Circus Zambia da una oportunidad a los jóvenes para cambiar su realidad

Hacia el Circo del Sol africano

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La actividad marca un -ritmo que parece no detenerse en Circus Zambia. Un muro anuncia que en el interior existe un lugar en el que se puede "correr, saltar, volar… Una tierra segura", y la sensación al entrar es que se ha logrado un equilibrio en el que niños y niñas que provienen de entornos desfavorecidos, condenados a una rutina de vida sin apenas expectativas de mejora por el simple hecho de haber nacido allí, pasan a tener a su alcance un espacio en el que se sienten valorados y cuidados.

La idea de Circus Zambia (ver QR) nace en la cabeza de un chaval del suburbio, sin oportunidades aparentes, pero con una determinación por cambiar lo establecido. Gift -Chansa, cofundador y director artístico de Circus Zambia, nació y creció en Chibolya, uno de los suburbios más desfavorecidos de Lusaka, la capital zambiana, pero le gustaba retar a sus amigos para hacer piruetas complicadas en la calle, lo que le llevó a descubrir la existencia del circo. Logró estudiar esta disciplina en China y Países Bajos, sacó un diploma en Gestión de Proyectos en el Instituto Nacional de Administración Pública de Lusaka y en la actualidad estudia Sociología en la Universidad de Zambia. Desde la creación de Circus Zambia se ha convertido en una referencia de emprendimiento social en su país, lo que hizo que la cadena MTV reconociera en 2018 su trabajo y liderazgo con los jóvenes.

Seis años después de que comenzase lo que Chansa califica como "el movimiento para cambiar la imagen del barrio", Circus Zambia cuenta con dos centros, uno en Chibolya y otro en un barrio pudiente del centro de Lusaka, en los que trabajan "el cuerpo, la mente y el alma" con una "perspectiva holística", planteándolo como un todo que transforma a la persona y ayuda a la comunidad.

Se autodefinen como "un circo social vibrante y joven" en el que se detecta el talento y se trabaja para que dé frutos. De esta forma, ya han logrado que los formadores más veteranos pasen un año en China para entrenarse y aprender nuevas técnicas circenses. Ese grupo de artistas se convirtió en profesional y acabó actuando en EE. UU., Etiopía, Japón, China y Reino Unido. Esas actuaciones, como las que hacen en sus centros cada último viernes de mes en Lusaka, y otras privadas para empresas y particulares, que les contratan para amenizar sus eventos, son las que les han permitido comprar el amplio local en el que entrenan –en la imagen superior– y pagar las tasas de matriculación y material escolar de 24 niños y niñas, para que no abandonen los estudios por falta de recursos o por la presión familiar. También dan apoyo a un centenar de menores que participan en el Programa Cuerpo, entrenando en las diferentes especialidades, desde payasos a malabaristas, bailarines o acróbatas. "A través de este ejercicio físico tan exigente y en el que te vas superando cada día, perfeccionando y mejorando la técnica, los jóvenes aprenden el valor de llevar una vida saludable y la importancia de cuidar sus cuerpos. Se logra alejarles de una problemática extendida y difícil de combatir en sus barrios como es el alcohol y las drogas", apunta -Chansa sentado en un sillón algo desvencijado por el uso y sin dejar de atender las peticiones y dudas de los que llegan para empezar el entrenamiento. "Los chavales que destacan durante la instrucción tienen la posibilidad de graduarse y convertirse en parte de la compañía. De esta forma pueden obtener unos ingresos básicos como artistas o ser líderes en los talleres", añade. 

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Incidencia y sensibilización

Entre las actividades de Circus Zambia, las visitas a barriadas y actuaciones en la calle son una prioridad porque, como explican miembros de la administración del proyecto, la diversión y el humor permiten acercarse a problemas sociales complejos. "La prevención del VIH, el uso y distribución de preservativos, la violencia contra las mujeres o los matrimonios precoces, son temas de los que no dejamos de hablar para que desde pequeños sean conscientes del mundo en el que viven y en el que hay que estar alerta", comentan al ir recorriendo las salas del centro, tras confirmar que, según sus cálculos, han llegado a 5.000 menores.

