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Hacia una política exterior china más agresiva en Oriente Medio: el enclave iraní

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Durante las últimas décadas la arquitectura de la acción exterior china está atendiendo a una clara remodelación. Adaptándose a los nuevos escenarios y retos globales, la forma de entender las necesidades de otros está convirtiéndole en un actor clave, ya que la disponibilidad de medios la respalda enormemente. Un elemento clave gira en torno al cambio estructural de la política exterior china en Oriente Medio, donde el país asiático puede aprovechar el vacío de poder estadounidense a partir de una desvinculación mayor de Estados Unidos en la zona. Como consecuencia, existe una alta probabilidad de que el pragmatismo se imponga en la región y la arquitectura de poder regional e internacional se reequilibre a partir de la redefinición de la acción exterior china. En este caso, Oriente Medio no escapa de esta lucha por la hegemonía global y numerosos factores intervienen en el intercambio de posiciones de estas dos potencias, empleando diferentes medios y actores regionales para conseguir sus objetivos. En este sentido, se destaca el rol de una de las potencias regionales de la zona, Irán, como clave en el desenlace del proceso de lucha constante por mantener o trastocar los equilibrios de poder regional e internacional.

Introducción

Numerosos son los ámbitos donde China se ha estado abriendo paso, desarrollándose a una velocidad sensacional, siendo capaz de convertir las debilidades existentes de su estructura estatal en fortalezas, demostrando una capacidad de adaptación a las necesidades globales que han supuesto su verdadero «gran salto adelante». Y no solamente ha mejorado su potencia interior sino, además, su potencia exterior, a través de una combinación extraordinaria de hard y soft power1. Favoreciendo su papel de camaleón a nivel internacional, uno de los espacios en los que los chinos han consolidado su rol de «gigante» y de potencia global es sin duda en el campo de la economía y las finanzas globales.

La denominada «diplomacia económica» china está multiplicando sus tentáculos alrededor del globo, tejiendo un complejo sistema de relaciones que les permite imponer su visión nacional y, a su vez, beneficiarse de las necesidades recíprocas que pueden aparecer en diversos lugares del escenario internacional. Y, como no podía ser de otra forma, su ascenso ha dado lugar a un replanteamiento del equilibrio de poder en diferentes regiones del globo a partir de un uso adaptado de los instrumentos económicos y financieros. Ejemplo de ello son los lazos que se observan entre Oriente Medio y China, puesto que cada vez son mayores y elementales para comprender el planteamiento chino a largo plazo. A raíz de la gran cantidad de recursos energéticos de la zona, la consecución del estatus de potencia hegemónica pasa por crear y mantener vínculos que impliquen un esfuerzo por beneficiar a las regiones a través de otros instrumentos que difieren de los empleados por las potencias tradicionales, apostando por las inversiones y el acceso a su mercado, no entrando a priori en confrontaciones geopolíticas.

Por lo tanto, el cariz que adquiere la nueva implicación china en Oriente Medio pone de relieve una situación sorpresiva cuanto menos. Donde el cambio en la política exterior china hacia una presencia más agresiva e imponente, empleando un conjunto de medios económicos, financieros y diplomáticos, está impulsando el objetivo de aumentar considerablemente su presencia en la zona y reforzar su rol de Estado hegemónico. De esta forma, se está dando paso a un nuevo proyecto más titánico, cuyas implicaciones geopolíticas son de alto impacto y están destinadas a remodelar el tejido relacional entre los actores más importantes de esta zona del mundo.

Un futuro para la presencia exterior china, mirando al pasado

Históricamente, el «Reino Medio»2 se construyó bajo un sistema prácticamente defensivo, donde el objetivo primordial pasaba por asegurar sus fronteras, evitando posible agrupaciones rivales en los puntos fronterizos y cancelando así una posible incursión de los denominados «bárbaros». Este término se empleaba para denominar a todo extranjero que no había sido alcanzado por la superioridad de la cultura china, que no había podido disfrutar de las enseñanzas de la sociedad asiática y se encontraban a ojos chinos en un estadio de evolución inferior.

China nunca se planteó una estrategia de conquista y subyugación de sus enemigos o
«bárbaros», únicamente la utilización del denominado ji mi, el arte de gobernarlos sin tensar demasiado las cuerdas3. Además, a este planteamiento se sumaba la política de los «cinco cebos»4, cuya esencia resalta la necesidad de disponer de medios para enviciar cinco puntos clave del adversario: sus ojos, sus oídos, sus estómagos, sus bocas y sus mentes. La tarea pasaba por otorgar a los extranjeros aquellos elementos que demandaban (vestimenta, carruajes, música, comida…)5 calmando su ira y creando necesidades en sus adversarios para que, en última instancia, dependieran del imperio chino y aceptaran su voluntad antes que la propia. Íntimamente relacionado con el concepto de Joseph Nye de soft power, la diplomacia china actual delata varios puntos de conexión unidos con esta práctica.

