Las destrucciones de libros afectan a la historia cultural de las sociedades, pero aún más peligroso es que suelen ser la primera señal de alarma en lo que está por ocurrir en conflictos

Guerra y "bibliocidio": la destrucción y censura de colecciones en Rusia y Ucrania

Este documento es copia del original que ha sido publicado por el Instituto Español de Estudios Estratégicos en el siguiente enlace

Cuando se produce una destrucción deliberada de libros y la censura de autores por motivos ideológicos, raciales o religiosos por parte de grupos o Estados, es pertinente hablar de "bibliocidio". En la mayor parte de estos casos, a la eliminación física de las obras le sobreviene la de las personas. Rusia y Ucrania llevan librando una intensa guerra cultural, que desde el 2014 ha ido deviniendo en real, cuyos máximos exponentes han sido la manipulación de la memoria histórica en ambos países y el control de la producción editorial para adaptarla a sus discursos políticos y nacionales. Esto conlleva la censura de obras y autores ucranianos o rusos, dependiendo del país al que aludamos y no importando en absoluto el prestigio literario universal o la época en la que escribieron. La guerra también implica la destrucción física de bibliotecas y colecciones como forma de represalia hacia el enemigo o por los efectos destructores de las acciones bélicas en el terreno.

Introducción

Escuchando o leyendo noticias sobre la persecución de autores o la destrucción deliberada de libros en cualquier parte del globo, muchas veces se nos viene a la cabeza las imágenes de las quemas públicas en Alemania durante mayo de 1933. Aquellos aquelarres multitudinarios son todavía hoy símbolo de la censura de lo escrito y por ello aún produce escalofríos contemplar esas escenas, donde no faltaban ceremonias venidas de otros tiempos más oscuros1.

La destrucción de libros y la censura de autores y obras no es asunto exclusivo de la Alemania del III Reich. A lo largo de la historia se dieron ataques a lo escrito por el que era presentado como diferente, enemigo o corruptor de la verdad oficial. Tanto se simboliza en las quemas de los nazis como en la destrucción de la milenaria biblioteca de Alejandría por parte de los musulmanes en el 640. El período que va de finales del siglo XX a lo que llevamos del XXI tampoco es ajeno a estas catástrofes del papel2. Hay que recordar los casos recientes de la destrucción del patrimonio documental en Irak, debido a la guerra de 2003-2011 o el peligro que supuso para la mítica biblioteca de Tombuctú, con más de 700.000 manuscritos únicos, la llegada en 2012 de Al Qaeda del Magreb Islámico3.

¿Por qué los libros son objeto de ataques? El bibliotecario británico Richard Ovenden ofrece una explicación sencilla. El documento escrito, ya sea su formato en papel o electrónico, es un garante del conocimiento, la transmisión de ideas y la memoria de una sociedad determinada. Por ello, es también el objetivo de individuos, grupos y Estados que creen en la necesidad de expurgarlo, manipularlo o para imponer que un discurso alternativo cale en la sociedad4.

El libro es una herramienta de información y conocimiento cuyo alcance hoy día sigue siendo muy relevante. La pandemia de la COVID-19 no ha hecho sino aumentar el tiempo dedicado a la lectura a nivel global. Aunque se cernían negros nubarrones sobre el sector editorial, se calcula que la industria mundial del libro tenía un valor de 119.000 millones de dólares para 2020 y el número de lectores respecto a 2019 aumentó en un significativo 35 %5.

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Las destrucciones de libros afectan a la historia cultural de las sociedades, pero aún más peligroso es que suelen ser la primera señal de alarma en lo que está por ocurrir en conflictos larvados. Recuérdese la cita del poeta alemán Heinrich Heine (1797-1856), en su drama Almanzor: «Donde se queman libros, se terminan quemando también a las personas».

El actual conflicto en Ucrania, tras la invasión rusa de febrero de 2022, ha evidenciado la destrucción de miles de obras o su expurgo de los anaqueles de librerías y bibliotecas. Esta pérdida irreparable de patrimonio documental es parte de la pérdida aún mayor de patrimonio cultural y artístico en Ucrania6.

Del respeto mutuo a las controversias: ¿ruso o ucraniano? (1991-2014)

La producción editorial y la conformación del fondo de las bibliotecas en el espacio post- soviético eran pobres. En primer lugar por la falta de medios económicos, pero también por la férrea censura de obras que había existido. La profesora Tax Choldin explica que para las bibliotecas rusas y de otros países de Europa del Este el intercambio con centros occidentales fue el único acceso a libros fuera del catálogo heredado de época soviética7. Desde 1991, año de la independencia de Ucrania, la situación del libro fue mejorando, con mayores medios para la industria editorial. La situación en el ámbito cultural entre Rusia y Ucrania era de respeto y protección mutua a las peculiaridades nacionales de cada país. Así, la Ley Federal de Bibliotecas de Rusia de 1994 reconocía que los usuarios de las bibliotecas tenían derecho a libros en idioma ruso, pero también a obras en otros idiomas reconocidos por países anteriormente integrados en la URSS8. En Ucrania, la Ley del Libro de 1997 recogía como compromiso en su  artículo 3 la «publicación de libros en ruso para satisfacer las necesidades culturales de la población rusa en Ucrania»9.

