tienen un elemento muy tangible que es el compromiso de retirada total de tropas americanas y extranjeras en el trascurso de 14 meses desde la firma del tratado a finales de febrero 2020 (en mayo de 2021 debería de abandonar Afganistán el último soldado extranjero) y, aunque la retirada estaría condicionada por el cumplimiento por parte de los talibanes de su parte del acuerdo, no faltan las voces críticas que advierten que una retirada total del país, sumada a la liberación de miles de milicianos talibanes, dejar de sancionar en todos los sentidos a los terroristas y abandonar el país sin un mecanismo claro que permita verificar que los talibanes cumplen con su parte del acuerdo, sería básicamente marcharse y abandonar un país sumido en el caos y la violencia.

Por otra parte, el expresidente Trump y los defensores de abandonar completamente el país defienden que una vez las tropas extranjeras se marchen, los talibanes se encargaran de luchar y destruir al ISISK (franquicia de Dáesh o Estado Islámico en el subcontinente Indio, también conocido como provincia de Khorasan o wilaya de Khorasan), aunque en el pacto EE. UU.-talibanes este punto no quede recogido, se da por hecho que el ISISK, es el enemigo natural tanto del Gobierno afgano como de los talibanes, pero cabe mencionar que aunque hasta ahora los talibanes han tenido éxito en su lucha contra esta franquicia del Dáesh este grupo terrorista está actuando últimamente de manera más clandestina, lo que añadido a que no habría tropas occidentales para combatirlos tampoco, podría significar la recuperación del ISISK en Afganistán. El expresidente norteamericano afirmaba también que si los talibanes no cumplen con su parte del pacto EE. UU. volvería con una fuerza enorme y definitiva para eliminar a este grupo.

Tampoco el pacto al que se ha llegado menciona a Pakistán, al que no se obliga de ninguna manera a dejar de dar cobijo ni apoyar a los talibanes para sus propios objetivos políticos, siendo este un punto muy importante ya que los talibanes han estado utilizando las tierras fronterizas con Pakistán (antiguas FATA3) para esconderse y reorganizarse de la presión militar aliada desde que fueron expulsados del poder en Kabul en 2001.

Conversaciones intraafganas

Una parte muy importante de este acuerdo son las conversaciones intraafganas4, es decir, las que deben mantener el Gobierno de Kabul y los talibanes para conseguir la paz y que, finalmente, comenzaron en Doha (Catar) en septiembre del pasado año 2020. Estas conversaciones se están produciendo en la actualidad y recientemente, el 2 de diciembre 2020, se alcanzó un acuerdo en el que se establecían las reglas y los procedimientos que se llevarán a cabo en estas negociaciones.

Estas conversaciones están teniendo lugar sin la participación oficial de EE. UU. (aunque está teniendo un peso importante el enviado especial norteamericano para la reconciliación Zalmay Khalilzad) y se antojan tremendamente complicadas, porque para empezar los talibanes no reconocen al Gobierno de Kabul como legítimo, ya que dicen ser un gobierno títere impuesto por fuerzas extranjeras. Las mayores dificultades de acuerdo se prevén en:

  • Derechos y libertades de las mujeres.
  • Libertades civiles en general y democracia.
  • Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.

En general, los talibanes y el Gobierno de Kabul están completamente enfrentados en la visión que tienen de Afganistán, oponiéndose los primeros a cualquier tipo de elecciones y centrándose éstos en la imposición de una estricta sharía.

Por otra parte, la violencia entre el gobierno y los talibanes, no solo se mantiene, sino que ha aumentado durante las conversaciones entre ambos, ya que el acuerdo entre EE. UU. y talibanes no requiere una reducción específica de la violencia y la tensión continúa creciendo en las provincias donde gobierno y talibanes luchan por ganar terreno. También se expone como explicación al aumento de la violencia que algunas facciones de los talibanes no están de acuerdo en absoluto con las conversaciones de paz con el Gobierno de Kabul y podrían estar intentando boicotear estas reuniones aumentando exponencialmente la violencia (la media de ataques diarios iniciados por los talibanes había subido5 un 50 % en los meses de julio a septiembre con respecto a los tres meses anteriores, según un informe del SIGAR, inspector general Especial para la Reconstrucción de Afganistán ).

