Opinión

Argelia, condicionada por la economía y Putin

photo_camera Gas pipeline in Algeria

El Gobierno de Argelia se ha visto obligado a rectificar su órdago contra España cuando ha comprobado que el pulso contra Madrid se extendía a un desafío a la Unión Europea que colocaba en grave riesgo el acuerdo de cooperación que es esencial para los argelinos en estos momentos de grave penuria económica y social. Y por las presiones de Rusia.

La Unión Europea representa el principal socio comercial del país magrebí con el 46,7% del total de las transacciones argelinas, según datos de la Comisión Europea de 2019.  La reacción de la UE que respalda a uno de sus países miembros tras las amenazas que ahora niega Argel, es parecida a la que ocurrió hace poco más de un año cuando miles de jóvenes marroquíes cruzaron la frontera de Ceuta. Según la nueva postura argelina expresada a las autoridades comunitarias, la suspensión del Tratado de Amistad y Buena Vecindad no implica romper las relaciones comerciales, ni cortar las transacciones corrientes y delega en las empresas afectadas asumir los compromisos recogidos en los contratos actuales de suministro de gas. En el Ministerio del Interior se alberga el temor de que Argelia pueda extremar su presión con la reducción de la colaboración antiterrorista y el control de la inmigración irregular y de las mafias que trafican con todo.

Fuentes gubernamentales consultadas relatan su absoluta perplejidad por la agresiva reacción del Gobierno de Argelia, que se ha producido varios meses después de la decisión del presidente Pedro Sánchez de cambiar la posición española sobre la resolución del conflicto del Sáhara y considerar la propuesta marroquí de amplia autonomía para el territorio bajo su soberanía como una buena propuesta para negociar la solución del conflicto. Una reacción que Argel no ha tenido con otros países que han tomado decisiones similares a la española como Francia, Alemania o el Reino Unido, además de Estados Unidos, Emiratos o una quincena de países africanos.

La justificación argelina fue la intervención del presidente del Gobierno español en el Congreso esta semana ratificando el cambio de posición sobre el Sáhara, pero, fuentes comunitarias consideran que la reacción adoptada en estos momentos se debe más a un interés que va más allá de la cuestión del Sáhara y que se relaciona más con la condición argelina de aliado de Rusia y su interés en desestabilizar a un país europeo y justificar el corte de suministro de gas. La política de Putin en el Sahel, con las operaciones de mercenarios rusos del grupo Wagner, en países como Mali, suscita enormes preocupaciones en Europa. Incrementa la inestabilidad en la región provocada por los grupos terroristas.

El gas como arma

En este terreno tan delicado, habría que recordar que el pasado mes de octubre, el Gobierno argelino decidió de manera unilateral y sin considerar los intereses de España, no renovar el contrato de suministro de gas a España por el gasoducto Magreb-Europa que pasa por Marruecos. Esa decisión supuso la pérdida de 6.000 millones de metros cúbicos, casi la mitad del gas argelino importado por España y no se produjo ninguna reacción agresiva por parte española, recuerdan las fuentes gubernamentales consultadas. En la actualidad, España ha reducido del 43 al 24% el suministro de gas procedente de Argelia por lo que su relevancia para el abastecimiento español se ha reducido notablemente y se han logrado suministros alternativos de gas natural licuado procedente de Estados Unidos, Qatar y Nigeria que se gestionan en las seis bases regasificadoras instaladas en España. 

En cualquier caso, la posición del Gobierno argelino choca con sus propios intereses macroeconómicos al cuestionar su relación con España y, por tanto, con la Unión Europea, y también con las necesidades más perentorias de la economía argelina que sufre desde hace meses de una elevada inflación, un alto índice de paro, unas importaciones ralentizadas y una situación de alto riesgo de explosión social por las restricciones que sufren la mayor parte de los ciudadanos.  Una revitalización del Hirak, las protestas populares masivas de los viernes, representaría un nuevo desafío para el Gobierno de Argel.

Precariedad económica y social

Según expertos económicos, ni siquiera la subida del precio del petróleo puede ser capaz de ayudar a paliar el déficit que arrastra y con un control político de la deuda para evitar la necesidad de acudir al Fondo Monetario Internacional para financiarse ante el temor de que las condiciones para acceder a prestar, de nuevo, la ayuda que Argelia necesita pueda estar ligada a adoptar una serie de medidas que obliguen a los dirigentes argelinos a una serie de cambios que supondrían perder el férreo control que ejercen en los diferentes sectores económicos y financieros y depurar los elevados índices de corrupción en los sectores públicos. Además, el temor de los militares argelinos, encabezados por Said Chengriha, que detentan el poder más allá del presidente Abdelmadjid Tebboune es que una de las condiciones no escritas del FMI incluyera la negociación de una solución al conflicto del Sáhara. La política económica argelina depende de las reservas de divisas acumuladas. La reducción de las importaciones supone graves penurias para la población por la escasez de leche, aceite, medicamentos, automóviles y repuestos y para los empresarios que no disponen de los materiales indispensables para sus actividades.

Expertos en las relaciones internacionales, como el diplomático español Gustavo de Arístegui, consideran que cada país puede elegir los aliados que considere oportunos, pero es lamentable que el Gobierno argelino prefiera continuar del lado de Rusia tras la invasión de Ucrania. De Arístegui recuerda que Argelia es un gran país de 50 millones de habitantes, muy importante en la lucha antiterrorista y en el control de la inmigración irregular, con grandes reservas de gas y petróleo y con una aportación cultural muy notable al mundo árabe.

Durante la guerra contra el terrorismo yihadista que se cobró más de 300.000 muertos en Argelia en los años 90, España colaboró con el Gobierno argelino en la formación de miembros de sus Fuerzas de Seguridad, sobre todo en la capacitación de desactivación de explosivos que contribuyó a salvar muchas vidas.