Opinión

Esas mujeres que estamos matando durante la pandemia...

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En estos tiempos de encierro, la violencia contra las mujeres sigue aumentando en todo el mundo. En Túnez, se han multiplicado por 7, según la ministra de la Mujer, el Niño y el Adulto Mayor, Asma Shiri. Pero esta cifra no refleja la realidad. Es solo la punta del iceberg. Obligadas a permanecer encerradas con sus agresores durante los períodos de reclusión, las mujeres maltratadas terminan viviendo en un gran aislamiento y son condenadas de facto al silencio. Muchas no pueden pedir ayuda. Sin embargo, Túnez es uno de los países árabes más avanzados en lo que respecta a los derechos de la mujer.

El vecino argelino está en una situación mucho más complicada. Hace dos semanas, una chica de 17 años fue asesinada por su padre. El hombre fue a la Policía y el caso se cerró. No hablaremos más de ello, así como no hablaremos de las otras 18 mujeres asesinadas por sus maridos, padres, hijos e, incluso, nietos. No hablaremos de ello porque no tenemos intención de tomar medidas para evitar este mal que está carcomiendo a la sociedad. En Argelia, los feminicidios ya no se cuentan. Las cifras que tenemos no son oficiales, son las que las asociaciones de apoyo a las víctimas han podido verificar.  

La red Wassila, que acompaña y defiende a las mujeres en dificultad, denuncia el silencio y la estandarización de esta violencia. La asociación se compromete a “acompañar a las víctimas para reclamar sus derechos y obtener reparación”, pero no solo eso. Subraya con razón “la impunidad que la sociedad considera ‘normal’. Por consiguiente, nuestro enfoque combina medidas de asistencia directa a las víctimas y de promoción para modificar la legislación y los reglamentos”.  

La asociación tiene razón en insistir en este último punto porque los feminicidios se benefician del silencio de las autoridades. La activista y feminista Louisa Ait Hamou da la alarma en estos tiempos de encierro: “El número de teléfono gratuito del Ministerio de la Solidaridad no funciona; es una de las reivindicaciones de las feministas, a saber, el establecimiento de un número de teléfono gratuito funcional en cada wilaya (prefectura) al que puedan llamar las mujeres víctimas de la violencia para ser escuchadas, apoyadas, orientadas y atendidas por profesionales”.  Hasta la fecha, no se ha dado una respuesta oficial a su apelación.  

Según la ONU, durante la pandemia, la violencia contra las mujeres ha aumentado un 20% en Estados Unidos, un 75% en Australia, un 37% en Sudáfrica, un 32% en Francia, un 38% en Turquía, un 50% en la India... En Argelia no se dispone de estadísticas. No es el momento de hablar de mujeres, el país está en estado de emergencia. Recordamos a las que levantan la voz. Esta orden judicial, las mujeres la conocen bien y la han escuchado toda su vida, nunca es el momento adecuado para hablar de sus derechos y de su emancipación.  

Por supuesto, el momento adecuado nunca llegará si no decidimos romperlo, pero ¿cuál será el precio a pagar? Ausencia de cifras, ausencia de palabras, la situación de las mujeres en Argelia sigue empeorando. Por su parte, la Liga Argelina de Derechos Humanos también ha dado un paso adelante y lamenta “la actitud poco dispuesta y el escaso apoyo de los poderes públicos para atender a las mujeres que han sufrido abusos sexuales, acoso moral y agresiones conyugales”.  

Según las estadísticas, una de cada tres mujeres en todo el mundo experimenta violencia en su vida. Marruecos no es una excepción a la regla. Hace unos meses, las mujeres marroquíes decidieron unirse a la campaña “El violador eres tú” haciendo un vídeo dirigido por la artista, Khadija Tnana. Si este video se hizo viral, no es por las razones correctas. Las mujeres que aparecen en él han sido linchadas en las redes sociales. Se rieron de ellas, las criticaron... 

La violencia contra la mujer en Marruecos también ha seguido una tendencia ascendente durante el período de reclusión. Como recordatorio, el país ha optado por un confinamiento severo desde el 13 de marzo. En los barrios poblados esta situación se ha vuelto insostenible. Es imposible compartir el espacio interior entre hombres y mujeres sin exacerbar los conflictos y las desigualdades.   

Según la red INJAD, que trabaja contra la violencia de género, las ciudades más afectadas por la violencia doméstica -o más bien donde las mujeres se atreven más a denunciar a sus agresores- son Casablanca, Essaouira y Agadir. Más recientemente, y desde la pandemia COVID-19, la Federación de Ligas de Derechos de la Mujer ha registrado 1.000 actos de violencia contra la mujer durante los dos primeros meses de confinamiento. Si bien se suele mencionar la violencia física, la violencia psicológica siempre queda relegada a un segundo plano porque es más difícil de probar. Sin embargo, las secuelas que deja son tan importantes como las que se imprimen en los cuerpos.