Algunas voces críticas, tanto en EE. UU. como en Afganistán y la comunidad internacional advierten de que, debido a la premura de la extracción de tropas norteamericanas del Estado afgano, los talibanes se han encontrado con una ventaja inicial en estas conversaciones intraafganas6 y es por ello por lo que el presidente afgano, Mr. Ghani, podría estar retrasando las conversaciones. El presidente afgano ha pedido una Resolución de la ONU en la que no se reconozca ni a los talibanes ni al Emirato Islámico de Afganistán. Se encuentran a la espera de que el presidente Biden y su equipo tomen decisiones sobre Afganistán, esperando que el nuevo equipo de política exterior norteamericano equilibre la balanza presionando a los talibanes y llegando a un acuerdo más favorable para los dirigentes de Kabul, aunque el equipo de Asuntos Exteriores del nuevo presidente ya se ha ido posicionando en cuanto a prioridades en el extranjero y cabe decir que Afganistán no está entre ellas, por lo que se podría adelantar que se continuará con la retirada de tropas norteamericanas, justificadas también porque la no consecución del acuerdo alcanzado por el expresidente Trump pondría en peligro tanto a las tropas como a los civiles extranjeros que quedaran allí.

Aunque las conversiones todavía están en los preliminares, sí se ha llegado ya a algún acuerdo, por ejemplo, la obligatoriedad de que los niños afganos tengan que estudiar al menos tres años en la mezquita o madrasa local, alegando el gobierno a través de su ministro de Educación que esta medida se debe a que millones de niños en el país no tienen acceso a un colegio, pero siempre lo tienen a una mezquita o madrasa.

Consecuencias de la retirada de tropas de EE. UU. de Afganistán

Teniendo en cuenta que la retirada total de Afganistán podría no tener ningún beneficio en ninguno de los planos táctico, operacional ni estratégico ni para EE. UU. ni para sus aliados, podemos prever algunas de las consecuencias de dicha retirada7:

La OTAN también se marcharía de Afganistán al quedar debilitada

El primer punto que hay que tener en cuenta a este respecto es que en los acuerdos alcanzados entre los EE. UU. y los talibanes se pacta que la salidas de tropas extranjeras de Afganistán debe ser total8, es decir, incluye tanto a tropas norteamericanas como de la OTAN, por lo que una continuación de la misión OTAN en este país sería visto por el régimen talibán como un incumplimiento de los acuerdos y señalaría como objetivos militares por parte de los talibanes a los miembros de la coalición atlántica en Afganistán.

La OTAN tiene en la actualidad algo menos de 12 000 soldados en Afganistán9, que fueron desplegados principalmente para apoyar a EE. UU. después de los ataques a las torres gemelas del 2001 y en su «guerra contra el terror» y, desde luego, una salida precipitada y descoordinada del país podría hacer perder parte de esa confianza que los aliados tienen puesta en Estados Unidos.

En la actualidad, los norteamericanos lideran la misión en el sur y el este del país, mientras que los italianos lo hacen en el oeste, los turcos en Kabul y los alemanes en el norte, pero la realidad es que OTAN necesita los apoyos logísticos y las capacidades10, y sobre todo de extracción en caso de emergencia, de EE. UU. para continuar su misión de manera independiente, aunque los norteamericanos habrían asegurado estos apoyos todo el tiempo que OTAN necesitara hasta su posible retirada, que suponiendo se decidiera en mayo, todavía les llevaría un mínimo de seis meses este repliegue definitivo.

Obviamente, la paulatina reducción de ambos contingentes irá incrementando las zonas del país donde se dejará de entrenar y apoyar a la policía y Ejército de Afganistán, perdiendo estas fuerzas importantes capacidades a la hora de contrarrestar posibles ataques ya sean de los talibanes o de grupos extremistas como ISISK. A colación de esto último, la paulatina reducción de personal que se irá llevando a cabo en Afganistán también mermará las principales agencias civiles de inteligencia, especialmente las norteamericanas, reduciendo así la capacidad de monitorizar y observar las actividades los grupos extremistas como Al Qaeda e ISISK.

También habría que tener en cuenta la progresiva reducción que se daría en el país de diplomáticos extranjeros, personal de agencias de ayuda y ONG y otros muchos civiles que, ante las reducciones de tropas extranjeras, y por lo tanto de seguridad en general, optarán por abandonar definitivamente el país afgano. No se puede decir que la seguridad de estos civiles sea responsabilidad directa de OTAN y EE. UU., pero sí que los militares proveen de avisos de amenaza mediante su inteligencia, apoyo esencial en caso de evacuación y sobre todo la seguridad que estas tropas aportan en el país a la seguridad relativa de los civiles11.

La embajada norteamericana en Afganistán podría servir de ejemplo, siendo una de las más grandes del mundo y donde trabajan más de 1000 personas, teniendo esta cantidad que verse notablemente reducida por las dificultades de una posible extracción de emergencia que supondría este número de personas sin unos medios permanentes en el país.