Sin embargo, a finales de la década de los noventa apareció una visión nacionalista del discurso historiográfico y literario, con autores presentados como parte de una esencia rusa o ucraniana, pero no de ambas. Ya en 1999 el Gobierno ruso no escatimó esfuerzos en los actos que conmemoraban el bicentenario del nacimiento del poeta Alexander Pushkin (1799-1837), de origen ucraniano pero considerado uno de los fundadores de la cultura y literatura rusa10.

En 2009 estalló una agria disputa en el terreno cultural entre las autoridades de Rusia y Ucrania durante los eventos por otro bicentenario, en este caso el del nacimiento de Nikolái Gógol (1809-1852), natural de Soróchintsy, en la actual Ucrania. ¿Era un escritor ruso o ucraniano? Otras disputas de apropiación cultural y nacional ocurrieron respecto a grandes escritores como Antón Chéjov (1860-1904), Tarás Shevchenko (1814-1861) o Mijaíl Bulgákov (1891-1940), todos nacidos en localidades ucranianas, entonces integrantes del Imperio zarista ruso o la posterior URSS11.

Los proyectos nacionales sustentados en el relato de la memoria histórica acentuó la disputa cultural entre Rusia y Ucrania. En primer lugar respecto a un tema que hoy día sigue acaparando un debate historiográfico como es el Holodomor, término que alude a la gran hambruna en Ucrania de 1932-1933. En 1998, el entonces presidente ucraniano Leonid Kuchma estableció como Día Nacional de Recuerdo de las Víctimas del Holodomor el cuarto sábado del mes de noviembre, ante la protesta formal de Rusia que se sentía acusada por los ucranianos de hacerla responsable de los millones de muertos. El Servicio de Seguridad de Ucrania, no un organismo cultural, publicó una lista de los supuestos responsables de la hambruna, constando sus nombres y apellidos. Las personas del listado eran de origen ruso y además en su mayor parte se delataba su condición judía. Desde Rusia y del Comité Judío de Ucrania se elevaron protestas que no fueron escuchadas12.

Constituyó una mayor controversia el discurso sobre la colaboración ucraniana con los invasores nazis durante la II Guerra Mundial, en especial del ultranacionalista Ejército Insurgente Ucraniano (UPA) de Stepán Bandera (1909-1959). Los libros de historia de Ucrania divulgaron que fueron los ucranianos étnicos, y no otros, los que hicieron frente a los alemanes y luego al régimen soviético, equiparado ya con lo ruso en general. En las lecturas de dos generaciones de escolares ucranianos la lucha por la independencia de Ucrania se presentó como heroica y sacrificada, mientras se silenció la secular relación cultural con Rusia y las atrocidades cometidas contra otras minorías, como polacos y judíos, de cuya ancestral cultura en Ucrania apenas quedó recuerdo13.

Por su parte, en febrero de 2013, el Ministerio de Educación ruso reaccionó publicando libros de texto presentando una historia nacional moldeando su propia memoria. Respecto al discurso historiográfico sobre la II Guerra Mundial, conocida en Rusia como la Gran Guerra Patria, se defendería que la entonces URSS, aceptada también en Rusia como sinónimo del poder ruso, entró en guerra con Alemania en 1941. Guerra sacrificada y victoriosa, pero en adelante se omitiría el pacto germano-soviético Molotov-Ribbentrop de 1939, así como la ocupación soviética del Báltico y de parte de Polonia, Rumania y Finlandia entre 1939-194014.

Más concretamente respecto a Ucrania, se divulgaba que durante la campaña alemana en la II Guerra Mundial, los nazis destruyeron millones de libros rusos en Kiev y después incendiaron la biblioteca de esta ciudad. En total, se calculaba que los alemanes habían destruido 96 millones de obras en ruso en su campaña militar en tierras de la URSS. El vínculo teórico entre nazismo y nacionalismo ucraniano colaboracionista sería fácil de recorrer15.

La producción editorial en Ucrania y Rusia, vistas desde estos posicionamientos historiográficos nacionales muy enfrentados, se exportó a los textos extranjeros y en temas que, en principio, quedaban fuera del ámbito de interés tanto ruso como ucraniano. Un ejemplo lo constituyen las obras en inglés, traducidas y reinterpretadas de distinta forma según se destinaran al mercado editorial ruso o al ucraniano, como así lo ha demostrado la profesora Natalia Olshanskaya en un estudio sobre la recepción de textos periodísticos estadounidenses de la guerra de Irak de 200316.