Evidenciado el salto evolutivo, de medios y etapas históricas, los movimientos diplomáticos chinos en las últimas décadas pueden ser analizada desde este punto de vista. Impulsando su crecimiento interno a través de la combinación del know-how, que se introducía en el país a través de las empresas extranjeras, y en el rápido crecimiento de su industria y clase media, China ha sabido acumular una serie de recursos que le permiten el empleo de múltiples estrategias en su presencia exterior de forma simultánea.

Siendo capaces de obtener un mapa claro de sus necesidades estructurales y de identificar las mismas en otros objetivos (Estados y organizaciones políticas en este caso), el principal motor de la diplomacia y expansión china de la última década pasa por un pragmatismo basado en los «cinco cebos» adaptados a estos tiempos6. Sin embargo, se está atendiendo a un cambio parcial, aunque radical, en esta forma de diplomacia, en la que el empleo de medios no fundamentalmente agresivos (financieros, políticos o económicos) se están convirtiendo en herramientas disruptivas con el fin de lograr una presencia mayor acorde al estatus que la cronología china marca para 20497, convertirse en la potencia hegemónica global sin atisbos de competencia alguna.

Sin duda, el contexto internacional se está prestando a que las condiciones para dar pasos agigantados en esta línea se vayan consagrando a medida que pasa el tiempo. La crisis de la COVID-19, el aumento de la deuda externa a nivel global, las sanciones internacionales8 llevadas por el bloque occidental liderado por Estados Unidos, etc. son factores que fomentan el aumento de la presencia china en diferentes regiones, diferenciando sus estrategias adaptadas al contexto y necesidades que presente cada región para que el acogimiento de los recursos chinos sea positivo. No obstante, una zona donde se aprecia el cambio parcial al que se aludía con anterioridad es sin duda alguna Oriente Medio.

Esta región representa varias y diversas oportunidades para el gigante asiático, que se encuentran divididas en los siguientes aspectos: desarrollo de infraestructuras, inversión directa y la proliferación de una nueva industria tecnológica9. Además, el cálculo de estos tres motores no pasa desapercibido para un campo que no es ajeno, el geopolítico. Explicando las implicaciones en este último ámbito más adelante, únicamente se quiere resaltar ahora que China está tratando de dar origen a una compleja red de inversiones multidimensionales que le sea útil para establecerse fuertemente en la región, buscando el apoyo de los países a partir de un análisis de sus debilidades y ofertar aquello que no pueden rechazar. Desde el desarrollo social hasta el intercambio cultural, China ha encontrado una zona de cultivo esencial para extender sus intereses y ampliar su control, con las implicaciones diplomáticas y geopolíticas que esto conlleva.

China como un actor relevante para la evolución regional de Oriente Medio

Sin duda alguna, la balanza de poder en la región varía según el entorno y cómo se es capaz de adaptarse, donde la combinación de recursos propios y un sistema de alianzas eficaz marcan la diferencia. China ha llegado, y ha llegado para ser un jugador importante, de primera línea. Con los antecedentes de la primera Ruta de la Seda (que datan de la dinastía Tang en el siglo VIII) se consolidó en su origen el importante rol económico y comercial chino, sentando los primeros lazos en la zona. Pero el marco de actuación ha cambiado, y China recibe casi la mitad de sus exportaciones en suministro energético de países de Oriente Medio, con una tendencia inclinada una mayor dependencia de esta región. Donde industria, comercio, economía y seguridad energética están ligados en el interés estratégico chino y de la planificación de su acción en la región para las décadas venideras.

A corto plazo, el mercado de la energía se ha convertido en el motor de las relaciones chinas en la región del golfo Pérsico. Sin olvidar el denominado «collar de perlas»10 que el gigante asiático está intentando establecer en el mar del Sur de China para controlar el abastecimiento marítimo y garantizar su seguridad por dicha vía, donde el centro de atención se encuentra en el interés de blindar zonas estratégicas como el estrecho de Malaca o lugares estratégicos similares. Por otra parte, la intención de dar a luz una serie de corredores terrestres11, sumados a la creación de rutas navales, se unen a ciertos intereses geoestratégicos cuya influencia traspasan las fronteras de la región objeto de este análisis.ieeEn este sentido, la intencionalidad de la proyección exterior china, con grandes repercusiones internas, se observa en la ambiciosa iniciativa denominada Belt and Road Initiative (BRI). Así, la Figura 1 presenta las claves de este proyecto, donde para este análisis conviene resaltar la importancia estratégica de Teherán (en su faceta como corredor terrestre), siendo un centro neurálgico de conexión entre Oriente Medio y Europa a través de Turquía12. Al ser una iniciativa que engloba múltiples y diversos proyectos, a primera vista no parece encerrar intereses estratégicos más allá del aumento del comercio y las infraestructuras internacionales13. Y si a ello se añade la ausencia de planificación para la seguridad y la cooperación militar, existe suficiente respaldo para confirmar como intención esencial la consecución de un alto grado de desarrollo y la completa eliminación de cualquier interés geopolítico. Pero nada más lejos de la realidad.