En la actualidad, la OTAN está esperando a que el nuevo Gobierno norteamericano se pronuncie sobre qué va a hacer en Afganistán, a posteriori tendría que decidir si quedarse aun si Estados Unidos abandonara completamente el país, y esto supondría una llamada a sus miembros para llevar más medios humanos y militares a Afganistán, teniendo cada país que estudiar este nuevo aporte que les demande la organización.

¿Colapso económico del país y del Gobierno?

La drástica reducción o extracción total de tropas de OTAN y EE. UU. conllevaría una notable reducción del apoyo económico al Estado afgano y, aunque en noviembre del 202012 la Conferencia de Ginebra ha concedido 1200 millones de dólares para ayudas en Afganistán, todo parece depender de cómo se desarrollen las conversaciones de paz para la continuación del apoyo financiero al país.

La salida unilateral militar de EE. UU. no tiene que significar el abandono económico del país, pero la capacidad de los organismos internacionales de supervisar las ayudas internacionales se reduciría sustancialmente, llevando a los países donantes a replantearse la financiación del país ante la ausencia de supervisión en uno de los países más corruptos del mundo (Afganistán ocupa el puesto 173 de 180 en el índice general mundial de corrupción)13.

Por otra parte, alrededor del 50 % del presupuesto del Estado afgano y el 90 % de lo que cuesta mantener al ejército y policía del país son provistos por donantes internacionales14, por lo que la reducción de financiación repercutiría, primero en las capacidades directas de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad afganos y después, y también a consecuencia de la primera, en la legitimidad e influencia del Gobierno central con las regiones y la periferia a las que mantenía «bajo control» gracias al apoyo económico y militar que Kabul les prestaba y que ahora, al reducirse dicha financiación, dichas regiones recuperaran poco a poco ese poder y autonomía del que disfrutaban antes de la intervención militar extranjera y moviéndose por lo tanto el centro de poder desde el centro a la periferia15.

La responsabilidad de la seguridad volverá paulatinamente a manos de las milicias regionales y señores de la guerra provocando una guerra civil

A consecuencia de lo expuesto en el punto anterior, y sobre todo en las regiones de mayoría pastún, se podría producir una transferencia de miembros del ejército y la policía afgana a las milicias regionales que volverían a establecer el control sobre la policía y otras instituciones y también utilizar los fondos nacionales para su propio uso. Esta dispersión de poder se iría acrecentando a medida que el gobierno fuera perdiendo la capacidad de pagar y equipar a sus cuerpos de seguridad16.

El escenario anterior nos podría llevar a una nueva compartimentación de Afganistán donde los señores de la guerra y líderes regionales lucharían para controlar la riqueza del Estado. Como vemos en la Figura 1, hay actualmente zonas de claro dominio gubernamental y otras de claro dominio talibán, pero hay otras muchas donde las partes están enfrentadas para hacerse por el control de estas regiones, pudiendo incluso llegar el conflicto a la capital, Kabul.

En un escenario con tantas partes e intereses diferentes involucrados el conflicto se extendería a lo largo y ancho del país, provocando una nueva guerra civil en Afganistán con un escenario similar al de Siria, donde los talibanes en este caso serían una facción más de las partes enfrentadas en la guerra.

Hay que tener en cuenta en este escenario que los talibanes no son un grupo homogéneo, son más bien un conglomerado de grupos con diferentes agendas y que además no controlan todas las áreas que están fuera de las manos del Gobierno central. El caso de la reciente escisión entre los tayicos y uzbekos en Afganistán que significaría un noroeste del país mucho más combatiente de lo que hasta ahora se había mostrado.

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Los grupos extremistas, como Al Qaeda y el Dáesh se ven beneficiados en cuanto a reclutamiento, organización

Si hay alguien que pueda salir beneficiado de un escenario de guerra civil, vacíos de poder y situaciones de hambre y desesperación en la población civil, esos son grupos extremistas como Al Qaeda y ISISK.

En este tipo de situaciones en Estados fallidos o semifallidos es donde, sin duda, los grupos extremistas yihadistas se encuentran más cómodos, tienen una mayor facilidad de reclutamiento debido a las carencias que ofrece el Estado y posibilidades casi infinitas de organización o reorganización ante la falta de presión gubernamental. Una dejadez por parte de Occidente sobre la vigilancia de este escenario podría llevar al país a una situación similar a la previa a los atentados de 2001, donde Afganistán era un santuario para reclutar, entrenar, organizar y, como vimos finalmente, preparar atentados terroristas contra Occidente.