La revuelta del Maidán de 2014: comienza la destrucción de libros

Al principio de la revuelta del Maidán contra el gobierno de Víktor Yanúkovich, en noviembre de 2013, empezaron las destrucciones de libros en Ucrania. En Lvov decenas de libros en ruso de la época soviética fueron destrozados por jóvenes nacionalistas ucranianos, mientras que en Sebastopol fueron los prorrusos los que quemaron cajas repletas de libros en ucraniano provenientes de varias bibliotecas y colegios de la ciudad. Habían sido amontonadas simbólicamente al pie del monumento a la zarina Catalina la Grande. Otras quemas públicas se hicieron en Simferópol, también en Crimea, y en Járkov imágenes de la agencia Reuters mostraron a activistas prorrusos irrumpiendo en un centro cultural para luego quemar varios libros en pequeñas hogueras17. El Maidán sin duda supuso la aceleración en el expurgo y eliminación de obras en Ucrania, cristalizadas en quemas y destrucciones públicas en todo el país, tanto por contrarios como por partidarios de Yanúkovich, durante los primeros meses de 2014.

La Biblioteca Parlamentaria Nacional de Kiev, heredera de aquella que había sido incendiada por los alemanes en 1943, se encontraba en el centro de los enfrentamientos. La Cruz Roja Internacional estableció allí un centro de atención de emergencia y los activistas del Maidán se unieron a los bibliotecarios para defender la integridad de la biblioteca y sus fondos, al tiempo que desaparecían decenas de obras de la colección, calificadas de rusas o soviéticas18

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El 26 de enero de 2014 los activistas también crearon la Casa Ucraniana de Kiev, institución cultural que incluía una biblioteca destruida por las tropas del gobierno. Tras el definitivo triunfo de la revuelta, esta biblioteca se reabrió desprovista de autores rusos o considerados prorrusos19.

Todavía en 2014 con los rescoldos del levantamiento aún calientes, las nuevas autoridades culturales ucranianas empezaron a censurar la literatura que a su entender defendía al separatismo y la desinformación rusa. Uno de los primeros casos de esta censura lo constituyeron las exitosas novelas detectivescas escritas por el escritor ruso, de origen georgiano, Boris Akunin, ya que estaban ambientadas en la Rusia zarista aunque este autor fuese muy crítico con la política del Gobierno de Putin en la zona20.

En 2014 también, Ucrania empezó a implementar el proyecto «Bibliotecas y proceso electoral: educar a los bibliotecarios y votantes sobre sus derechos constitucionales». Se trató de un programa de sensibilización educativa para ayudar a los ciudadanos a partir de los 18 años a que «ejercieran de manera más efectiva su derecho al voto», utilizando como plataforma a las bibliotecas y los libros. El proyecto estaba íntegramente financiado por la Embajada de los Estados Unidos en Kiev, según consta en la Asociación de Bibliotecas de Ucrania21.

Tras el Maidán: una guerra en el papel (2014-2022)

Tras los acontecimientos del Maidán y la anexión de Crimea en febrero de 2014, Rusia comenzó a prestar atención a su industria editorial y literaria relacionada con Ucrania. Se inició una depuración, no oficializada, de autores y obras cuyos discursos se entendían contrarios al interés nacional ruso.

En 2015, un tribunal de la región de Oriol condenó a servicio comunitario al profesor y poeta de origen ucraniano Alexander Byvshev, pues había escrito un poema a favor de la independencia de Ucrania, donde ensalzaba la lucha de bandera contra los soviéticos22. Ese mismo año, Natalya Sharina, directora de una biblioteca ucraniana en Moscú, fue detenida por las autoridades rusas, acusada de extremismo político. El centro, que fue clausurado, había sido creado cinco años antes con el aval de las autoridades municipales moscovitas, con el fin de promover la literatura ucraniana en Rusia. En julio de 2013 contaba con 7.000 libros en sus estanterías. Las autoridades rusas imputaban a Sharina el difundir libros de ideología ultranacionalista, poniendo como ejemplo la existencia de algunas obras de Dmytro Korchinsky, fundador de un grupo ultranacionalista ucraniano y acusado en Rusia de combatir en el Dombás23. En 2017, Sharina fue declarada culpable de incitar al odio étnico y condenada a 4 años de prisión. A su vez, ella acusó a la policía de amañar las pruebas sobre el fondo de la biblioteca24.

Desde 2015 la política cultural y del libro en Rusia se fue convirtiendo en otra herramienta más dentro del concepto de seguridad nacional. En el preámbulo de un informe ministerial sobre la situación de la cultura en Rusia durante el período 2012-2017, el propio presidente Putin firmaba una presentación destacando que «preservar nuestra identidad es extremadamente importante»25.