A medida que los proyectos comienzan a lo largo y ancho de las monarquías del Golfo, desde los estadios para Qatar, refinerías en Arabia Saudí o el ferrocarril de alta velocidad entre Yedda y La Meca, la presencia china se hace cada vez más robusta y difícil de retirar. Asimismo, los puertos y los parques industriales están siendo elementales para que la cooperación sea cada vez más estrecha, creando cadenas económicas impensables en las décadas anteriores. Además de proyectos puntuales, las inversiones chinas en la región tienen un horizonte de medio y largo plazo, orientadas hacia una mayor influencia y una mejor demostración de las capacidades reales chinas. Como ejemplifica la Figura 2, a lo largo de Oriente Medio se observan diferentes inversiones del país asiático, siendo estas de diferente índole, abarcando una amplia gama de ámbitos y ejemplificando el apoyo que supone China para la evolución de la región.IEEE

Debido a lo mencionado en el párrafo anterior, la lógica de las acciones chinas en Oriente Medio está cambiando. Así se identifica este cambio de modelo, con el objetivo chino de establecer un patrón de cooperación, casi clientelar, con los países de la región a través de la expansión y el establecimiento de una gran red de infraestructuras. Los elementos de la denominada «estrategia 1+2+3»14 , incluidas en el Cinturón Económico de la Ruta de la Seda, definen la estrategia china en la región dividiéndola en tres puntos clave: cooperación energética, construcción de infraestructuras y aumento de las relaciones comerciales y el desarrollo de la tecnología y el intercambio industrial. Todos estos objetivos han sido ampliamente aceptados por los países árabes e Irán, entendiendo el potencial de la iniciativa china.

Por ello, China puede ser una pieza fundamental para el futuro desarrollo en los diferentes niveles mencionados. Ofreciendo el respaldo económico y financiero necesario para la consecución de los objetivos de las partes está demostrando la existencia de una vía alternativa para crecer y aumentar los recursos en la zona para los diferentes actores, siempre y cuando se adecuen a las demandas chinas, reafirmando sus intereses y proponiendo alternativas a los países de la región que no pueden desaprovechar (como los proyectos de mejora de infraestructuras, telecomunicaciones…)15.IEEE

Asimismo, esta mayor potencia se traduce en un incremento de la confianza china, respaldando la nueva línea de acción que traspasa los cotos diplomáticos y geopolíticos que habían sido respetados hasta ahora. Esta nueva característica de la personalidad exterior china se ha ejemplificado en la mayor actividad en la región, pero, para entender este cambio de actuación exterior chino, se quiere destacar un ejemplo especial por encima del resto, las relaciones Irán-China, reflejadas en el aumento de las negociaciones, contactos  y acuerdos entre las partes  en los últimos años17. Para comprender mejor el alcance de estas nuevas relaciones, hay que ahondar en las razones que llevan al país persa a girar en su política estratégica exterior, apoyándose en un actor novedoso en la región y cuyos parámetros de actuación suelen diferir al de resto de actores regionales.

Necesidad, un promotor del pragmatismo: el caso de Irán

La necesidad es uno de los mayores problemas que puede sufrir una sociedad, pues en ella se encuentran los mayores actos irracionales del ser humano, pues anula la razón y saca a relucir el lado menos amable de cualquier pueblo. Para averiguar de dónde nace la necesidad de ciertas regiones, es vital echar un vistazo al contexto que da lugar a la creación de las estructuras económicas y sociales que vertebran a los actores estatales. En este sentido, el caso iraní refleja cómo la combinación de múltiples factores, tanto internos como externos, son capaces de dar forma a situaciones críticas que perduran en el tiempo y que obligan buscar una vía alternativa que sea eficaz en la lucha contra este tipo de circunstancias negativas.

Aunque la crisis de la COVID-19 haya sido un acelerador que deteriora aún más la situación económica-social del país persa, los indicadores económicos y sociales iraníes arrastran una larga crisis que ha sido originada por una serie de variables cuyos efectos trascienden sus ámbitos propios y alcanzan al resto. Desde las sanciones internacionales (que comienzan en 2006 hasta hoy en día, pero de diferente índole)18 hasta la inestabilidad interna (la revolución del año 1979, enfrentamientos entre minorías religiosas…) y pasando por los conflictos en la región19, han configurado un panorama bastante turbio para encontrar la senda del crecimiento entre tanta niebla.