Los talibanes

Se estima que la coalición internacional y el Gobierno afgano han matado entre 20 000 y 35 000 talibanes desde que entraron en el país las tropas norteamericanas y aliadas en 2001, pero es un hecho que en la actualidad controlan más terreno en el país que cuando los primeros soldados norteamericanos llegaron en 200117.

Los talibanes de Afganistán han tenido dos objetivos principales que llevar a cabo desde que fueron expulsados del poder:

  • Expulsar a las fuerzas extranjeras del país.
  • Restablecer un gobierno plenamente Islámico organizado mediante la sharía.

Estos objetivos son los que, entre otras razones, han mantenido vivo a este grupo desde 2001 a pesar de los incesantes ataques militares de EE. UU. y sus aliados durante ya casi 20 años y que finalmente han llevado a las dos partes a una mesa de negociación que los talibanes ya están vendiendo como una aplastante victoria sobre Occidente.

Pero ¿cuál ha sido la causa de esta «victoria» a base de resiliencia talibán? Son muchas y variadas, políticas y militares. Expertos militares18 afirman que entre las causas están: la adaptación de los milicianos talibanes a las tácticas norteamericanas, la incasable vuelta a la lucha después de sufrir miles de bajas, la falta de apoyo de Pakistán en las regiones fronterizas que los talibanes han usado como santuario, la «distracción» de medios militares y económicos hacia Irak, permitir la reorganización de la insurgencia entre los años 2003-2009 y 2014-2019, e incluso una falta de coordinación entre OTAN y EE. UU. para dirigir sus esfuerzos a un mismo objetivo.

Todo ayudado por una gran capacidad de reclutamiento de estos que según la narrativa talibán vendría respaldada por la crueldad para con los civiles que han mostrado tanto el Gobierno afgano como los militares norteamericanos (refiriéndose en este caso a las atrocidades cometidas por algunas milicias entrenadas y pagadas por la CIA19), pero que en mayor medida se debe a la gran capacidad de reclutamiento de jóvenes del medio rural (el 75 % de los afganos viven en áreas rurales y alrededor de 7000 escuelas no tienen un edificio donde impartir las clases), que por las enormes diferencias económicas (el 90 % de los afganos viven bajo el umbral de la pobreza, 1,90 dólares diarios20) entre el campo y la ciudad y por la percepción de corrupción del Gobierno afgano se sienten atraídos por la narrativa talibán. Una narrativa que en la actualidad está teniendo su momentum debido a la explotación de los acuerdos de paz conseguidos en Doha con los norteamericanos, en los que la población ha visto como el Ejército norteamericano va retirándose y cerrando bases y el nivel de la violencia se mantiene o incluso aumenta. Efectivamente muchos afganos se «convierten» en talibanes en estos días porque están seguros de que los talibanes se van a hacer pronto con el poder en todo Afganistán.

Algunos jefes talibanes podrían tener la impresión de haber ganado la guerra y ven esta negociación como «unas condiciones de la rendición» y estarían usando las conversaciones intraafganas para ganar tiempo y esperar al 1 de mayo que es la fecha límite para que las tropas norteamericanas y extranjeras hayan abandonado completamente el país. Un abandono completo de las tropas extranjeras de Afganistán podría llevar a que los talibanes fueran perdiendo gradualmente su interés en las conversaciones y acuerdos de paz, comenzando a extender su control sobre cada vez más territorio y población en Afganistán, consolidando sus feudos rurales de mayoría pastún en el sur y este del país y aumentando probablemente su agresividad en las regiones de mayoría no pastún en el norte y oeste del país, incluyendo las áreas urbanas. Otras facciones talibanes, sin embargo, las llamadas de «línea dura», todavía tienen la confianza de que pueden alcanzar sus objetivos militarmente, es decir, mediante la fuerza21.

El caso es que surgen dudas sobre una aceptación más o menos homogénea del acuerdo de paz que se está negociando y la cuestión es si tienen los talibanes un command and control suficientemente fuerte como para controlar todas sus facciones, incluyendo las más disidentes, en todo el territorio afgano, acatando las órdenes y directrices impuestas por el mando. Un ejemplo podría ser que cuando se lleve a cabo el acuerdo de paz algunas facciones talibanes no quieran luchar contra el ISISK por similitud de ideologías o intereses.

