El aullido del lobo, ¿es el mismo lobo?

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Desde su victoria, Georgia Meloni viene pidiendo cierta calma a la prensa de su país y a los analistas temerosos por un giro radical en las políticas gubernamentales en Italia, con la llegada histórica de la ultraderecha al poder.

En su cuenta de Twitter @GiorgiaMeloni ha posteado una foto que hace alusión a las portadas de La Stampa y La Repubblica a la que ha acompañado con un escrito: “Me parece bastante surrealista que cierta prensa invente mis comillas de la nada, publicando reconstrucciones completamente arbitrarias. Tranquilidad: el centro-derecha unido ha ganado las elecciones y está listo para gobernar. Basta de mistificaciones”.

En la pasada cita electoral de Italia –la tercera economía de la Unión Europea (UE)– los dados se han echado no solo para el país de la bota también desde Bruselas los organismos e instituciones del club europeo están analizando el mapa electoral de sus otros respectivos países miembros un tanto cautos del futuro de la Unión: la ultraderecha y la ultraizquierda no son siempre compatibles con el espíritu de Maastricht.

Que Italia sea el primer país de la UE en ser gobernado por la ultraderecha es analizado desde diversas aristas, aunque hay algunas voces que intentan apaciguar los augurios de una vuelta al fascismo del pasado señalando que más bien la ultraderecha actual está edulcorada y que el lobo, aquel lobo, apenas ya aúlla.

En la opinión de Pedro González, fundador de Euronews, se ha terminado la broma o la coartada que tenía la izquierda asustando con la extrema derecha y el fascismo.

“El que llegue una mujer de un partido de derecha conservador que tuvo sus orígenes en el movimiento social italiano lo que viene es a enterrar, el trampantojo del fascismo como coartada y como pretexto para la gente que no vota a la izquierda. Han tratado de prever unas consecuencias apocalípticas por la llegada de Meloni al poder y no pasará nada de eso ni mucho menos va a desintegrarse la Unión Europea por ella”, afirma categórico el también creador del Canal 24 horas.

En estos momentos todo es incierto porque habrá que ver la formación de Gobierno resultante en Italia tras el triunfo de la coalición formada por Meloni y la ultraderecha de Hermanos de Italia (26% de los votos recibidos); junto con otro ultraderechista como es Matteo Salvini, de La Liga (9% de los votos) y el incombustible, Silvio Berlusconi, de Forza Italia (8% de los votos). Este bloque de derecha obtuvo el 43% de los votos que le confieren además mayoría absoluta en el Congreso y en el Senado para realizar las reformas pertinentes.

La joven Meloni de formación periodista y política –45 años de edad– en sus inicios fue una precoz activista neonazi que llegó a formar parte del partido El Pueblo en Libertad.  Berlusconi la invitó a su Gobierno con la cartera de ministra de Juventud.

El discurso de Meloni es claro y hasta a veces sensacionalista. Sabe aprovechar sus dotes en la comunicación para lanzar mensajes claros que ante los micrófonos gustan a las masas: “Soy mujer, soy madre, soy italiana y soy cristiana”.

La nueva primera ministra está dispuesta a seguir haciendo historia no solo por ser la primera fémina en llegar tan alto, sino además hacerlo con un partido fundado por ella misma llamado Hermanos de Italia.

Hace unas semanas antes de las elecciones acudió invitada a España por la formación ultraderechista Vox y participó en un mitin con otros corifeos de la misma ideología y reiteró durante su mensaje su “no a la diferencia, no al aborto y no al matrimonio homosexual” casi como un mantra.

No es un secreto que los tres partidos del bloque de derechas que han llegado al poder (Berlusconi ha obtenido un escaño en el Senado tras haber sido expulsado del mismo en 2013 por fraude fiscal) están en contra de la inmigración, sobre todo de la inmigración árabe y africana.

Tras el triunfo anticipado por la mayor parte de las encuestas, varias ONG´s y asociaciones civiles, prevén que dentro de las reformas impulsadas por Meloni, Salvini y Berlusconi sean recortados derechos y libertades que terminen afectando a los colectivos LGTBI fundamentalmente.

Venanzio Postiglione, del Corriere della Sera, escribe que todo mundo adentro de Italia sigue preguntándose cómo será “el país de la Meloni”, si será abierto, cerrado o intermedio; y por supuesto, el espejo de su relación con Europa.

