Chantajes de invierno
La indigna salida de Afganistán terminó con una guerra interminable que nos ha trasladado a la Edad Media. Los talibán han cercenado todos los derechos de las mujeres y las tribus se matan sin piedad en nombre del misericordioso Alá.
Rusos, estadounidenses, canadienses, australianos y europeos nos hemos retirado con el rabo entre las piernas dejando con la soga al cuello a los afganos que colaboraron con nosotros. Aquello ya es historia de la infamia. Y las debilidades y cobardías tienen siempre un precio: el chantaje.
Ahora, las guerras híbridas se libran más cerca. Mismamente en Ucrania. Putin, tras aplastar la rebelión por las libertades en Kazajistán sin que el mundo protestara, ha decidido echar otro pulso a la OTAN. Cien mil soldados en la frontera no se movilizan para volver a los cuarteles sin haber provocado una crisis de calculadas consecuencias. Porque los rusos siempre tienen un Plan B. Primero ocuparon la península de Crimea mientras rompía el país por el sureste. El Donbáss -15.000 militares y civiles ucranianos muertos- está ocupado por dos regímenes separatistas (las Repúblicas Populares de Dontesk y Lugansk), apoyadas por los mercenarios rusos, sin que Kiev pueda lanzarse a recuperarlas. De ahí su acercamiento a la UE su deseo de protegerse por el Tratado Atlántico.
La debilidad de Occidente es notoria. No tenemos ejército, ni presupuesto defensivo. Y nuestra dependencia energética es dominante y estratégica. La vulnerabilidad de 12 de los 27 miembros comunitarios es conocida por Moscú. En especial, Alemania. Mucha política verde, mucha ecología, muchas sostenibilidad y rechazo absoluto a la energía nuclear de 5ª Generación y a los mini reactores. Y esta es la conclusión: Putin exige un protagonismo que no le corresponde por su PIB. Tiene el peso económico de Italia. Ha superado al de España hace dos años. El ultimátum del Kremlin a Estados Unidos no se hizo esperar: no a la congelación de la OTAN en el este y no a su anexión a Crimea. Sería inadmisible porque violaría los Acuerdos de Occidente donde Rusia se comprometió a no modificar las fronteras tras la caída del Telón de Acero.
El encuentro del canciller alemán Olaf Scholz con el inquilino de la Casa Blanca puede despejar algunas incertidumbres. O llevarnos a la guerra fría o caliente. Nuestras debilidades energéticas, digitales, cibernéticas y sanitarias convierten a la UE en un “país baldío” para hacer frente a los retos del presente y del futuro.
Putin ha replicado que legitimen su invasión del Dombáss. Naturalmente es el primer paso para abrir un corredor hacia la península de Crimea. Chataje: cerrar el grifo del petróleo y del gas a la UE.
Biden después de su papelón en Afganistán, de insultar a un periodista por preguntarle por la inflación en Estados Unidos y de asegurar que una “invasión pequeñita” de Putin se le podría permitir, ha sacado pecho y ha confirmado el envío de 7.000 hombres, materia bélico y suministros de gas licuado y petróleo al Viejo Continente con la ayuda de Australia. El chantaje de Putin ha destapado nuestras debilidades comunitarias. El imperialismo ruso sigue ahí. Beneficiario principal: China, que nunca rompe un plato pero se come las tajadas.
Muchas sanciones económicas y financieras comunitarias pero sin un proyecto común defensivo. Berlín enviará hospitales y personal sanitario. Su Constitución antimilitarista es una excusa perfecta para no poner ciudadanos alemanes y muertos si fuera necesario al servicio de la libertad. No la reformarán. Esperemos que el encuentro de Olaf Scholz con Biden despeje algunas incertidumbres empezando por su contribución. Bien por el excéntrico Boris Johnson.