Todos ellos tienen una estrecha relación, pues los efectos de cualquiera de estos factores son observables en otros campos y viceversa. Por ejemplo, las sanciones internacionales provocan la escasez de ciertos insumos que demanda la sociedad iraní20, generando tensiones internas que derivan en enfrentamientos puntuales. Ahora bien, este conjunto de factores religiosos, políticos y económicos han derivado en una situación de asfixia tanto a las capas sociales como a la posición internacional iraní. Las consecuencias más palpables se encuentran en los indicadores de índole económico- social, que reflejan la cruda realidad del pueblo iraní21. El paro juvenil, la dificultad para hacer negocios, elevada inflación, déficit público, aumento de las personas drogodependientes, el crecimiento de la corrupción… son únicamente algunos ejemplos que han obligado a Irán a redirigir sus esfuerzos por encontrar un nuevo apoyo que impulse el proyecto iraní de ser una potencia regional y cuyo resultado sea beneficioso para su pueblo.

Teniendo en cuenta así sus debilidades, sumadas a la necesidad incrustada en su estructura estatal, Irán ha vislumbrado una pequeña luz al final del túnel con nombre propio, el gigante asiático, China. Este último actor se ha erigido como principal baza para Irán a partir del fracaso de una posible cooperación rusa-iraní en materia de defensa y en materia económica con la India, por lo que no cabe duda de que el mejor postor para suplir a estos dos actores en los ámbitos citados sea el «dragón rojo».

Para comenzar, ambos actores han llevado a cabo la firma de un acuerdo que les une en un marco de tiempo que abarca los próximos 25 años, tiempo nada despreciable. Otorgándole un balón de oxígeno a la economía y a la política iraní, el acuerdo entre ambas partes llega en un momento de crucial importancia para los intereses en la región. Con un marcado carácter económico, denominado Asociación Estratégica Integral, engloba diferentes áreas y aspectos fundamentales, desde la agricultura hasta la seguridad pasando, cómo no, por el abastecimiento energético.

De hecho, aunque el acuerdo a corto plazo tenga efectos principales sobre el abastecimiento energético chino22, la oportunidad que se le presenta al país asiático para fortalecer al mayor enemigo de EE. UU. con sus capacidades y condiciones ha demostrado ser demasiado valiosa como para no aprovecharla. Igualmente observable es el giro en la política exterior china en el campo de las sanciones internacionales, puesto que se ha desmarcado de su política tradicional de voto a favor (de las resoluciones del Consejo de Seguridad que aprobaban sanciones a Irán desde 2006) hacia una línea de actuación diferente y que se posiciona más en un apoyo ferviente a Irán, en contra de las actuaciones del bloque occidental, tal y como demuestra la Figura 4.IEEE

Además, un factor que fomenta el interés chino en el país es la existencia de capacidad suficiente como para aguantar el despliegue de infraestructuras de comunicaciones (donde el 5G y la «nube» china podrían tener un mercado importante), tecnológicas y el potencial militar y de seguridad que supone el acuerdo, traspasando los límites económicos y financieros que China ha respetado durante años en su acción en la región. Iniciadas en 2016 las negociaciones, el timing de la publicación del acuerdo no ha sido al azar. Con la larga lista de acontecimientos que han distanciado a EE. UU. y a Irán23, las voluntades de las partes del acuerdo han recalcado que la preferencia en sus relaciones descansa en una lógica de ayuda mutua y debilitamiento de los norteamericanos, completando el mapa más desencantador para EE. UU. en su presencia regional y para con su rol global.

De esta forma, los acontecimientos que han ido dando forma al contexto geopolítico actual han traspasado las fronteras de Oriente Medio, puesto que el titán asiático se ha dado cuenta que su rol puede ser clave para desequilibrar la balanza de poder a su favor.

Romper la balanza, un nuevo tablero de juego

Que el interés chino en la zona va más allá del ámbito económico-financiero es una realidad. La implicación china en la región está diversificándose cada vez más, orientando la misma a un mayor número de escenarios donde puede sacar provecho y fortalecer su presencia global mediante el empleo de instrumentos de diverso tipo pero siempre girando en torno de la legitimidad política.

Realizando un esfuerzo dantesco en términos de soft power, China está leyendo entre líneas cada suceso de forma impecable, por lo que no desaprovechará ningún espacio libre. Situaciones como el menor peso de EE. UU. a raíz de su reciente independencia energética de la región, la lucha entre potencias regionales (desde Irán hasta Israel), la política norteamericana para que más Estados reconozcan a Israel, la coyuntura de la COVID-19, el aumento de tensiones nuevamente en los enfrentamientos entre palestinos e israelíes, etc. son circunstancias que aparentemente no tienen relación con China, pero, como reza el dicho popular, «las apariencias engañan».

Se dice que si no te gusta cómo está dibujado el tablero de juego, darle la vuelta para que te beneficie es el mejor movimiento. Con diferentes actuaciones, China está realizando una política que gira en torno a moldear el tablero regional y redirigir sus esfuerzos para con su interés geopolítico en la zona, favoreciendo a actores que tengan potencial para ello. En esta línea, no es sorprendente que China haya tomado medidas en favor del mayor «poder latente» en la región, Irán, a pesar del diferente itinerario seguido por el bloque occidental24.