“La Liga cayó y se hizo daño: más de lo que pensaba. La única ganadora, incluso aquí, es Giorgia Meloni, que en el nordeste ha llegado al 27,3%, mientras que los ligueros se han quedado en el 11%, en la tierra de Zaia y Fedriga”, señala.

Sin duda, lo más sorprendente es cómo Hermanos de Italia ha subido como la espuma en la preferencia de los electores que en 2018 le dieron el 4% de los sufragios y cuatro años después, un 26 por ciento.

Meloni que deberá gobernar entendiéndose con Salvini (un político de carácter difícil por su incapacidad para conciliar y un abierto eurófobo) ha prometido una cascada de paliativos para ayudar a las empresas y a las familias a capear lo mejor posible el actual vendaval económico que no será precisamente pasajero ni en Italia, ni en el resto, de Europa.

La nueva primera ministra ha prometido bajada de impuestos, ayudas energéticas, subsidios y mano dura contra la inmigración ilegal y, por el momento, aparca sus críticas a la UE, aunque no serán pocas las presiones de Salvini para que Italia abandone el euro.

Por lo pronto, Meloni dice que están de acuerdo en continuar en la OTAN y afirma que no cambiará su postura al respecto de Ucrania, aunque nuevamente Salvini de La Liga y Berlusconi de Forza Italia, partido con el que también habrá que formar gobierno, se manifiestan abiertos amigos y admiradores de Putin.

A la premier la ha felicitado por Twitter el mandatario de Ucrania, Volodímir Zelenski, gesto al que Meloni contestó por la misma vía señalando: “Querido @ZelenskyyUa saben que pueden contar con nuestro leal apoyo a la causa de la libertad del pueblo ucraniano. ¡Mantente fuerte y mantén firme tu fe!”.

País de gobiernos inestables

Esta vez las tornas sí pueden cambiar dejando atrás el “gatopardismo” de otros tiempos en un país caracterizado por ser políticamente inestable, que en 67 años ha visto pasar 31 primeros ministros.

¿Cuánto durará Meloni en el poder? Lo que quiera Salvini, de hecho, él rompió la coalición –en agosto de 2019– con los antisistema del Movimiento Cinco Estrellas (M5S), los ultraizquierdistas que en las elecciones de un año anterior lograron un histórico 32% de los votos y terminaron aliándose con un Salvini que no esconde sus ganas de ser primer ministro.

En cuatro años, el elector italiano ha pasado de sentirse representado por la ultraizquierda a depositar ahora su confianza en dos partidos de la ultraderecha, el de Meloni y el de Salvini. Saltarán por todos los aires chispas entre dos egos tan fuertes intentando cada uno imponer su visión del Gobierno ultra o fascista que regirá a los italianos. Aunque Meloni viene diciendo que serán centroderecha.

Es verdad que Italia está metida dentro de un corsé impuesto por la UE y si quiere los 200 mil millones de euros que le tocarían del Fondo de Recuperación y Resiliencia de la UE tendrá necesariamente que enviar un presupuesto acorde con las exigencias de Bruselas.

La economía italiana precisa y requiere de dichas ayudas. La gran mayoría son a fondo perdido, no tendrá que devolverlas, pero la UE no va a soltarlas si antes el Gobierno de Meloni envía  un presupuesto detallando qué hará con cada euro y  cuide un equilibrio entre ingreso, gasto y deuda que ya alcanza el 156% del PIB.

Se trata de un importante balón de oxígeno en momentos en que la prima de riesgo amenaza con seguir subiendo y sus bonos a 10 años cotizan al 4,3 por ciento; la situación interna es compleja y Meloni ha prometido una cascada de ayudas, bonos, rebajas y subsidios; para eso necesita el dinero de la UE.

La población de 59,55 millones de personas enfrenta una serie de vicisitudes con una tasa de desempleo del 7,9% en julio pasado afectando más a las mujeres cuya tasa de desempleo es del 9,2% y una inflación del 8,4% en agosto pasado. El PIB subió 1% en el segundo trimestre del año y podría crecer marginalmente un 0,7%, para 2023, según el FMI.

Los jóvenes italianos están desencantados envueltos en una problemática de desempleos precarios e ingresos de hambre mientras la masa de jóvenes que ni estudia, ni trabaja, sigue aumentando.

La brecha entre el norte y el sur del país es un agravante en el entendimiento del país, así como en el avance de su economía y sucede a tal grado que ha quedado reflejada en el resultado electoral.

La abstención que, según los datos del Ministerio del Interior de Italia, fue del 36,1%, cifra histórica fue más acuciosa en el sur porque una de cada dos personas no votó y en las regiones de Calabria (49%); Cerdeña (47%); Campania (47%) fue todavía superior.