Pedro Sánchez y Margarita Robles han reaccionado “como un solo hombre”. Fragatas, aviones y personal especializado. Lástima que Washington no haya reaccionado llamando a nuestro presidente a la “cumbre digital” con los gobiernos estratégicos. El ninguneo de Biden ha sido excesivo. Nos duele como país. El gobierno de coalición debería repensarse si los del “no a la guerra”, de podemitas comunistas han sido decisivos en ese veto al presidente. Y la intervención de Zapatero en Iberoamérica.
La contraprogramación de La Moncloa resulta inaudita. Un presidente vestido de rosa cambiaba de teléfono y de bolígrafo como si fuera ambidiestro. ¿Desde cuándo en una videoconferencia se utiliza un teléfono más negro que el carbón? ¿Y el maquillaje? Su impostura era evidente. Su mirada a la cámara delataba que no hablaba con nadie. La propaganda ya no sirve.
La guerra en el interior del Ejecutivo es evidente. No menor que con el asunto Garzón. “España es el país del no a la guerra”, gritaban las ministras Irene Montero e Ione Belarra. Con el ínclito ex Pablo Iglesias. “Ahora que no estoy en el gobierno puedo decir la verdad”, sotenía en Valladolid, tras ser arrojado de la política por Isabel Díaz Ayuso el pasado 4 de mayo. ¿Y qué hace Yo-yolanda tras su confinamiento? Nada. Sumarse a las tesis del ministro Albares: “la política exterior corresponde al presidente”. Vale. ¿Abandonarán el poder los ministros de Podemos? ¡Quiá! Hasta que las derechas los manden al paro. Ladran pero siguen en las poltronas.
Esta es la izquierda que traga con la no reforma laboral. Sánchez apaciguará esta guerra aceptando los chantajes del PNV (abstención a cambio de recoger la nueces del Ingreso Mínimo Vital y de los secretarios de Ayuntamientos) y cavando la tumba de Ciudadanos. Los minoritarios tragarán por un puñado de euros. El zar Sánchez siempre se sale con la suya. Luego, compensará a ERC y a Bildu con concesiones irreversibles en el nuevo Estatuto de los Trabajadores que se cargará lo que queda de la reforma laboral del PP. ¿Se opondrá una parte de Podemos a esta ley el próximo día 4? No. Estos rebeldes de salón nunca dejarán de chupar de las ubres del Estado. Sánchez terminará la legislatura después de pagar todos los chantajes de sus socios Frankenstein.
La guerra electoral de Castilla y León debería servir para consolidar el vuelco que España necesita tras estos tres años de pandemia sin una Ley común, de muertos sin nombre, de inseguridad jurídica, de ataques constitucionales a los derechos ciudadanos, de golpistas indultados, de desobediencias de gobiernos autonómicos como el de Cataluña que no respeta y se jacta de incumplir las sentencias del Tribunal Supremo. Este es el gobierno tramposo y torticero que obliga a votar en el Congreso un único texto con dos premisas incoherentes: una paga a los pensionistas y beneficios a los etarras, creo. Podemos abre una brecha intentando reactivar un referéndum en Cataluña mientras Yolanda apuesta por la autogestión de las empresas… Le ha faltado programar planes quinquenales por el Soviet de su partido. ¿Y Sánchez? Calla y otorga mientras el BCE siga enviando fondos que ni el mismo gobierno sabe cuántos son. Increíble.
Este es el mismo gobierno que envía de embajadora al Vaticano a la ministra de Educación más cínica, incompetente y sectaria, Isabel Celaá, que dictaminó que los hijos no pertenecen a los padres sino al estado totalitario del que forma parte; un ejecutivo que rompe la neutralidad del Tribunal de Cuentas, - el Estado ha renunciado a recuperar los 9,5 millones de euros malversados en el proceso- y ampara a la Fiscal General de Estado; este régimen corrompe al Tribunal de lo Contencioso Administrativo del T.S para que impida que presenten recursos “por no considerarlos legítimos” a los representantes del PP, de Vox y a diputados como Arrimadas, contra los indultos a golpistas. Un ataque frontal a la Carta Magna.
