La geografía es el destino, la historia es la voluntad de las naciones: España y Marruecos y el salto compartido hacia el futuro

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Quienes leen la historia de las relaciones entre Marruecos y España, a lo largo de al menos trece siglos, quedan fascinados por un vasto "cuerpo" de acontecimientos, batallas, guerras, conquistas, colonialismo, emancipación, además de la superposición económica, social y cultural creada recientemente. Una relación compleja que se extiende más allá de la geografía y la historia hasta el presente compartido y un futuro ineludible regido por la necesidad de coexistencia y convivencia en un espacio extenso que es una de las regiones más sensibles del mundo desde el punto de vista geoestratégico.

En su famoso discurso ante el Senado canadiense el 17 de mayo de 1961, John Fitzgerald Kennedy dijo a los canadienses "La geografía nos ha hecho vecinos. La historia nos ha hecho amigos. La economía nos ha convertido en socios. Y la necesidad nos ha convertido en aliados. Aquellos a quienes la naturaleza ha unido así, no dejen que el hombre los separe. Lo que nos une es mucho más grande que lo que nos separa".

Esta afirmación se aplica perfectamente a Marruecos y España porque, como dijo Abraham Verghese, escritor estadounidense y médico de la Universidad de Stanford, "la geografía es el destino". España y Marruecos no sólo se vieron envueltos a lo largo del tiempo en una larga y azarosa historia de invasiones, guerras, batallas, conquistas y liberaciones, sino que fueron capaces desde los años setenta del siglo XX de trascender la animosidad y construir un modelo creativo de cooperación, utilizando las fronteras marítimas, los mares y la visión común del Estrecho de Gibraltar como una oportunidad para prosperar juntos. 

Lo que distingue la relación entre Marruecos y España es que el factor tiempo (es decir la historia), que, sumado a la geografía, ambos crean un destino de dimensiones tectónicas que concierne a lo que Fernand Braudel, cofundador de la escuela francesa de los Annales, denomina la "larga duración", es decir, el tiempo inmóvil que trasciende las generaciones y los acontecimientos y forma parte de la lenta evolución de los pueblos en relación con el paisaje, la geografía y la ecología (Fernand Braudel, "La longue durée", Annales, Vol. 13, nº 4, 1958).

Si la historia en su sentido hegeliano es un proceso inteligente y un movimiento hacia un nuevo estatus o condición, es decir, la "libertad humana" ("Lecciones de Filosofía de la Historia" 1837), el poder de la geografía es dar una dimensión ecológica, cultural y política a la proximidad geoestratégica y a la "ternura" intranscendible.

La emancipación de España del fascismo tras la muerte del general Francisco Franco en 1975 y la liberación de Marruecos de la dominación colonial de 1956 a 1975, pueden considerarse como un hito en la historia de los dos países, así como en la historia de sus relaciones. La entrada de los dos países en la era de la "libertad" (libertad de la dictadura para España y libertad de los colonialismos para Marruecos) en el mismo periodo aceleró el uso de la geografía como puerta de entrada a la cooperación y la asociación.

La historia evoluciona según un cierto impulso que aglutina acontecimientos controlados por los actores y otros que forman parte del proceso inevitable de las cosas tanto humanas como naturales, creando una transformación estructural que da un vuelco a las cosas. Este cambio, en el caso de Marruecos y España, se produjo en este periodo de emancipación paralela (de la dictadura y el colonialismo), que supuso un hito en la historia de los dos países y un hito en la historia de sus relaciones. 

En los últimos 40 años, las relaciones se han desarrollado de tal manera que España se ha convertido en el primer socio comercial de Marruecos (por delante de Francia, que sigue siendo el primer socio económico de Marruecos); Marruecos se ha convertido en el primer socio comercial de España en África, el volumen de negocios del comercio entre los dos países asciende a 16.000 millones de euros; el número de empresas españolas que operan en Marruecos supera las 1.000; el turismo marroquí en España genera alrededor de 1.000 millones de euros; y el valor del turismo español en Marruecos puede estimarse en unos 1.200 millones de euros. Tres millones de marroquíes residentes en el extranjero atraviesan España cada año para volver a Marruecos, contribuyendo así con unos 1.000 millones de euros a la economía española; por no hablar de los 700.000 marroquíes residentes en España, que participan en la construcción de la economía española, al tiempo que transfieren parte de sus ingresos a sus familias en Marruecos.