Por esta razón, los intereses comunes entre los firmantes del acuerdo pasan por la situación geográfica de Irán25, estratégica para el proyecto exterior chino, el valor geopolítico de la intervención china y la necesidad de una elevada cantidad de inversión extranjera en el país persa debido al choque de intereses con los estadounidenses por la cuestión nuclear. Por si fuera poco, el acuerdo, recuérdese que abarca un periodo de 25 años, supone un esfuerzo por aumentar la cooperación en el ámbito comercial, militar, de seguridad y financiero. Ejemplo de esto último es la intención china de aprovechar el potencial de Irán para desplegar infraestructura de 5G en la zona y fomentar el desarrollo bancario ofertando al país iraní una válvula de escape del sistema de pagos internacionales SWIFT que Washington emplea como arma geopolítica.

Por otra parte, la esencia de esta nueva dirección en la política exterior china se encuentra en las alianzas impregnadas de un pragmatismo sin parangón. En este sentido, China aspira a lograr con diversos actores una unión palpable a través de sus iniciativas de financiación o de apoyo económico, como ocurre con los casos de Qatar o Bahréin, eliminando de la ecuación aquellos aspectos que puedan suponer diferencias palpables, como pueden ser los tipos de regímenes políticos o elementos culturales. Un ejemplo de ello es la última gira del ministro de Asuntos Exteriores de China, Wang Yi, por oriente Medio26 durante el pasado marzo. Los múltiples viajes han tenido lugar en un contexto de un creciente desinterés norteamericano, que no quiere decir que los EE. UU. hayan perdido peso ni mucho menos, y en donde algunos países europeos importantes han expuesto la necesidad de una nueva vía para que Irán no sufra los severos efectos de las sanciones27. A raíz de estos comportamientos, China está adquiriendo un importante rol en relación a postularse como aquel actor capaz de convertirse en una vía alternativa y que, sea un promotor esencial para el estado iraní, con el objetivo de eludir las presiones internacionales en pro de una mayor independencia y de una mejora de las relaciones bilaterales.

Asimismo, el caso palestino-israelí, es otro ejemplo más del cambio de su acción exterior en vistas a confortar su idea de trastocar el terreno de juego. Desmarcándose de EE. UU., OTAN, Rusia y Unión Europea, China se ha mostrado favorable a seguir apoyando a Hamás28 (como lo hace Irán), un actor de especial relevancia en el enfrentamiento, llegando a posicionarse como un agente estabilizador de la zona y mediando entre las partes, algo que no es usual en años anteriores, que se caracterizaba por un papel secundario y no queriéndose involucrar en este tipo de situaciones.

Curiosamente, coincidiendo con la presidencia china del Consejo de Seguridad de la ONU (institución de la más alta importancia a nivel de seguridad y paz internacional), China ha presionado a EE. UU. para que intente mediar en un conflicto donde los chinos afirman que los norteamericanos tienen parte de culpa, mientras que las acusaciones de genocidio hacia China por la represión en Xinjiang29 han perdido importancia en las portadas internacionales, por lo que claramente el estallido del conflicto ha beneficiado al gigante asiático. Además, China está llevando a cabo múltiples acuerdos con países de la región en el marco del megaproyecto Belt and Road Initiative (BRI), colaborando para dar lugar a una novedosa red de infraestructuras orientada al abastecimiento energético, al comercio y las capacidades financieras y de telecomunicaciones de los países.

Pero, de una importancia superior, las relaciones China-Irán son el punto fuerte del cambio de postura en la región, donde se observan tres roles bastantes diferenciados en este nuevo contexto regional: Irán como potencia regional tanto a nivel económico como petrolífero; China situándose como un actor que irrumpe para desequilibrar la balanza a su favor bajo el proyecto estrella del Xi Jinping (la citada BRI) y, por último, EE. UU., al que se le suma un escenario internacional más que va a poner a prueba su verdadera capacidad si quiere seguir manteniéndose en el trono global30.

De este modo, las relaciones triangulares en este espacio están sufriendo un periodo de transformación fundamental con varias claves en su proceso. Primeramente, el desafío chino ya es directo, situando las piezas más allá de las guerras comerciales o actos indirectos que perjudiquen a los americanos. En segundo lugar, la presión estadounidense a Irán, eje fundamental de la acción exterior norteamericana, está sufriendo un duro golpe si se logra desarrollar el acuerdo bajo los pasos previstos, ya que supone un fortalecimiento iraní y su mayor papel como potencia regional. Y, en tercer lugar, el fortalecimiento iraní a partir del acuerdo con China supondría un cambio radical en el panorama geopolítico de la zona pues, como bien es sabido, el poder de un país pasa por encontrar las debilidades del adversario y aprovechar sus propios puntos fuertes, algo que sin duda está haciendo Irán.

Y, de forma clara, todo lo anterior está dando paso a un desconocido tablero de juego regional, donde China está reuniendo y repartiendo las cartas para jugar como le place y echando un pulso directamente a EE. UU., traspasando los límites implícitos que se encontraban en la región entre ambos.

