Opinión

China en el eje del mal

photo_camera The President of China XI Jinping

El Fondo Monetario Internacional (FMI) recién reajustó nuevamente a la baja sus previsiones de PIB global remarcando la caída económica del -3% estimada en abril pasado a -4.9% dada a conocer hace unos días como previsión para 2020.

Dentro de las consideraciones del organismo internacional, de las veinte economías turbinas del mundo, solo China crecerá 1%, todas las demás padecerán serios desplomes: Estados Unidos -8%; Alemania -7.8%;  Reino Unido -10.2%; Japón -5.8%; España e Italia caerán -12.8%, respectivamente; Francia -12.5%; Brasil -9.1%; México -10.5%;  Canadá -8.4%, Rusia -6.6%  y hasta India que este año tenía pronósticos de crecer por encima del 7% para superar el PIB de China estimado entre el 6.1% y 6.3% tendrá una contracción del -4.5 por ciento.

La pandemia ha deshecho los argumentos internos de fortaleza económica y pleno empleo de Trump, aunque en su diatriba internacional no renuncia a hacer de China el eje de su animadversión y menos después de que la economía asiática podría recuperarse por encima del 8% en 2021; ni tampoco deja de soslayo a Corea del Norte, Irán o Rusia en su escala de prioridades geoestratégicas.

La Unión Americana pretende frenar el poderío chino y, para ello, busca reflotar sus relaciones con los países tradicionales aliados de Estados Unidos, a los que, por cierto, ha tratado bastante mal desde que Trump llegó a la Casa Blanca.

Algo que, en opinión de Mike Pompeo, secretario de Estado de Estados Unidos, no es un escollo sino una “nueva oportunidad” para acercar posicionamientos con Europa de cara a luchar contra “los totalitarismos” imperantes en el siglo XXI.

De acuerdo con la postura norteamericana esgrimida en la pasada Cumbre de la Democracia de Copenhague (18 y 19 de junio), fundamentalmente Estados Unidos y la Unión Europea (UE) deben converger cerrando filas contra regímenes como el chino que “violan los derechos humanos” y que usan a sus empresas multinacionales “para extender sus intereses políticos e ideológicos” más allá de sus fronteras.

Durante su participación virtual en la Cumbre, Pompeo usó en descargo de China toda la metralla oficial de la Casa Blanca y acusó al Partido Comunista chino de ser una maquinaria de “propaganda adversa para confundir a Occidente” con ataques “ideológicos y cibernéticos” llenos de divulgaciones torticeras con la pretensión de infundir miedo y confusión.

“Este es el momento en que Europa y Estados Unidos deben unirse porque no estamos ante una disyuntiva en la que Washington pide que elijan entre China o Estados Unidos… es una elección entre la defensa de la democracia y los derechos humanos frente a la tiranía y el totalitarismo chino”, aseveró Pompeo. 

A colación

En su intervención telemática intitulada “Europa y el desafío de China”, el hombre fuerte de Trump dijo a sus contrapartes europeos que no pueden seguir abriendo las puertas a las empresas chinas porque el riesgo que corren es elevado máxime que éstas representan intereses de su propio gobierno; y recordó que hay capital chino, dueño de infraestructura prioritaria, desde el puerto de El Pireo, en Grecia, hasta Valencia, España.

Pompeo insistió en que no se trata de una elección forzada para la UE, entre China y Estados Unidos, y remarcó las últimas acusaciones del mandatario norteamericano hacia China como culpable del coronavirus, de la pandemia y de “desinformar” a la OMS con datos “irreales e inexactos” acerca del virus.

El discurso calcáreo de Pompeo, directo a la yugular del Partido Comunista chino, consistió en una serie de señalamientos y acusaciones; por ejemplo, la de meter “cizaña” entre Estados Unidos y la UE para provocar una fractura en sus relaciones.

El político norteamericano dijo que China lleva a cabo una serie de constantes violaciones de los derechos humanos contra la gente en Tíbet, en Hong Kong, en Taiwán; contra los africanos que viven en China abandonados a su suerte durante la pandemia y con la persecución de la comunidad musulmana uigur en su territorio. “Estados Unidos y Europa creen en la democracia como la única forma de gobierno que honra la dignidad del ser humano y valoran la libertad individual y el progreso material de la humanidad”, subrayó Pompeo. 

Nuevamente el Viejo Continente convertido en balón de disputa codiciado entre los intereses estratégicos de las potencias hegemónicas que ven en las debilidades europeas una conveniencia.