El Gobierno Draghi sufre las consecuencias de la caída electoral de Cinco Estrellas y Liga

Mario Draghi

Cuando aún faltan, en principio, ocho meses para la celebración de las siguientes elecciones generales (las últimas tuvieron lugar el 4 de marzo de 2018), el Gobierno Draghi ha entrado en una fase de extraordinarias dificultades para mantener compacta la “maggioranza” de gobierno. Y la clave de ello está en lo sucedido en las elecciones municipales que se han celebrado recientemente, así como en la escisión del ministro Di Maio del Movimiento Cinco Estrellas. Draghi se reunió de urgencia con los diferentes grupos parlamentarios que le apoyan al tiempo que afirmó, en rueda de prensa, que ni pensaba gobernar con una “maggioranza” alternativa ni contemplaba la posibilidad de que Cinco Estrellas pudiera abandonar al actual Ejecutivo para realizar un apoyo externo o para pasar directamente a la oposición. Lo que ha traído, al menos de momento, la tranquilidad a una política transalpina cada vez más agitada: la pregunta es cuánto durará esa tranquilidad.

Puede que todo permanezca sin alteraciones sustanciales hasta el mes de octubre, en las que se han de celebrar elecciones para el gobierno de la región de Sicilia. Unas elecciones que no hacen presagiar nada bueno ni para Salvini ni para Cinco Estrellas: los sondeos indican que el actual gobernador, Nello Musumeci, revalidará mandato, pero, aún representando al centroderecha en su condición de independiente, es una persona mucho más cercana a Meloni (porque ya estuvo en su momento con Gianfranco Fini en Alianza Nacional) que a Salvini. Con lo que a la política romana le faltaría tiempo para anotarse el tanto y tratar de hundir un poco más a su rival Salvini, a quien ya saca más de siete puntos de diferencia en intención de voto. A su vez, Cinco Estrellas seguramente cosechará su enésima y abultada derrota porque la zona más meridional del país se encuentra muy decepcionada con todo lo sucedido en torno a la “renta de ciudadanía”, que, como era de esperar, ni ha llegado en la cuantía esperada, ni al número de familias que deberían haberlo recibido (unos cinco millones en principio). 

En realidad, el principal problema con el que se encuentra Draghi es que los dos partidos mayoritarios en cuanto a número de parlamentarios, que no son otros que la Liga y Cinco Estrellas, son los que se encuentran en caída libre en este momento, frente a unos Hermanos de Italia de Meloni y un Partido Democrático (PD) que se encuentran en claro ascenso. Draghi, haya dicho lo que haya dicho, puede quedarse sin Cinco Estrellas o sin la Liga, pero no sin los dos, porque entonces el Ejecutivo pasaría a estar en minoría y no habría más remedio que convocar elecciones. Y lo peor es que necesita a ambos para afrontar dos temas fundamentales: las consecuencias de la guerra de Ucrania (que están llevando a un cada vez menor crecimiento que, de seguir así, puede fácilmente transformarse en recesión); y los Presupuestos Generales del Estado (PGE) para el año 2023. A partir de ahí, lo previsible es que el presidente Mattarella eche el cierre al Parlamento y convoque elecciones “políticas” para febrero-marzo de 2023, que deben dar lugar al inicio de la ya XX Legislatura de la Historia de la República italiana.

Pero, más allá de lo que suceda en los sondeos, hay dos temas clave que explican por qué el Gobierno Draghi puede caer antes de lo previsto. El primero no es otros que la reducción del número de parlamentarios de cara a la siguiente legislatura: el “referéndum” celebrado en septiembre de 2020 salió con un “sí” muy favorable a reducir las dos Cámaras legislativas, que pasarán de sumar los actuales 945 parlamentarios (630 en la Cámara Baja y 315 en la Cámara Alta) a tan solo 600 (400 en la Baja y 200 en la Alta). Si a eso añadimos la previsible renovación generacional, la realidad es que la mitad de los diputados y senadores actuales se van a ir directamente a la calle. 

