Opinión

El gas natural licuado: la alternativa europea para fortalecer su seguridad energética a corto plazo

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La guerra en curso en Ucrania ha profundizado el deterioro de las relaciones entre la Unión Europea (UE) y Rusia. La elevada dependencia de ésta respecto a Rusia en materia de gas natural ha convertido la seguridad energética en una prioridad existencial para sus Estados miembros, máxime tras los recientes actos de sabotaje en contra de los gasoductos Nord Stream 1 y Nord Stream 2. A este convulso escenario se añade que la estrategia energética de la UE no resuelve los problemas de suministro de sus Estados miembros en el corto plazo, pues se trata de una competencia compartida, donde ha imperado tradicionalmente el interés nacional.

Este factor ha empujado a que los Estados miembros estén en estos momentos tratando de garantizarse (cada cual por su cuenta) el mayor volumen de suministro energético posible, aplicando sus respectivas estrategias nacionales y priorizando las fuentes y los proveedores que tienen mayor incidencia en su esquema de consumo energético. No obstante, entre los Estados miembros de la UE no hay duda de que el gas natural licuado (GNL) representa la alternativa más sólida que tienen para mitigar los efectos de un eventual corte total de suministro de gas natural ruso o ante nuevos y potenciales sabotajes a infraestructuras energéticas críticas.

Unidades del almacenamiento y regasificación flotantes

En el marco del debate sobre la seguridad energética europea, un reciente informe del Congressional Research Service1 estadounidense ha venido señalando las potencialidades que tienen en el corto plazo las llamadas “unidades de almacenamiento y regasificación flotantes” (FSRUs, en sus siglas inglesas) para reducir la dependencia europea respecto del gas ruso. En esencia, estas unidades de almacenamiento funcionan como buques-cisterna diseñados para almacenar, transportar, regasificar  y dotados de capacidad para inyectar el GNL directamente en gasoductos nacionales.

El elemento más resaltable de estas unidades es que, según el caso, pueden funcionar como buques-cisterna para transportar GNL o como plataformas flotantes con flexibilidad para ser localizadas y relocalizadas en puntos estratégicos, cercanos a los gasoductos existentes donde posteriormente se introduce el GNL, sin necesidad de disponer de la compleja y costosa infraestructura física propia de las terminales de GNL. Por ejemplo, en 2021 la existencia de estas unidades se cifró en 48. Cuatro de estas unidades estaban situadas en Europa. Concretamente, en Italia, Croacia, Lituania y Rusia (Kaliningrado). Tres unidades fueron construidas el mismo año 2021 y 21 unidades están en estos momentos en fase de construcción. Se espera que una parte de estas entre en funcionamiento a finales de 2022 y la otra durante 2023.

Si bien desde 2021 la demanda de unidades flotantes no ha hecho sino aumentar, la reciente suspensión del suministro de gas por parte de Rusia a Polonia, Finlandia, Bulgaria, Holanda y Dinamarca ha supuesto un nuevo y considerable auge en la demanda de estas unidades. Actualmente, son varios los países de la UE que han realizado pedidos de compra o solicitado los servicios de arrendamiento de unidades flotantes. Alemania está en negociaciones avanzadas para la adquisición de cinco unidades flotantes. Polonia, por su parte, está en proceso de desarrollar una unidad flotante para su propio suministro y explorando la posibilidad de construir otra para transportar gas a República Checa y Eslovaquia. Finlandia y Estonia disponen también, en régimen de explotación conjunta, de una unidad flotante arrendada.

Plazos y costes de construcción

La construcción de una de estas unidades flotantes puede demorar tres años y su coste puede alcanzar los 300 millones de dólares. Sin embargo, los tiempos y los costos de producción pueden reducirse significativamente cuando se trata de reconvertir un buque-cisterna de GNL en una plataforma flotante (la capacidad de los tanqueros de GNL y de las unidades flotantes es la misma, 170.000 metros cúbicos). Asimismo, los plazos y los costos en casos de reconversión también se reducen de manera considerable.

Los plazos de construcción de éstos se establecen entre un año y medio y dos y el coste de los mismos oscila entre los 100 y los 150 millones de dólares. No obstantes lo anterior, la capacidad de construcción de dichas unidades es un factor limitante. Los astilleros surcoreanos, seguidos de los astilleros de Singapur y de China, son los principales constructores de este tipo de infraestructura flotante. El auge de la demanda y la escasez de la oferta bien pueden originar un cuello de botella en este ámbito, lo que, en términos prácticos, limitaría la capacidad de la UE y sus Estados miembros de importar un mayor volumen de GNL en el corto plazo.

En cualquier caso, tanto EEUU como la UE son conscientes de que un incremento sustancial del suministro de GNL a Europa dependerá en el medio y el largo plazo de la capacidad que tengan de construir un número más elevado de unidades flotantes. De hecho, EEUU está animando a los países comunitarios a apostar por la construcción de estas unidades para expandir sus exportaciones de GNL a la UE. Es lógico considerar en este punto que, luego de los actos de sabotaje en contra de los gasoductos Nord Stream 1 y 2 y ante el temor de que esta situación pueda extenderse a otras infraestructuras gasíferas críticas, no pocos países comunitarios tratarán de incrementar sus capacidades para dotarse de unidades flotantes para reducir riesgos y fortalecer su seguridad energética.

Perspectiva española

Desde la perspectiva de España, país que busca traducir en ventaja comparativa su capacidad de regasificación y así convertirse en el principal hub de distribución de GNL —dispone de un tercio de toda la capacidad de regasificación de la UE—, la escasez de infraestructuras de interconexión con los países vecinos podría suponer un hándicap. Aunque España tiene el apoyo de varios socios comunitarios (entre ellos, Alemania, Italia y Portugal) para incrementar la capacidad de las infraestructuras de interconexión gasística, también tiene detractores. Francia es el principal de ellos.

Sin el apoyo de Francia, la Comisión Europea (CE) no tomará partido. Con una posición favorable de la CE, España podría emplear los fondos europeos y así incrementar las capacidades de las infraestructuras de interconexión gasística con los países de su entorno. Así, ante el establecimiento de un eventual esquema de compras conjuntas en materia de gas en el ámbito comunitario, las terminales de GNL situadas en las costas españolas cumplirían un rol crucial en la recepción y distribución de gas al resto de Europa. Sin embargo, la ausencia de dichas capacidades de interconexión hará que el objetivo de España de erigirse en el principal hub en materia de distribución de GNL desde el sur hacia el centro de Europa se vea frustrado, aún no se sabe si de manera parcial o total.

REFERENCIAS:
  1. Paul Parfomak y John Fritelli. “LNG Exports to Europe: What are Floating Storage Regasification Units (FSRUs)?” Congressional Research Service (22.06.2022). 

Youssef Louah Rouhhou, analista político internacional