Conclusiones, reequilibrio de poder que se vislumbra

Concluyendo, el giro en la política exterior chino en la región tiene un alto potencial para actuar como catalizador de un nuevo escenario de juego en Oriente Medio y, concretamente, el golfo Pérsico. En este sentido, la acción exterior china voltea claramente hacia una posición de enfrentamiento en la zona y, concretamente, encarna una llamada de atención a EE. UU. en la región. Las iniciativas chinas, destacando tanto la BRI como el Acuerdo Estratégico Integral, se han convertido en bazas elementales que trastocan las relaciones de poder en la región y caracterizan este cambio de paradigma en su acción exterior en dos sentidos principales: suponen un refuerzo y apoyo a una de las mayores potencias regionales y, por otra parte, ponen a prueba las capacidades estadounidenses para mantenerse en la lucha por la hegemonía global.

Asimismo, entendiendo el impacto multidimensional de las acciones en la zona, desde militar hasta social, con un rol importante de la seguridad y la economía, es posible comprender la envergadura de la toma de decisiones para la estabilidad de la región. Así, la influencia de la nueva combativa estrategia china en Oriente Medio, y especialmente sus relaciones con Irán, resaltan varios aspectos fundamentales que son consecuencia de la acción china en Oriente Medio:

  • Aumento de las relaciones conflictivas en la zona a raíz del potencial crecimiento iraní, suponiendo un riesgo para la seguridad regional: de esta forma se manifiesta cada vez más clara la necesidad de establecer una suerte de marco de seguridad regional. Al ser una de las zonas más inestables del mundo en las últimas décadas, Oriente Medio está viviendo una reestructuración del poder de la región, demandando un esfuerzo colectivo para que la población no sufra las consecuencias de sus actos, como se ha observado en el desplazamiento masivo de población en conflictos como Siria o Yemen. Junto a este marco de seguridad debe tenerse en cuenta la alta sensibilidad de los regímenes de la zona a los cambios, por lo que hay que ser conscientes del nuevo papel chino en estas relaciones y distinguirse del resto en cuanto a su rol de mediador y de vía para obtener recursos.
  • La confirmación de esta nueva política China supone un impulso a su estatus de potencia hegemónica ante la falta de actuación de EE. UU.: una vez más, si el país norteamericano no toma las decisiones adecuadas a partir de una buena comprensión de la situación, que se manifiesta como un claro pulso regional, puede sufrir un duro golpe en su papel internacional. Mostrando cada vez más la incapacidad de la Administración estadounidense para encontrar el equilibrio entre su situación interna (con múltiples problemas a nivel social, pero con una buena expectativa económica) y su necesidad de recobrar importancia internacional tras el paso de Donald Trump. A su vez, el respaldo de capacidades (económicas, financieras y diplomáticas) que ha demostrado el gobierno chino aseguran la realidad de sus planteamientos estratégicos. Suponiendo un reto de alto nivel, la administración norteamericana está obligada a plantar cara si no quiere ser relegado a un segundo plano como actor regional (y al segundo puesto a nivel internacional), mientras que el «dragón rojo» muestra sus garras de formas que nunca antes habían sido observadas.
  • La indecisión estadounidense en coordinar sus alianzas regionales son claves para la consolidación china en la región: que los norteamericanos sean capaces de entenderse y poner en común intereses con Arabia Saudí e Israel, con sus conflictos propios, es fundamental para el desarrollo de los posibles acontecimientos. Como decía el escritor chino Sun Tzu, si no posees la fortaleza necesaria, deberás esforzarte en aparentar a toda costa. Pues bien, este debería ser el principal objetivo de EE. UU. si no logra actuar en la misma línea con sus dos actores vitales (Israel y Arabia Saudí) para la estabilidad de la región. Si lo consigue, el contrapeso a la nueva entrada china puede ser suficiente como para mantenerse en la lucha por ser la primera potencia global, pero China no pondrá las cosas fáciles. Y, en el escenario contrario, si la estrategia estadounidense fracasa, podríamos estar ante el derribo de las balanzas de poder tradicionales en la región, con un claro actor con ventaja frente al resto, donde el «dragón rojo» puede expandir su influencia sin un rival notable.

 

Miguel Ángel Melián Negrín, analista Internacional Alumno Escuela Diplomática de España

Referencias:

1 Con este tipo de combinación se quiere dar a entender el empleo de múltiples herramientas para con sus objetivos en su acción exterior. De esta forma, se puede diferenciar entre elementos más agresivos la posición china en el mar del Sur de China (mediante la ocupación de islas, por ejemplo) mientras que en otras zonas emplea su poder económico y financiero.

2 Nombre que hace referencia al país asiático en los comienzos de su etapa imperial.

3 Henry Kissinger, en su libro China, realiza un análisis profundo sobre cómo la idiosincrasia del pueblo chino ha estado presente en su política exterior, donde el principal objetivo era controlar al resto de vecinos geográficos mediante tecinas milenarias consideradas por los chinos como superiores al resto.

