El Factor K, es decir, Kacen lo que quieren, se ha vuelto a imponer en el Consejo de Ministros del 5 de diciembre presidido por Pedro Sánchez. Pero no porque hubiera que dilucidar un rifirrafe entre ministros, sino porque lo que había que acordar estaba atado y bien atado desde muchos meses atrás.
¿Sevilla, verdad? ¡Pues claro, qué va a ser si no! respondió con una sonrisa la ministra de Hacienda y Función Pública a la insinuación de su compañera de gabinete. Ella, Maria Jesús Montero, Marisu para los amigos y conocidos del partido, a mediados de marzo ya había mostrado en público su apoyo a Sevilla para alojar el cuartel general de la Agencia Espacial Española ¿Cómo se le iba a escapar? ¡Qué no, qué no!
Fue durante un desayuno en el hotel Alfonso XIII de la capital hispalense. Se hablaba sobre “2022: políticas del Gobierno de España para la ciudadanía”, y uno de los asistentes le preguntó si apoyaba la candidatura de Sevilla. Ella, con su habitual desparpajo respondió ¡Claro, cómo no!
Pero recibió una llamada de atención del presidente, que le dijo que estaba más guapa “calladita”. Desde entonces ha hecho ímprobos esfuerzos por mantener la boca cerrada. Ahora ya está el asunto resuelto. Madrid se queda sin agencia espacial “como está mandao” y el resto de poblaciones que han servido de comparsa se quedan con dos palmos de narices.
Así es que, lo que estaba cantado, ha ocurrido. La fecha para resolver la cuestión había sido elegida a conciencia entre el Batallón de Asesores del Palacio de la Moncloa ‒el BATAPLOF‒ y los temibles fontaneros estrategas de la calle Ferraz: el lunes, 5 de diciembre. El Consejo de Ministros ha considerado que “Sevilla es la candidatura más adecuada a las necesidades operativas de dicha Agencia”, y aquí paz y allá gloria.
Poco importa que el a veces díscolo presidente de Aragón haya afirmado que con la designación de Sevilla “la política contra la despoblación queda muy desacreditada”. En Ferraz les da la risa porque, en un pis-pas, como en otras muchas ocasiones, Javier Lambán volverá a entrar en el redil.
Dando a conocer la decisión inapelable tras el Consejo de Ministros del 5 de diciembre, a la mañana siguiente, en el Congreso, en los actos del Día de la Constitución, María Jesús Montero habrá tenido la ocasión de darse mil y un besos, abrazos y parabienes con los diputados y senadores socialistas que le ríen las gracias. Ahora ya es oficial. Y es que… “Sevilla tiene un color especiaaal”, como cantan Los del Río.
Así es que la sede de la Agencia Espacial Española (AEE) recae en una gran capital, la cuarta ciudad de España por número de habitantes ‒con una población cercana a las 700.000 personas‒, la mayor y más rica localidad de las 21 que, inocentes ellas, han pugnado como mero acompañamiento de la candidatura sevillana.
La propuesta de la capital de Andalucía está bien construida, es muy solvente desde los puntos de vista técnico y logístico y se merece el premio gordo. A favor han jugado sus notables infraestructuras terrestres y sus enlaces vía aérea, su entorno, su amplísima oferta hotelera, su dinamismo, el salero de su gente y hasta la Junta de Andalucía de Juanma Moreno. Sin duda, era la mejor de todas las candidaturas. Y es que Sevilla aprendió de su fracaso en octubre de 2021 para albergar la 75ª edición del Congreso Internacional de Astronáutica en 2024, en la que Milán salió vencedora.
Pero sus principales bazas para ganar la competición han sido otras. El proceso estaba viciado desde su origen y el regidor de la corporación municipal sevillana, Antonio Muñoz, ha jugado con cartas marcadas. Las principales fortalezas de la ciudad han sido tres y ninguna de ellas estaba en los documentos remitidos en tiempo y forma a la Comisión Interministerial Consultiva, que ha valorado las propuestas.
La primera, tener un alcalde del PSOE con el apoyo total del aparato de Ferraz, para revalidar su candidatura y ganar la Alcaldía de Sevilla en las elecciones municipales de mayo. La segunda, contar con el aval incondicional de la ministra de Hacienda; Y tercera y fundamental, gozar del beneplácito del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y de su barita mágica: el Factor K.
Entonces ¿qué hay del discurso contra la España vaciada? Los ministros del Gobierno y sus acólitos han estado predicando a diestro y siniestro que la desconcentración de organismos públicos estatales de nueva creación era una medida para favorecer “una mayor cohesión social y territorial”, para “reforzar el papel del sector público como vertebrador del territorio”, para contribuir a “fomentar la igualdad de oportunidades” y para “ayudar a frenar la despoblación de la España vaciada”. Y resulta que se elige a una gran urbe en el polo opuesto de la España vaciada ¡Vaya timo!
Pero lo que es peor, el perverso sistema de selección puesto en marcha ha propiciado el enfrentamiento gratuito entre la veintena de localidades candidatas, a la vez que ha alimentado y jugado con las ilusiones de sus habitantes, a los que ha dejado en la frustración y la decepción. Poco importa al BATAPLOF, que solo cuenta los votos potenciales para las siguientes elecciones. Los perdedores suman pocos concejales y diputados.
Pero conviene retornar al origen del asunto. Toda la maniobra orquestal en torno a la elección del cuartel general de la Agencia se apoya en el miedo del Partido Socialista hegemónico por sufrir nuevas derrotas en las elecciones municipales y autonómicas, como las que ha recibido en fechas recientes en Andalucía y Castilla-León, pero en especial por su debacle en Madrid.
Todo comenzó con la rotunda victoria del Partido Popular sobre el PSOE en las elecciones al Ayuntamiento y a la Comunidad Autónoma de Madrid de mayo de 2021. El Gobierno, espantado por la magnitud de su hundimiento electoral, activó en octubre de ese mismo año un plan para, según dijeron sus voceros, “descentralizar la Administración”.
La elección de la sede de la AEE ha seguido un camino que desde el minuto uno estaba decidido que Sevilla iba a ser la ciudad designada. La bolita estaba oculta en uno de los cubiletes que expertos trileros movían un día sí y otro también. En fin, un auténtico paripé que podía haber salido mal si el presidente de la Comunidad Autónoma de Cataluña, Pere Aragonés, hubiese apostado por Barcelona, lo que no ha ocurrido. Solo de manera muy, muy tibia por Hospitalet de Llobregat. Hay que recordar que en la ciudad condal ya existe la Agencia Espacial Catalana ¡Enhorabuena Sevilla!