No olvidan de dónde provienen y por eso Circus Zambia es una empresa social que lucha contra la estigmatización. Decir que vives en Chibolya genera una desconfianza casi automática, "sabemos que la gente lo asocia inmediatamente con drogas y criminalidad, pero en Chibolya hay mucho más. Empezando por jóvenes con talento y ganas de salir adelante", añade Chansa, señalando que ellos apuestan por la educación como principal vía de escape, y por contar con una plataforma en la que poder expresarse con libertad.

El trabajo físico y mental coordinado, sin olvidar las dificultades cotidianas de los chavales, hacen que estos se transformen al llegar a Circus Zambia. "En nuestro programa nos enfrentamos a los mismos problemas que retan a los jóvenes de la comunidad. Por ejemplo, transmitimos valores como el empoderamiento de la mujer o la igualdad de género. Tenemos un proyecto de saneamiento y agua, también nos implicamos en lo local ante problemas globales. Somos una plataforma muy orgánica y enraizada que ayuda a la gente joven".

El gran desafío de Circus Zambia, después del reconocimiento social que han logrado, está siendo la financiación. No hay apoyo gubernamental, aunque con el cambio de presidente y Gobierno el pasado verano, esperan que desde el Ministerio de Juventud se tenga en cuenta su labor. "Lo hemos intentado todo, incluso el príncipe Harry de Inglaterra vino al centro. Somos apasionados y creemos en lo que hacemos".

Centro creativo seguro

Mientras uno de los monitores muestra ejercicios de calentamiento a los aplicados menores, otros hacen estiramientos para un aparato de acrobacias concreto. Los hay que tratan de concentrarse sobre una barra de equilibrio mientras varios de ellos debaten sobre futuros proyectos. No es un centro al que se acuda únicamente a aprender una actividad, sino un lugar del que se han apropiado, "un espacio donde estar a salvo", como repiten la mayoría de los usuarios con los que hablamos.

"Vine aquí para aprender a actuar y para cambiar mi vida. Circus Zambia acudió a mi escuela un día y les dije que estaba interesada en unirme a ellos", explica Belinda, una joven monitora que lleva seis años en el proyecto. "Lo más difícil fue que no tenía las capacidades para hacerlo, no sabía nada. Empecé a aprender cosas poco a poco, pero me resultaba muy difícil. Ahora las hago con seguridad".

Destaca que es un lugar abierto en el que cualquier persona es bienvenida. "Aquí nos cuidan y nadie nos pide dinero por enseñarnos, todo es gratis", añade Belinda que, con una amplia sonrisa, asegura que el momento de los aplausos tras una función le hace creer en su futuro.

Los creadores de Circus Zambia entienden que desde 2015 han conseguido que "en el ámbito social se está logrando un cambio, aunque hay aspectos incrustados en la cultura, en cómo piensa la gente, en los que se debe trabajar más", dice Chansa tras puntuar con un cuatro sobre diez el proyecto.

Actuar delante de personas desconocidas, sea en la calle o en un escenario, desarrolla seguridad en uno mismo. Los mensajes con los que les animan a practicar hasta que les salga el ejercicio, aprovechando la energía con la que cuentan de forma innata los jóvenes, hace que los entrenamientos se conviertan en una serie de repeticiones sin tregua. Unos subiendo una cuerda a pulso para demostrar su destreza en las sujeciones de piernas, brazos o el torso para no caer, y otros dando sus primeros pasos subidos a un monociclo o formando figuras humanas que exigen una enorme flexibilidad.

Como cualquier situación de superación que requiere tiempo, en Circus Zambia han establecido un sistema formativo basado en una conocida canción en inglés por la que los menores pasan de los "tobillos" a las "rodillas" y luego los "hombros". Van, en definitiva, de menos a más. Dependiendo de la dificultad, la habilidad natural y el esfuerzo, son clasificados en esos tres grupos con la opción permanente de la promoción. "Así entienden que al unirse al circo obtienen al principio beneficios como la confianza o la autoestima, pero cuando algunos muestran su potencial y talento de forma natural, intentamos entrenarles, hacen pruebas, y les impulsamos para que sigan subiendo. Así, cuando llegan a los "hombros" significa que pueden ser líderes de talleres, artistas, y esperemos que un día acaben en el Circo del Sol", concluye Chansa.   

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