4 Fue empleada por primera vez por la Dinastía Han para con las tribus que tenían presencia en la frontera noroeste de China.

5 Incluso, para aquellos que se querían rendir, el emperador chino los recibía con los máximos placeres para crear en ellos un estado mental de aceptación por parte del adversario de un rol inferior al imperio chino. Consiguiendo así la victoria absoluta.

6 Ejemplo de ello es el empleo de la denominada diplomacia de la trampa de la deuda, que, básicamente, consiste en realizar grandes préstamos financieros a países con la condición de que a cambio se devuelva la deuda según interese a los chinos. Donde, si no consiguen lo que demandan, los chinos cortan el caudal financiero a estos países. Para más información, obsérvese los casos de los países de Asia Central, Turkmenistán o Tayikistán son claros ejemplos de esta estrategia.

7 Año en el que se celebra el centenario del país, y e cual tiene una importancia vital para el pueblo chino y su clase política, puesto que la cosmología siempre ha sido una pieza clave para entender la idiosincrasia de la sociedad y refleja las creencias y los valores de la misma.

8 La Analista del Instituto Español de Estudios Estratégicos Mª del Mar Hidalgo García, en su documento El levantamiento de las sanciones de Irán: Economía y Seguridad, aborda los efectos que han tenido las sanciones al país persa en los ámbitos de la seguridad y la economía. A raíz del levantamiento previo al endurecimiento posterior en el año 2018, se observa cómo el sector comercial y económico iraní se desarrollan con mayor facilidad mientras que las tensiones entre Arabia Saudí e Irán crecen a medida que las mejoras florecen, teniendo impacto así en las dinámicas de seguridad de la región. Por tanto, la analista muestra cómo están interconectadas las sanciones con la seguridad regional, poniendo de relieve el cuidado con el que se deben llevar a cabo este tipo de decisiones. El documento está disponible en: http://www.ieee.es/regiones-geopoliticas/oriente-proximo/iran/2016/DIEEEA05-2016.html Fecha de la consulta: 30/05/2021.

9 En la revista Foreign Policy, en un artículo del año 2019, se analiza cómo la inversión china está decreciendo en diversas regiones del mundo excepto en dos: África y Oriente Medio. Para este análisis, la relevancia del crecimiento de las inversiones en la última de las regiones respalda la tesis del aumento del interés chino por situarse en la región como un actor de relevancia. Para más información, el artículo está disponible en: https://foreignpolicy.com/2019/05/16/chinas-global-investments-are-declining- everywhere-except-for-one-region/ Fecha de la consulta: 01/06/2021.

10 Expresión que se emplea para hacer referencia a la estrategia china para asegurarse un conjunto de rutas marítimas a partir de la expansión de puertos y bases militares controladas por China. Por ejemplo, su nueva base en Djibuti, que es la única que mantiene en otro país por la importancia estratégica de la misma, que da acceso al estrecho de Bab el-Mandeb.

11 En este sentido, José Ignacio Castro Torres, Analista del Instituto Español de Estudios Estratégicos, en su análisis titulado La importancia de los corredores terrestres (II): la carrera de Irán hacia el mar Mediterráneo, demuestra el activo interés por parte Irán de fomentar sus rutas terrestres en vistas al Mediterráneo, ya que permitiría aumentar su influencia y expandir sus redes de alianzas en vistas a consolidar su poder regional. En este sentido, la vía de asociación con China se muestra como un punto de apoyo esencial para la consecución de este proyecto, demostrando una vez más el nuevo rol chino en la zona. El documento está disponible en: http://www.ieee.es/publicaciones-new/documentos-de- analisis/2021/DIEEEA26_2021_JOSCAS_Iran.html Fecha de la consulta: 02/06/2021.

12 Donde ya se observa cómo el gobierno chino esparce su influencia con gran habilidad, financiando en hasta 720 millones de dólares la construcción de una nueva red ferroviaria.

13 En su artículo La estrategia global de China para defender sus intereses, Javier de Carlos Izquierdo trata con profundidad la realidad existente detrás del proyecto de la BRI. En concordancia con sus aspiraciones globales, China está buscando reforzar su rol hegemónico, fomentando esta nueva forma de diplomacia económica bajo el paraguas de esta codiciosa iniciativa, suponiendo el eje esencial para conseguir sus objetivos globales. Para más información, el artículo se encuentra disponible en: http://www.ieee.es/publicaciones-new/documentos-de-opinion/2019/DIEEEO04_2019JAVCAR-

14    Arab    Policy    Paper,    2016.

15 El puerto de Duqm en Omán; el puerto Jalifa en EAU; puerto de Said en Egipto, etc. son ejemplos de lo que se argumenta, pudiendo ser observada la estrategia china de interconectar en un mayor grado, y de forma exponencial, las infraestructuras económicas y comerciales de diferentes Estados claves de la región.