Ahora impulsa una comisión investigadora sobre la pederastia en la Iglesia para abrir una causa general, pero no permite ninguna iniciativa para aclarar los abusos de niñas menores en Valencia y Baleares. El mismo que silencia la corrupción sistémica durante 40 años en su Reino de Taifas andaluz y se niega a dar visibilidad y transparencia a los viajes en Falcon, atrincherándose en que se trata de “secreto de Estado y en la seguridad nacional”.
Este es el Ejecutivo social-comunista más inestable e indeseable de la democracia, sostenido a base de pagar chantajes permanentes a los separatistas y a los herederos de Bildu. Y el más derrochón. Seguro que sacará adelante la Reforma Laboral aunque solo sea para neutralizar a Yolanda Díaz, una mujer de paz que apoyaba hace apenas siete años –conviene no olvidarlo- a los terroristas del Pueblo Gallego Libre, acusados de dos asesinatos y de estragos.
También sacará adelante el gobierno la Ley de Vivienda donde los “okupas” pasarán a ser los verdaderos propietarios de nuestras viviendas. Más allá del triunfalismo en la recaudación (Montoro y Montero son dos vampiros deslegitimados por los Tribunales europeos), el PIB crece al 5,1 –no el 10% prometido por Calviño- y el empleo público se dispara mientras el privado no ha conseguido las cuotas de 2019. La deuda y el déficit confirman el derroche de un gobierno que gasta a manos llenas. Lo del bono vivienda para comprar el voto joven es miserable.
Triunfalismo y propaganda con un CIS que ha llamado a la puerta por vez primera en mi vida. Se trata de participar en la Encuesta Social Europea. El sobre adjunta un pequeño obsequio negro: una bolsa para esconder los pensamientos más oscuros del alma con el anagrama del Centro de Investigaciones Sociológicas. El lunes intentaré pedir ayuda al 900 102 648 porque la página web que me indica no se puede abrir. Gracias, Tezanos.
Los tambores de guerra nos amenazan con chantajes de invierno desde la Plaza Roja y el directorio monclovita. Paralelamente, los autónomos no tragan las propuestas del ministro Escrivá; el campo invadió Madrid para recordar a Sánchez y a Garzón que los “comelechugas” protegen al lobo pero no a las ovejas ni a los agricultores y ganaderos. “Nos matan de hambre”, protestaron.
Colau es investigada por conceder 80 millones en ayudas arbitrarias. No dimite. La “okupación” se agrava: 15.000 casos en 2021. A la vuelta de la esquina de enero, María Jesús Montero nos ‘baleará’ a impuestos. Carmen Ibanco, esposa de Juan Espadas, senador y candidato a la Junta de Andalucía es investigada por los enchufes en la Faffe. Se niega a declarar. Y encima nombra abogado para personarse en la causa. Otro protagonista de este enero interminable es Villarejo. Gran servicio al independentismo. Y Urdangarín que ha rendido otro servicio impagable a la Monarquía. “Son cosas que pasan”, dice este condenado por trincar dinero que nunca ha devuelto.
El doctor, por su parte, ha virado al centro para engañar a Ciudadanos y salvar la cara frente a la Patronal, Sindicatos y la inerte Yolanda que ni está ni se le espera en Castilla y León. En sus cuatro mítines, Sánchez insistirá en que en este viaje a la impostura del centro, el cambio es Tudanca porque solo hay una opción: o él, el señor presidente, o la ultraderecha de VOX. De los chantajes de invierno que pagará a sus socios de gobierno en primavera, de su Mesa con Aragonés, nada de nada. Secretos de estado, como el infinito número de asesores presidenciales, como el Falcon.
Pedro y Pablo se la juegan a cara o cruz el día 13, víspera de los enamorados. Seguimos mirando a Kiev. Y denunciando el silencio de la represión en Cuba, especialmente con las mujeres. Les arrancan las uñas y violan a las hijas en las celdas contiguas a las de las madres. Inhumano. La libertad sigue en peligro en el Caribe y en los Urales. Seguimos en la resistencia.