Particularmente los de Cinco Estrellas, que, en el mejor de los casos, entre ambas Cámaras, llegaría al medio centenar de parlamentarios; y eso sí llega, porque su íntimo enemigo Matteo Renzi lleva meses anunciando que Cinco Estrellas ni siquiera va a llegar a las siguientes elecciones. Un cálculo en el que coincide con un ex de Cinco Estrellas, el senador Gianluigi Paragone, quien, a pesar de no hablarse con Renzi, piensa justamente lo mismo con el actual senador por Toscana. Por su parte, a la Liga de Salvini le va mejor, pero pensar que, con un 15% de intención de voto que tiene en este momento sus 210 parlamentarios actuales van a revalidar mandato constituye una auténtica quimera, ya que para ello necesitaría un tercio del total de votos, cuando se está moviendo en menos de la mitad de ese tercio.

El segundo tema clave es que ambos partidos pueden abandonar la “maggioranza”, pasarse a la oposición e incluso precipitar elecciones, pero, además del dicho conocido allí de que “quien hace caer un gobierno, luego lo paga en las urnas”, el problema fundamental es que ambos se han quedado sin discurso. Y es que tanto Salvini como Cinco Estrellas eran partidos “contra”, y no “a favor de”. En el caso de la Liga, su éxito radicaba en ir “contra la inmigración irregular” y en ir “en contra de la Unión Europea”, hasta que el Gobierno Draghi consiguió controlar el flujo migratorio y comenzó a recibir el dinero procedente del “Recovery Fund”; mientras que Cinco Estrellas iba “contra la clase política”, hasta que ellos decidieron apoyar al Gobierno Draghi y, sobre todo, hasta que su líder y cabeza de lista en la aplastante victoria electoral de marzo de 2008 (Luigi di Maio, actual ministro de Asuntos Exteriores y ahora jefe de filas del nuevo grupo parlamentario llamada “Insieme per Italia”) decidió abandonar el partido para asegurarse seguir en política todo el tiempo que se posible. Y es que Di Maio se ha convertido en todo un profesional de la política, cuando se supone que iba a acabar con esta realidad. 

Ahora ambas formaciones se encuentran con que han perdido la confianza de una parte sustancial de sus votantes. En el caso de Cinco Estrellas, poca o ninguna solución tienen: no sólo es que se han vendido a las prebendas del poder y la política, sino que además han puesto de manifiesto una extraordinaria incompetencia en temas como la abolición de la pobreza (Di Maio), el derrumbamiento del “Ponte Morandi” (Toninelli) o la excarcelación masiva de mafiosos con gravísimos delitos de sangre (Bonafede). Mientras, la Liga lo tiene algo mejor porque sigue siendo un partido fuerte en la región más poblada del país (Lombardía) y también en otras como el Véneto, pero ello no ha evitado que la extraordinaria talla intelectual y de gestión de Draghi haya puesto de manifiesto las enormes carencias personales de Salvini, un ejemplo más que evidente de lo que podríamos denominar “hijo de la política orgánica”: sin carrera universitaria; muy flojo tanto en la intervención parlamentaria como en los medios de comunicación; y hasta ocurrente, como cuando intentar viajar a Moscú para lograr la paz cuando nadie le había enviado a ello (de ahí que tuviera que anular dicho viaje).

Entramos en fase vacacional y en principio el verano debe ser tranquilo, pero, a partir de septiembre se iniciarán las hostilidades porque esos dos partidos, como el resto, saben que Draghi nada se juega: a sus casi 75 años mucho ha trabajado para poder garantizarse el “retiro dorado” en el que estaba cuando Mattarella le llamó en febrero de 2021 para que se pusiera al frente del Consejo de Ministros, llevando ya más de 500 días como “premier”. Pero, en cuanto suceda lo que suceda en las elecciones al gobierno de la región de Sicilia (considerado tradicional “laboratorio” de lo que va a suceder en las siguientes elecciones generales, lo que por cierto sucedió “a pies juntillas” en marzo de 2018), todo puede pasar. Y es que, ¿quién le iba a decir a Cinco Estrellas que el célebre “taglio” del número de parlamentarios se acabaría volviendo en su contra?

Pablo Martín de Santa Olalla Saludes es profesor del Centro Universitario ESERP y autor del libro “Historia de la Italia republicana, 1946-2021” (Madrid, Sílex Ediciones, 2021). 

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