16 Investigador senior en Foreign Policy Institute of Johns Hopkins School of Advanced International Studies.

17 Desde que EE. UU. adoptase una postura hostil hacia Irán, con el aumento de las sanciones saltándose las medidas norteamericanas y continuando en la línea de hacer negocios con el país persa. Ejemplo de ello, además de la venta continuada de petróleo iraní, es el acuerdo estratégico entre China e Irán.

18 Desde las sanciones por parte de EE. UU. en 1988 por las ejecuciones extrajudiciales por parte del gobierno iraní hasta la retirada del acuerdo nuclear por parte de la Administración Trump en 2016, las sanciones internacionales han estado orientadas a cortar las conexiones financieras entre el mercado iraní y el internacional. Llegando incluso a prohibir y sancionar a empresas europeas que lleven a cabo negocios con el gobierno o empresas iraníes, los norteamericanos imponen estas sanciones en vistas a reducir el poder regional de Irán y eliminar sus capacidades para parar el proyecto nuclear iraní.

19 Véanse los casos de Siria, Yemen o el conflicto israelí-palestino. Todos ellos conllevan a que Irán se implique de manera explícita e implícita dado los intereses por mantener sus capacidades y seguir siendo una potencia regional.

20 La reciente crisis del lagua por la que atraviesa Irán se debe a varios factores pero, sin duda alguna, una de las causas principales es la ausencia de posibilidad de abastecimiento regular tanto de recursos como de financiación externos para mantener y mejorar sus infraestructuras estratégicas, donde las presas son un elemento fundamental para la estabilidad interna del país.

21 Para datos más concretos, acceder a la base de datos de Datosmacro, que recoge indicadores de distinta índole y con bastante significado. Disponible en: https://datosmacro.expansion.com/paises/iran

22 Algunas estimaciones rondan la reducción de alrededor del 30% del precio del petróleo, por ejemplo

23 Desde el asesinato de uno de los generales más importantes del país hasta el lanzamiento de misiles por parte de Irán a bases militares estadounidenses en Irak, las relaciones entre Irán y EE. UU. han ido adquiriendo un mayor grado de tensión, donde elementos de presión como Arabia Saudí o Israel han jugado un papel clave, forzando a adoptar posturas más duras y poco flexibles con el régimen iraní, dificultando así la búsqueda de soluciones

24 Liderados por EE. UU., no queda duda que los países europeos se encuentran maniatados respecto a su política exterior con Irán. Dada la presión que surten las sanciones estadounidenses, las decisiones que tengan relación con el país persa deben seguir las líneas establecidas desde la administración norteamericana. Ejemplos de ello son empresas como el consorcio alemán Daimles o la francesa Total, donde esta última ha perdido aproximadamente la cantidad de 4800 millones de dólares en inversiones. Y, además, responden a las palabras del expresidente Donald Trump, que afirmaba: «Cualquiera que haga negocios con Irán no hará negocios con Estados Unidos».

25 En su libro La Venganza de la Geografía, Robert D. Kaplan afirma el imprescindible papel que juega la geografía en las relaciones internacionales. Para este caso, es conveniente resaltar el factor geográfico, pues determina el interés chino en el país persa y, a su vez, el contexto geográfico aporta las oportunidades orográficas que le permitan ser un punto clave en la BRI.

26 El cual visitó un total de 6 países de Oriente Medio para establecer acuerdos de cooperación tecnológica, económica y financieras tanto a nivel estatal como a nivel del sector privado, promocionando la oportunidad que representa China en este sentido y haciendo uso de la herramienta diplomática basada en el soft power.

27 Como lo son la reducción de las exportaciones de petróleo, el escaso acceso a los mercados internacionales para el abastecimiento del mercado interno o la fuga de empresas internacionales de Irán.

28 Suponiendo un importante apoyo a nivel financiero para la organización e incluso a nivel operacional, donde se ha llegado a afirmar que Irán y China dan apoyo logístico para construir misiles made in Hamas y emplearlos contra Israel. Un ejemplo de ello se analiza en el siguiente artículo, disponible en: https://www.wsj.com/articles/with-iranian-help-hamas-builds-made-in-gaza-rockets-and-drones-to-target- israel-11621535346 Fecha de la consulta: 04/06/2021.

29 Región china con la mayor presencia de musulmanes chinos en el país asiático y cuya polémica se encuentra en las posibles violaciones de derechos humanos contra la población uigur, que lleva décadas sufriendo un acoso por parte del gobierno chino que ha sido demostrado y que la comunidad internacional ha recriminado en numerosas ocasiones a este gobierno.

30 Sobre todo en el ámbito geopolítico, pues el interés energético norteamericano en la zona ha disminuido por la revolución energética dentro de sus fronteras, ya que ha pasado a ser el mayor productor mundial de crudo y gas, reduciendo así su dependencia de Oriente Medio observable décadas atrás.