También en Afganistán habitan los Foreign Fighters provenientes de Pakistán que, según Naciones Unidas22, ascenderían en número a entre 6000 y 650023 y que la mayoría pertenecería a Tehrik-e-Talibán Pakistán (TTP) y se han responsabilizado de algunos atentados importantes en Pakistán. Estos combatientes extranjeros, a su vez, proveen de milicianos a otros grupos de la región como Jamaat-ul-Ahrar (JuA) y Lashkar-e-Islam, además de que muchos de sus miembros se han unido a las filas del ISISK.Atalayar_IEEE Afganistán

Los talibanes y Al Qaeda

Existe un hecho incontestable y es que, al contrario de lo que imponen los acuerdos de paz de Doha, los talibanes ni condenan ni cortan sus vínculos con el grupo terrorista Al Qaeda. El último informe de la Organización de Naciones Unidas dirigido al Consejo de Seguridad de esta organización24 del 19 de mayo de 2020 afirma que «las relaciones entre los talibanes, especialmente la Red Haqqani y Al Qaeda siguen siendo estrechas y se basan en la amistad, una historia de lucha compartida la afinidad ideológica y los matrimonios entre miembros de ambos grupos». Es cierto que se han detectado ciertas distensiones entre la organización que fundó Bin Laden y los talibanes, ya que en ambas partes existen facciones muy contrarias a los acuerdos con los norteamericanos.

Al Qaeda tendría, según este informe de la ONU entre 400 y 600 operativos en 12 provincias de Afganistán y aunque Ayman al-Zawahri podría estar muerto según medios pakistaníes y el expresidente Trump podría haber estado llevando a cabo una campaña

«degradando» la presencia y actuales capacidades de Al Qaeda en Afganistán para encubrir la «agresiva» retirada de militares que está llevando a cabo, la realidad sigue siendo que Al Qaeda tiene capacidad, aunque más limitada, para actuar, reclutar y financiarse.Atalayar_IEEE Afganistán

Los talibanes y el negocio del opio

El acuerdo alcanzado entre EE. UU. y los talibanes no hace referencia en ningún momento al tema de la droga en Afganistán, que proporciona más de 500 millones de dólares a las regiones talibanes. Hay que recordar que Afganistán es el mayor productor de opio y proporciona el 90 % del opio mundial, con unas exportaciones anuales estimadas entre 1500 y 3000 millones de dólares. El opio supone para Afganistán casi un tercio de su PIB y provee unos 600 000 puestos de trabajo en el país25.

Los talibanes cobran a los traficantes de droga impuestos para financiarse, a pesar de que la sharía les prohíbe ese tipo de sustancias, llegando a suponer el 60 % de las finanzas de este grupo. Podemos afirmar que los beneficios económicos de la heroína acaban financiando en mayor o menor medida a los talibanes, Al Qaeda y ISKP.

Los EE. UU. intentaron parar este método de financiación de los talibanes y lanzaron, en 2014, la Operación Iron Tempest contra el opio en Afganistán, pero esta misión tuvo poco éxito debido principalmente a lo fácil que le supone a los afganos volver a crear laboratorios de la droga, confirmando un estudio posterior que los afganos eran capaces de reponer los «laboratorios» en cuestión de días, por la simplicidad de material que requiere la elaboración de esta droga.

Los últimos informes sobre este tema avisan que los afganos se están pasando de la heroína a la metanfetamina que es más barata y que, además, la metanfetamina afgana se está exportando a Asia y Australia y podría llegar en breve a Europa.Atalayar_IEEE Afganistán

Biden, ¿cambio de estrategia?

Políticamente, existe mucha divergencia de opiniones en EE. UU. sobre salir o no de una manera definitiva de Afganistán y, todo ello, en un contexto donde Oriente Medio no ha sido un actor relevante en la política estadounidense en el año 2020, es decir, no se le da dado mucha importancia en cuanto política exterior americana se refiere26.

La tendencia es, desde el presidente Obama, la de ir reduciendo tropas en estos escenarios, y teniendo en cuenta que Estados Unidos tiene unos 200 000 soldados destinados fuera de sus fronteras, podemos ver que, en los escenarios más candentes de la guerra contra el terror (Afganistán, Siria, Irak y Somalia), el Ejército norteamericano cuenta ahora mismo con menos de 10 000 soldados en total27.

La reducción actual de tropas impuesta por el expresidente Trump se está llevando a cabo y en la actualidad (febrero 2021) quedan 2500 soldados norteamericanos en Afganistán (en estas cifras no se cuentan los contractors o trabajadores externos, americanos o no, que trabajan para el Gobierno y el Ejército de Estados Unidos en Afganistán), una cifra que la mayoría de los militares y estrategas tildan de insuficiente para garantizar la seguridad y estabilidad, tanto del país, como de los organismos extranjeros que trabajan en el Estado afgano. Esto da pie a una duda muy razonable, ¿cómo pretende presionar EE. UU. a los talibanes para mantener los principios clave del acuerdo firmado en Doha y cómo va a apoyar al Gobierno afgano con el mismo fin? Por el momento EE. UU. ha cerrado 10 bases desde que se firmó el acuerdo con los talibanes y es obvio que cuanto menor es la presencia militar americana más vulnerables son las fuerzas gubernamentales afganas. De todas formas, son muchos los que confían que con la entrada de Biden en el escenario se producirán algunos cambios a favor del afgano.

