Opinión

¿Qué perfil ha de tener el próximo presidente de la República en Italia?

photo_camera Mario Draghi

Ya quedan sólo dos meses para que comiencen las votaciones para elegir al actual Presidente de la República italiana, el siciliano Sergio Mattarella. Y, como era de esperar, en una clase política bastante ociosa en conjunto porque ya está el Gobierno Draghi para dirigir el país, no hace más que debatirse quién debe ser el nuevo inquilino del Palacio de El Quirinal para el septenio 2022-29. Y, dado que este tipo de elección ha seguido una misma tradición durante décadas (ya vamos por el decimotercer presidente) desde que se proclamara la República italiana el 2 de junio de 1946, trataremos de dar las que consideramos claves fundamentales de esta nueva nominación presidencial. 

La primera clave es que, por lo general, quien más tiempo ha ejercido como Presidente del Consejo de Ministros, luego no ha logrado ser Presidente de la República: demasiados enemigos por el camino como para lograr los apoyos necesarios. Así, De Gasperi (ocho veces Primer Ministro), Andreotti (siete), Fanfani (seis), Moro y Rumor (cinco ambos) y Berlusconi (cuatro) no han sido nunca elegidos para la jefatura del Estado. Cierto es que Berlusconi aún tiene posibilidades y lo va a intentar en esta ocasión, pero pesa mucho el hecho de ser el hombre que ha estado más tiempo al frente del Consejo de Ministros (llegó a sobrepasar los 3.500 días). Y es que los que antes de convertirse en presidentes de la República, habían sido “premiers”, lo habían hecho tan sólo en dos ocasiones: Segni, Leone y Cossiga, los tres, encabezaron dos gobiernos, y no más. Frente a ellos, son numerosos los presidentes de la República que nunca han presidido un Consejo de Ministros: De Nicola, Einaudi, Saragat, Pertini, Scalfaro, Napolitano o Mattarella nunca fueron “premiers”. Es más, alguno, como el tan querido Pertini, ni siquiera llegó a ser ministro. 

La segunda clave es que los candidatos que tienen muchas posibilidades son aquellos que han presidido o presiden en la actualidad algunas de las dos cámaras parlamentarias: más de la mitad de los presidentes de la República han sido antes presidentes de una o ambas cámaras, aunque se tienen muchas más posibilidades si la cámara que han presidido es la baja que la alta. Así que atentos a aquellos políticos en activo que han estado en estos puestos en las últimas legislaturas o en la actualidad. 

La tercera es que ha de tener un prestigio y una trayectoria intachable. El ejemplo más claro lo personifica el actual Presidente de la República, Sergio Mattarella: jurista riguroso, hermano de una víctima de la Mafia (su hermano Piersanti fue acribillado a tiros a la salida de misa en enero de 1980), ministro y viceprimer Ministro, y finalmente miembro del Consejo Superior de la Magistratura, no tenía la más mínima vinculación con ningún asunto de corrupción. Como él, impecables eran las trayectorias de, por ejemplo, Saragat, Pertini, Scalfaro o Ciampi. 

La cuarta es la franja de edad en la que debe estar ubicado en el momento de su elección: ni menos de 60 años de edad, ni más de 80. Por debajo de esta cifra la única excepción la representa Cossiga, elegido en 1985, y por encima Pertini y Napolitano, ambos ya octogenarios en el momento de ser los nominados. Mattarella, por ejemplo, tenía 73 años cuando fue elegido en enero de 2015; Scalfaro, 74 cuando recibió el apoyo del “Colle” en 1992; y Ciampi, 79 en la elección de 1999. 

Sergio Mattarella

Con el tiempo, se ha añadido un requisito fundamental a la hora de ser escogido: su abierto talante europeísta. Napolitano, en 2006 y 2013, y Mattarella, en 2015, representaban como pocos el espíritu comunitario heredado de aquel mito de la historia republicana italiana que fue el trentino Alcide De Gasperi. Tan es así que, cuando el llamado “gobierno del cambio” (el formado por Cinco Estrellas y la Liga) intentó “colar” a Mattarella al nombre de Paolo Savona al frente de la cartera de Economía y Finanzas, el jurista y político siciliano se plantó y exigió que hasta que no se retirara a Savona (declarado enemigo de la moneda única), no habría encargo de formar gobierno para la coalición encabezada por Di Maio y Salvini. A pesar de que la primera reacción de Di Maio fue exigir nada más y nada menos que un “impeachment” hacia Mattarella (¡qué atrevida puede llegar a ser la ignorancia!), al final ambos partidos no tuvieron más remedio que tragar con ello y finalmente Savona fue Ministro de Asuntos Europeos, encargándole al ortodoxo Giovanni Tria la cartera de Economía y Finanzas. 

A partir de ahí, hay que prepararse para ver cualquier posible elección. Lo lógico sería que el centroderecha, compacto y con mayoría parlamentaria, pactara el nombre con el principal partido del centroizquierda (el PD), como en su tiempo hacía la Democracia Cristiana (DC) con el PCI. Pero, con el PD abrazando el “populismo” del Movimiento Cinco Estrellas, no se sabe hasta qué punto se puede contar con ellos, si bien en el PD saben que ellos sí tienen futuro mientras Cinco Estrellas va directo al descalabro final, fruto de su manifiesta incapacidad para gobernar. 

En todo caso, el o la que más posibilidades tiene de ser elegido es el considerado “tapado”: ¿alguien esperaba a Leone en 1971, a Pertini en 1978, a Scalfaro en 1992, a Napolitano en 2006 o a Mattarella en 2015? No hay más que recordar lo que sucedió con la elección de Mattarella en 2015: Renzi, entonces primer ministro, le presentó ante la plana mayor del PD el día anterior a la primera votación por mayoría simple, saliendo elegido casi con mayoría cualificada (dos tercios de la asamblea) en la votación del día siguiente. Así que nos toca semanas y semanas de escuchar nombres y más nombres, aunque sí adelantaremos algo. Esta votación es la menos predecible de todas, ya que, al hecho añadido de que el voto sea secreto, se une la circunstancia de que en torno a la mitad del Parlamento actual no revalidará escaño, tras el “taglio” aprobado en septiembre de 2020. Eso supone muchos votos fuera de control, destacando lo concerniente al Movimiento Cinco Estrellas, que tiene en torno a 140 parlamentarios entre ambas cámaras expulsados y ubicados en el Grupo Mixto, con lo que votarán a quien sencillamente les venga en gana. 

Lo único realmente esperable es que el nuevo Presidente de la República salga del centroderecha: igual que en 2006 y en 2015 se eligió a un hombre de centroizquierda (ora Napolitano, ora Mattarella) porque era el centroizquierda quien tenía mayor número de parlamentarios, ahora es el centroderecha el que debe decidir. Y, mientras, a sonar y sonar nombres. Con Draghi más fuerte que nunca al frente del Ejecutivo, no tienen mejor tema del que hablar. Que no es poco, ya que el Presidente de la República es, a fin de cuentas, la primera figura del Estado, tiene un mandato de siete años y posee prerrogativas fundamentales.

Pablo Martín de Santa Olalla Saludes es profesor del Centro Universitario ESERP y autor del libro Historia de la Italia republicana, 1946-2021 (Madrid, Sílex Ediciones, 2021).