Opinión

Diplomacia total

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En la mente de muchos diplomáticos resuena la cita que se atribuye a algún alto dirigente político británico que se jactaba de que el Reino Unido no tiene política exterior, tiene intereses. En demasiadas ocasiones, el cinismo y la hipocresía se mezclan con el pragmatismo que impera en las relaciones internacionales donde los valores y principios quedan orillados en favor de lograr los intereses económicos y comerciales ambicionados. Sin embargo, casi siempre, se cumple de manera inexorable aquello de que el tiempo es ese juez insobornable que da y quita razones y suele colocar a cada uno en su verdadero lugar.

Hay muchos ejemplos a tener en cuenta en estos últimos años que sitúan en una situación delicada a quienes han mirado hacia otro lado o se han tapado la nariz cuando han hecho negocios con China. El respeto a los derechos humanos, la libertad política o de expresión se olvidaban por parte de quienes, por ejemplo, los dirigentes de los países de la Unión Europea que siempre han exigido cumplir esos principios democráticos a quienes se han unido como miembros.

La avaricia por la cuenta de resultados impulsó la desindustrialización en Europa para depender de la fabricación de casi todo en China. Ahora, esa sociedad de low cost sufre las graves consecuencias de actuar tanto tiempo sin apreciar la calidad, el respeto a la propiedad intelectual, las condiciones de los trabajadores chinos y su edad, las comisiones a intermediarios opacos, la alimentación de una dictadura como la china y otras tantas cuestiones reñidas con los principios y valores.

La crisis económica, la pandemia del coronavirus y la falta de respeto a las más elementales reglas del comercio internacional han deparado una gravísima situación de desabastecimiento en las fábricas de todos los sectores. Las más afectadas son las tecnológicas y las de automoción. La administración Trump contribuyó durante cuatro años a crear este egoísmo intratable que no justifica los movimientos insaciables del presidente chino Xi Jinping a los que pretende poner freno el norteamericano Joe Biden.

En este mundo tan convulso, con crisis energética incluida, hemos asistido estos últimos días a un ejercicio de diplomacia empresarial en la visita realizada a Córdoba, Sevilla y Granada por el embajador de Emiratos Árabes Unidos en España, Majid Al-Suwaidi organizada por Acción Exterior de la Junta de Andalucía. Canalizar las oportunidades para las empresas andaluzas en Emiratos y la posibilidad de inversores para proyectos en sectores como las nuevas tecnologías, la biomedicina, las energías renovables, la investigación científica, sanitaria y espacial y en otros sectores ha sido el ofrecimiento del embajador junto con la colaboración cultural y el impulso del diálogo interreligioso como elemento clave de entendimiento y convivencia. Diplomacia total y real.