Si quedaran finalmente los 2500 soldados en Afganistán ¿serían suficientes para llevar a cabo las tareas mencionadas anteriormente? Esta nueva y reducida misión se llevaría a cabo desde dos bases únicas bases principales y sus objetivos se centraría básicamente en:

  • Operaciones antiterroristas (objetivo de las nuevas misiones americanas serían principalmente terroristas senior level con ambiciones internacionales).
  • Consejo a altos cargos afganos.
  • Vigilancia y ataques aéreos contra el ISISK.
  • Apoyo a fuerzas de seguridad afganas.

La «patata caliente» que Trump ha dejado a Biden os obvia28, ya que, de cumplir Biden el acuerdo, saca al resto de tropas en mayo y Kabul termina cayendo en manos de los talibanes, volviendo Afganistán a la guerra civil, Biden será el culpable, pero si por el contrario Biden mantiene y refuerza las tropas en Afganistán se le podrá acusar de enviar soldados americanos a una guerra interminable.

Biden, con una larga y experimentada carrera en Asuntos Exteriores, aboga por una nueva política de despliegues: en vez de grandes y numerosas fuerzas en largas misiones, pasaría a un relativamente pequeño número de fuerzas, predominantemente de operaciones especiales, con el sistema tracking and killing que Estados Unidos ha estado utilizando en los últimos años y que propone en vez de las misiones largas y numerosas y que les ha dado buenos resultados y como ejemplos tenemos la eliminación de algunos elementos terroristas de muy alto nivel:

  • Abu Bakr Al-Baghdadi en noviembre 2019.
  • Qassim Al-Rimi, lider de AQAP en febrero de 2020.
  • Sayyaf al-Tunsi en septiembre de 2020.
  • Khaled al-Aruri de al-Qaeda en junio 2020.

Todo esto está sucediendo en un momento en el que el presidente Biden toma las riendas del país y que puede hacer los cambios en política exterior que crea oportuno, como sería en este caso la participación de tropas americanas en las forever wars.

¿Cuál sería el número ideal de tropas en Afganistán para garantizar que el país no colapse? Algunos expertos dan la cifra de 4500 mínimo, mientras que John Stavridis, antiguo jefe militar de la OTAN sitúa en 10 000 el número de tropas de EE. UU. y OTAN para presionar a los talibanes de una manera efectiva para un acuerdo de paz. Otros expertos relacionados opinan que con 3000 norteamericanos y 3000 de la OTAN y manteniendo el nivel de financiación también se podría evitar que Afganistán cayera en manos talibanes y en guerra civil.

Por otra parte, la solución al problema afgano desde un enfoque integral en que la diplomacia con los países vecinos tendría vital importancia. China ha propuesto a EE. UU. un entrenamiento conjunto de los oficiales afganos y esta es una posibilidad que se le presenta a Biden. Cabe tener en cuenta que Afganistán limita por el norte con la provincia China de Xinjiang Uighur, donde China ha impuesto un régimen draconiano a los musulmanes. Este miedo de China a la seguridad y permeabilidad de su frontera podría llevar a EE. UU. y China a colaborar en Afganistán en el futuro.

Otros actores como Rusia, Arabia Saudí están esperando una oportunidad para entrar en el escenario afgano si EE. UU. lo abandona totalmente, pero quizá son ellos precisamente los que tienen la llave de solucionar el problema en Afganistán, abordando el problema desde dicho enfoque integral, invitando a estos países a ser parte de la solución y no del problema.

ISISK en Afganistán

La posibilidad de que la franquicia del Dáesh en esta región, el ISISK, se asiente y utilice Afganistán como lugar de reclutamiento, financiación y entrenamiento se ha convertido en la verdadera pesadilla de Occidente y, aunque se podría decir que el Dáesh es enemigo de todo el mundo, no podemos descartar algunas colaboraciones de organizaciones e incluso Gobiernos con este grupo terrorista29. De hecho, la existencia del ISISK podría estar siendo usada por el Gobierno afgano para culpar a los talibanes de cometer los mismos actos terroristas y con su misma narrativa para perjudicarlos de cara a la opinión pública que, en los últimos tiempos, se está posicionando de nuevo del lado de los talibanes ante la falta de protección del Gobierno de Kabul para con sus ciudadanos.