La política cultural rusa se convirtió en una prioridad nacional en el marco del desarrollo político y socioeconómico del país como también se atestiguó con la redacción en 2017 de la Estrategia de seguridad económica de la Federación de Rusia para el período hasta 2030. Este documento de la Presidencia rusa citaba a la cultura como un campo de batalla y una posible amenaza para la seguridad nacional y la integridad de la Federación Rusa. Una amenaza que podría llegar por «usos inadecuados»26.

Dos años después, en 2019, Vladímir Putin afirmó que «el patriotismo era la única ideología posible en la sociedad democrática moderna». Así, la narrativa historiográfica plasmada en obras literarias y ensayos, debían defender y divulgar el poder de Rusia, principalmente con el culto a la Gran Guerra Patria de 1941-194527.

Respecto a Ucrania, en 2015 se creó la «Lista de personas que representan una amenaza para la seguridad nacional». Se trata de un listado compilado por el Ministerio de Cultura ucraniano a instancias del Servicio de Seguridad, el Consejo de Seguridad Nacional y Defensa y el Consejo Nacional de Televisión y Radio, aunque ya desde aquel 2015, es el Servicio de Seguridad el único organismo que ha ido presentando al Ministerio de Cultura los nombres para su inclusión. El principal partido de la oposición en la Rada ucraniana, el Partido de las Regiones, presentó un recurso para impugnar esta lista, pero fue rechazado. Están incluidas más de 200 personas, entre actores, directores de cine, productores, músicos, artistas y escritores, a marzo de 202228.

En 2018 la Rada aprobó una ley, presentada por el gobierno de Petró Poroshenko, prohibiendo la importación de libros de «contenido antiucraniano». Un ejemplo de la consecuencia de esta disposición fue el veto a la edición rusa de Stalingrado, obra del historiador británico Antony Beevor sobre una de las principales batallas de la II Guerra Mundial. El libro fue retirado de las librerías y bibliotecas porque Beevor citaba la colaboración de los nacionalistas ucranianos con los alemanes29.

Los huecos dejados por los libros rusos retirados o censurados se rellenaron con otros de autores ucranianos. Un programa cultural municipal de Kiev, atendiendo a «las medidas para perpetuar la memoria de los defensores de Ucrania para el período hasta 2020», apoyó en 2019 la publicación o reedición de diversos títulos para nutrir los fondos de las 136 bibliotecas de la capital30.

La simbiosis alcanzada entre lo soviético y lo ruso, ambos contrarios a la identidad étnica ucraniana, se pudo vislumbrar en una entrevista realizada en 2018 a Andriy Tarasenko, responsable de política cultural de Sector Derecho, la principal organización ultranacionalista y de ideología neonazi. Declaró que las evidencias de los crímenes efectuados contra judíos y polacos durante la II Guerra Mundial eran «documentos soviéticos»31.

Otro dato es que, desde 2015, aumentó espectacularmente la lectura en ucraniano y la industria editorial en este idioma despegó. Según la Cámara del Libro, en 2019 se publicaron 46 millones de libros en ucraniano, frente a los 5 millones en ruso32. Vitalii Rybak, periodista y analista destacó que desde el gobierno se había incentivado la publicación masiva de títulos en ucraniano mediante contratos de adquisición de fondos para las bibliotecas y, lo que era más significativo, «el resurgimiento de la industria del libro ucraniana demuestra que Ucrania está rompiendo con la órbita cultural rusa»33.

En Ucrania se produjo una exclusión del libro en ruso, al tiempo que se establecían elevados aranceles a una importación ya de por sí dificultada. Efectivamente, para 2020 el 33 % de los lectores ucranianos elegían el libro de acuerdo con la lengua original en que había sido escrito y solo el 12 % era indiferente al idioma34.

El boicot en Ucrania al mercado editorial en idioma ruso fue importante por dos razones. La primera y principal: Ucrania estaba preparada para la «desconexión» editorial respecto a Rusia. Además, este alejamiento de la influencia cultural rusa tuvo repercusiones de índole económica. Desde 2015 las editoriales rusas dejaron de operar en Ucrania, hasta entonces un mercado activo. Sin embargo, hay que señalar que la industria del libro rusa sigue siendo pujante, como lo atestigua el dato de que en 2020 Rusia era el quinto país del mundo con más libros publicados anualmente, más de 100.000, testimonio de la demanda lectora en idioma ruso35.

