Cabalgar a palacio, a lomos de unicornios

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Emerge una élite de emprendedores latinoamericanos que disputa el poder económico a los oligopolios tradicionales. Estos reclutas de la «creación destructiva» andan armados con software y modelos económicos escalables. Van más allá de capturar las cuotas de mercado a los incumbentes en banca, minería, CPG, etc: desarrollan productos innovadores, construyen plataformas distribuidas en varios países latinoamericanos y crean nuevos mercados. Su aparición no se le escapa a nadie que haga negocios en Latam. Llegados a este punto de inflexión, corresponde una reflexión sobre las implicaciones políticas que trae consigo está nueva élite. Si atendemos a la historia, a la redistribución del poder económico le ha acompañado una redistribución del poder político.

Fijémonos en la banca latinoamericana; tradicionalmente la más rentable del mundo, con un return on equity estimado de hasta el 15%. Retornos propios de la falta de competencia, propia de las estructuras de mercado oligopólicas, no de la eficiencia. Todo ello hasta la incursión de las fintech. El mito fundacional del banco digital Nubank, fundado por el colombiano David Vélez, es ilustrativo: Vélez vertió sangre, sudor y lágrimas para abrirse una cuenta corriente como profesional expatriado en Brasil. Nubank agiliza el proceso, y hoy vale $33.920M en bolsa. Compárese a la capitalización bursátil de las empresas más potentes de Colombia; Ecopetrol ($30.282M), Bancolombia ($8.519M) y Aval ($6.160M).

El patrimonio de Vélez supera al de apellidos icónicos en el imaginario latinoamericano. Solo falta que los emprendedores detrás de otras startups multilatinas como Rappi o Kavak tengan exits para que los oligopolios y sus accionistas históricos pierdan peso político. Entonces estaríamos ante un momento comparable a cuando la revolución industrial alzó a una clase mercantil por encima de la nobleza feudal, salvando las distancias. Concentrados en grandes urbes, acumularon riqueza e intercambiaron las ideas de la Ilustración, que a la postre inspiraron el cambio social y político. La transformación desembocó en la Revolución francesa, que se explica no tanto por los sans culottes tomando la Bastilla, sino por las reivindicaciones de los nuevos burgueses, verdaderos depositarios del poder político.

Es cierto que el auge de las startups en Latam coincide con el boom global del capital riesgo, que desplegó inversiones récord por $621.000M en 2021. Hay mucha demanda persiguiendo unas pocas oportunidades atractivas. Las valoraciones por tanto son jugosas. Para el emprendedor local, es el momento para captar capital, tirando de las redes personales cada vez más densas que unen a EEUU con la región, a menudo a través de sus escuelas de negocio, donde se forma esta nueva élite. El capital se ha ido a buscar riesgo y retorno a emergentes, y Latam está a tiro.

Mas el potencial de Latam es específico. La capitalización bursátil de las compañías tecnológicas latinoamericanas, como proporción del PIB regional, es de menos del 4%, comparado con el 14% en India y el 30% en China. Hay mucho que recorrer: según el Banco Interamericano de Desarrollo, el valor del sector tech en la región creció de los $7.000M en 2010 hasta los $221.000 en 2020. Los VC han detectado la oportunidad y según CB Insights, durante 2021 entraron más de $20.000M de capital riesgo a Latam, distribuidos en 952 deals. El resultado es que Latam ya cuenta con 27 unicornios –startups privadas con valoraciones por encima de $1.000M–, mientras que en 2018 contaba con 4. Desde luego que hay algo más que hype en LinkedIn.

La idiosincrasia multilatina de startups como Nubank, que tratan todo Latam como mercado potencial, justifica sus valoraciones. Tienen mayores opciones de captarlo –por su agilidad y escalabilidad– que players tradicionales (Itaú, por ejemplo, difícilmente va a ser un banco líder en México). Por algo Warren Buffet invirtió en Nubank y no en Bancolombia, a pesar de su expansión centroamericana. En cambio los oligopolios tradicionales tienden a ser nacionales, o con filiales internacionales no muy fuertes –lo justo aquí es excluir a Chile–.

A Nubank le ayuda en su desempeño el hecho de que su negocio sea multilatino, pero también son multilatinos sus mandos. ¿Podría ayudar el auge de las startups multilatinas a la formación de una élite política con conciencia panlatina?

Aterricemos las visiones de la «patria grande» escalable en el fango del día a día empresarial. El costo de contratación de un empleador colombiano puede doblar lo que el trabajador percibe líquido en su bolsillo a final de mes –semejante «cuña fiscal» no le será ajena a los lectores de El Americanista en la Europa latina, si bien por el momento tienen la contraprestación de un Estado de bienestar decente–. Pero la pérdida de poder adquisitivo del trabajador continúa dados los aranceles de más del 35% para los carros, la ropa, y el trago; sin contar el IVA del 19% que paga por consumo y toda clase de impuestos adicionales. A Rappi no le conviene un IVA del 19%, a Nubank no le conviene un impuesto de transacciones digitales, a KAVAK no le conviene aranceles e impuestos de importación de automóviles de más del 25% y a nadie le conviene una población con un poder adquisitivo tan deteriorado.

No es tarea fácil la de esta nueva clase emprendedora. Ni está garantizado el éxito. En muchos casos, la misión es nada menos que la de desarmar el armazón proteccionista, diseñado a imagen y semejanza de intereses arraigados, que en el pasado fueron capaces de capturar al Estado. Pero habiéndose curtido como operadores en esta contextura empresarial tan densa y tan poco conducente, estos nuevos emprendedores incorporan los valores de apertura y eficiencia a su visión para sus países. Es deseable que inviertan parte de su capital social y económico en materializar esas visiones. También pueden trasladar soluciones prácticas al terreno de las políticas públicas. Aunque desde afuera su peso relativo en la economía aún parezca escaso, si asumimos que la historia la hacen las élites conductoras, con visiones claras y recursos para implementarlas, se vienen cambios.

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