Según un equipo de supervisión de Naciones Unidas30, ISISK tendría unos 2200 miembros en Afganistán y, aunque la mayoría de grupos en Afganistán se alían con los talibanes, también los hay, como el Movimiento Islámico de Uzbekistán (IMU), que a veces provee de milicianos las filas del ISISK y que cuenta, según el mismo informe de ONU, con unos 140 milicianos.

En un escenario tan complejo como este, puede pasar cualquier cosa y, de hecho, se piensa que los talibanes y el ISISK, a pesar de ser enemigos, podrían estar colaborando para ciertos ataques, especialmente en el ámbito logístico31, aunque no hay pruebas definitivas de esto. Es importante recordar que el ISISK promociona la yihad global, mientras que los talibanes la promocionan solo dentro de Afganistán, por lo que Occidente estaría más interesado, a priori, en controlar a los acólitos del Dáesh en esta región.

La crueldad que muestra en sus acciones el ISISK, como el ataque a la planta de maternidad en Kabul del pasado mayo de 2020 en el que mataron indiscriminadamente a mujeres y niños recién nacidos, nos da una idea de lo que serían capaces de hacer sin una presión militar y policial suficiente que controle y limite sus actuaciones.

Los enemigos de ISISK en Afganistán serían:

  1. Los talibanes.
  2. Tehirk-i-Taliban (TTP), talibanes pakistaníes.
  3. Al Qaeda.
  4. Red Haqqani.
  5. Minoría chií en Afganistán.

El ISISK, que está principalmente en las provincias de Nangarhar y Kunar (provincias fronterizas con Pakistán al este de Kabul32) liderados actualmente por Shahab al-Muhajir, es el gran beneficiado de la decadencia de Afganistán, ya que el desgobierno les facilita su actuación e incluso implantación en algunas zonas, debido a la radicalización que están llevando a cabo en áreas rurales.

Además, los franquiciados del Dáesh en esta región aprovechan sus atentados para generar desconfianza entre los talibanes y el Gobierno afgano, al no hacerse responsable de algunas de sus acciones, siembra la duda y la desconfianza entre ellos con vistas a las actuales conversaciones, aunque funcionarios del Gobierno afgano aseguran que el proceso de paz será tremendamente beneficioso para la lucha contra el ISISK, ya que por fin todas sus capacidades se orientaran a combatir a este grupo terrorista.

Las víctimas civiles, un vector para tener en cuenta

Alrededor de 157 000 personas (43 000 de ellos civiles) han sido asesinados en Afganistán entre 2001 y 2019. En los años 70, 80 y 90, los muertos fueron 500 00033, y para tener un dato más actual el jefe de la inteligencia afgana acaba de publicar que durante el año 2020, los talibanes realizaron más de 18 000 ataques en Afganistán34. Debido a la continua violencia que asola el país, las últimas encuestas realizadas por organismos internacionales aseguran que el 90 % de la población civil afgana está muy descontenta con el Gobierno afgano porque no los puede proteger de la violencia y el terrorismo, además siendo este el objetivo último de los talibanes, convencer a la población que el Gobierno central es incapaz de proteger a sus propios ciudadanos y facilitando el reclutamiento de ciudadanos en favor de los talibanes y otros grupos extremistas.

El Peace Security Index nos arroja algunos datos sobre Afganistán:

  • Afganistán es el peor país del mundo para las mujeres solo después de Siria.
  • Solo el 16 % de las mujeres trabaja (el peor del mundo).
  • 60 % de las niñas se casan antes de los 19 años (entre los 15 y 16 años).Atalayar_IEEE Afganistán

Todas estas cifras tienen una equivalencia en número de muertos y también en otra de las características del escenario afgano, los refugiados que huyen de la guerra y la violencia. Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados35, actualmente hay 4,6 millones de afganos que viven fuera de su país (de una población de unos 35 millones) de los cuales 2,7 son refugiados registrados y de estos refugiados «legales» 1,4 millones viven en Pakistán y un millón en Irán, aunque estos dos Estados afirman que esas cifras no son reales y que, en realidad, viven muchos más. Casi la mitad de estos refugiados son niños que están solos y son menores de 14 años. Pero, aunque Irán y Pakistán acogen al 90 % de los refugiados afganos en el mundo también son un grupo muy representativo en Europa. De hecho, la población afgana representa el mayor grupo por nacionalidad de los solicitantes de asilo que actualmente llegan a Europa36.