El sur que hace cuatro años dio una amplia victoria al ultraizquierdista Movimiento 5 Estrellas, de Giuseppe Conte, con un 32% de los votos, esta vez vivió una jornada de desencanto y dio a este partido solo el 15% de los sufragios.

En contraste, en la bella región del norte en los Apeninos, en Emilia-Romaña, la participación fue del 72% consolidando así el ascenso burbujeante de Meloni.

Los mismos demonios

Al dictador italiano, Benito Mussolini, terminaron fusilándolo el 28 de abril de 1945 y su cadáver fue pasto de la ira de los milaneses que dejaron el cuerpo colgado en la Plaza Loreto en la ciudad. Por muchos años no se habló más de fascismo hasta que la bestia volvió a despertar en las generaciones más jóvenes.

La familia de Meloni viene de los barrios obreros y marginales en los que se sienten desplazados por la mano de obra barata inmigrante; el diferente, lo diferente y los/las que vienen de fuera son solo amenazas. Meloni cree que Mussolini era un héroe que solo amaba mucho a Italia.

Los libros de historia dicen que nadie mató más italianos que Mussolini, menuda forma de amar a Italia. El real problema es que las generaciones más jóvenes que deciden resucitar demonios ignoran la historia y viven un imaginario de un tiempo mejor que no fue tal y pretenden retrotraerlo al presente.

Las ideologías ultra, de izquierdas o de derechas, están permeando porque el centro está debilitándose y a ello contribuye la abstención y el ostracismo. Enrico Letta, con su Partido Democrático, será segunda fuerza en Italia con el 19% de los votos a él le ha afectado la abstención que ha vuelto a crecer y ha terminado renunciando a su cargo.

Para el analista Lorenzo Marsili, de The Guardian, Meloni no gobernará como Mussolini sino más bien al estilo del expresidente norteamericano, Donald Trump.

“Quienes tachan de fascistas a los Hermanos de Italia no entienden el punto. El partido de Meloni no es tanto el heredero del movimiento fascista de Benito Mussolini como el primer imitador europeo del partido republicano estadunidense”, de acuerdo con el experto político.

Sea o no sea, no puede esconderse cierta dosis de intranquilidad en determinados sectores de la población. No es solo Italia, en realidad el espectro de la ultraderecha viene acechando a buena parte de los Gobiernos europeos cuyas democracias sufren tremendas sacudidas en la medida que el panorama económico y social empeora y el elector experimenta una polarización que deja a unos ciudadanos escépticos para no acudir a las urnas y a otros tan enojados e irritados que deciden votar por los peores extremos. Cuando las cosas van mal, vuelven los mismos demonios.

Hace unos días, era Suecia la que sacudía el espectro político europeo con Jimmie Akesson, de 43 años, como cabeza fuerte de los Demócratas de Suecia prácticamente metiendo a la ultraderecha en un país que se había mantenido a lo largo de los años bajo Gobiernos moderados. Ha quedado en segundo lugar con el 20,6% de los votos es la fuerza que más creció lo mismo que en Italia con la ultraderechista Meloni.

A mediados de septiembre renunció la socialdemócrata Magdalena Andersson como primera ministra y está a la espera de que se forme el nuevo Gobierno en una nación polarizada por la postura sueca ante la invasión rusa de Ucrania y su ingreso en la OTAN junto con Finlandia lo que ha llevado a romper su neutralidad de décadas.

La formación de un Gobierno estable será complicada prácticamente el bloque opositor tiene el 49,6% de los votos y el bloque de centroizquierda un 49 por ciento.

En Suecia, la ultraderecha culpa de todos los males de su economía a la globalización. En Italia, la ultraderecha culpa de todos los males de su economía a la inmigración ilegal y también tira balones en contra de la UE y de la pertenencia a la eurozona teniendo al euro como moneda común.

A nivel internacional, este cuatrienio ha estado marcado primero, por la guerra comercial-arancelaria entre Estados Unidos y China; segundo, por la irrupción de la pandemia en 2020 y, luego, por la invasión de las tropas rusas a Ucrania, desde el pasado 24 de febrero. El desequilibrio persistente en los mercados de materias primas y las dificultades para que lleguen a tiempo a los compradores internacionales están dejando a muchas empresas al borde del cierre, a los trabajadores sin empleo y a las familias pagando precios elevados por comer y por vivir. Ya veremos con el paso del tiempo si este lobo también aúlla

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