La invasión de Rusia: «bibliocidio» en Ucrania

Al comenzar la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022, se hizo viral en las redes sociales una fotografía de la casa del escritor ucraniano Lev Shevchenko, en Kiev. Para protegerse de los bombardeos el autor puso en la ventana un muro de libros de su biblioteca. Era la imagen de la defensa ante la barbarie con la cultura y los libros36

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Las autoridades ucranianas han prohibido la edición de obras en idioma ruso, según reconoció el crítico literario Yevheniy Stasinevych al periodista español Mikel Ayestarán. Medida justificada en que las editoriales pagaban derechos de autor «a Moscú» y ese dinero contribuía a sostener el esfuerzo de guerra ruso37.

Según fuentes ucranianas desde el inicio de la guerra se han destruido decenas de bibliotecas38. La directora del Instituto del Libro de Ucrania, Oleksandra Koval, acusa a los militares rusos de saquear librerías y bibliotecas para llevarse las obras en idioma ucraniano y destruirlas, con predilección por los manuales de historia de Ucrania. Esto justificaría a su vez medidas contra los libros escritos en ruso, como veremos más adelante. El Instituto del Libro de Ucrania fue fundado en 2016 para promover la lectura exclusiva de autores ucranianos39.

Como en todo conflicto, el patrimonio cultural está en peligro. En marzo de 2022, desde el Ministerio de Cultura ucraniano se puso en marcha el programa Saving Ukranian Cultural Heritage Online (SUCHO), donde más de 1.000 bibliotecarios, archiveros y otros colaboradores voluntarios de diversas partes del país digitalizan obras conservadas en museos, bibliotecas y archivos para preservarlas de su posible destrucción40.

A estas denuncias de las autoridades ucranianas41, que ven peligrar el patrimonio cultural, documental y artístico del país, le siguen las de la minoría prorrusa, que también acusan de la destrucción deliberada del patrimonio propio, incluyendo fondos y colecciones, por parte del ejército ucraniano42.

La Federación Internacional de Asociaciones de Bibliotecas (IFLA) divulgó el llamamiento de la Asociación de Bibliotecas de Ucrania (ULA), apelando a la ayuda internacional y pidiendo prohibir toda relación internacional, cultural y profesional con bibliotecarios, bibliotecas y asociaciones de bibliotecas rusas43. La ULA también instó a que las bibliotecas públicas ucranianas se reorganizasen en refugios para evacuados, puntos de recolección de ayuda humanitaria y de acceso a la información, compartiendo fotos y vídeos de primera mano sobre el terreno44.

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Los responsables culturales ucranianos tratan de mantener abiertas las bibliotecas, cuando es posible, y en algunas se han puesto a salvo los fondos transportándolo a otras localidades más seguras. Igualmente, se han donado libros en idioma ucraniano a países como Polonia y Alemania, como una forma de apoyo a su causa45. La lógica de la guerra es implacable y sigue su curso, continuándose la destrucción de libros. La hasta ahora próspera industria editorial ucraniana se ha desplomado, fruto de la interrupción en las ventas46.

A fecha de hoy, una de las últimas informaciones que atañen al mundo editorial concierne a la ya citada directora del Libro de Ucrania, Oleksandra Koval, que en unas declaraciones a EFE anunciaba la retirada de las bibliotecas públicas ucranianas de más de 100 millones de libros de autores rusos, acusados de contener «narrativas imperiales y propaganda a favor de la violencia y de políticas chovinistas prorrusas». En esta literatura, calificada de prorrusa, se encuentran autores clásicos rusos, escritores contemporáneos posteriores a 1991, en especial aquellos de géneros como la novela romántica y la novela negra. También están incluidos los libros infantiles, entre ellos los clásicos de cuentos rusos47. Koval se refiere al expurgo de la mitad de los fondos actuales en las bibliotecas ucranianas.

La política del libro en Rusia también se ha visto afectada por el conflicto. En enero y febrero de 2022, poco antes de iniciarse la invasión de Ucrania, la Duma discutió el borrador presentado por la Presidencia rusa con los «Fundamentos de la política estatal para la preservación y el fortalecimiento de los valores espirituales y morales tradicionales rusos». Se defendía una férrea visión nacionalista de la historia rusa, que deberá reflejarse en los textos. El 7 de febrero recibieron un apoyo unánime por parte de la cámara48.

Varias fuentes alertan de que una «sugerencia» no escrita del Gobierno ruso obliga a los autores y editores a que, en lo sucesivo, no mencionen a Ucrania como país independiente. Después del 24 de febrero tuvieron que corregir alrededor del 15 % de los textos: «Se puede mencionar cómo salvamos Kiev, pero ya no es posible hablar de la independencia de Ucrania como país», expuso uno de estos editores de manera anónima49.

El rechazo a la invasión de Ucrania también ha significado cierto rechazo a los libros de autores rusos50. Tomemos dos ejemplos, el primero surgido a principios de marzo cuando las autoridades académicas de la Universidad de Milán pidieron suprimir la lectura de la obra de Fiódor Dostoievski (1821-1881) como muestra del «rechazo a la guerra en Ucrania»51. Ese mismo mes, la prestigiosa Feria Internacional del Libro de Guadalajara, en México, expulsó a las editoriales rusas de la muestra por el mismo motivo52.

