Opinión

El Frente Polisario se enfrenta con la ONU

photo_camera Frente Polisario

La crisis artificial provocada en torno al paso fronterizo de El Guerguerat, localidad situada a 60 km al norte de la frontera en la carretera que une Marruecos con Mauritania, no deja de ser un fuego fatuo destinado a presionar al Consejo de Seguridad de la ONU, que deberá debatir en octubre el informe preparado por el secretario general António Guterres con el fin de prorrogar el mandato de la misión de la ONU, MINURSO, que supervisa desde 1991 el alto el fuego entre Marruecos y el Polisario. 

El movimiento saharaui ha decidido movilizar a cientos de habitantes de los campamentos de refugiados de Tinduf, transportándoles en camiones y vehículos todoterreno, a lo largo de la franja de más de 2.000 kilómetros que separa los campos en territorio argelino de la zona tampón vigilada por la MINURSO al sur de los muros de defensa construidos por Marruecos en los años 80 para impedir las incursiones armadas de las guerrillas del Polisario. 

El desafío lanzado por el Frente Polisario tiene tres objetivos: presionar políticamente a los miembros del Consejo de Seguridad para poner sobre la mesa este mes de octubre “la cuestión saharaui”; amenazar a Mauritania con el ahogo comercial, cerrando la única frontera terrestre de este país con el norte; y provocar al régimen marroquí con una movilización civil desarmada, obligando a Rabat a buscar el modo de defender el tránsito de camiones y vehículos comerciales. 

La ONU ha reaccionado al desafío. El portavoz adjunto del secretario general António Guterres, Farhan Haq, declaró a la prensa, que "la circulación civil y comercial regular no se debe obstruir (en El Guerguerat), y no se debe tomar ninguna medida que podría constituir una alteración del ‘statu quo’ en la zona tapón". Para las Naciones Unidas, pues, no se trata ni de transportes militares, ni de acciones marroquíes, como sostiene el Polisario, que pudieran considerarse como violación del alto el fuego y del acuerdo firmado en 1991.

El Gobierno de Marruecos no ha respondido hasta el momento de manera oficial, pero sí ha enviado a la zona al inspector general de las Fuerzas Armadas, el general Abdel Fattah Louarak, número dos en la jerarquía castrense después del Rey, comandante en jefe de las FAR, para supervisar el estado de las fuerzas marroquíes, ante cualquier escenario que pudiera derivarse de la tensión actual. 

La visita del general Louarak es un mensaje dirigido al Frente Polisario y a los países de la región involucrados directa e indirectamente en esta mini crisis, Mauritania y Argelia principalmente, dejando entender que Marruecos contempla todas las hipótesis de evolución de la situación y mantiene sus fuerzas en alerta. 

Varios medios de prensa mauritanos han advertido a las autoridades de Nuakchot sobre la situación en El Guerguerat y los efectos catastróficos para la economía mauritana que tendría el bloqueo del puesto fronterizo por parte de “los civiles saharauis”. En la zona norte de Mauritania habitan varios miles de saharauis que viven en su mayor parte del pastoreo, de la minería, la pesca y el comercio. Además, el cierre del paso fronterizo perjudicaría al conjunto de la economía mauritana y a sus relaciones comerciales con África occidental, principalmente con Senegal. 

Se da la circunstancia de que Argelia no puede ayudar a “los civiles saharauis” protegidos por las unidades armadas del Ejército del Polisario, en caso de confrontación violenta. La zona se encuentra a 2.000 kilómetros de Argelia, y mientras no se apruebe la nueva Constitución argelina propuesta por el presidente Abdelmadjid Tebboune en referéndum el próximo 1 de noviembre, el Ejército argelino tiene prohibido intervenir fuera de sus fronteras. A partir de la entrada en vigor de la nueva Carta Magna, lo podría hacer en “misiones humanitarias”, según el texto aprobado por las dos cámaras legislativas y que deberá refrendar la consulta popular. 

Por tales motivos, el Polisario se encontraría desguarnecido ante una eventual crisis mayor; situación que, según algunas fuentes, ha creado división en sus filas. El secretario general Brahim Ghali sería partidario de un perfil bajo en la crisis, mientras que el que fuera número dos del Frente, Bachir Mustafa Sayed, es partidario de forzar un pulso con Marruecos.