Una de las claves que siempre acompaña al tema de los refugiados es la educación de estas personas que se encuentran fuera de su hogar, ya que el principal objetivo de un refugiado es volver a su país, a su casa. En el caso afgano la situación es bastante dramática, porque ni Irán ni Pakistán tienen o prestan los recursos necesarios para empoderar a estos refugiados con vistas a su educación y formación con el objetivo de mejorar su país cuando estos puedan regresar.

Conclusiones

Una vez analizada la situación actual podemos decir que, en pocas semanas, el presidente Biden tendrá que decidir entre la retirada de tropas definitiva en mayo, con el consiguiente peligro de un creciente conflicto que podría derivar en guerra civil.

Quedarse con una fuerza reducida para, aparte de realizar operaciones antiterroristas, servir de presión para que los talibanes cumplan los acuerdos, o incluso aumentar los efectivos si le parece que los 2500 no son suficientes para llevar a cabo su estrategia.

Quizá se está buscando una decisión binaria (quedarse o irse), cuando la solución va a llegar seguramente en opciones intermedias que no van a contentar a todas las partes.

Es cierto que no hay solución militar en Afganistán y EE. UU. no puede quedarse para siempre, pero saliendo de manera abrupta y desorganizada puede desestabilizar todo el país, especialmente cuando se están llevando a cabo unas conversaciones de paz que pueden ser cruciales para el futuro de este Estado. Hay que dejar al país en la mejor situación posible, porque todo lo que no se acerque a esto significaría tener que regresar a Afganistán por razones similares a las de 2001.

La solución a este complejo escenario solo llegará si nos preguntamos primero que es lo que se quiere conseguir en Afganistán:

  • ¿Estamos buscando un de paz que se lleve realmente a cabo?
  • ¿Que no quede ningún soldado extranjero en el país?
  • Quizá ¿mantener una fuerza suficiente para evitar la propagación terrorista y que los extremistas no lleguen a Occidente?
  • ¿Ayudar a que el país no colapse y se convierta de nuevo en terreno fértil para extremistas?

Una vez se acuerde el objetivo de saber qué es lo que queremos para este Estado se tendrá que empezar a pensar qué herramientas son las necesarias para tal objetivo.

Además de estas, otras preguntas surgen a raíz de la retirada de Occidente de Afganistán, ¿puede EE. UU. defender su país del terrorismo sin estar físicamente en Afganistán? ¿Siempre va a existir una insurgencia y terrorismo en Afganistán?

Y es que cuanta más información tenemos de este escenario, mayor es el número de dudas que nos surgen sobre su futuro y el de este acuerdo de paz por el que se está trabajando. Los talibanes también se están jugando su futuro en este país puesto que un incumplimiento tácito de los acuerdos, en forma de apoyo a Al Qaeda supondría una nueva intervención, y más drástica si cabe, por parte de EE. UU. y los aliados, por lo que cabe otra cuestión: ¿se arriesgarán los talibanes a cooperar de manera activa con Al Qaeda? Lo que sí parece obvio es que los talibanes están llevando a cabo actualmente una campaña sangrienta para deslegitimizar al Gobierno afgano y convencer a la población de que su Gobierno no puede protegerlos, además de conseguir mayores concesiones por parte del actual gobierno y eliminar a las voces más discordantes con los talibanes, tratándose las últimas víctimas de periodistas, trabajadores de derechos humanos, funcionarios o se podría tratar también de acciones realizadas por traficantes de drogas, especuladores y funcionarios del gobierno corruptos que querrían evitar a toda costa las reformas que el actual gobierno está proponiendo en la conversaciones, según los propios analistas militares afganos.

ISISK y Al Qaeda están activos en Afganistán y no les interesa el acuerdo de paz si se llevara a cabo en los términos pretendidos, ya que los talibanes dejarían de apoyar a Al Qaeda por un lado; y, por el otro, la estabilidad del país daría suficiente cobertura a las fuerzas gubernamentales para dedicarse a combatir al ISISK, por lo que hay que tener en cuenta a estos dos grupos y sus más que posibles acciones para modificar el rumbo, en su propio interés, de las actuales conversaciones de paz.

La retirada total de tropas norteamericanas en Afganistán significaría una «ayuda» para la propaganda de Al Qaeda e ISISK porque se atribuirían de inmediato dicha salida de las tropas extranjeras y podría ser en general, una retirada más desastrosa que la de Obama de Irak en 2011, dejando un país arruinado y pasto de extremistas e intereses internacionales, es decir, el lugar ideal para extremistas y yihadistas globales.

Oscar Ruiz Pérez /Militar de Infantería de Marina destinado actualmente en el Cuartel General de la OTAN en Bélgica. 

Pilar Rangel Rojas/ Profesora Asociada de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales de la Universidad de Málaga

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