Conclusiones

Después de un período de controversias culturales entre Rusia y Ucrania, iniciadas desde la independencia de esta en 1991, en temas tales como la nacionalidad de algunos autores que escribieron en ruso, el conflicto se aceleró tras la revuelta del Maidán de 2014. Los nuevos gobernantes ucranianos inauguraron una agresiva política cultural, cuyas bases consistieron en primar el idioma ucraniano frente al ruso y transformar el discurso historiográfico para representar a «lo ruso», sinónimo de «lo soviético», como enemigo ancestral del ucraniano étnico, siendo además responsable último de los males, reales o imaginados, de Ucrania.

La destrucción de libros, la persecución a los autores y la censura de obras han alcanzado su cenit en la actual guerra, lo que permite hablar de un «bibliocidio» en Ucrania. Viene a confirmarse desde el lado ucraniano, ya que en mayo se anunció el expurgo de un millón de libros en todo el país, justificado como respuesta a la destrucción de fondos ucranianos por parte de los militares rusos, creándose una simbiosis cultural entre el combate al ocupante ruso y el combate con la cultura y literatura rusas.

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También a partir de 2014 en Rusia, desde instancias oficiales, se inició una transformación del discurso historiográfico en relación a Ucrania, lo que se plasmó en la vigilancia de los textos. Dicho discurso glorifica los sacrificios del pueblo ruso en la II Guerra Mundial, estableciendo un nexo de unión entre el colaboracionismo de los ultranacionalistas ucranianos con los alemanes y las organizaciones neonazis actuales, omitiendo además cualquier alusión a la independencia de Ucrania.

El presidente Putin ha manifestado su gusto literario por los autores clásicos rusos53, desde una lectura que ratifica su propio concepto historiográfico del devenir de Rusia. En la actualidad, esta unión de literatura y discurso político, más el rechazo a la invasión de Ucrania en los países occidentales, pone en peligro la existencia de estos clásicos — más que rusos, universales— en librerías y bibliotecas no solo ucranianas, sino de otros países aliados de Ucrania en la actual guerra.

No es ajena a esta rivalidad una lucha por la prevalencia en Ucrania de un mercado editorial en ruso o ucraniano. Las disposiciones legales de ambos gobiernos, para asegurar sus discursos y lenguas en los libros, han derivado en la actualidad en la destrucción física de obras por parte de combatientes y activistas, el expurgo de fondos y la censura.

Munición ideológica contra la idiosincrasia cultural ajena, pero también con consecuencias económicas, pues mientras una próspera industria editorial se había abierto camino en Ucrania, paralizada ahora por la guerra, el sector en Rusia también se tambalea, maltrecho por las sanciones y restricciones a su presencia en colecciones y foros internacionales.

Con todo, lo peor de la destrucción o censura de libros en Ucrania y Rusia se simboliza en un riesgo más inquietante. Recordando el axioma de Heinrich Heine sobre la quema de los libros, la eliminación de obras retrotrae a otros tiempos y es una certeza del peligro físico real para autores y lectores, presentados como enemigos por el otro bando. Un peligro potenciado en tiempos de guerra.

Por su parte, la pobreza cultural y la manipulación del discurso editorial en Rusia y Ucrania, en las actuales circunstancias, se antojan imposible de revertir a medio plazo. Produce tristeza observar cómo las librerías de Ucrania son saqueadas o permanecen cerradas, mientras que las bibliotecas se han convertido en improvisado refugio para la población que huye de los efectos de la guerra, arrinconándose sus libros para una mejor ocasión, los puentes de convivencia y respeto a una cultura común parecen rotos.

Javier Fernández Aparicio
Analista del IEEE

Bibliografía

1 Las quemas iban acompañadas de recitaciones de los autores prohibidos y los títulos de las obras echadas al fuego. Más información en Fernando Báez: El Bibliocausto nazi – n.º 22 Espéculo (UCM) (consultado 14/6/2022).

2 Sobre la destrucción del patrimonio bibliográfico a lo largo de la historia véase BÁEZ, Fernando. Historia universal de la destrucción de libros. De las tablillas sumerias a la guerra de Irak. Barcelona, Destino, 2004 y POLASTRON, Lucien Xavier. Libros en llamas. Historia de la interminable destrucción de bibliotecas. México, FCE, Libraria, 2007.

3 En enero de 2013, quince yihadistas entraron en la biblioteca del Instituto Ahmed Baba de Tombuctú, se estiman que cogieron más de 4.000 manuscritos —muchos de ellos de los siglos XIV y XV— y les prendieron fuego. En Un bibliotecario de Tombuctú salvó miles de manuscritos históricos (mymodernmet.com) (consultado 15/6/2022).