En el ámbito de la seguridad, se han desmantelado decenas de células terroristas en España y Marruecos, como resultado de la ejemplar cooperación entre las fuerzas de seguridad de ambos países; el intercambio de información y las operaciones conjuntas, sumadas a la cooperación con terceros países, han sido fundamentales en la lucha contra el terrorismo, el extremismo y la delincuencia organizada y transfronteriza. 

Los servicios de seguridad marroquíes han frustrado decenas de miles de intentos de inmigración. Los intentos de inmigración frustrados aquí y allá no deben ocultar los esfuerzos de Marruecos por proteger sus fronteras y las de Europa de la inmigración ilegal. El coste de tal esfuerzo es de unos 500 millones de euros al año, con una ayuda de la UE que no supera los 300 millones de euros desde 2006, apenas 18 millones al año.

Hay quienes quieren tejer otra historia, un relato de tipo diferente y alternativo. Son los de Podemos y la extrema izquierda española, que apoyan las tesis separatistas del Polisario, además de algunos periodistas descontentos que aún se aferran al mito de una revolución argelina y su fenómeno "enfant terrible", la "revolución del Polisario en la arena". Siguen culpando a Marruecos de la victoria de Mohamed Ben Abdelkarim Al-Khattabi en la batalla de Anwal en el verano de 1921 y consideran a los marroquíes que participaron con Franco en su guerra contra los republicanos en la Guerra Civil española (1936-1939) como una quinta columna movilizada por Marruecos (que por cierto, irónicamente, estaba colonizado entonces tanto por Francia como por España) para ayudar al fascismo español. También ven la Marcha Verde (1975) como un chantaje marroquí a España mientras Franco estaba en la cama agonizando, que condujo a la retirada del Sáhara de España en un momento de debilidad política y constitucional. 

Por todo ello, concluyen que hay que apoyar a Argelia y al Frente Polisario y debilitar a Marruecos; aplauden la creación de una tensión permanente con el país "atrasado" y fundamentalmente antidemocrático de Marruecos; "¡son moros!"

El anuncio del presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, de que la propuesta de autonomía de Marruecos era la base más seria, realista y creíble para resolver el conflicto del Sáhara ha sido un golpe mortal para esta narrativa. Por ello, la respuesta fue violenta por parte de los opositores al acercamiento marroquí-español. Consideran que el realismo de la posición española es un hecho que debilita con toda seguridad sus tesis. Apostaron por la continuación de las tensiones entre los dos países, una situación que acercaría a España a Argelia y aceleraría el sueño de un estado independiente en el Sáhara marroquí.

Sin embargo, el sistema en España (incluyendo el Ejército y los aparatos de seguridad), el sector privado, junto con los gobiernos, tanto a nivel nacional como local, ven en el relanzamiento de las relaciones estratégicas entre los dos países no sólo una inversión en el futuro, en la seguridad de Europa, en la prosperidad de Ceuta y Melilla (las ciudades marroquíes ocupadas), las Islas Canarias, Andalucía y otras, sino una normalización que está en armonía con la historia y el poder de la geografía para encarnar el sueño hispano-marroquí: el sueño de un espacio ampliado para la integración económica, la cooperación en materia de seguridad y el desarrollo común de los activos marítimos y naturales de los dos países. Triunfó el sueño de los dos pueblos de prosperidad y crecimiento sostenido en un espacio prometedor y acogedor de seguridad y estabilidad. La esperanza ganó a la apatía y al pesimismo. 

Lahcen Haddad es un antiguo ministro marroquí, miembro de la Cámara de Consejeros (el Senado marroquí) y Presidente de la Comisión Parlamentaria Mixta UE-Marruecos.

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