4 OVENDEN, Richard. Quemar libros una historia de la destrucción deliberada del conocimiento. Barcelona, Crítica, 2021.

5 Datos para 2020 tomados de Hábitos de lectura mundiales en 2020 [Infografía] - Edición global en inglés (geediting.com) (consultado 15/6/2022).

6 Véase La otra invasión en Ucrania: obras de arte, monumentos históricos y piezas de museo en peligro - Infobae

7 TAX CHOLDIN, Marianna. Garden of Broken Statues: Exploring Censorship in Russia. Academic Studies Press, Boston, 2016, p. 65. ISBN 9781618115010.

8 «Sobre la biblioteconomía» (culture.gov.ru)

9 Ley de Ucrania sobre Publicaciones 318/97, de 5 junio de 1997. Disponible en WIPO Lex. La Ley fue modificada en algunos puntos en 2005 y 2019. El artículo 3, en lo referente a libros en ruso, continúa vigente.

10 Diez años después, en 2019, tanto el poeta como el zar Pedro el Grande fueron nombrados héroes nacionales de Rusia. Véase Putin nombra a Pushkin, Pedro el Grande entre los héroes nacionales de Rusia - Sociedad y Cultura -

11 Véase Gógol y otros iconos culturales rusos nacidos en territorio ucraniano | Cultura y entretenimiento | Agencia EFE 25/2/2022 (consultado 14/6/2022).

12 Véase KASIANOV, Georgiy. «Holodomor and the Holocaust in Ukraine as Cultural Memory. Comparison, Competition, Interaction». Journal of Genocide Research, 24:2. 2022, pp. 216-227.

13 Véase BARTOV, Omer. Borrados. Madrid, Malpaso, 2016.

14 KOPOSOV, Nikolay (op. cit.), p. 10.

15 Véase ORLAN, Susan. La biblioteca en llamas. Barcelona, Planeta, 2019, p. 102.

16 OLSHANSKAYA, Natalia. «Ukraine: Translating the wars». En LIN MONIZ, Maria & SERUYA, Teresa (eds.). Translation and Censorship in Different Times and Landscapes. Newcastle, Cambridge Scholars Publishing, 2008, pp. 252-261.

17 Sobre estas quemas de libros en Crimea y Járkov: La quema de libros en Ucrania aviva la controversia sobre la historia.

18 Véase Activistas y soldados se mueven para proteger las bibliotecas en Ucrania - Publishing Perspectives 14/3/2014 (consultado 15/6/2022).

19 FEDCHENKO, Anastasia. A place for REASON | The Day newspaper 11/2/2014 (consultado 15/6/2022).

20 SNAIJE, Olivia. Fintualist - Censura y libros sobre Rusia y Ucrania 25/2/2022 (consultado 14/6/2022).

21 Véase https://ula.org.ua/en/about-ula/history (consultado 15/6/2022).

22 Véase COYNASH, Halya. Russian poet sentenced over poem in support of Ukraine (khpg.org) 14/7/2015 (consultado 15/6/2022).

23 Sobre Korchinsky, véase Ucrania morirá en un sueño: Korchinsky pidió a los ucranianos una guerra de liberación nacional (news-front.info) 29/4/2019 (consultado 15/6/2022).

24 Véase OSBORN, Andrew. Head of Moscow's Ukrainian library convicted of incitement against Russians | Reuters 5/6/2017 (consultado 15/6/2022).

25 Véase EFREMOVA, L., RUSETSKIY, M., MOLCHAN, A., LECHMAN, E., & AVDEEVA, R. «Russian Cultural Policy:
Goals, Threats, and Solutions in the Context of National Security», Journal of History Culture and Art Research, 7(3), 2018, pp. 433-443.

26 On the Strategy of Economic Security of the Russian Federation for the period up to 2030 | Presidential Library
(prlib.ru)

27 KOSOPOV, Nikolay. «“The Only Possible Ideology”: Nationalizing History in Putin’s Russia», Journal of Genocide Research, 24:2, 2022, pp. 205-215.

28  Véanse nombres, referencias y enlaces en la Wiki: Перелік осіб, які створюють загрозу нацбезпеці України — Вікіпедія (wikipedia.org) (consultado 17/6/2022).

29 Véase Ucrania censura la distribución del libro ‘Stalingrado’ del historiador británico Anthony Beevor - mpr21 14/5/2018 (consultado 17/6/2022).

30 Departamento de Comunicaciones Públicas del Ayuntamiento de Kiev. Lista de libros de acuerdo con el programa objetivo de la ciudad para el desarrollo de la esfera de la información y la comunicación: https://dsk.kyivcity.gov.ua/content/perelik-knyg-2019-2021.html (consultado 17/6/2022).

31 Véase PIWOWAR, Pawel. Should Poles be afraid of the Right Sector? A Polish journalist found out - Euromaidan Press 22/2/2018 (consultado 17/6/2022).

32 Los informes y datos de publicación de monografías y publicaciones periódicas se pueden consultar en la página web de la Cámara del Libro de Ucrania: Книжкова палата України (ukrbook.net) (consultado 16/6/2022).

33 RYBAK, Vitalii. Reading in Ukrainian: The Resurgence of the Ukrainian Book Industry (ukraineworld.org) 18/2/2022

34 BONET, Pilar. La guerra alcanza la literatura ucraniana | Babelia | EL PAÍS (elpais.com) 13/3/2020 (consultado 16/6/2022).

35 China era el país con mayor número de publicaciones anuales, alcanzando las 440.000. Datos tomados de Hábitos de lectura mundiales en 2020 [Infografía] - Edición global en inglés (geediting.com) (consultado 15/6/2022).

36 Véase La improvisada trinchera de un escritor ucraniano arrasa en las redes sociales (cadenaser.com) 6/3/2022.

37 Recogido en SERRANO, Pascual. Prohibido dudar. Las diez semanas en que Ucrania cambió el mundo. Akal, Madrid, 2002, p. 54.

38 Existe un proyecto de la Fundación Cultural de Ucrania para cartografiar los monumentos y enclaves culturales destruidos por la guerra. La Asociación de Bibliotecas de Ucrania estima en más de 200 las bibliotecas destruidas. Disponible en Culture loss map - Ukraine. Culture. Creativity (uaculture.org) (consultado 16/6/2022).

39 Véase Las autoridades de Ucrania proponen eliminar 100 millones de libros rusos de sus bibliotecas - Infobae 23/5/2022 (consultado 16/6/2022).

40 Web con información: Saving Ukrainian Cultural Heritage Online | SUCHO (consultado 16/6/2022).

41 RUKOMEDA, Román. ‘Russia burns our books hoping to destroy our nation’ – EURACTIV.com 25/3/2022 (consultado 16/6/2022).

42 En marzo de 2022, la comisionada de derechos humanos del Parlamento ucraniano, Liudmyla Denisova, acusó a las fuerzas rusas de confiscar y destruir libros de literatura e historia en zonas ocupadas del país, pero no se hablaba de las denuncias, sobre todo en redes sociales, de la minoría prorrusa sobre la destrucción del patrimonio documental y artístico ruso en Ucrania. Véase Ucrania acusa a las fuerzas rusas de confiscar y destruir libros en zonas ocupadas (eldiario.es) 25/3/2022 (consultado 17/6/2022).

43 Véase la información en la propia web de la IFLA: IFLA response to the situation in Ukraine – IFLA 21/3/2022 (consultado 16/6/2022).

44   Véase  Librarians!  Stand  with  Ukraine!  /  Бібліотекарі!  Будьмо  з  Україною!  -  Ukrainian  Library  Association

45 Véase CHAPPELL, Bill. Ukraine's libraries are offering bomb shelters and camouflage classes: NPR 9/03/2022 (consultado 16/6/2022).

46 Véase La industria editorial ucraniana trastornada por la invasión rusa: NPR (101noticias.com) (consultado 16/6/2022).

47 Véase Bibliotecas ucranianas podrían retirar los libros rusos después de tres meses de conflicto armado - Infobae 26/5/2022 (consultado 16/6/2022). La entrevista original a Koval en https://interfax.com.ua/news/interview/834181.html 23/5/2022 (consultado 17/6/2022).

48 Toda la información sobre esta iniciativa en la web del Ministerio de Cultura de la Federación de Rusia: Actividades
- Ministerio de Cultura de la Federación de Rusia (culture.gov.ru) (consultado 16/6/2022).

49 Véase Borrar a Ucrania de los libros de texto, la orden de las autoridades rusas a su principal editorial educativa | DIARIO DE CUBA 23/4/2022 (consultado 15/6/2022).

50 Véase NARBONA, Rafael. Dostoievski y la guerra de Ucrania (elespanol.com) 29/3/2022 (consultado 17/6/2022).

51 GARCÍA, Concha. Polémica en Italia por cancelar a Dostoievski como rechazo a la guerra en Ucrania (larazon.es) 10/3/2022 (consultado 16/6/2022).

52 Véase Taibo II denunció censura de la FIL de Guadalajara a los libros rusos: «Es un boicot a la cultura» (lapoliticaonline.com) 11/3/2022 (consultado 16/6/2022).

53 Véase GUZEVA, Alexandra. Los 10 libros y escritores favoritos de Vladímir Putin - Russia Beyond ES (rbth.com)

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